Me merezco un descanso [Sophia]

Respirar aire fresco, descansar, sí, me emrecia un auténtico descanso despues de todo el tiempo que llevaba trabajando. Ser policia no era facil, nunca lo había sido y no sería menos ahora, los problemas aumentaban por momentos y yo no me sentía ni con ganas ni con fuerzas para hacer algo por el lugar, realmente de lo único que tenía ganas era de sentarme a descansar, pero el problema era que no podía, que mi vida giraba en torno a protejer aquella ciudad y que yo no podía eprmitirme el lujo de olvidarme de ella y dejarla a su suerte, porque sí, amaba mi trabajo, porque me gustaba el impartit justicia y ser al salvador, pero a veces eso podía llegar a ser agotador y quizás era eso lo que me estaba pasando en aquel momento, que estaba cansado, que estaba incluso harto y que no tenía ganas de absolutamente nada.
Mis pasos se me hacían realmente eternos y caminar por la ciudad ya no me satisfacia, necesitaba encontrar u luger que fuera capáz de llenarme por completo, de dejarme descansar, un lugar mágico donde yo me sentara a pensar en mis cosas, donde la música de lso pajaros llegara a innundarme y no perdiera el tiempo pensando en tonterias, o sí, que perdiera el tiempo pensarndo en gilipolleces que no vienen a cuento, ese sería el lugar ideal.

El tiempo pasaba y parecía que el solo iba a caer pronto, y no no iba a cabar en casa como cada tarde porque no tenía ganas, porque querñia hacer algo diferente, pensar en mis cosas, respirar aire fresco, dejarme llevar. Cerré los ojos unos segundos y a mi mente vino el Rio Dambovita, ese era el lugar que yo estaba pidiendo a gritos, ese era el lugar que yo rnecesitaba.
Mis pasos se aceleraron más de lo normal con ganas de dejarme invadir por el lugar, porque sería fantástico, porque sería la mágia que estaba necesitando durante tanto tiempo, el descansar, el no pensar en nada a la vez que en todo.
Fue llegar y algo em llenó por completo dejandome caer sobre el cesped mojado mientars me invadia la belleza del lugar, las aguas frisas del rio. Sonreí de lado con los ojos cerrados y las manos tras de mi cabeza, ya estaba tumbado sobre el frío cesped dejandome llevar por momentos, era fantástico, desconctar.

Esa tarde estaba en mi casa tirada en el sofá bebiéndome una coca-cola sin hacer nada, simplemente pasando canales con rapidez pues cada nuevo programa que aparecía en la televisión era peor que el anterior, ¿no eran capaces los humanos de hacer algo que valiese la pena de ver? Todos los programas eran malísimos a uno le entraban ganas de pegarse un tiro solo por no ver esa basura que emitían a esas horas del día, por la noche la programación todavía se podía soportar pero por la mañana y la tarde la programación era simplemente asquerosa. Me levanté del sofá y me di una rápida ducha de agua caliente, me sequé el pelo recogiéndomelo en dos trenzas que hacían que mi aspecto fuese todavía más inofensivo, me vestí con unos tejanos que se pegaban a mis piernas haciendo que se me viese un trasero todavía más…jugoso, una camiseta de manga larga roja con escote, mis deportivas negras y finalmente la chaqueta por encima abrochándomela hasta arriba para no pasar demasiado frío.

Cogí mi bolso y metí en él mi móvil, las llaves de casa, el monedero, el paquete de tabaco y por último una cantidad de droga considerable, un poco para mí y la otra para vender una vez llegase a la discoteca. Salí de casa cerrando con llave detrás de mí y empecé a caminar sin rumbo alguno, me daba igual la discoteca a la que fuese, entraría a la primera que se cruzase en mi camino, solo quería divertirme, la programación de la tele me había deprimido demasiado. Me encendí un cigarrillo expulsado el humo entre mis labios de manera distraída mientras caminaba por al lado de ese río que tantas veces había pintado, a diferentes horas del día, desde diferentes ángulos, y todo porque ese lugar era hermoso y era capaz de hacerse sentir en paz hasta a la persona más inquieta del mundo que seguramente a estas alturas debía de ser yo

Quizás el lugar llegaba a ser algo más relajante de la cuanta y si no hubiese sido por el olor a lobo que había aparecido de repente me hubiese quedado dormido o algo peor. La verdad es que a veces me pasaban esas cosas, no eran normales pero ¿Yo era normal? Sonreí de lado negando con la cabeza y acabé por sentarme para buscar con la mirada al individuo que había penetrado por mi nariz. Sophia... parpadeé un par de veces para cerciorarme de que era ella. Realmente me sentía extraño cuando estaba cerca de mi, solamente la había visto un par de veces y la atracción había sido evidente, por lo menos por mi parte y aunque las veces que me la había encontrado era cuando estaba de servicio para quitarle algo de droga que siempre acababa llevando encima había sugido por ella algo más ponente que la simple atracción.
En realidad no me entendía ni yo, cuando al veaía sentía la necesidad de tenerla ceca, sentarme cone lal y charlar, pero claro, nunca podía tener una conversación decente con ella ya que eramos bastante diferentes, a ella le perdía el humo, el alcohol y las drogas y quizás a mi me perdía el tabaco pero no lo dmás y no podía olvidar mi trabajo.

Negué un poco con la cabeza y me levanté decidido a acercarme a ella, en realidad no sabía ni porque lo ahcía, era una fuerza más fuerte que yo mismo que me tiraba para que la saludara por lo menos, aunque en realidad desearía pasar más tiempo cone lla, en realidad era como una especie de obsesión, sí, tenerla cerca despertaba eso en mi, obsesión, era algo que no poddía entender y que, en canvio, era evidente. Respiré porfundamente y me puse delante de ella con esa sonrisa tan típica mia.
- Vaya, hola - le dije sonriente, era tan impredecible que no tenía ni idea de como iba a reaccionar, como ya he dicho anteriormente, no es que nustros encuentros hubieses sindo agradables pero esa rbeldía suya me tiraba hacia ella.

Mientras paseaba por el río pude sentir el olor característico de los lobos pero no me giré ni me detuve al ver quien era la persona, realmente me daba igual quien fuese, yo tan solo quería llegar a la discoteca y colocarme y pasármelo bien mientras ya puestos me ganaba algo de dinero. Daba una calada a mi cigarro cada pocos segundos expulsando el humo por la boca observando cómo se alejaba llevado por el aire hacia otro lugar. El olor del lobo estaba cada vez más cerca y me dije a mí misma que eso era porque esa persona también me había percibido a mí y se acercaba para saludarme, me entraron ganas de pegarme cabezazos contra una farola, ¿no podían dejarme en paz ni siquiera cuando todavía no había hecho nada.

Me paré en seco para no chocarme contra la persona que se había parado frente a mí y de la cuál provenía el olor a lobo. Clavé mis ojos en aquella persona mirándole fijamente mientras daba otra calada al cigarro y echaba el humo en su boca. Observé unos instantes en silencio a Héctor mientras recordaba nuestros encuentros en la calle donde siempre acababa cacheándome y quitándome toda la droga que llevaba encima, esa era la razón por la que no le soportaba, esa y la otra era que seguramente él le decía a Gab que había ido a vender cada vez que me pillaba y me confiscaba la mercancía pero por otro lado no podía admitir que estaba bastante bueno, tenía su puntillo.

-¿Estás de servicio?-Le pregunté sin cambiar mi expresión en el rostro y hablando con mi característica voz inocente y dulce.-