Presa [Nikolas]

Lobo Mensajes : 113

Sus pies se movieron, derrapando sobre la maleza, sin importarle el hecho de poder herirse las plantas de los mismos. En un visto y no visto, ya no se podían apreciar los troncos de los árboles entre los cuales se movía como una maldita sombra perseguida por el mismísimo diablo. Todo a su alrededor se sumía en una vorágine huracanada de matices, sombras y sonidos en los cuales la joven loba -por ahora bajo apariencia humana vestida, pero descalza- no reparaba. Solo se dejaba llevar. Su impecable olfato, acompañado por la dulce brisa que le traía ese aroma a infinito, no podía fallar en ese distinguido y particular plenilunio dónde, al parecer, se jugaba algo más que el honor y el orgullo... Derecha, izquierda, izquierda, derecha, izquierda, derecha, derecha... Los movimientos salían despedidos de su mente sin necesidad de dar vueltas, y es que se conocía el bosque como si fuera su propia casa, y es que había sido su cárcel durante más años de los esperados. El aroma de los cazadores se hizo más intenso a medida que sus piernas se movían velozmente y sus pies parecían volar -y lo hacían cada vez que saltaba agilmente por encima de las rocas-.

Una sonrisa traviesa curvó unos femeninos labios carnosos que parecían ser la única vía de escape de esa relativa felicidad que surcaba sus venas a modo de eléctricas descargas de excitación que la caza o huída potenciaba en ella. A medida que corría el aire golpeaba su rostro ya despierto. Sus pies se movían más deprisa que sus neuronas, incapaz de seguir un mismo hilo de pensamientos más de cinco minutos seguidos. Sabía el peligro que suponía lo que estaban haciendo al jugar al juego del gato y el ratón. Se sentía como una traviesa adolescente jugando al juego de ser adulta, de ser sensual, de ser feroz, de ser libre. Simplemente libres. Libre bajo un ténue destello permanente de la luna que marcaba perfectamente su esbelta silueta y delimitaba su cuerpo, cubierto por una camiseta ceñida y unos jeans rotos, en carrera a contrareloj para vivir.

Lobo Mensajes : 42

Se lo tenían dicho sus nuevos amigos: salir solo no es una buena idea, no lo hagas nunca y más para ir al bosque, es peligroso y hay cazadores. Pero... ¿Qué es la vida sin riesgo? Nik no puede comprenderlo y, por tanto, saltarse esa norma le parece una divertida travesura, porque las normas están para saltárselas, ¿verdad? Sí, claro que sí. Y él no va a quedarse aburrido cuando seguro que millones de aventuras le esperan en el bosque... Igual se encuentra con un Troll al que derribar con su espada de madera, o con una Ninfa que le conceda un deseo, o con un unicornio al que montar, ¡quién sabe!

Y entonces ve aquel destello de cabellos rubios... ¡Sí, eso es, esa es la Ninfa que hará que aparezca un tanque que montar! El pequeño Nik corre tras ella todo lo rápido que sus delgadas piernas le permiten, intentando alcanzarla, sin haberse dado cuenta aún de que no se trata de ninguna criatura de cuento sino de su amiga Nicole. Sin embargo, obcecado en su tarea de que no se le escape la Ninfa, no ve una de las ramas de árbol que yacen en el suelo y tropieza, cayendo de bruces contra el césped.

-¡Auch! -Se queja, mirando a su alrededor. ¿Y la Ninfa?

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La ténue luz de la luna alumbraba lo poco que Nikki necesitaba ver para poder guiarse por un ensombrecido y macabro bosque resignado a la negra noche de plenilunio que lo honraba con su presencia una sola vez al mes. Los descalzos pies de Nicole golpeaban con ligereza asombrosa las briznas de hierba que acolchaban el sonido de su carrera a contrareloj. A lo lejos un búho ululó y a lo lejos oió un disparo. Aceleró el ritmo, aquello le parecía sumamente divertido, jodidamente gracioso, rocambuloscamente idóneo. Exceptuando cuando oyó un golpe seco y una vocecita que salió en forma de grito flojo. Se volteó con esos iris azulados ligeramente transformados por matices dorados debido a que de un momento a otro se dejaría dominar por la fiera y entraría en fase. Pero entonces lo vió. Tendido en el suelo. Nikolas. - Maldito mocoso... - Bromeó.

Se dispuso a dibujar una sonrisa de mofa en su hermoso rostro femenino, mas un disparo demasiado cercano la sobresaltó. Su rostro se ensombreció a la par que su mirada, que se volvió dura e impasible. La huída era divertida, cuando iba sola. No podía arriesgarse a que a ese enano le pasara algo. ¿Pero quién diablos le había dejado salir en una luna llena a campar libremente por los bosques!? Escundriñó con la mirada los árboles que se alzaban a la espalda de Nikolas y sus pupilas se dilataron al ver el destello de una bala de plata silvar al desgarrar el aire. Directa a su dirección. Se agachó y corrió todo lo rápido que pudo hacia el cachorro humano. El búho ululó de nuevo, advirtiendo del peligro a sus hermanos animales que en ocasiones puntuales se mostraban de forma lobuna.

Lo tomó de brazo sin miramientos y de un tirón violento lo tiró hacia un lado. - ¡Maldita sea! ¡Corre! ¡Ahora! - le gritó dejando atrás una faceta jovial de ella que probablemente fuera la única que el pequeño conocía de Nikki. Pero con cazadores cerca no podía permitirse el lujo de ser la tía guay de siempre. Alguien batallaba firmemente contra la noche, el bosque y el destino para darles caza. Para hacerse con sus miserables vidas... y Nicole no podía permitirlo. Hoy no. La bala se incrustó contra el tronco de un árbol no demasiado lejano. Miró al cachorro con seriedad, pero sin dejar que le entrara el pánico, aprisándolo.

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El pequeño Nik se medio encoge en el suelo, frotándose la rodilla, en la cual no se ha hecho realmente nada más que un golpe que originará un moratón, cosas de niño. Es entonces cuando la Ninfa se gira y descubre que no es tal, sino su amiga Nicole, una loba como él. Podría haberlo percibido por el aroma pero él no estaba ocupado oliendo, sino soñando despierto con una de sus aventuras, similares a las de los libros que leía mientras sus padres discutían en otra habitación.

-¡Eh! -Se queja, cuando le llama mocos- ¡No soy ningún mocoso, soy Nikolas! -Le reprende, mirándola fijamente- ¿Qué significa maldi... -No le da tiempo a responder cuando la mujer corre hacia él para cogerle e intentar levantarle por un brazo y tirarle hacia un lado, en lo que él pega un respingo por el ruido de un disparo. De repente incluso daba miedo, tan seria y dura, tan violenta... ¡Esa no era su amiga! Sí, lo era, pero parecía enfadada... ¿Por qué? ¡Si él no había hecho nada- P... Pero Nikki... Yo...

Que un árbol se vea atravesado por una bala sirve para callarle de nuevo y para que acate la orden de la mujer, poniéndose en pie de nuevo. Sin embargo, lo que antes se le antojaba como una divertida hazaña, ahora le asusta y da pánico, al ver que ya no es un juego. Por eso no puede evitar tomar con una de sus pequeñas manos la de Nicole, agarrándola con fuerza, conteniendo un gritito. Su cuerpecito empieza a temblar, por más que se esfuerce en parecer valiente para no enfadar a su amiga. Sin más dilación, tira de ella para echar a correr sin soltarla, en cualquier dirección contraria a donde proceden los disparos

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Nicole clavó sus orbes, ya prácticamente dorados, en el pequeño cachorro que yacía tirado en el suelo, frotándose con expresión decepcionada, la rodilla. La bala hizo saltar un trozo de madera del árbol y Nikki pareció volver a la realidad. Ante su queja se limitó a seguir mirando fijamente la oscuridad, buscando entre la maleza. Sabía del cierto que Nikolas se habría asustado al ver el lado más serio de Nicole, pero las cosas eran como eran en cuanto un cazador aparecía de por medio. Hacía ya algun tiempo que conocía a ese niño, y no podía negar que le había cogido demasiado cariño. Le recordaba en cierto modo al difunto Emil, su hermano.

Lo ayudó a levantarse en cuanto otro ululo rompió la tensión de la escena. Miró hacia la maleza y tensó las mandíbulas, tentada a dejarlo alejarse corriendo y acercarse dispuesta a ganar tiempo despistando a los cazadores. Pero no lo hizo. ¿Por qué? Las pequeñas manos de Nikolas se aferraron a la suya, algo mayor. Bajó la mirada, con expresión impasible. Se perdió en esos ojitos claros y suspiró. No tenían demasiado tiempo para tratar de transmitirle confianza. Estrechó suavemente su mano suavemente y le sonrió escasos segundos antes de que él tironeara de ella. - Todo va a ir bien, no te asustes lobo feroz - Dijo antes de corretear de la mano de él.

Su instinto le decía que no demasiado lejos se encontraban los cazadores, podía oír ladridos de perros y disparos de armas de fuego. Problema. Nikolas corría menos que los cazadores. Gruñó mientras su melena rubia ondeaba al viento y ladeó a la izquierda dándo cuatro zancadas, se refugiaron tras un grueso tronco. Se acuclilló y, tomándolo de las manos lo miró a los ojos fijamente. - Escúchame atentamente Nikolas, corriendo a este ritmo nos acabarán cogiendo. Jugaremos a un juego... yo me transformaré y tendrás que montar en mi lomo y agarrárte muy fuerte, ¿vale, mocoso? - Le dijo con firmeza, añadiendo ese mocoso con una sonrisa para no ponerlo muy nervioso.

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Nik hincha los carrillos a modo de queja, negando fervientemente con la cabeza. ¿Asustarse, él, Nikolas el Intrépido? ¡Jamás! Él era un valiente héroe y salvaría a su princesa Nicole de los malvados caballeros oscuros que querían secuestrarla. ¡No iba a permitir que la encerrasen en lo alto de una torre! Ella era demasiado bonita como para estar encerrada y que la gente no pudiese verla y, además, era su amiga, si la encerraban en una torre tendría que conseguir volar para poder subir a jugar con ella, y tardaría muchos años en poder hacerlo.

-Yo no estoy asustado -Replica, aunque de forma contradictoria porque ante los ladridos de perros y los disparos le había apretado con más fuerza la mano- Un caballero nunca tiene miedo... Tranquila, princesa Nicole, ¡yo te salvaré! -Asegura, con toda la determinación que su voz infantil es capaz de reflejar, pese a cierto timbre tembloroso que delata que sencillamente se está haciendo el valiente.

Corretea con ella hasta aquel tronco, donde apoya su espalda mirando con sus ojos color chocolate las orbes doradas de la rubia. Sus manitas se aferran a las de ella mientras escucha sus palabras, asintiendo varias veces. Lo ha entendido, ahora Nicole será su corcel fiel y no su princesa, y cuando estén a salvo, volverá a ser su princesa.

-De acuerdo Nikki, me agarraré con todas mis fuerzas... -Acepta, casi con entusiasmo- ¡Y son muchas, porque soy muy fuerte! -Sin embargo, cuando un nuevo disparo suena, el entusiasmo se reduce y Nik vuelve a temblar levemente, apretando más las manos de la joven.

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