Paseo relajante [Libre]

Era un hecho de que tenia que comenzar a buscar trabajo, sin embargo Andrew había aplazado aquella situación lo mas posible, porque no tenia las ganas ni los deseos de seguir ordenes, reglas ni menos de que le gritonearan que tenia o no que hacer. Pero iba a tener que hacerlo tarde o temprano, ya que sus ahorros los últimos meses habían ido bajando rápidamente, mucho mas rápido de lo que el hubiera esperado y eso lo estaba asustando y desesperando al mismo tiempo.

Ahí se encontraba, en medio de la plaza de la ciudad que lo había visto crecer con un periódico en las manos y un par de lugares de el, con círculos demarcando que esos eran los que mas le interesaban. Claramente el le hubiera podido pedir trabajo a Gabriel, sin ningún problema. Pero Andrew era de esos muchachos que odiaban que las cosas se le hicieran fáciles y tener favoritismos de las personas, quería ganarse las cosas por si mismo, para que lo felicitaran a el, claramente.

Bufo cuando levanto la mirada y observo al frente todos aquellos edificios comerciales, comenzó a caminar con paso tranquilo, esperando que por fin pudiera encontrar algo en que lo se sintiera verdaderamente cómodo, pero dudaba que aquello pasara de buenas a primera. Aunque algo o mas bien alguien le llamo la atención.

Y aunque fuera una de las personas con las cuales se llevaba mal, no dudo en acercarse a la chica-cualquier cosa servia para dejar de buscar trabajo o presentarse a entrevistas-se sentó a su lado en el banco con una de aquellas grandes sonrisas sarcásticas, como si estuviera encantado de verla, ambos sabían que era todo lo contrario.-Pero si es Diana Owen, la peor chica que ha pasado por mi cama…-ese fue su muy sutil saludo.

Empezaba a ser la hora de volver a casa, a la maldita rutina, al maldito aburrimiento. Y más tarde, debía volver al restaurante para preparar la cena y llevar bien mi negocio. Suspiré un poco, la verdad es que a aveces se me hacia incluso pesado todo aquello de tener un restaurante, se vivía muy bien sin hacer nada o acabando a una hora concreta, yo, no tenía horas, si me necesitaban debía estar allí sin contemplaciones.

Iba a irme, pero, una voz, una molestia en mi oído derecho me alertó de que no estaba sola y de algo peor, que no estaba en buena compañía. Me giré para contemplar que era... como... ehh... ¡Ah sí! ¡Andrew! Hice una mueca de asco, un error, un grave error sin duda.
- ¡Ahhhhhhhhhhhh! - grité como si hubiera visto al mas horrible de todos los monstruos con ese aire teatral que me daba siempre - ¡Lago bicho! - le grité con desprecio. No le aguantaba, no le soportaba ¿quién le soportaba? Le daría un premio o algo así, era egocéntrico, era creído, era odioso, detestable ¡Ah dios! ¿Cómo he podido acostarme con un monstruo así? Lo que es capaz de hacer al alcohol.

- Creo que... estás... como diria... perturbando mi paz, mi armonía, mi paisaje... ¿Mi vida en general? - dije con cierto aire divertido, aunque realmente me molestaba mucho su presencia.

Quizás por eso mismo no le gustaba, por eso mismo odiaba y no soportaba estar cerca de ella por mas de cinco minutos seguidos, por que lo irritaba y exasperaba rápidamente, y Andrew no era el chico con mas paciencia del mundo, claramente no lo era. Se llevo una mano a su oído como si le hubiera dolido por los gritos que la muchacha había pegado, mientras cerraba levemente los ojos y soltaba un bufido por lo bajo.

Quizás no hubiera sido buena idea después de todo, ir a molestarla justamente a ella.

-¿Puedes dejar de chillar?-pregunto como si aquella fuera la petición mas obvias de las que el pudiera haber hecho, no estaba listo para soportar a una adolescente hormonada como ella, no estaba de humor y nunca lo estaría. Pero por alguna extraña razón, Andrew no se puso de pie, quizás por orgullos, quizás porque no quería ser el primero en ceder. Era un egocéntrico sin remedio y eso lo sabia de sobra y tampoco haría nada por cambiarlo.

-Mierda, sigues igual de insoportable-susurro mas para si mismo, aunque claramente la muchacha escucharía ya que se encontraba a su lado. Negó con la cabeza mientras doblaba el periódico y lo guardaba dentro de la mochilla que tenia colgando de un hombro.

Bufé un poco. Si to era insoportable el lo era el doble y el problema estaba en que, me encantaba sacarle de quicio. No solía ser de esas personas que disfrutan sacando de sus casillas a las demás pero, con aquellas personas que, realmente no soportaba todo era diferente, es más, podía considerarlo incluso un hobbie si hacía falta. Sonreí de lado cuando me pidió silencio, no podía evitarlo, me daban ganas de ponerme a chillar como una histérica y que se fuera de allí maldiciéndome mil veces, pero me controlé.

- ¿Puedes tú dejar de ser un insoportable? ¿Puedes tú dejar de ser tan egocéntrico? ¿Puedes tú dejar de ser tú? - le pregunté rápidamente con ese teatro mio tan particular y que me divertida demasiado cuando se trataba de ponerle de los nervios - ¿No, verdad? Pues entonces yo tampoco querido - le dije con sonrisa ladeada aunque ahora mucho mas calmada y natural.

Sacarle de quicio era divertido, pero, bueno, tocaba unos minutos de descanso por lo menos, relajando la postura ya que estar todo el día a la defensiva cansaba bastante. Pero inmediatamente volví a mi posición inicial al escuchar su voz ¿De verdad podía ser tan insoportable?

- Oye... ahora enserio... tú... ¿Cuando te miras al espejo te entran ganas de vomitar, verdad? - le pregunté frunciendo el ceño, seria, serena. Parecía una de esas pregustas filosóficas, profundas y con fondo, y en realidad, era la tontería mas grande del mundo.