Reencuentros...{Harry}

Un día como otro cualquiera, así era el día que comenzaba. Los rayos de sol entraban por la ventana incidiendo en mi rostro, el cual apreté incomodo por el deslumbrar de aquella estrella. Como casi todas las mañanas desde hacía unos meses, despertaba medio recostado sobre la barra, con una mano sujetaba la colilla de un cigarro y en la otra un vaso casi vacío de absenta, con el hielo totalmente derretido y el licor aguado. Solté el vaso llevando esa mano al cansado rostro, marcado por las ojeras mas notables por la cierta palidez de mi rostro. Solté la colilla en el cenicero y sacudí la mano de ceniza, puse los pies en el suelo con afán de levantarme tardando unos instantes en hacerlo, ascendiendo una fuerte punzada a mis sienes.

Caminé con paso torpe bajando la mirada por un momento a las mismas ropas del día anterior, camisa negra y pantalón igualmente negro, sin zapatos y la camisa por fuera del pantalón. Desabotoné la camisa mientras caminaba, o mas bien me tambaleaba, hacia la cocina a por un café bien cargado. Tras servirme aquel necesario café, caminé de igual manera hacia el sofá sentándome dándole un largo trago al amargo liquido -Arg...no tiene azúcar...- Susurré dejando la taza sobre la mesa pasándome la mano libre por la cara.

Tenía que empezar a plantearme el cambiar aquellos hábitos tan poco saludables, pero aquello eran fugaces pensamientos que se evaporaban en cuestión de minutos. Medio me recosté en el sofá para sacar del bolsillo un arrugado paquete de tabaco rebuscando entre sus arrugas el ultimo cigarro que quedaba prendiéndolo luego con el encendedor. Incliné el cuerpo hacia delante apoyando los codos en las rodillas mirando aquella taza de café que como cada mañana era mi compañía tras aquellas cabezadas nocturnas. Esta noche había conseguido dormir algo mas gracias a la continua ingesta de Absenta que me había llegado a tumbar.

Sentía una presión horrible en la cabeza y no era solo producto de la resaca, si no de el como había llegado a estos extremos, ni siquiera había hecho acto de presencia en la caza de hace unos días, lo que había dado lugar a alguna revuelta por algunos lobos y preocupación por otros. Yo seguía inmerso en la desaparición de Jeremmy, aunque no abandonaba búsqueda alguna, insistía en buscarle día tras día y aquello estaba acabando con mi salud, no se cuantos Kilos había perdido, pero ya lo notaba al ponerme el cinturón del pantalón, al mirarme en el espejo e incluso al realizar cualquier sobre esfuerzo...

Agarré la taza dándole un sorbo para luego echarme hacia atrás apoyando la cansada espalda sobre el respaldo del sofá y entrecerrar los ojos, descansando el cuerpo antes de ir a la ducha y ras aquello a salir de nuevo a las calles a seguir buscando.

- Durante años recé para nunca ver a mis hijos en un estado tan deplorable como el tuyo, Gabriel - dijo una voz profunda y rasgada, rompiendo el silencio vespertino del salón del líder lupino de Bucarest - Ciertamente, parece que Dios hizo oídos sordos a mis plegarias...

Harry Silverfang. Ése era su nombre. Un nombre del que antes se había enorgullecido noblemente, y que ahora, a él, sólo parecía traerles recuerdos de deshonra y vergüenza. El viejo lobo permanecía sentado en el mismo taburete sobre el cual Gabriel se había quedado dormido, con la cara plantada en la barra. Tenía una pierna extendida hasta el suelo, y la otra doblada con inusitada flexibidad, sobre todo teniendo en cuenta su edad, contra su pecho, apoyada en el borde de la banqueta. Sus brazos estaban cruzados sobr ela rodilla, y sus ojos miel claro estaban clavados en quien era su hijo de forma fija y penetrante.

Vestía una raída camisa y un pantalón de tela ancho con variso desgarros en la parte inferior. Iba descalzo y tenía el rostro, las manos y los pies con tiznas negras, propias de quien se ha acomodado a la vida puramente salvaje.

- Supongo que ahora pensarás que soy un fantasma - aclaró el viejo lobo, con una sonrisa demasiado torva como para considerarse realmente sonrisa. - Pero temo decirte que no soy una alucinación provocada por lso restos de tu borrachera.

Con los ojos cerrados, alcé la taza de café lentamente para darle un nuevo sorbo, encogiendo el gesto al notar en mismo sabor amargo sin azúcar. El liquido recorría mi garganta cuando una voz me hizo abrir los ojos de manera rápida. Aunque hiciera años que no la escuchara la reconocía a la perfección, mis ojos confirmaron lo que mis oídos percibían y allí estaba él... De manera raída, o al menos eso pretendía, me puse en pié mirándole con aquel gesto de idiota sorpresa que no podía ocultar en mi casi famélico y cansado rostro. Mi mano soltó la taza de café como si perdiera fuerza y calló al suelo haciéndose añicos manchado mis pies y el suelo frente al sofá. Di un paso atrás bajando la mirada a la desdichada taza ahora destrozada en el suelo.

De nuevo mi mirada se alzó hacia quien años atrás había ocupado mi misma posición, líder de la manada, aquel era quien me había preparado durante todo el comienzo de mi vida para ocupar el lugar en el que estaba... Sentía mi cuerpo algo paralizado, comenzando a ser pesado, luchaba por mantenerme en pié. Por un momento sus ultimas palabras parecían asemejarse mas a eso a una alucinación producto de la resaca, llevé una mano a mi frente intentando centrar mi vista tras aquella nublosa visión de mi progenitor, pero al conseguir aquella nitidez continuaba ahí sentado, donde minutos antes había estado yo con la mejilla clavada sobre la barra.

-¿Qué haces aquí...?- Conseguí tartamudear, realmente me parecía un fantasma después de tanto tiempo sin saber sobre aquel viejo lobo al cual ciertamente daba por muerto, puesto que no había vuelto a...molestar mas. Mis orbes amarinas se clavaron en las de el o al menos eso pretendían pues en la distancia aun no conseguía vislumbrar con total nitidez su rostro, maldita resaca...

Harry se movió sinuosamente y se bajó de la banqueta, quedándose de pie ante Gabriel, a unos metros de él. No dio muestras de que le interesara el hecho de que la taza de había caído al suelo y roto en pedazos, producto de la sorpresa de su hijo. En cierto modo, era comprensible.

El viejo hombre mantenía el rostro imperturbable y la mirada fija, sin apenas parpadear, en los ojos de Gabriel. Tenía el rostro mucho más curtido de lo que seguramente él recordaba, y su aspecto, su expresión y sus movimientos denotaban el salvajismo propio del depredador. Seguramente pudiera adivinar sin problema que, en los últimos años, Harry había pasado la mayor parte del tiempo como lobo, no como humano.

Avanzó varios pasos, descalzo, moviéndose lentamente, cual lobo acechando a una presa, y nunca mejor puesta la metáfora.

- Lo mismo que he hecho siempre: proteger a la manada. - fue su simple respuest,a con su voz hosca y grave, com osi llevase años sin utilizarla. - Aunque la pregunta que debería reconcomerte ahora es qué haces tú aquí, borracho perdido y con tna deplorable aspecto. - le observó con severa decepción en su mirada, y se pasó la mano por el canoso pelo desordenado.

Pestañeé varias veces para verle ahora de manera clara al estar acercándose. Cuando avanzó esos pasos mis pies hicieron un amago -el cual reprimí- para retroceder a al vez que se acercaba, no, aquello no podía permitirlo, no podía mostrarme temeroso nunca y menos ante él. La respuesta a mi pregunta fue directa, pero si era cierto que no me esperaba algo así...Pensaba que tras su ida habría dejado cualquier contacto con los otros lobos, o actos con respecto a ellos.

Luego planteó aquella pregunta que no hizo mas que acentuar aquella tensión que se respiraba, al menos por mi parte, en el salón. Difícil me fié no apartar la mirada de la suya con aquel segundo punzante comentario. Si es cierto que mi aspecto no era el mejor ahora mismo... y no quería justificar mi aspecto con la desaparición de Jers. Mi estado era producto de mi dejadez día a día desde aquello, el darme cuenta de el como me había quedado solo, sin Jacqueline...sin Jeremmy... y para culminar aparece la persona que menos necesitaba ver , solo faltaba que me clavaran otro cuchillo de plata y lo dejasen ahí para corromper mi sangre y matarme...

Tras unos minutos de silenció entre abrí los labios en pos de buscar una respuesta a aquello -Es mi casa...- Bien... una lógica aplastantemente evidente e idiota... Una de mis manos e movió inconscientemente hacia el bolsillo del pantalón palpando desde el exterior sin encontrar nada, el paquete de tabaco vacío estaba sobre la mesa y el cigarro casi totalmente consumido estaba sobre el cenicero. Sentía la boca seca y tragué saliva para hacerla circular por la garganta en pos de poder hablar si fuera necesario, aunque ahora las palabras no eran mi fuerte precisamente, pues me sentía como a aquel adolescente al que pillan haciendo algo malo, yo no era un adolescente ni estaba haciendo nada malo..era mi vida... no la de él...yo...yo era el líder..no él...Aquellos pensamientos me hicieron alzar el mentón apretando ligeramente la mandíbula intentando mostrarme como hacia semanas que no lo hacía, recto serio imponente, cosa que mi aspecto poco ayudaba, mas bien parecía alguien enfermo y no raquítico pero si mas delgado de lo que estaban acostumbrado a verme, por consiguiente, la masa muscular era menor aunque no demasiado, pues las carreras por el bosque en cierta manera ayudaban, aquellas carreras no eran demasiado largas pues me cansaba con facilidad...

La respuesta de Gabriel hizo que el viejo lobo enarcara una de sus blancas cejas, acentuando las arrugas de su frente. La mirada ambarina de Harry, tan parecida a la de su hijo (aunque algo más oscura), se volvió aún más inquisitiva y acusadora, si cabía.

- Años atrás ésta también fue mi casa, Gabriel. Y la de mi nieto. - su voz logró aclararse algo más aquella vez, pero seguía sonando salvaje a amenazadora. - En circunstancias normales jamás se me habría ocurrido volver. ¿Sabes? Prefería que diérais por muerto, o que quizá pensárais que me había marchado lejos de Rumanía... - esbozó una sonrisa sesgada en su envejecido rostro. - Aunque, no sé por qué, esperaba que tú opinases lo contrario. Un lobo siempre se debe a su tierra, abandonarla para él es como inyectarse nitrato de plata en vena... creí haberte enseñado eso. - el lobo se movió hacia el sofá donde minutos antes Gabriel había estado tumbado, y pasó las manos sobre el respaldo con cierta parsimonia. - Jamás hubiera podido abandonar estos bosques. Ni mi manada. El no ser el alfa no me exime de la responsabilidad de haberlo sido. Y menos aún después de dejar el destino de muchos de los nuestros en unas manos que, francamente, año tras año se han vuelto de todo menos competentes... - su voz tembló con ciert aira y sus ojso se encendieron con el brillo lobuno típico en los licántropos sobrexcitados.

Mis ojos siguieron con atención sus movimientos intentando mantener aquel intento de seguir imponente, pero cierto era que ante aquella presencia, ante aquellos ojos salvajes, me encogía. Aquellos ojos que me vieron crecer y me instruyeron en ser lo que ahora era...los ojos que fueron testigos de actos de los cuales no me enorgullezco y no impidieron nada... Escuché en silencio sus palabras sintiendo todas y cada una de ellas clavarse cual cuchillo en mi pecho, siendo la mención de Jeremmy aquel puñal que profundizó demasiado, pero en apariencia me mostré inalterado aunque realmente sentía la inseguridad correr por mi cuerpo como la sangre por mis venas.

Aun con el mentón alto escuché aquello de "mi manada", fruncí levemente el ceño -Ya no es tu manada...- Quise gritarlo, quise imponerlo... pero tan solo lo que salió de entre mis labios fue un hilo de voz casi susurrante, con aquello quería dar a entender de que no poseía mano para con la manada. Si, era mi padre y si es cierto que durante muchos años ha sido un muy buen consejero y años atrás un líder correcto en lo que yo sabía, pero su tiempo había pasado, ahora eran otros tiempos en los que era yo quien lideraba yo quien mandaba en la manada.

Observé su mirada salvaje manteniendola intentando no apartarla para así no demostrar debilidad, aunque mi respiración comenzaba a ser algo mas rápida -¿Qué has venido a hacer...?- Pregunté tras un largo silencio sin apenas haberme movido del sitio tan solo para girarme un poco y seguir mirándole en todo momento.

- Pero sigue siendo mi familia. Y no voy a permitir que corra riesgos innecesarios por tu incapacidad de imponer tu autoridad. - contestó Harry, con rostro impertérrito. - Pensé que cuando dejaste a Jaqueline habías sentado por fin la cabeza. Pero a medida que os he estado observnado desde la espesura, me he dado cuenta de que te has vuelto... patéticamente humano, hijo. ¿Qué me dices de ese humano de la última caza, eh? ¿O de lo de que está pasando con Mía? ¿Y dónde está Jeremy?

El lobo hincó lso dedos en el sofá e hizo crujir la tela que lo cubría, al tiempo que posaba todo su peso en los brazos al doblar la espalda hacia delate. Sus ojos siguieron fijos, incapaces de apartar la mirada de su hijo, en los de Gabriel, tan aprecidos a los suyos... Unos ojos que antes para él habían significado orgullo, pero que ahora, no parecían decirle nada, o al menos eso decía su rostro y su expresión corporal aparente.

Nada mostraba la culpa y la decepción interna que realmente cargaba desde hacía añso en su viejo y salvaje corazón.

El hombre entonces bajó ligeramente el tono, para cambiar la irritación patente en su anterior acusación por una calma escalofriante en sus gestos y en su mirada.

- Vengo a darte una advertencia. Y espero sinceramente que te la tomes en serio, Gabriel. - entonó con su voz grabe y reverberante. - Los lobos están descontrolándose en Bucarest, estás perdiendo tus dotes de líder y el respeto. Y los humanos han comenzado a moverse... Los cazadores vendrán buscando cabezas que colgar en sus paredes. - el brillo lobuno de los ojos de Harry destelló de nuevo bajo la luz de la mañana que se colaba por la ventana. - Ya no estáis seguros aquí.

No apartaba la mirada de a de él, aunque cada palabra que me lanzaba era como un dardo envenenado, apreté los labios sin darme cuenta, dando señal de la rabia que toda aquella palabrería me producía, mis manos se apretaron igualmente acompañados aquellos gestos de la ahora agitada respiración, intentaba ocultarla pero cuando mas me esforzaba mas notable se hacía aquel gesto de mi pecho.

El sonido se palpó entre sus palabras y sus movimientos, cosa que me puso aun mas tenso. había tocado un tema que de sobra sabía lo delicado que era...Jacque y Jeremmy...Mis puntos débiles hace años y mis puntos débiles en la actualidad, y de sobra, Harry Silverfang lo sabía mejor que nadie... y sabría como usarlos en mi contra, como aquella vez...Las otras preguntas perdieron interés ante aquello, aunque no pasaron desapercibidas a mis oídos. Volvió a hablar, para soltar una...advertencia o amenaza, no sabía como tomarlo a estas alturas. Ante aquella "revelación" tenia que darle la razón aunque no de manera hablada, era cierto que los lobos se dispersaban, eran lobos jóvenes que literalmente pasaban en su mayoría de las tradiciones de los licántropos y ponían en peligro a todos en la manada, pero hasta ahora no había tenido conocimiento de ningún movimiento de cazadores y no esperaba verlo ¿Quién creería a un joven asustado y casi harapiento? Seguramente lo tomarían por loco, o eso esperaba yo.

Intenté tragar saliva siendo esto inútil al no hallar tal liquido en mi garganta, teniendo la boca seca -Y que pretendes que hagamos ¿eh? ¿Que nos marchemos? ¿Que huyamos?- Hice al amago de adelantar un paso hacia él alzando con afán de dar fuerza a mis preguntas -Llevas... muchos años sin dar señal de vida...- No acerté a primera vista a calcular cuanto tiempo llevaba sin saber nada de él, desde la separación supongo... y de eso hace ya mucho -Y pretendes llegar y querer tomar el control sobre todo...- Remarqué ese todo el cual me incluía pues con sus palabras me sentía como si de un objeto me tratara.

-Si los cazadores llegan buscando guerra...es lo que tendrán...- Sentencié a pesar de lo que aquellas palabras significasen. -Estoy cansado de huir...Estoy cansado de... todo....- Mi animo flaqueó destensando mis músculos vibrando mis ojos resistiendo el bajar la mirada, demostrar que tenía razón que estaba acabado que me sentía derrotado... No.. alcé el mentón fijando de manera firme mis ojos en los de él, apretando nuevamente los puños, mostrando una vez mas mi mascara, ocultando lo que realmente por aquellos instantes pasaba por mi mente pero sobretodo, por mi corazón.

- ¿Huir? - Harry negó con la cabeza de forma enérgica, como si lo que había planteado Gabriel para él fuera un hecho inconcedible, imposible, impensable... - ¿Guerra? Cachorro malcriado, ¿sabes de lo que estás hablando? Hablas de guerra, de pelea, me miras como si fueras el amo del mundo, pero a mi no me puedes engañar, hijo... A mi, no. ¿Dónde está tu determinación? - le miró seriamente, con cierta decepción... y en cierto modo así era. Había puesto todas sus esperanzas en Gabriel, realmente había confiado en él y se había sentido orgulloso... pero después de aquel día... también para Harry se habían terminado las esperanzas. - Ya se que estás cansado. Se te nota a la legua. Pero bienvenido al mundo, Gabriel: un líder jamás descansa. Eso es lo que implica ser el macho alfa de la manada.

Harry suspiró largamente y dejó ir un gruñido en el proceso, vibrando suavemente en su garganta. Bajó la cabeza, negando lentamente, escuchando las réplicas de su hijo.

- ¿Eso crees? ¿Que quiero tomar el control? - el viejo lobo dejó ir una breve y ronca carcajada... se notaba que hacía años que no se reía. - No, Gabriel... no me interesa el poder ni el liderazgo. Ya no. Además, tú eres el líder, y sólo un macho más joven o de tu edad tiene derecho a reclamar tu puesto. Ésas son las normas. - el lobo se encogi´ode hombros, permaneciendo aún detrás del sofá con las manos apoyadas en el respaldo y la espalda arqueada ligeramente para observar detenidamente a su hijo. - No aspiro a que lo entiendas, de la misma forma que no aspiraba a que me dieras una cálida bienvenida. No estoy aquí pro poder, ni por interés personal: estoy aquí por ti, y por extensión, por la manada. - No sonó como un reproche, simplemente como la afirmación de una realidad demasiado evidente. - Y dime... Gabriel... si hubiera dado señales de vida... ¿No te habrías encargado tú mismo de acabar con ella? - el brill odel Harry volvió a aparecer peligrosamente.

Mis ojos seguían clavados en sus ojos y mis puños apretados mas tras escuchar cómo me calificaba “cachorro mal criado” -¿De verdad quieres saber donde quedó mi determinación o me ahorro el recordártelo?- Interrumpí, gruñendo entre dientes, su discurso por un momento. Mi determinación había desaparecido en el aquel fatídico momento años atrás… Mi pecho se agitaba en una rápida respiración, sin ocultar la tensión que ahora recorría mi cuerpo con cada una de sus palabras.

-Por mi podrías haberte quedado en el bosque no nos hace falta tu ayuda…- Dije con voz clara frunciendo levemente el ceño arrugando la nariz como si en mi forma animal me encontrara, pero sin llegar a mostrar la encía. Ante su última pregunta me mantuve en silencio sosteniendo su mirada en todo momento, pensé en la de veces que había deseado encontrarle para poder hacerle pagar mi desdicha, del cual él era al que yo culpaba, aunque… -No- Respondí ante su pregunta, tragando saliva recordando entonces aquel fatídico enfrentamiento. A pesar de todo lo sucedido en el pasado y a la vez por ese mismo motivo, no hubiera podido matar al que un día me dio la vida, al que un día fue mi maestro, al que un día supo comportarse como un padre -a mis ojos-

-Acaba de decir lo que hayas venido a decir y vete…- Sentencié con exageradas ganas de que su presencia despareciera de allí, ahora empezaba a estar muy incomodo, al principio era sorpresa, luego frustración y ahora una mezcla de incomodidad que poco a poco se mezclaba con el rencor que renacía de mi interior. Aquella frase pudo sonar perfectamente a una amenaza inacabada y realmente me daba lo mismo si se lo tomaba así mientras desapareciera de nuevo…

Ante el comentario de Gbariel, Harry frunció levemente el ceño y dejó ir un grave y reverberante gruñido en su pecho y su gargante, en señal de advertencia.

- Si hubieras hecho l oque se te ordenó que hicieras en su día, tu hermano estaría vivo... quizá sí me equivoqué al nombrarte a ti líder desde el primer momento... - masculló en voz baja, sabiendo de sobra que él podía oírle sin problema alguno. - Alexander jamás me habría defraudado.

No dijo nada, ni siquiera pareció inmutarse ante los siguientes comentarios de Gabriel. Simplemente separó las manos del sofá y se quedó estático y erguido. Contaba de antemano con quesu hijo no estaría muy receptivo y que no se dejaría aconsejar. Empezaba a vislumbrar que las palabras no iban a surtir efecto alguno en él, y que sólo habría una manera de hacerle entrar en razón... y no iba a ser una vía agradable... en absoluto...

- Encauza tu vida, Gabriel, o la manada acabará dividiéndose. Recupera el dominio de una vez y contrae matrimonio, que es lo que tienes que hacer: darle a la manada un líder que merezca la pena serlo, sobre todo teniendo en cuenta lo que ha pasado con Jeremy... Si un alfa no da hijos, entonces no puede ser alfa, eso también es parte de la tradición... - sentenció, empezando a caminar muy muy lentamente alrededor del sofá, poniento meticulosamente un pie descalzo delante del otro. - Siento decirte que no pienso volver al bosque hasta que vea que has corregido todos tus errores... Si quieres que me marche, tendrás que echarme...

Apreté los puños escuchando sus palabras , mi labio superior se arrugaba de manera espasmódica enrabiado por aquellas primeras frases -Y...¿Por qué demonios lo hiciste entonces...- Dije en un tono que comenzaba a ser agresivo aunque no alto -¿Por qué me obligaste a aquello..?- el tono de voz ascendía al pronunciar esas palabras, aquella pregunta tenía un sentido doble que seguramente Harry comprendería a la perfección -¿¡Por qué no me hiciste caso cuando quise dejarlo!?- Ahora si alcé la voz con notable rabia ante sus palabras queriendo esas respuestas. -¡El fue tu primer hijo! ¡El tenía que estar aquí no yo!- Gesticulé con violencia, con la rabia que fluía ahora al exterior con aquellos gestos, quería obtener respuestas a algo que hacía mucho que me carcomía y solo él podía resolver.

Alexander...él si que habría sido capaz de sobrellevar todo esto como a nuestro padre le gustaba... bajo sus ordenes sus tradiciones, mi rebeldía...no, rebeldía no, el querer defender a mi familia y no solo defenderla, si no también quedarme con ellos, no había hecho mas que destrozar el cauce de unas tradiciones que hoy en día se me hacen estúpidas. Desposarse cada siete años con una hembra distinta, ¿Por qué? Continuaba observándole mientras me planteaba mentalmente todo aquello, mientras que llegaban a mi recuerdos del pasado, un pasado que podía haber sido distinto si hubiéramos actuado de otra forma...¿Tan grande es el pecado de querer proteger a tu familia, de querer estar con ellos de por vida? A mis ojos no, pero no eran mis ojos los que importaban en aquel entonces. Sin embargo, el tiempo había pasado para mi bien y para mi mal, ahora, yo era esos ojos juiciosos -con mas o menos determinación, pero lo era-

Mi entrecejo se apretó en aquel fruncimiento cuando escuché sus siguientes palabras, sobre todo al nombrar a Jeremmy. Mis ojos le seguían ahora crispados en el amarillo bestial que apareció tras un corto pestañeo. No respondí ante sus 2indicaciones" las cuales se me hicieron entre advertencias y amenazas, mi cuerpo se tensaba ante sus lentos movimientos, me crispaba su tranquilidad.

-Fuera...- Esas fueron mis palabras cargadas de todo el odio que ahora mismo contenía por aquellos amargos recuerdos, mi pecho se agitaba nervioso y notaba como los dedos se clavaban en la palma de mi mano por la presión ejercida, los nudillos palidecieron ante aquel gesto. Esa única palabra era una directa declaración de negativa ante sus "propuestas", había sobrellevado todo a mi manera desde hice mucho años, y así seguiría siendo.

Mi mentón se alzó nuevamente, y avance esta vez un paso claro hacia su dirección, sin apartar la mirada de él en ningun momento, atento, a la defensiva, siempre a la defensiva.

Harry estrechó los ojos hasta formar una fina línea que, a pesar de ello, no ocultaba el brilo amarillo y salvaje de aquellos iris que, una vez, observaron a su mismo hijo con orgullo, alegría y seguridad, y que ahora sin embargo, sólo denotaban frialdad... y ese vago velo que tiñe toda mriada cuando ésta se fija en algo o en alguien que despierta en él recuerdos sellados en lo más profundo de la propia psique.

- Te elegí porque tú mismo decidiste dar la talla para que yo te escogiera. Y al principio así pareció si... pero te volviste débil, Gabriel. Lo has sido siempre desde entonces. - le viejo habló con semejante pasividad, con tanta frialdad, como si aparentemente no le importara lo más mínimo todo aquello... - Hice... yo hice lo que... me obligaste a hacer. Pero, ¿sabes? Tienes razón... - Harry dedicó a Gabriel una profunda mirada de desprecio. - Tú deberías haber muerto en esa batalla y Alexander haber ocupado tu lugar.

Se denotó cierto reproche en su voz, dirigiendo ocmpletamente la rabia y la culpa de la conversación hacia él como un puñal bien dirigida al centro de la diana que era su corazón. Hecho completa y descaradamente a propósito, pues Harry bien sabía cuales eran sus puntos débiles, y qué hacer para forzarle a hacer justo lo que él quería que hiciera: lo único en lo que él no podía eprder.
Porque era la única forma de que su hijo de una vez por todas lo entendiera.

Harry esbozó una media sonrisa inescrutable y se quedó en un silencio largo mientras notaba la fiereza y la tensión de su propio hijo creciendo segundo a sengundo, minuto a minuto, palabra a palabra, contra él, su hostilidad. Casi podía beberla, cortarla con un cuchillo mal afilado. Era demasiado palpable. Demasiado evidente. Harry sabía que, por mucho estoicismo que Gabriel quisiera demostrar, toda paciencia tiene un límite.
Y en cuanto a Gabriel... él sabía perfectamente dónde estaba ese límite.

- ¿Y si te digo que no, qué harás, Gabriel...? - ladeó la cabeza y se encogió de hombros, al tiempo que sus puñose se cerraban con una leve tensión a ambos lados de su cuerpo. - Quisiera saber algo más... antes de que "intentes" echarme de aquí... Tu amor... tu familia... tus propias creencias t reglas... dime, Gabriel... ¿tan egoísta te has vuelto que te importa más eso que el resto de tu raza, de tu VERDADERA familia, que consta de TODOS los miembros de la manada sin excepción...? Alardeabas, y aún lo haces, de que defenderías todo cuanto te importaba por encima de lo demás, que no dejarías a Jacqueline... y sin embargo, después de todos estos años... aquí estás: sin mujer, sin hijo y a punto de perder el liderato y echando a perder tu salud... - Harry suavizó su sonrisa, pero no apartó ni pestañeó mientras hablaba. - Dime, al final... ¿te ha merecido la pena... todo el esfuerzo... para esto?