Rol global: MOON FESTIVAL

Pero de estrés nada. Al menos no el que ella creía. Durante los aplausos las luces se van y todo el local se suma en una profunda negrura y a ella, del susto, el vaso que estaba llenando con licor, le resbala mojándose y rompiéndose el vaso. Mascullando evita moverse para no pincharse con los cristales rotos, oyendo de fondo el eco de los cuchicheos, los pasos y las idas y venidas de gente. El ambiente era de confusión total y en cuestión de segundos, después de ver volar un punto de luz anaranjado, el cual creía más producto de mi imaginación que otra cosa, éste cae encima de la barra y con una diminuta chispa la barra se prende en unos lentos y aterradores segundos.

La luz volvió al mismo tiempo que la luz y ésta permitía ver qué era la que sucedía allí. Todo era un caos. El escenario envuelto en llamas, por suerte ninguno de los componentes se encontraba ya allí. Pero si un bulto peludo, ¿un perro? No, era mayor. ¿Un lobo? Pero no era momento para eso. No pierde el tiempo en secarse las manos mojadas de alcohol en un paño mojado y arrojarlo después. Viendo a todo el mundo correr, no es menos y se aleja de allí justo en el momento en que todas las botellas que allí había y las copas empiezan a explotar, embraveciendo el fuego que ya ardía por el resto de la sala. Los cristales que han salido despedidos en todas direcciones a causa de las explosiones alcanzan a Sonja ya que no le había dado tiempo de cubrirse ni buscar cobijo por lo que acaba llena de cortes, heridas y magulladuras. Cortes profundos que sangraban abundantemente, ‘afortunadamente’ no se había quemado, que ya era algo. Pero la medida de sus heridas era importante y el dolor laceraba todo su cuerpo, impidiéndole una plena libertad de moviendo y perdiendo gran parte de la agilidad de la que hacía gala cada vez que se encontraba en una pelea.

Un grito hace que se pare y se vuelva. Era Eith con los otros dos. Ésta empieza a empujarla a la salida y sin demorarse más que un segundo para comprobar su estado siguen dirigiéndose a la salida cuando escucha otro grito y ve a su compañero pasar corriendo por su lado. Pero se vuelve para ver de dónde sale ese grito. Entre roncos ataques de tos debido al humo ve a Eith que ha caído y quedado atrapada por un taburete. En ese preciso momento aparece Gabriel y justo detrás Axel que carga con una pelirroja que no había visto en la vida. No pierde tiempo en intentar responder a Gabriel, pero solo consigue toser más, por lo que señalando con su magullado brazo indica a su jefe donde se encuentra su compañera. De un momento para otro se ve en el suelo, siendo Ax el que la ha hecho agazaparse mientras otro ataque de tos le sobrevenía. Negando con la cabeza y una mano tapándole la boca, señala con un dedo el suelo bajo sus pies, queriendo indicar que se quedaban allí, antes que arriesgarse a ser aplastados, a la vez que hacía grandes esfuerzos para respirar y mantenerse todo lo consciente de lo que es capaz.

Observa con ojos agradecidos a Axel, todo lo que está haciendo por ella y exponiéndose a un peligro que bien se podría haber ahorrado. Extiende el brazo tembloroso cuando Ax le tiende un trapo húmedo y se lo coloca a modo de mascarilla, ésta intenta abrochárselo pero carece de fuerza suficiente para hacerlo, deja caer los brazos pesados mientras el moreno lo hace por ella y luego hace lo mismo con la otra chica. ¿Quién sería? Pero otra pequeña explosión aparta su mente del rumbo que estaba tomando y se encoge ante las olas de calor, el ruido y el desagradable olor a muerte. Siente la mirada de Axel encima suyo y se la devuelve, parecía estar sometiéndola a un escáner, y así era.

Con la mirada posada en él y el ceño fruncido, observa lo que hace teniendo una ligera idea de lo que se propone. Realmente admira a ese chico, no conoce a nadie capaz de enfrentarse a tal situación con tanto humor ni ganas. Escucha la presentación y la broma que hace sobre la pobre chica, Daf, y no puede evitar una media sonrisa. Ve como saca una bolsita con polvo dentro de ella. Fuerza un poco los ojos llorosos y se da cuenta de qué es. Ketamina, anestesia para caballos. ¿Drogas ella? Ni de broma. Toda expresión divertida o amable desaparece tras un ceño profundamente fruncido y los labios fuertemente apretados. No pensaba ir drogada y con un globo a que la curasen, si se enteraban podía perder el trabajo, aunque visto lo visto... No, se negaba en redondo. Venderlas vale, tomarlas ni de coña. Le observa prepararlo, mezclar el polvo con agua, medio apartándose y levantando las manos frente a ella. Pero escucha lo que le dice, sobretodo cómo lo dice, ese tono no es habitual en él y sabe que lo que dice es verdad. Ella era una de las pocas personas que le conocía lo suficientemente bien como para cesar en su negativa de tomarse la droga. Le arrebata la botella y, apartándose un poco el trapo de la boca, se lo bebe de golpe, con una mueca de profundo asco. Tira la botella a un lado una vez ha terminado y se recoloca la mascarilla.

Antes de darse cuenta está en pie y corriendo hacia la salida, con Axel tirando de ella y de Daf. Se hubiera reído del comentario si no se encontraran en la situación que se encuentran. Finalmente, tras correr el último tramo salen del local. Ya habían llegado los sanitarios y los bomberos, y la policía estaba al caer. Controlando con la mirada quién estaba fuera y quién no, localiza a Eith con Gabriel y otra chica. Se para y con la mano libre se baja el trapo, dejándoselo en el cuello. Silba tan fuerte como puede, llevándose dos dedos a los labios. Cuando consigue captar la atención de la pelirroja y de su jefe, les hace un gesto con la mano, a modo de saludo y de confirmación de que estaban bien, dentro de lo posible, tanto unos como otros. Suelta un suspiro de tranquilidad y esboza un amago de sonrisa, algo ida por los efectos inmediatos característicos de la droga ingerida. Se agarra fuertemente a Ax y a pasos cortos y lentos se dirigen los tres hacia el primer equipo de sanitarios que se crucen.

Las palabras de Liah pasaron de un oído a otro sin prestarles atención, mi atención estaba sobre otra persona y no tenía ni ganas ni paciencia en ese instante para soportar aquellas tonterías a las que no quería darle importancia. No respondí a ninguna de sus tentativas, sosteniendo aun a Eithne entre mis brazos. Hice a un lado mi cabeza a modo de rechazo ante aquel contacto alzando la mirada hacia ella a modo de desaprobación por aquel gesto, mi ceño se mantenía fruncido escuchando sus últimas palabras antes de que se volteara y caminara con esa peculiar despedida.

Mis ojos regresaron a Eith que parecía algo nerviosa -Estoy bien no me ha pasado nada- La tranquilicé negando ante ambas declaraciones -Ni es tu culpa ni voy a ir con ningún médico…- Sentencié, en cuanto pasara unos minutos aquellos cortes desaparecerían no dejando rastro alguno, tan solo la sangre que había brotado de aquellas pequeñas heridas.

Su confirmación ante la visión de Jeremmy hace que mi corazón palpite por un instante mas rápido a la vez que me tranquiliza. Ante sus preguntas negué levemente -No lo sé…- Es entonces en aquel momento cuando aquel silbido se escucha de fondo alzando por un momento la mirada hacia quien lo emitía, Sonja. Ella estaba bien, ahora los que teníamos que reponernos éramos nosotros.

Con Liah fuera de escena y la nota de regreso a mi bolsillo, la pregunta de Eith hace que regrese la mirada ahora encendida a ella -Vámonos a casa…- Esas son las únicas palabras que salen de entre mis labios sellados por la impotencia remarcada ante todo aquello sucedido. La sujeté entre mis brazos cargándola para levantarnos ignorando cualquier ayuda esquivándola más bien, comenzando a caminar hacia el callejón junto a la entrada del local perdiéndonos en aquella semi oscuridad de los ojos de todos.

Con la mirada ahora al frente, caminé hasta detenerme al pié de una escalera de incendio observándola, en la siguiente planta las ventanas que daban al salón de mi apartamento. Caminé unos pasos más, dejando a Eith sobre algunas cajas de refresco vacías -Espera aquí un momento- Dije mirándola con aquellas orbes amarillentas, las cuales se desviaron para dirigirse a la escalera. Caminé hasta ponerme bajo esta y, tras flexionar las piernas, impulsarme para agarrar con una de las manos la escalera extensible dejándola del todo fuera.

Una vez la escalera colocada, me acerqué a Eithne -Espero que tengas al menos fuerzas para agarrarte a mi- Dije extendiendo una mano para que ella la tomara, y cuando hizo aquello me giré agachándome tirando de aquella mano para obligarla a subirse a mi espalda asegurándome de que así lo hacía. Caminé para acercarme a la escalera, y de manera lenta y dificultosa, no por el peso, si no porque con una mano me aferraba a la escalera teniendo que hacer el cambio de barrote de manera rapad, y con la otra la sujetaba a ella llevando el brazo hacia atrás.

Finalmente, conseguimos llegar hasta el descansillo metálico de la escalera, no pude ocultar el cansancio debido a la dificultad de aquella maniobra que me llevó más de lo esperado. Dejé a Eith con cuidado en el suelo sin soltarla con una de las manos, con la otra, apartaba la cortina de la ventana que daba al salón haciéndome a un lado para dejar que ella entrase primero y una vez dentro, cerrar aquella ventana y luego recuperar la llave de la casa cerrando desde dentro, para evitar el ser molestados por nadie.

Mi mirada contemplaba como la gente salía del local como podía, empujándose, pegándose, llenos de tizne negra, algunos de heridas provocadas por cristales o pistotones... en resumen. El caos había llegado abrasándolo todo aquella noche.

Suspiré apoyada en la pared de aquel oscuro callejón contiguo al local. Mis compañeros ya se habían marchado rápidamente nada más salir, pero yo permanecí a la espera, contemplando como acabaría la noche. No me había quedado para regodearme y disfrutar de la masacre. Saqué otro cigarrillo limpiándome el dorso de la mano en el pantalón, pues algunos de los presentes al salir y llevar algunas heridas recientes de los cristales me habían manchado.
Encendí el blanquecino cilindro envenenado y le di una larga y pausada calada dejando mis orbes celestes perdidas entre el humo y las llamas.

Había muchas veces que me preguntaba porque seguía haciendo esto... no obtenía nunca una respuesta digna... no era por dinero como la mayor parte de la Camada...no, aquello era secundario. Quizás fuera ese odio arraigado en mi ser y del que no podía deshacerme por más que quisiera.

Dejé salir el humo a la misma vez que sacaba el teléfono del bolsillo de la sudadera. Era uno de mis cómplices aquella noche. Lo cogí.
-¿Dónde te has metido? Ven si quieres cobrar el resto por el trabajo de esta noche-comentó con la voz agitada, parece que aún se alejaban del lugar.
-Déjadme en paz, iré cuando me de la gana, no necesito ese sucio dinero ahora-le contesté tratando de no alzar mucho la voz para no alertar a los presentes en el lugar de los hechos.
-Estás mal de la cabeza y...
Le colgué...no quería ahora más distracciones. No tenía prisa por cobrar el dinero del encargo. Muerte a domicilio... segura, silenciosa y devastadora.

Los miembros de la Esvástica de Plata se habían organizado bien en el local, nosotros éramos un simple apoyo, una distracción, la chispa detonante. Piezas de ajedrez avanzando cegadas por la ira, la ambición y el sádico pensamiento de obtener venganza costara lo que costara.

Tragué saliva y dejé el cigarrillo entre mis dedos dándome media vuelta y largándome de aquel lugar oculta entre las sombras del angostoso callejón antes de que la policía llegara...

Me habia quedado un rato en el callejon atenta a las sirenas de ambulancias, bomberos y policias, cuando deje de oirlas sali del callejon y me fui de vuelta a mi casa, la fiesta al final habia sido un desastre y yo aun tenia muchas cosas que hacer, asi que echando una ultima mirada al local echo cenizas fui con paso rapido a mi casa.

Había intentado ayudar, me habían echado. Bien, pues sería mejor que salieramos... Las ambulancias habían llegado, no haríamos más que estorbar. Había muchos muertos.... Y la loba del escenario aun me erizaba los pelos de la nuca. Pensaría acerca de ello.... Salí junto a Fraiah.
-Hey.... ¿Tienes algo que hacer ahora? La verdad es que no tengo ganas de irme a casa.... Esperé la respuesta mientras caminaba junto a la chica hacia fuera, lejos del humo, los cadaveres y las esvásticas. Me había caído bien. Esperaba que fuera mutuo... No me importaba que fuera humana. Fue la única que se había dignado a hablar conmigo aquella noche... Que había acabado en catástrofe.

Tras haber sido echada junto con Kyrie, se dispusieron ambas a salir del local.
Por suerte, no tenían heridas graves, quién sabe cómo podrían haber terminado.
Lo bueno de todo aquello era que la rapidez de los bomberos ayudó de mucho, y realmente esperaba que no hubiera muchos heridos, y lo mas drástico, muertos.

Al salir afuera, aspira todo el aire puro que le es posible. Estar allí entre tanta gente, tantos golpes, tanto humo.. no le hacía nada bien.
Tenía un tizne de cenizas en la ropa y en la cara, pero no le importarían andar por la calle asi. Tras lo sucedido, nada importaba mas que la vida de todas aquellas personas.

Miró finalmente a Kyrie y se encogió de hombros.
- Sinceramente, no tengo nada que hacer. Y tampoco deseo que mi noche termine así - dijo mirando a su alrededor. Sonaba algo irónico pensar en seguir haciendo algo e intentar divertirse tras esto, pero bueno, son cosas que pasan, y siempre hay que ir para adelante, optimistas.