Mañana tranquila [Will]

Me encontraba tumbada en una zona de césped alejada de las personas que paseaban por el parque, de las parejas tonteando y sobre todo, alejada de cualquier niño que pudiese pasar por mi lado llevándose con él mi tranquilidad y buen humor que tenía ese día. Mis ojos estaban cerrados para que el bonito sol que brillaba esa mañana no me molestase y podía sentir el calor de sus rayos en mi rostro y en mis brazos ya que me había remangado las mangas de la camiseta y había colocado mi chaqueta tras mi cabeza a modo de almohada. Llevaba los cascos puesto con el Ipod a todo volumen para que cualquier sonido que pudiese haber por allí cerca no me distrajese de mis pensamientos, ¿Qué cuales eran? Estaba intentando crear en mi mente algo que poder dibujar en mi bloc de dibujo que descansaba en mi tripa moviéndose arriba y abajo al ritmo de mi respiración.

Ese día no me había ido mal por eso estaba de buen humor. Al despertarme había desayunado un par de tostadas, poniendo mala cara pues no me acababan de gustar, mientras me fumaba el primer cigarrillo del día, no había nada mejor que esa primera calada después de despertarte. Entonces había mirado por la ventana y había visto que hacía un día precioso, que el sol brillaba en el cielo solitario, sin ninguna nube que lo tapase y sin pensármelo dos veces había cogido mis cosas y me había subido a un taxi del cual después me fui sin pagar y el pobre hombre me perdió la vista a los dos minutos de haber estado persiguiéndome. Y ahora me encontraba ahí, sin hacer nada y disfrutando de los olores de la naturaleza y el sonido de mi música.

Los rayos del sol hacían que mi piel se volviese todavía más cálida de lo que en si ya era, la sensación era agradable y a mí al menos me calmaba. La verdad es que la lluvia me gustaba más que el sol pero ahora mismo no me importaba que hoy hiciese buen tiempo en vez de que estuviese diluviando. A esa hora, de ese día, se supone que tendría que estar en la Universidad pero la verdad es que al despertarme no me apetecía nada y los días que no me apetece pues no voy, pues si fuese estaría medio dormida en las clases y además de mal humor.

De pronto el sol que me proporcionaba calor y paz desapareció y tardé unos minutos en abrir los ojos ya que pensé que sería alguna nube y cuando los hice estaba dispuesta a gritarle de todo al graciosillo que se hubiese puesto delante de mí solo para taparme el sol, con el buen día que llevaba hoy ya había llegado alguien para ponerme de mal humor y cabrearme. A medida que abría los ojos me quitaba los cascos y abrí la boca para insultar a la persona, pero la cerré de nuevo al ver que era que conocía bien, muy, muy bien. Will y yo éramos…amigos pero el 90% de las veces que nos veíamos solíamos acabar acostándonos, mas de una vez me había preguntado el porqué pero no encontraba contestación a mi propia pregunta, era algo extraño.

-Vaya, el lobito político da señales de vida.-Comenté de forma burlona mientras una traviesa curvaba mis labios hacía arriba.- Y solo das señales de vida para venir a molestarme a mi, ¿verdad?-Pregunté mientras me apoyaba en los brazos sin llevar a levantarme del todo.-

Mi mirada estaba fija en él por lo que en un rápido movimiento enrosqué mis piernas en sus pies e hice fuerza para que se cayese al suelo y dejase que el sol de nuevo calentase mi piel aunque en mis mejillas ya estaban levemente rojizas por el rato que llevaba allí tumbada sin hacer nada, sin moverme, casi parecía una estatua aunque Will me había fastidiado mi inmovilidad.

Sonreí de manera burlona cuando me llamó lobita rebelde, me había ganado ese mote a puesto pues todos los de la manada estaban enterados de mis actos, según ellos infantiles, según yo divertidos y que servían para vivir la vida al máximo. Al escuchar su vocabulario anticuado y demasiado educada para estar hablándolo conmigo solté una carcajada mientras observaba como me hacía la pequeña reverencia que todavía me hizo reírme más fuerte, estaba segura de que si alguna persona andaba por allí cerca estaría escuchando mi risa ya que era bastante escandalosa pero no era nada nuevo, siempre lo había sido.

Observé como intentaba mantenerse en pie mientras yo seguía tirando con mis piernas enroscadas en sus pies y cuando cayó al suelo sonreí de manera triunfal mientras volvía a sentir la calidez de los rayos de sol sobre mi rostro y cerré los ojos durante un instante echando la cabeza hacia atrás disfrutando de ese calor que me había sido arrebatado durante unos minutos por la presencia de Will aunque siempre me gustaba verle porque aparte de que me alegraba la vista, me gustaba conversar con él pese a que tenía casi diez años más que yo.

Escuché como me llamaba pequeña y giré mi cabeza con brusquedad hacia él y cuando se sentó bien le empujé con fuerza haciéndole caer al suelo mientras me sentaba yo con las piernas cruzadas dándole la espalda a los rayos del sol para que no me molestase en los ojos. Le dedique una traviesa y maléfica sonrisa que curvó las comisuras de mis labios mientras hablaba con voz dulce pero que no tenía nada que ver con mi personalidad.

-No me llames pequeña, viejo.-Dije remarcando la última palabras. Me pasé la mano por el pelo despeinándomelo.- Pues claro que no he cambiado, soy fiel a mi personalidad, además, si cambiase sería una aburrida como tú.
Comenté con malicia mientras le miraba. Hice una mueca al ver que se había dado cuenta de que debería estar en la Universidad. Mi bloc había caído de mi tripa al suelo cuando me había levantado y ahora descansaba en el césped a los rayos del sol pero ni siquiera le presté atención ya que mis azulados ojos estaban fijos en Will al que contesté mientras me encogía de hombros.

-No soy tan responsable como tú… me he levantado esta mañana, no me apetecía ir y no he ido, no tiene mas misterio la cosa.

Sonreí divertida al ver que aceptaba dejar de llamarme pequeña si yo no le llamaba viejo, el día que a mi alguien me llamase vieja ya podría salir huyendo ya que estaba en la flor de la vida, y aunque en algún lugar de mi subconsciente sabía que algún día iba a tener que madurar y empezar a comportarme como alguien con dos dedos de frente y empezar a actuar después de haber pensado mucho las cosas todavía quedaban mucho años para eso y cuantos más faltasen mejor.

-Vale, pero si yo soy pequeña tu eres viejo, es ley de vida cariño.-Le dije de voz burlona con voz dulce mientras le dedicaba una sonrisa.-

Quedé de nuevo tumbada en el césped mientras me reía entre dientes divertida. Mi ropa ya estaba manchada en algunos puntos así que me daba igual mancharme un poco más, total, esa ropa iba a ir a la lavadora nada más llegase a casa y si no quedaba limpia pues a la basura y de compras, no había problema, al menos por mí parte ya que cuando me iba de compras no solía comprarme mucha cosa porque me agobiaba con rapidez y tenía que salir de la tienda.


-Realmente… lo pienso a veces. Siempre estás trabajando, o en reuniones o…en yo que sé qué cosas, aunque…otras veces no eres para nada aburrido.-Comenté sonriendo de forma pícara mientras colocaba mis manos detrás de mi cabeza cerrando los ojos de nuevo soltando un silencioso suspiro.-

Al escuchar lo de que alguna vez hizo pellas sonreí de manera burlona sin abrir los ojos. La verdad es que yo siempre había visto a Will como a un chico maduro que le gusta hacer las cosas bien, de esos de despacito pero con buena letra, yo en cambio se podría decir que era todo lo opuesto a él. No pensaba las cosas antes de hacerla, cuando me pedían que hiciese algo lo hacía y si no estaba bien que se aguantasen, no dice la gente siempre eso de ¿la intención es lo que cuenta? Pues entonces que se apliquen el cuento. Abrí los ojos ante su última frase mientras me peinaba de nuevo mirándole mal.


-Yo también me alegro de haber hecho pellas y haberme encontrado contigo, pero no se lo digas a nadie o mancharás mi reputación, eh.-Le dije bromeando mientras sonreía de manera dulce.-

-Sabes cielo, deberías mirarte eso de querer tener siempre la última palabra ya que no debe ser muy bueno, y además, yo soy la única que tiene derecho a decir la última palabra, porque soy más joven, más guapa, más divertida, más sexy, más…más de todo, admítelo.- Comenté mientras volvía a sonreír con un aire de superioridad mientras colocaba un mechón de mi pelo detrás de mi oreja en un movimiento lento. Me puse las gafas de sol que permanecían en mi cabeza para que el sol no me molestase en los ojos y poder seguir mirando a los ojos a Will.-

-El día en que yo madure se acabará el mundo, tenlo presente Will, cuando veas que empiezo a hacer las cosas después de pensarlas mucho, que no vacilo a Gabriel, que no tomo sustancias ilegales, que voy a clase todo los días, y que empiezo a plantearme lo de formar una familia…hazme un favor a mí, a ti y al mundo, llévame a un psicólogo para que me vuelva al estado en el que me encuentro ahora porque un mundo sin una Sophia, no es nada.- Comenté con una sonrisa divertida mientras le miraba fijamente. Me senté en el césped al escuchar lo de juguete sexual y me volví a poner las gafas en la cabeza para mirarle con mis azulados ojos a los suyos con una pícara y traviesa sonrisa curvando mis labios.- ¿Yo utilizarte a ti como juguete sexual? El que se acuesta con una chica casi 10 años menor que él eres tú.-Le espeté mientras me volvía a tumbar colocando mis manos detrás de mi nuca.-

Le fulminé con la mirada cuando se burló de que le pidiese que guardase silencio sobre mi pequeño buen comportamiento con él. En el fondo, muy, muy, muy en el fondo no era tan mala persona como aparentaba pero pocas eran las personas que lograban ver mi faceta de niña sonriente y amable y todo el mundo sabía que si jugaban conmigo se quemaban pues si a mí me hacían algo malo yo les devolvía el golpe el doble de fuerte, para fastidiarles más de lo que ellos me habían fastidiado a mí. Con un rápido movimiento me levanté y me senté encima de él haciéndole que se tumbase y le agarré de las muñecas para que no se moviese.

-Tu cuéntale algo a alguien y serás mi comida, y seguro que estás bueno.-Comenté con una burlona sonrisa mientras le soltaba.-

Sonreí con inocencia igual que solía hacer con todo el mundo cuando quería que creyesen en mi inocencia lo malo es que esa son risa la había utilizado demasiadas veces a lo largo de mi vida y ya eran pocas las personas que seguían creyendo en mi sonrisa y por lo tanto en mi inocencia aunque tenía otros métodos más efectivos, había aprendido a llorar y eso si que se lo creía todo el mundo, se supone que yo lloraba poco y cuando lo hacía era de verdad pero… también sé soltar lágrimas de cocodrilo, bueno, más bien en este caso serían lágrimas de lobo.

-No te deprimas William, que después de mí estás tú, no es un mal lugar el segundo puesto, te llevas la medalla de plata, es también brilla.-Comenté con una burlona sonrisa mientras miraba a mi alrededor.-

Siempre había sido un culo inquieto y esa era la razón por la que estaba todo el rato sentándome y tumbándome, poniéndome y quitándome las gafas, no podía estarme quieta, seguramente sufriría de hiperactividad, bueno, hacía unos minutos estaba la mar de quieta y relajada escuchando música pero entonces llegó el político buenorro que tenía al lado y adiós a la paz y a la relajación, para que luego digan que yo soy la mala, sacarme a mí de un estado de trance debía ser delito aunque no me importaba si la persona que lo hacía era Will.

-No lo dices en serio, tú no me llevarás al psicólogo cuando me vuelva madura, ¡Metiroso!-Le acusé mientras ponía pucheros y me cruzaba de brazos como una niña pequeña enfadada y fulminándole con la mirada.-

Yo era consciente de que alguna vez en mi vida me iba a llegar la hora de madurar pero es que lo cierto era que le tenía verdadero pánico a ese momento. Me volvería una persona más del mundo y nadie me recordaría por nada cuando me muriese, yo quería ser recordada durante generaciones aunque todavía no tenía muy claro porque…pero creía que si maduraba ya no haría nada interesante por lo que se me pudiese recordar, yo y mis pensamientos raros.

-Pero… no es lo mismo. Acostarse con un viejo…perdón, con un madurito es más divertidos, los humanos que tienen mi supuesta edad son unos aburridos en la cama, me entran ganas de dormirme en vez… tu ya sabes.-Comenté con una pícara sonrisa curvando mis labios.-

Vale, lo que acababa de decir era un poco cruel en cuanto a los chicos humanos con los que me había acostado pero no se podía comparar la experiencia de Will, que tenía cincuenta no sé cuantos años, con unos niñatos que apenas llegaban a los 20, Will era mucho mejor y mucho más guapo y mucho más todo. Fui a contestarle sobre lo que había dicho de mi lado más tierno cuando de pronto sentí como giraba sobre la hierba quedado yo debajo con Will encima de mí. Sonreí divertida y pícaramente al escuchar sus palabras y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo ante su primer beso en mi cuello, ese era mi punto débil y seguro que él lo sabia mejor que nadie.

-¿Así que te gusta verme enfadada?-Pregunté en un susurro mientras cerraba los ojos disfrutando de sus besos.-

Me quedé mirándole fijamente cando empezó a hablar lo de que era un honor en el segundo puesto y yo tenía clarísimo que lo era. Tenía muchos amigos debido a mis fiestas, la buena droga que vendía, mi descaro…pero amigos que yo considerase realmente amigos tenía pocos ya que era una de esas que prefería calidad a cantidad, más valía pocos amigos en quien poder confiar que un montón y no confiar en ninguno.

-¡Pues por esa razón necesito alguien que me lleve al psicólogo a rastras!-Grité como si fuese algo evidente mientras rodaba los ojos.-Volverse maduro implica responsabilidad y esa palabra en mi diccionario no se encuentra ni tengo intención de que este jamás.-Comenté mientras me encogía de hombros levemente.- ¿No te gustaría a ti de nuevo volver a ser un chico sin responsabilidades y sentirte libre como los pájaros? Hacer lo que quieras sin importarte lo que los demás te digan o piensen sobre ti, simplemente es genial.-Comenté soñadora.-

Me reí entre dientes al escuchar su carcajadas y después como decía que era cruel lo que acababa de decir sobre los humanos pero yo negué con la cabeza, como se notaba que él no se había acostado con alguno de los chicos con los que yo lo había hecho, vale que algunos humanos eran buenos en la cama pero igual que me había acostado con chicos que lo hacían de maravilla lo había hecho con algunos que lo hacían fatal y claro, con esos por supuesto que no iba a repetir aunque mi vida dependiese de un polvo con ellos.

-¿Te parece divertido verme cabreada? Entonces tendrías que ser Gabriel, él siempre que me ve es cabreada.-Comenté de manera burlona mientras un suave jadeo escapaba de mis labios al sentir como mordía mi oído.-

Sonreí con diversión al sentir sus labios recorriendo la línea de mi mandíbula con besos cortos y lentos, he ahí la razón por la que adoraba a Will tanto como amigo como… ¿amante? Al sentir sus labios cerca de los míos abrí los ojos clavándolos en los suyos y le devolví la sonrisa mientras mis ojos se volvían a cerrar al sentir como me besaba, besar a Will era igual que besar a un ángel aunque Will no era ni la mitad de puro de lo que se suponía que un ángel debía ser…Mi espalda se arqueó cuando sentí su mano en mis espalda y levanté la cabeza mientras pegaba mi cuerpo al suyo siguiéndole el beso de manera lenta y suave.

Me quedé en silencio escuchándole con una ceja alzada mientras mis ojos permanecían fijos en los suyos. Mis padres no me habían enseñado que era la responsabilidad hasta que nos mudamos a Bucarest cuando yo tenía 10 años reales, siempre me lo habían dado todo hecho, me habían mimado y me habían concedido todos los caprichos que yo deseaba pero el chollo se me acabó cuando nos unimos a la manada y me obligaron a trabajar en equipo y dejaron de concederme todos mis caprichitos y si deseaba algo debía ganármelo y para captar de nuevo su atención me volví como soy ahora, es un comportamiento infantil, yo lo sabía, pero me daba igual.

Volví a sonreír con inocencia cuando sacó el tema de Gabriel y me encogí de hombros quitándole importancia. Hacía un par de días que había Gab me había dejado volver a la manada y desde ese día no lo había visto ni pretendía hacerlo a menos que fuese estrictamente necesario, le había prometido que intentaría no volver a cazar sola y hacerlo solo con la manada cuando se debe hacer pero no había prometido nada de cambiar mi actitud hacia él.

-Ya lo sé, pero no puedo evitarlo. Es lo mismo que me pasa contigo…la mayoría de las veces solemos acabar en la cama sin poderlo evitar, pero con Gab en vez de acabar en la cama acabamos discutiendo.-Comenté sonriendo de forma divertida mientras me encogía de hombros.-

Seguí besando esos labios que llevaba tanto tiempo sin probar, esos labios con los que los míos se sentían tan bien y conocían tan, tan a fondo. Entreabrí los labios al sentir su lengua acariciando mis labios y dejé que mi lengua jugase con la suya de forma suave aunque en pocos segundos el beso se volvió profundo y pasional, así eran como acababan siempre nuestros besos, llenos de deseo y pasión. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir las yemas de sus dedos acariciando mi espalda, casi había olvidado lo que Will me hacía sentir cuando me acariciaba. Mis manos se metieron igual que las suyas por su espalda acariciando su piel con las yemas de los dedos de forma lenta mientras seguía besándole, realmente me había olvidado que estábamos en el parque.