¿Y esta era mi "cita"? {Alexandrer y Darren}

Y por fin eran las doce. Resoplé agotada antes de apoyarme en la narra ya sola en el restaurante. Mis camaeras se habían marcho y ahora, aunque en realidad tubiese ganas de meterme en la cama, debía salir de fieta, sí, despues de no que cuanto tiempo, salía de fiesta. Sonreí de lado un poco mientras negaba con la cabeza. Alexander pasaría a recojerme en un rato y tenía que estar lista apra ello antes de que le diera por llegar, el problema era que debía subir a casa a comprobar si mi hermano segíua vivo y luego volver a la puerta del restaurante para que Alex me recogiera así que debía empezar a darme un poco de prisa.
Salí de mis pensamientos dispuesta a salir del restaurante con rápidez para estar lista cuanto antes y no llegar tarde, me gustaba la puntualidad, yo siempre era puntual.
Recogí un par de cosas que había mal puestas en elr estaurante dejandolo a la perfección, no sabía donde llegaría esa noche pero quizás mañana no llegase a trabajar, ya había avisado y como siempre, nadie se había opuesto, es más, me animaban a salir. Sonreí de lado mientras bajaba la persina por fin, saliendo del restaurante y cerrandolo a mi paso, estaba segura que me esperaba una gran noche, no sabía si buena, pero estaba segura que sería grande e inolvidable, sin saber en que sentido.

De momento, nada apuntaba mal incluso no hacía frío y podría ponerme uno de los inmerables vestidos para salir de noche que tenía metidos en el armario cogiendo polvo, sonreí ante tal posibilidad, un bonito vestido y unos bonitos zapatos me animarían el día, no solía ser tan superficial pero, una noche era una noche y mas si ibamos a salir. En realidad no sabía ni donde ibamos aunque podía suponer que a algun bar de la ciudad y conociendo algunas de las batallitas, si así podíamos llamarle, de Alex no uno muy legar, aunque, en realidad, no me importaba ya que aunque pareciese mentira, conocía a gente de ese gremio.
Llegué a casa para abrir ajetreada mientras empezaba a desvestirme con solo cerrar la puerta para comprobar que las luces del piso estaban apagadas y que allí ya no había nadie... Darren no estaba, suspiré. En realidad todavía no había hehco nada de lo que pudiese empezar a preocuparme, o por lo meos que yo supiera pero, en realidad el que cuando yo llegara casa, a las doce y emdia de la noche y el no estubiera me preocupaba muchísimo y temía por él.
Acabé en mi habitación ya sin ropa rebuscando en el armario, tampoco quería desentonar pero necesitaba arreglarme por una vez en mi vida, las coletas rastreras están muy bien para ir a trabajar pero no para salir de fiesta y menos para enseñarle a Alex que yo también sabía lo que era salir de noche.
Acabé decidiendome por un bonito vestido verde que había encontrado en el fondo del armario semanas atrás, era corto y era perfecto para la ocasión, unos bonitos tacones y tenía ya el conjunto perfecto.

Recogí mis llaves con rapidéz y salí corriendo de casa, casí que me faltó poco para cer de boca y acabar llena de barro. Negué un poco con la cabeza riedo entre dientes, anda podría cambiarme, ni siqueira el salir una noche para desahogarme. Camnié decidida dandole al paso algo de grácia para llegar de nuevo a la puerta de mi restaurante. Era tarde, podía decir que quedaban escasos minutos para la una y que si Alex era puntual, estaría allí en muy poco tiempo y no tendría que esperar mucho rato muerta de frío y expuesta a demasiados peligros delante de la puerta de mi propio restaurante.

Después de aquel atentado contra mi integridad física y moral por parte de aquel chalado del Jaguar, fui a que hiciesen algo con mi pie en el hospital más cercano que encontré. Por el dolor que sentía cada paso que daba, llegué a creer que podría deberse la posibilidad de que tuviesen que amputarme el pie. Pero por visto, solo era un esguince y yo un quejica. El médico que me atendió me recomendó tener el pie en reposo 48 horas, sin necesidad siquiera de una escayola decente, simplemente un vendaje en el tobillo. A regañadientes, les eché en cara que eran unos tacaños al no querer prestarme unas muletas con las que poder irme dignamente, y los muy malditos me contestaron que solo podían dármelas con la presencia de mi tutor, quien debería pagar el alquiler. Viendo lo rastreron que llegaban a ser amenazándome así con avisar a mi hermana del suceso, me fui de allí con la cabeza bien alta y cogeando de mala manera. Pero el poder divino vino en mi ayuda cuando una viejecita en silla de ruedas pasó por delante de mí cargada de bolsas de la compra. Mi mente reaccionó al instante, y no perdí más tiempo.

Horas después, cuando ya había anochecido hacia bastante, decidí volver a casa. Como me pillaba de camino, pasé por la calle donde Diana tenía su restaurante, y para que digan que las coincidencias no existen, me encontré también a mi hermana en la puerta del local. Alcé las cejas, sorprendido, y me acerqué a ella haciendo rodar con más rapidez mi liberación para aquella cojera insoportable. Sí, así era, iba en silla de ruedas. Cuando ella me vio llegar, se quedó tan extrañada como yo, pero mi mente fue más rápida al reaccionar.

- ¡Hermanita! ¿Qué haces a estas horas de la noche aún aquí?- aquella pregunta que más bien le correspondía a ella preguntar, me hizo recordar cuando me di cuenta de ello a otra situación que ya habíamos vivido, similar.- Creía que cerrabas antes el restaurante.- y en ese momento me di cuenta de que no llevaba ropa de trabajo exactamente... Vestido verde con escote, tacones, bolso de mano... Fruncí el ceño como si estuviese viendo un perro con cinco patas, y esta vez hablé como un inquisidor.- ¿Y desde cuando atiendes a los clientes tan arreglada? No sabía que andases tan desesperada... Ya sabes, el amor y el trabajo no se juntan.- le con tono de reproche, y entonces no pude evitar dejar la seriedad de lado y reir por mi propia broma.- Nah, en serio. ¿Porque no me dijiste que saldrías con las amigas?

Miré el reloj una vez más despues de haver pasado un rato y acabé apoyandome en la pared en silencio, bueno, vale, llegaba algo tarde pero tampoco se lo iba a echar en cara seguramente le había surgido algun inconveniente, eso siempre pasaba, a mi siempre me pasaba, la suerte es que aún no hubiese pasado nada raro para mi, una noche que salgo y parece que sera una velada un tanto normal o eso esperaba y creia yo. En realidad no sabía cuanto tiempo hacia que yo no salía de verdad. Respiré porfundamente cerrando los ojos mientras esperaba con tranquilidad a que llegara mi cita de aquella noche.

Furon escasos minutos que abrií los ojos para encontrarme a mi hermano frente a mi ¿Dóne había estado? Mis ojos se abrieron como platos al comprobar que iba en seilla de ruedas y me acerqué a él casi desesperada sin poder contener ese tono de madre preocupada que desperndía mi cuerpo por todas partes.
- ¿Qué te ha pasado? - dije sin poder contentenerme, le había escuchado pero levemente ya que estaba demasiado nerviosa al encontrarmelo allí en aquella situación - La pregunta es ¿Qué haces tu aquí en silla de ruedas? - le dije frunciendo el ceño, por sus bromas parecía que estaba bien así que por fin, logré relajarme un poco y poder hablar con él con algo de tranquilidad.
Nuegué con la cabeza escuchando sus palabras, sabía que ni él ni Oliver aceptarían aquello que estaba apunto de decirle - No he quedado con mis amigas, ni siquiera he quedado con mujeres - dije soplando un poco por la nariz con una sonrisa ladeada mientras le miraba.

Como la gran mayoría de veces, estuve demasiado ocupado soltando aquellas chorradas para atender a sus preguntas llenas de preocupación materna, tan poco favorecedoras en una chica joven como ella. Mamá escasas veces se había comportado así, y aquello me asqueaba. Ver que mi hermana se metía en el papel de la madre que nunca tuve me irritaba. Pero bueno, el caso es que al final me dio una respuesta a mis preguntas, algo más relajada y dedicándome una sonrisa ladeada que me dejó contrariado. ¿Que no había quedado con sus amigas? ¿Y entonces que hacía allí con aquellas pintas tan arregladas? Frunciendo el ceño sin entender nada que pudiese entrar en mi cabecita, mi retorcida mente hizo alarde de imaginación y encontró una respuesta por ella misma, consiguiendo que mirase a Diana con una mueca de disgusto e incredulidad.

- ¿Tus amigas son travestis?

Sí, así eran de extrañas las ideas que cruzaban mi mente a cada minuto que pasaba, pero no por ello significaba que quisiese encontrarles un significado. Había cosas que prefería no llegar a conocer nunca... como a los amiguitos gays de mi hermana. Por eso mismo, hice un rápido borrón y cuenta nueva y retrocedí al tema inicial, que si no me había llamado la atención en su momento, ahora era mi única escapatoria de explicaciones subrealistas. Bajé la mirada a la silla de ruedas en la que estaba sentado, y cuando volví a alzar la mirada hacia Diana, un brillo de lamento y desconsuelo llenaba mis ojos. Cogí con las dos manos la muñeca de mi hermana más cercana a mí con cierto desespero y le miré como si fuese un perrito abandonado lastimoso. Todo aquello, en menos de cinco segundos de finalizar mi última pregunta.

- Oh, hermana mía. Si supieses las desgracias por las que he pasado hoy... ¡Ha sido terrible! Por primera vez en mi vida, he visto de cerca la muerte. Creí que jamás volvería a veros a ti y a Oliver. Esta horrible experiencia me ha hecho comprender que no sería nada sin vosotros a mi lado, ¡que os necesito! Aunque más a ti que a Oliver...- me corregí ésto último al recordar que si fuese por Oliver, no es que estuviese en la gloria ahora mismo, pero rápidamente volví a mi tono de voz dramático.- ¡Porque no sé si podré volver a caminar, Diana! Saltar de aquel carrito no fue buena idea, te lo aseguro. ¡Todo pasó tan rápido! Pero lo peor fue aquel tipo desquiciado que me obligó a meterme en su coche para vete a saber tú que perversiones!- solté al final, empezando a pasar de la tragedía al recelo, realmente molesto por el comportamiento de psicópata del propietario del Jaguar.- Si pudiese caminar por mi propio pie, te juro que le haría pagar a ese bastardo por la maldición que nos ha traído dejándome en este estado!- la pregunta era ¿de verdad me creía que me había quedado inválido?- Por suerte, me quedé con la matrícula de su coche. Incluso podría describirle ante uno de esos que hacer retratos de los delincuen...- en ese momento, una nueva presencia interrumpió mi explicación, que por alguna extraña razón, Diana no acababa de tragarse del todo. Ambos nos giramos hacia el recién llegado, y en cuanto lo reconocí, se me cayó el alma a los pies.

... ... ... ... ... ... ... ...¡Piiiiiii!¡Piiiiiii!¡Piiiiiii!¡Crash!

Ale, a tomar por culo otro despertador, el tercero de esta semana...estúpidos trastos, creo que los compro por el desavío que me surgiría si pusiera la alarma del móvil y me lo cargara igual, que sería lo más probable...¿Que hora es? Vale, según el lo que queda del despertador en el suelo...¡Las 11 menos 10!Mierda...¡He quedado a las 12! Buah...

Me levanto del sofá donde entre dos cajas de pizza y un par de latas de birra me he echado la siesta con el gilipollas de mi compañero de piso durmiendo en el de al lado...puto vago. En cuanto me desperezo salgo corriendo al baño donde puedo observar frente al espejo que tengo la misma cara de gilipuertas resacoso de siempre, perfecto, pero aún así apesto un poco a tigre, así que me toca ducharme aunque sea para guardar las apariencias...vale que no intento ser el hombre del año en alguna puta revista para pijos ni aparentar si quiera ser un hombre decente, pero bueno, un mínimo de higiene si que la considero necesaria... Sin pensármelo mucho más me desnudo lo más rápido que puedo y miro el reloj de plata antes de dejarlo sobre el lavabo...las 11...mierda.

Al salir de la ducha en tiempo flash salgo corriendo al cuarto donde agarro una camisa negra y una chaqueta americana con sus respectivos pantalones a juego, ambos también negros con el forro interior blanco. No es que haya seleccionado el vestuario, es que sencillamente es lo que estaba encima de la silla del cuarto amontonado...y estoy en crisis de tiempo, ni siquiera he podido parar a fijarme si estaba muy sucia la ropa...

Vuelvo al baño a recojer el reloj...11:25...vale, rehago la lista de tareas: peinarse (suprimido), cepillado de dientes (suprimido), desodorante...vale, eso si. Bien, tras darme algún toque con los dedos en el pelo para al menos no ir con unos pelos de demasiado loco parece que ya estoy listo.

Spoiler:

Tras bajar corriendo las escaleras voy corriendo al coche ante el cual se me cae el mundo encima...putos criajos de los cojones, no debí ser tan indulgente, dejar a uno tirado con cojera y hacer que el otro se mee encima además de darle un porracito con el coche no es algo que ahora satisfaga mi rabia...mierda. Bueno es igual, me monto en el coche y tras poner algo de música, Killing In The Name de los Rage Against The machine para se exactos, salgo disparado por las calles hasta el restaurante de Diana... a ver la hora... las 12:00, cojonudo.

Al llegar puedo ver ya a Diana esperando en la puerta y con ella a...¡el criajo de los rizos!¡Que cojones pasa con él!Lo mismo es masoquista y se ha enterado de algún modo que vengo para acá y quiere recibir otra dosis de conducción temeraria y lanzamiento de niño. Encima el cabrón va en silla de ruedas, que no fue para tanto por Dios...un esguince lo hemos tenido todos... En fin...lo mismo no es buena idea acercarme con el coche...no vaya a ser que se desmaye del susto.

Aparco donde puedo y me acerco a ellos andando tranquilamente con la smanos en los bolsillos hasta que me quedo detrás del chico de antes, el exagerado de la silla de ruedas.

-Tu pelocho ¿En que andas?¿Que tal tu amigo el Umpa Lumpa?-Comento sonriéndole amablemente, como él que es su amigo de toda la vida antes de que se de la vuelta...Sólo una cosa está clara, estaba hablando con Diana...aunque no lo demuestre demasiado exteriormente, por dentro estoy bastante sorprendido e incluso un poco preocupado y curioso...¿De que coño la conocerá?

Darren era... como decirlo... tan buen actor. Negaba con la cabeza segudamente mientras escuchaba su hisotria ignorando su priemr comentario, tanto él como Oliver se negaban a creer que era mujer o por lo menos que tenía el derecho de serlo y eso conllevaba a que yo nunca quedaba con hombres, no sé era algo raro en realidad, algo que costaba de enteder a las eprsonas normales pero ¿Desde cuándo mis hermanos eran normales?
En realidad, Darren hablaba y es como si no lo hicera, hablaba con desesperación y un dramatismo digno de Shekspeare que hacía muy difícil entender en realidad el hilo de la conversación, lo único que sabía era que por ahí, en medio de aquella conversación había un accidente y un perevertido, o por lo menos eso había entendido ante la desesperación de sus palabras.
Neugué con la cabeza mientras le escuchaba sin poder evitar soltar una leve risita.

- Darren, enserio ¿Qué ha pasado? No creo que sea tan grave para ir en silla de ruedas - dije sin poder evitar soltar una leve risita aunque debajo de toda esas escenita había una hermana preocupada, demasiaod preocupada - No me estoy enterando de nada, quieres realjarte, por favor - era ya casi una suplica que no servia de nada pues mi hermano segía hablando como si de una cotorrra se tratase sin explicarme realmente lo que yo queria o más bien necesitaba saber, si no, iendose por las ramas para evitar el tema central porque, seguramente, había sido culpa suya.
Y continué alí perdida en sus palabras intentando captar cualquier cosa que me hiciera entender el hilo de aquella conversación cuando su voz ceso por completo girandose hacia una figura humana.


Una leve sonrisa se dibujó en mi rostro al ver que mi cita había llegado. Miré mi reloj, vale, iba tarde, realtivamente tarde ya que tampoco importaba porque aún seguía metida en descifrar que cojones le había pasado a mi hermano. Mi hermano que ahora se había quedado en silencio mirando absorto la figura de Alex que venía como siempre despreocupado hacia nosotros y que, para mi sorpresa se dirigió a Darren ¿A Darren? ¿De que se conocian?
- Y por fin llegó mi cita - dije divertida negando un poco con la cabeza, por lo menos a lo mejor lograba calmar al histerico de mi hermano - He quedado con él Darren, no con mis amigas ni con travestis - dije frunciendo un poco el ceño divertida ante las ocurrencias de mi hermano menor.
- ¿Os conoceis? - pregunté ahora alzando mi vista hacia Alex con esa sonrisa habitual mia, dulce, carismática, angelical.