¡JJ, pónme otra! ¿Pagar yo? No, hombre. Anótala en la cuenta de... ¡esa! {Katheleen}

Los ojos de Katheleen quedaron clavados unos segundos en los de la rubia, que por algún motivo que probablemente no se le escapaba despertaba su interés, nunca había sido fácil adivinar lo que pasaba por la mente de la joven, sabia esconder demasiado bien lo que pensaba, pero en ese momento no parecía estar interesada en ocultarlo, la rubia hizo un muda invitación y una sonrisilla se dibujó en el rostro de la muchacha, el gesto, que había pasado tan poco desapercibido para sus dos acompañantes que habían estado siguiendo con atención las palabras del camarero como para ella, provocaron un corto silencio, rotó por la chirriante y molesta voz de su compañera de la izquierda.

-¿No pensaras ir no?- la respuesta la tenia clara, las opciones que se presentaban aquella noche habían sido aburridas hasta el momento y no pensaba desaprovechar la oportunidad de cambiar su baraja, si podía ser con la atractiva rubia envuelta en negro, mejor que mejor.

-Por supuesto...-contestó ella levantándose sin pensárselo demasiado, dejando a sus supuestas amigas con los labios entreabiertos y a la espera de que se alejara un par de pasos para murmurar una privada conversación cuyo tema central seria ese seguro movimiento, o al menos eso creerían ellas, pues Katheleen tenía el don de poderse enterar de cualquiera de los sonidos con absoluta precisión, de todo el lugar si ponía el suficiente interés en ello o incluso sin desearlo.

La morena se acercó sin prisas pero sin pausas a la rubia, apoyándose a su lado en la barra de forma casual, estaba claro que por instinto, prefería siempre la compañía de una igual que a la de dos humanas.

-Buenas noches- saludó ella antes de pedir que le sirvieran un coctel.

Kathleen estudiaba a la loba con ojo crítico de manera disimulada, no era un secreto que su heterosexualidad tenía un límite que atravesaba cuando le apetecía y ese límite parecía haber sido marcado por las fogosas curvas de su nueva acompañante aquella noche, pues no necesitaba darle muchas vueltas para saber que había conectado con la rubia de alguna manera, probablemente más física que mental, aunque eso nunca se sabía, por el momento ya había sido clasificada como persona interesante y probablemente, por el descaró que mostraba la endiablada mujer, útil…muy útil…

La respuesta a su saludo hizo que dejara acudir una sonrisa de nuevo a sus labios color carmín, plenamente dedicada a la sugerente mujer de ojos claros, cigarro en mano., que no tardo demasiado en presentarse, tendiéndole una mano y dándole un nombre por el que nombrarla, Nikki, de algún modo el nombre encajaba bastante bien con su persona, un detalle que no escapo a la mente de la chica, pero del cual tampoco hizo mención.

-Katheleen- respondió estrechando con firmeza pero con suavidad, la aterciopelada mano que le había tendido segundos antes, se podría haber presentado con varios apodos diferentes, pero sabía que su nombre daba juego y le ofrecía la oportunidad a la rubia de llamarla como desease: Kath, leen… una confianza que no dejaba tomarse a demasiados lobos y a ningún humano, pero la conexión y la prometedora noche lo valían mas por el hecho de haber encontrado una persona con la cual parecía poder entablar algo más que un trato hostil que por el hecho de que esa persona fuera una moldeada rubia que no parecía acogerse a los mitos, si algo parecía Niki, no era tonta.

El hombre sirvió su coctel, más agradable por su olor que por su sabor limitado en alcohol…Katheleen podía saltarse todas las normas de una gimnasta comprometida y seguir siendo igual de buena, pero debía reconocer que los excesos de alcohol y nicotina, la aturdían los entrenamientos de la mañana, algo que no acababa de gustarle…

Se llevó la copa a los labios y saboreó brevemente ese elixir, dedicándole una mirada sugerente a la mujer ante ella.

-Me alegro de saber que he invitado a alguien interesante esta noche…-dijo volviendo a dejar el vaso en la barra, haciendo mención a la peculiar manera de conocerse de las dos protagonistas en aquella noche.

Se podía considerar a que estaba a gusto, aunque aun las oía ya no tenía que sonreírles a sus compañeras de trabajo por quedar bien, aunque tampoco era algo que le molestara, al fin y al cabo siempre era así con la mayoría de humanos con los que no se peleaba o no les tiraba cuchillos afilados con lengua viperina, los ojos de la chica seguían prestándole una disimulada atención a la desconocida con nombre y curvas, está menciono que la apodaría Eleen y ella asintió con una sonrisa, lo que no le hubiesen llamado ya…y si, podemos pensar en demasiados adjetivos y nombres…

El humo parecía hacerse algo más denso según la aguja de un reloj se movía a la velocidad de cada segundo y no se le podía echar la culpa a nadie, no era un aroma agradable, ni esclarecía la vista, pero ¿que se podía esperar de un sitio como aquel?

No pasó desapercibida la mirada clara de esos hermosos ojos en los suyos propios, ni tampoco la manera en la que ese vestido negro parecía estar provocándola casi sin querer, por suerte, por muy impulsiva que podía llegar a ser en cuanto a broncas, en estos temas tenía mucha más paciencia y frialdad, era algo que le gustaba tomarse con calma y disfrutar, como su vista lo estaba haciendo en esos momentos…sus ojos se clavaron en los azules centellantes de la rubia, manteniendo una muda conversación de miradas antes de que la mujer soltara una carcajada y bajara del taburete para su suerte o su desgracia, depende en que estuviera pensando.

Sus ojos volvieron a la rubia tras dar un trago al coctel y que el mismo fuera cogido por la chica, con unas palabras que se le antojaban de lo más interesantes, mientras el basó recupero su sitio en la barra, un suave dedo de Niki se entrelazaba al índice de de ella y la condujo hacia la pista. “Baila con la mujer interesante, ¿eh Diosa?” dijeron esos dulces labios que dibujaron una sonrisa atrayente, si, al parecer Katheleen estaba teniendo mucha suerte esa noche y lo sabía.

Lo sabía cuando su cuerpo acepto aquella invitación/ ruego y sus curvas empezaron a moverse acorde con el ritmo de forma seductora y insinuante, acercando brevemente su cuerpo al de la rubia, si en algo se especializaba la morena era en gimnasia rítmica y eso le aportaba un gran sentido del ritmo, que marcaba en las competiciones cada uno de sus movimientos de máxima flexibilidad, estaba claro que no era lo mismo, estaba en Nibe. Y no iba a hacer una demostración práctica, pero si que le daba los acordes más atrevidos y aterciopelados a cada movimiento de sus caderas en la pista, dedicados a Nicole a la cual le ofrecía algo de cercanía sensual y a alguna mirada curiosa que lograba captar la atracción que podía llegar a ejercer un cuerpo en movimiento.