Jugando al gato y al ratón

Humano Mensajes : 120

-No puedo resfriarme. ¡El campeón no puede resfriarse!-

Didier le sacó la lengua en una mueca cómica, volviendo a levantar los puños al aire en señal de victoria. Ese solo era el principio, porque a Sylvie le quedaban muchos días, semanas, de aguantar los pinchazos del francés ante el resultado final del combate. Dando saltitos se fue alejando al rincón del ring todavía con los brazos en alto, pavoneándose, dejándola allí con su toalla -pasando antes por el sitio donde estaba su camiseta tirada y cerca del equipo de música apagándolo-.

Pasó entre las cuerdas, bajando al firme cemento que servía de suelo en el destartarado gimnasio, y agchándose frente a la bolsa de deportes que había traído con él. La abrió, sacando su propia toalla que se colgó al cuello y, aunque no fuera lo más sano del mundo, el paquete de tabaco de un bolsillo lateral junto con el encendedor.
Se sacó un pitillo y lo encendió, dándole una buena calada -que lo mareó un poco al tener las arterias totalmente dilatadas de la sesión de ejercicio- y expulsando el humo despacio hacia arriba, con la vista fija las siluetas que se creaban encima de él al hacerlo. Tiró el encendedor de nuevo dentro de la bolsa y se acercó de nuevo a las cuerdas del ring secándose un poco el cuello con la toalla.

-Estaba pensando...- dijo apoyándose contra una de las cuerdas que limitaban el ring y mirando a Sylvie todavía subido a él. No sabía si era por la tensión que habían vivido en el combate entre ellos dos o por haberla visto luchando como una leona durante una hora, pero la mirada de Didier la recorría de arriba a abajo de una forma nueva hasta ahora. -Que tal vez...-

Un sonido agudo acompañado de un zumbido le cortó a sus espaldas. Su móvil, dentro de la bolsa, le avisó con la melodia -Thunderstrack de Ac/Dc- de que le llamaban. Así que no terminó la frase y lo cogió.

-Ahá, cinco minutos- dijo en rumano, ya que hasta ese momento toda palabra que había cruzado con Sylvie fue en francés -Es Vlãsic, tenemos trabajo-

Humano Localización : Besando ranas ~ Mensajes : 86

Sylvie arrugó la nariz debido a su comentario. No se lo creía... ¡solo habían pasado dos minutos y ya empezaba a recordárselo! Tuvo la sensación de que se lo recordaría durante un largo tiempo, por lo que no podía esperar mucho en encontrar algo con lo que contraarestarlo o, en su defecto, algo que hecharle en cara. Aunque ahora era algo complicadillo eso de pensar... Era díficil quitarle los ojos de encima sin la camiseta. Hombros y espalda anchas brillantes por el sudor. Ay... se dijo así misma. Era un pecado ir a trabajar con ropa cuando tenías tanto que mostrar.
La joven se pasó la toalla por el cuello los hombros y el rostro. Realmente necesitaba un descanso, y tuvo la sensación de que su cuerpo no tardaría en comenzar a dolerle. Sobre todo el estómago...

No pasó desapercibida la forma en la que le miraba Didier de arriba abajo, mientras comenzaba a contarle algo. -...¿que tal vez...? -lo dejó al aire para que continuara pero sonó el móvil. Chasqueó la lengua. Maldítos aparatos electrónicos. Entonces se preguntó que cómo no era posible que se hubieran cargado el reproductor de CDs, el cual permancía intacto en una de las esquinas del Ring.

Mientras que hablaba por teléfono con quién sabía quién, Syl bajó del Ring por entre las cuerdas y se deslizó fuera, dirigiendose a sus cosas. No sin antes quitarle el cigarro que tenía en la boca y apagarlo. Siempre fumando. No era bueno -¿Sabes que estamos en cuaresma? -le dijo mientras seguía hablando por teléfono, algo que solía hacer muy a menudo -Deberías dejar el tabaco por cuarenta días. O al menos, reducirlo un poco -cogió su botella de agua y se hechó un poco de agua en las manos para refrescarse el rostro.

Entonces Didier colgó y le dijo que había trabajo. Sylvie no se lo creía.

-¡Pero si es nuestro día libre! además, estoy molida... y necesito una ducha urgente -dijo haciendo una mueca, debido a que ambos estaban prácticamente empapados de sudor -...y a tí tampoco te vendría mal -vació el resto del agua de su botellita en la cabeza de Didier, para después darle un par golpecitos con esta con el fin de que salieran las últimas gotitas. Le miró con el pelo ahora mojado pegándose en su rostro -Qué monada -añadió con sorna.

Agh, ¿Trabajo ahora? vete a la mierda, Vlasic, pensó.