Recuerdos a medianoche [Kiefer]

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Aquella era una de esas noches en las que no tenía pensado ir a trabajar, sintiéndose demasiado quemada como para ser capaz de ponerse una fachada de sumisión y docilidad complacientes. En lugar de eso, quería tener tiempo para ella, para conocer los rincones más ocultos de Bucarest y, sencillamente, disfrutar de una noche cualquiera sin pasar frío o aguantar el aliento de un borracho en su rostro.

Y el río le parece una buena opción, en la zona de su cauce más apartada del ocio nocturno, donde duda que nadie pueda aparecer para interrumpir su momento de libertad. Lleva unos vaqueros oscuros y algo ajustados, una camiseta negra de Fallout y su cazadora de cuero, en cuyos bolsillos guarda las manos. Su ígnea cabellera flota con el viento, iluminada tenuemente por la luz de la luna, dándole un aspecto más vívido.

Pasea por el césped, durante largo rato, hasta que cree haberse alejado de cualquier lugar con posibilidades de volverse concurrido, y se deja caer muy cerca de la orilla, contemplando las aguas ahora tan negras como el cielo en las cuales la luna se refleja, como observándose a si misma en un espejo desde el cielo... A Eithne no le gustan los espejos, porque muchas veces siente que ve en ellos a una completa desconocida que ha perdido su identidad y recuerdos, y cuya coraza se esta adueñando de ella.

Se acuclilla frente al agua, introduciendo una de sus manos en esta, como si quisiese sentir su frío con tal de sentir algo y darse cuenta de que no ha perdido esa capacidad. Sus dedos dibujan sinuosas formas en el agua que enseguida desaparecen, y por primera vez en varios días logra sentirse relajada del todo. Quizá por eso, sabiéndose a solas y sin posibilidad de ser escuchada, se permite recuperar, o al menos intentarlo, alguno de esos recuerdos perdidos... Y para ello comienza a cantar una melodía evocadora, con una voz que cree que nació para no ser nunca escuchada... Como todo lo que ella tenga que decir.

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Puede que este no fuese su principal destino en mitad de la noche, o puede que lo fuese. pero tal vez no tan cerca, quizá en la otra orilla, en la otra punta, a kilómetros de distancia...

Sin embargo, lo que tiene dejar arrastrarse por el murmullo que el viento trae, la entonación que comienza a hacerse más audible conforme él avanza hacia la zona del sonido, es que nunca sabes lo que te puedes encontrar... Y ni él mismo se lo espera cuando observa ala figura de cabellera rojiza sentada en la orilla del río, cantando.

No se mueve del sitio, permaneciendo quieto como una estatua de negro mármol, vestido con unos pantalones de cuero, camiseta negra y gabardina a juego, mitones negros en ambas manos y un gorro que le tapa hasta las orejas. Va exento de maquillaje, dejando sus ojos naturales, verdes como el jade y penetrantes, perfectamente visibles. Al hombro, la funda de una guitarra.

Y luego le decía que no tenía nada más aparte del trabajo, que se equivocaba respecto a ella... Con cada palabra cantada que escapa de sus labios destrozar sus propios argumentos, muy irónico y muy lógico a la vez, teniendo en cuenta que él, supuestamente, no está escuchando.

Deja que la canción termine, momento en el que sus labios se curvan en un amago de sonrisa que no dice nada y lo dice todo a la vez, se arrastra, como movido por un viento que impide que el sonido de sus pasos llegue hasta ella, para finalmente sentarse a un par de metros detrás de ella.

No dice absolutamente nada, depositando la guitarra en el césped y sin querer privarla de ese momento íntimo que ella está teniendo consigo misma.

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Conforme va cantando, fugaces imágenes de su infancia, de la parte más breve de esta, es decir, antes del orfanato, vienen a su mente. Sin embargo, han pasado tantos años que no puede darles una forma o sentido... Solo sabe que fueron tiempos felices, o eso cree, dado que hace tanto que no es feliz que no sabe si el sentimiento es así, como el que recuerda, o no.

No se da cuenta de alguien la está escuchando, creyéndose a solas con sus recuerdos, mientras finaliza la melodía, cada vez en voz más baja, hasta dar lugar al silencio. Y permanece así, con los dedos ya entumecidos por el agua en la cual siguen dibujando formas invisibles, y arrodillada frente al reflejo vidrioso de la luna plateada, la misma que con su tenue rato ilumina su figura y su cabellera de fuego.

Hasta que una ráfaga de viento que agita los mechones brillantes de su cabello trae consigo un olor peculiar... Le es familiar, y lo reconoce como el de un hermano. Pero no es eso lo que le inquieta, sino el saber que no está sola, que alguien le ha escuchado... Ladea el rostro despacio, para encontrarse con una figura conocida y, la sorpresa, hace que sin querer meta el brazo hasta el codo dentro del agua:

-¡Oh, mierda! -Masculla, sacándolo rápidamente. No le queda más remedio que quitarse la cazadora, cosa que lamenta, porque la camiseta negra y entallada que se ve bajo esta tiene el logo de Fallout, del grupo de Kiefer, es decir, de la persona que tiene delante.

Aquel dato, unido a que la haya escuchado haciendo algo que no le gusta hacer en presencia de nadie porque le hace sentir expuesta, no ayuda. Y ayuda menos que no sabe como dirigirse a él después de lo ocurrido... Por lo que no es capaz ni de mirarle a los ojos, que observan la oscuridad.

-¿Te divierte espiarme? -Pregunta finalmente, en un tono demasiado impersonal como para darle matiz, aún sin mirarle directamente.

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No se sorprende de que lo olisquee, ni siquiera se sorprende tampoco ante su exclamación o la pifiada con la chaqueta. Permanece en sumo silencio, sin variar ni un ápice la postura, observando todos y cada uno de los movimientos de ella como si de un buho nocturno, o mejor, una especie de cuervo, se tratase.

Sí que se da cuenta de dos cosas: La camiseta que lleva, a la cual le dedica un rápido vistazo, y la forma en que rehuye su mirada, hablándole como si fuese la segunda vez que se viesen... A, es verdad, que es la segunda. Aún así guarda largos segundos de silencio, sus ojos verdes clavados en la nuca de ella, curvando sus labios en una enigmática sonrisa ante su pregunta:

-El espionaje es un don cuando sirve para fines como este... -No dice nada más respecto a que la ha oído cantar, dejando clara su opinión sobre el tema: Conmovedora, especialmente porque no la cantaba por cantar, eso se nota, y más él, que hace lo mismo- Busco cantante para un grupo de música, se llama Fallout... Creo que podrías ser lo que estamos buscando.

Murmura con una más que creíble seriedad, apoyando los codos en su regazo y la cara entre las manos, sin dejar de observarla ni un instante.

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Le inquieta, le inquieta esa sonrisa que hace que vuelva a darle la espalda. Le inquieta sentirse observada, saber que tiene sus ojos en la nuca. Le inquieta no saber como comportarse porque, lo sucedido la vez anterior, aún la agita por dentro... Le inquietan muchas cosas, incluidas sus palabras, que no sabe como tomarse.

-¿Y qué tipo de fin es este? -Pregunta, puesto que a ella nada le ha quedado claro. Solo se siente expuesta... Y eso no le gusta. Igual que tampoco le gusta lo que añade después, porque no se lo toma en serio, más bien piensa que la está vacilando- ¿Te burlas de mí o intentas bromear? Si es lo segundo, disculpa mi falta de sentido del humor, pero no le pillo la gracia...

Ni ella misma sabe porque le ataca así, porque le habla escudada bajo esa fachada de ironía que usó al conocerle pero que luego él se encargó de tirar abajo... Quizá sea por un miedo que no quiere reconocer, pero que siente. El miedo a que alguien la desnude por dentro y después destroce ese interior una vez se encuentre vulnerable. Y habiéndola escuchado cantar... Se siente desnuda.

Se deja caer del todo sobre el césped, pasando de estar de rodillas a estar sentada, pero sigue de espaldas, aunque sabe que está siendo observada.

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-Escuchar una buena voz, una buena canción y una curiosa letra... -Se explica con la misma calma con la que ha entrado, sin tener nada que ocultar respecto a lo que piensa o deja de pensar. Interiormente se plantea el por qué de la actitud de ella, tan... Distante, la última estaba algo más borde hasta que sucedió lo sucedido...

¿Habría entendido la lección que quiso enseñarle, o únicamente no sabía como decirle que se largase? Ni es adivino ni es cosa suya decidir por ella, por lo que se mantiene en el sitio, escuchando el primer comentario mínimamente irónico, y aún así es poco:

-Ni bromeo ni me burlo... Tienes una voz idónea para ser corista si lo deseases... Y te acogería en mi grupo encantado. -Para algunas canciones necesita voces femeninas agudas, y la búsqueda no estaba resultando fácil. Sigue sin mirarlo, y eso, ahora lejos de inquitarle, le pone algo nervioso. Le gusta mirar a la cara, leer emociones, expresiones y gestos como si de libros se tratasen, y la nuca no suponía uno muy entretenido....

Por ello, haciendo el menor ruido posible, comienza a gatear hacia ella, despacio, hasta alcanzar su espalda y rodearla, quedando de frente a ella, sentado peligrosamente en el borde del río:

-Tu pelo no está nada mal, pero me quedo con tus ojos para entablar una conversación, si no te importa... Tienes buen gusto.

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-La canción y su letra pertenecen a Lloyd Webber -Dice, sin responder a lo de la voz. Buena o mala, es suya, y él la ha escuchado. Ese es el problema, que alguien que no es ella, otra persona, ha oído algo que guarda solo para si misma... Kiefer no ha escuchado solo una buena voz, ha visto una parte de Eithne que esta no deseaba mostrarle, ni a él ni a nadie.

Junta las piernas con el resto de su cuerpo, apoyando la cabeza en las rodillas, y suspirando, de espaldas a él. Intenta abstraerse, perder de nuevo su mirada en la madre luna, pero le es imposible cuando él vuelve a dirigirse a ella... ¿Corista? ¿Con su grupo? Tarda unos segundos en asimilarlo, pero... Eso significaría compartir su voz con muchas personas, es decir, mostrarse a si misma, algo que lleva años evitando hacer:

-No me gusta que nadie me escuche -Dice, dejando claro así el porqué de su molestia- Y, además, no te contratarían en ningún sitio si te relacionasen conmigo o yo andase de por medio... -La han reconocido en cafeterías, cuando algún antiguo cliente con la lengua muy larga se ha encargado de decirlo en algun local... En resumen, que aunque las putas no formen parte de la sociedad, siempre hay alguien capaz de dar con el pasado de una mujer que haya trabajado en la calle... Algo que sucedería si aceptase, aunque para eso tendría que superar su miedo a expresarse desde dentro.

De repente le tiene enfrente, sin posibilidad de desviar la mirada, aunque intenta ocultar ese miedo a sentirse expuesta lo más que puede. No dice nada acerca de su comentario, porque hay algo que le preocupa más que contestarle, y es su cercanía con el río:

-Será mejor que te acerques, si te quedas tan pegado a la orilla y de espaldas te podrías caer... -Le advierte, aunque intentando no reflejar preocupación alguna en su voz.

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No se mueve de la posición pese al consejo, apoyando las palmas de sus manos en el suelo y mirándola fijamente. Sí, la letra no será suya, la canción no será suya, pero lo importante para él no es eso, como confirma con sus palabras:

-No es tan importante la letra como la interpretación... Escuchándome deberías saber eso. -Murmura, dejando que las palabras las arrastre una fina brisa de viento. Muchos cantautores escribían letras de odio y ese tipo de emociones, pero pocos loeraban plasmarlas con su voz. Él se vanagloriaba, o eso creía, de hacerlo a la perfección.

Una pena que no le guste tener oyentes, per no es quién para demostrarle lo contrario, pese a que no lleve razón en su comentario:

-Si no me contratasen por eso no cantaría ahi ni por todo el oro del mundo. Tengo mis principios, el origen de los miembros de mi banda sólo me importa a mú, quién no quiera verlo que no vaya, de gilipollas está lleno el mundo.

Espeta, aunque camufla perfectamente el ligero desprecio que le tiene a las personas prejuiciosas tras una cortina de ironía. Lo que no se espera es que una ráfaga más fuerte de aire le sacuda, poniendo en reisgo su equilibrio de forma severa...

Tanto que se balancea hacia atrás, alzando los brazos en un vano intento de sujetarse a algo para no caer en las frías aguas. Sin embargo, no resulta tan vano cuando se agarra a los hombros de ella y se impulsa, tirándose encima por mera inercia...

Y siendo tan... Cabrón, podría decirse, para no evantarse:

-Anda... Así me aseguro que me miras, ¿ves?.

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Le pone nerviosa, demasiado podría decirse, que la mire de esa forma, tan fijamente. Y le pone nerviosa porque no sabe como actuar después de la otra vez, porque quedó tocada aunque no quiera admitirlo ni en broma y porque no sabe que espera él de ella. Pero trata de disimular su nerviosismo, atendiendo a sus palabras...

Bueno, sí, Kiefer era más que sus letras, era lo que le daba a estas sobre un escenario o incluso en el estudio de grabación. Pero ella no era Kiefer, era otra persona distinta y que, a diferencia de él, no había nacido con estrella, sino estrellada. No dice nada al respecto, ¿para qué? Sobran las palabras, y prefiere que la brisa se la única respuesta, limitándose a escucharle de nuevo...

-En ese caso, te quedarías sin trabajo porque no habría sitios decentes en los que pudieses tocar... -La vida era así, los que mandaban tenían siempre prejuicios, y eso ella lo sabía bien. Era algo que también despreciaba, que le hacía sentir rabia ante la imposibilidad de realizar cualquier sueño que la liberase, pero al igual que el joven al que tenía delante, ella tampoco da muestras de ese desprecio...

Tampoco le habría dado tiempo, porque enseguida tiene que centrar su atención en la posible caída de él, ante lo cual le tiende la mano para evitarlo... Cosa que no sirve de nada porque él parece preferir usar sus hombros como punto de equilibrio y acabar sobre ella, que cae al césped con el licántropo encima.

Y no se levanta, no, sino que le regala un comentario digno de un capullo y que parece divertirle:

-¿Qué...? -Enarca una ceja, algo perpleja, pero lejos de gastar saliva en pedirle que se levante, algo que sabe que no serviría de nada, decide encogerse de hombros- No, no te aseguras de ello... Porque puedo cerrar los ojos -Y sin más, eso hace, cerrándolos con una caída de parpados que hace que, en efecto, ya no le mire.

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Escucha su comentario en lo que él apoya los codos a cada lado de a cabza de ella, buscando enconrar una mayor comodidad. Por rara que parezca la posición no busca nad,a su mirada verdosa así lo indica, simplemente se entretien, sacando a relucir que, en efecto, así tiene un contacto visual más directo que antes.

Escucha sus palabras y chasca la lengua, una cosa era ser reaista y otra un tanto extremista... Quizá el 95% fuesen como ambos pensaban, aunque siempre existía ese 5%que no entendía de prejuicios:

-Tampoco nos pongamos tan extremistas, hay de todo, te lo digo yoque sé moverme, y los hay que aprecian el arte y no la condición del grupo o sus integrantes.... Al fin y al cabo esa profesión me parece tan digna como cualquier otra. - Matiza con voz calmada, pausada y tranquila, disfrutando interiormente de la conversación. Expesa parte de su punto de vista respecto a las cosas, deduciedo que, si ella trabaja de eso, debe ser por qué quiera, ya que verle le ve más salidas que la mera prostitución...

Sin embargo, eso no lodice, aunque el brillo engimático de su miradaparece invitarla a que lo dscubra. Lástima que no pueda hacerlo por tener los ojos cerrados. Aún conese gesot en apariencia infantil, él vislumbra algo más profundo, una mera intuicion o coraoznada que no se molesta en disimular, ladeando la cabeza un par de centímetros:

-Siempre he oído que aquellos que cierran los ojos es porque tienen miedo... O algo que ocultar. -No insinúa nada, simplemente es lo que cree, y por ello mismo él nunca los cierra...

Porque en su caso es totalmente cierta esa afirmación, quizá más en la segunda faceta que en la primera.

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Aunque no le esté mirando, escucharle le escucha, notando como se acomoda poniendo un brazo a cada lado de su cabeza. No dice nada al respecto, solo atiende a toda su explicación, emitiendo un leve bufido cuando él acaba. Si no fuese porque no quiere abrirlos, ahora mismo rodaría los ojos para dar énfasis a su opinión...

-Hay de todo y sabes encontrar a quienes tienen una mente abierta, ya... -Dice con ironía- Y por eso solo tocas de pascuas a ramos, porque hay de todo, ¿no? -Niega levemente con la cabeza- Sabes perfectamente que tu mundo es jodido de cojones y que son pocas las personas a las que les importa lo que toques y no las grouppies que traigas, no te engañes a ti mismo o intentes colarmela, no soy extremista... Solo realista -Ella en sus trece, aunque se queda en silencio ante lo que él añade después.

¿Digno, tener que vender tu propio cuerpo para poder vivir? Sí, vamos.... Mejor no decirle lo que piensa, porque se pondría a si misma en evidencia y mostraría demasiado, y, además, probablemente terminarían mal. Simplemente suspira, en silencio, volviendo a escucharle cuando añade otro comentario que le sienta igual que el anterior... Porque es otro de los cuales exige una respuesta que le haría dejar caer sus barreras, algo que no quiere hacer, prefiriendo salirse por la tangente:

-O bien es que no les gusta lo que ven porque es muy feo, vaya... -Su tono es más bien bromista, algo obvio, puesto que no busca ofenderle, sino desviar el tema.

Algo que no sabe si conseguirá, teniendo en cuenta a quien tiene delante...

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Ahora que lo dice sí, es cierto que no toca muy a menudo, y que su grupo podría ser más conocido si hubiese aceptado alguna que otra oferta... Pero no parece molestarse o apenarle lo más mínimo esa posibilida,d tiene las cosas muy claras y así se lo demuestra a ella:

-¿Yo, colar...? Yo no te cuelo nada, soy consciente de ello, más de lo que crees... Pero me importa más bien una mierda las groupies que tenga o la fortuna que podría amasar si me bajase los pantalones. -Porque para él, venderse a quién siempre pone pegas sobre sus letras o intenta cambiarlas, o simplemente mostrándose reticentes a contratarlos por el estilo, no entra entre sus planes.- No me los bajo por nadie, toco lo que quiero, sin más... Si piensas que me metí a esto por el dinero o por las groupies, vas un poco desencaminada, chica desconocida.

Porque ahora que lo piensa, no sabe ni su nombre. Una cosa era un primer encuentro, pero mantener una charla con alguien en el anonimato le resultaba extraño no, lo siguiente.Se ve tentado de formar un mohín ante el "insulto", pero en vez de ello alza una ceja, antes de aproximarse a ella y soltarle un pico en los labios, para después separarse:

-Mmm... -Musita al paso de unos pocos segundos. -Para ser princesa no tienes magia... Sigo siendo una fea y asquerosa rana. -Murmura con un atisbo de diversión, aunque siempre matizada con una sutil ironía. Gatea por el césped hasta alcanzar su guitarra, sentándose después con las piernas cruzadas y el instrumento entre sus manos. Realiza un par de acordes de prueba antes de empezar a entonar la melodía de una de sus canciones. No canta cuando debería, manteniendo silencio y curvando sus labios en una sutil sonrisa.- Bonita melodía... Le falta algo. ¿Que tal si lo pones tú? Prometo no grabarte ni nada similar, al fin y al cabo supondría perder el empleo... Y somos amigos, ¿no? -Propone como quién no quiere la cosa, sin dejar de tocar.

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Escucha sus palabras, negando con la cabeza... No se refería a eso, aunque él parece haber pensado que sí. Sigue sin abrir los ojos, en la misma posición, salvo porque ahora el cabello rojizo le cae sobre el rostro parcialmente.

-Yo no pienso eso de ti, no me mal interpretes... -Suspira- Sé que no te metiste en ese mundo por eso, no hay más que escucharte para saberlo... Lo que quería decir es que eres tan consciente como yo de que la gente que rige esas cosas tiene la mente cerrada y mira solo lo que vende, y las excepciones, pocas, serían aún menos en caso de que... -No termina la frase, es obvio, y ella ni se lo plantea- Eithne -Aclara después, presentándose como debió haber hecho hace una semana.

Y, repentinamente, sin comerlo ni beberlo, el tío le ha plantado un beso. Un piquito ni más ni menos... Y eso sí que no se lo habían dado, vamos, era obvio. Abre los ojos, de forma algo desorbitada, mirándole con una expresión que no puede determinarse si es de ofendida o de sorprendida, o si sencillamente oculta cualquier emoción que haya podido transmitirle. Enarca una ceja, siguiéndole con la mirada y bufando ante su chisposo comentario...

-O igual es que lo tuyo no tiene remedio... -Añade, girándose hacia él para observarle, sorprendiéndose de que empiece a tocar. Le escucha, en silencio, sintiéndose interiormente privilegiada, pero frunciendo el ceño cuando no empieza a tocar, y más aún, cuando le pide opinión.

Eh, un momento... ¿Amigos? Ella de eso no tiene... Niega con la cabeza, encogiéndose de hombros:

-¿Acabas de descubrir como me llamo y ya quieres hablar de amistad? -Inquiere, meditando sobre la canción.- Yo no puedo ayudarte a poner lo que le falta... Porque lo que le falta es tuyo y solo tú puedes dárselo -Se queda en silencio unos segundos, colocándose un mechón de pelo detrás de la oreja- Le falta alma.

Al momento se da cuenta de que lo que ha dicho puede ser tomado como una estupidez, aunque ella no lo cree, pero no sabe si él sí lo verá así... Bah, es su opinión, pero, ¿qué sabe ella de estas cosas?

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Guarda largos segundos de silencio sin dejar de tocar, manteniéndose en la misma combinación de notas, esperando en lo que piensa en ciento y un cosas a la vez. Realmente reflexiona todo lo que ha oído, dándole a sus palabras un sentido más allá del visible, o, al menos, intentándolo...

Eithne le parece un nombre bonito, más que no tenerlo, la verdad... Aunque sus ojos verdes no se fijan en ella por eso, divertido a medias por la expresión que ha leído ante el gesto de él que, a decir verdad, delataba un par de cosas sobre ella:

-El día en que todo el mundo sea una mierda habrá que dejar de existir... Pero de momento habrá que conformarse con juntarse con lo que no es mierda y aún vale algo. -Deja clara su posición respecto al tema, si tiene que pasar hambre la pasa, y si tiene que dormir en la calle duerme.- No creas que no lo he pensado... Aún así seguiré robando besos a princesas, si todas ponen la misma cara que tú.

Parece que no diga nada, pero algo deja ver en su mirada o en su expresión que resulta inquietante. Tan rápido como aparece desaparece, dejando de tocar durante unos instantes. Aunque lo oculte bastante bien, es la primera que le dice algo así respecto a sus letras...

Alma. Para empezar, no tiene muy claro el concepto, pero sí la utilización... Y ahora se da cuenta de que es gilipollas. En el 95% de las personas su particular método de evsaión y descarga pasaba de largo. En el 5% restante, no. Y ella era de ese 5%.

Genial. Algo se enturbia en su mirada, pero de nuevo desaparece con rapidez, sustituida por su particular brillo:

-En eso te equivocas... Puede que sea mío, pero eso no significa que no haya nadie capaz de hacer lo mismo. -Curiosamente ahora le pone menos énfasis a sus palabras. Por una parte debería callarse, pero por otra también quiere escuchar su voz de nuevo, con la letra de él, buscar, encontrar algo...

Gana lo segundo:

-No es tan difícil... Más aún cuando conoces el significado, ¿no? -Pregunta, enmascarando la cuestión en una sutil ironía, volviendo a tocar, dándole tiempo para que se lo piense. El concepto del tiempo a mí no me va. Puede que mañana muramos, así que mejor tener una amiga hoy que nada mañana, ¿no?.

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-Ah, ¿pero que aún hay de eso? -Pregunta con ironía, cuando le dice que hay que juntarse con aquello que vale la pena al margen de tanta mierda- No creo que las demás princesas pongan la misma cara, entre otras cosas porque yo no soy una de ellas... -No, ella nunca tendría a un príncipe montado en un blanco caballo alado que la rescatase de su pozo de soledad y miserias, y tampoco sabía si lo quería...

Sin embargo, más allá de eso, la frase de él, junto a su mirada, hacen que algo dentro de ella se remueva, poniéndola en alerta, como si se sintiese invadida minimamente. Algo que oculta, tan bien o mejor que Kiefer por su lado cuando parece sentir lo mismo ante las palabras que ella le ha dicho... Irónico que ambos hagan lo mismo ante lo que dice el otro.

-No hay nadie capaz de hacerlo igual que tú -Responde ante sus palabras, guardando silencio hasta que él vuelve a hablar. ¿Qué esconde esa pregunta? ¿La está poniendo a prueba o algo así? Niega con la cabeza, suspirando una vez más, antes de observarle tocar- El alma no entiende de significados... -Contesta, pasándose inconscientemente la lengua por los labios para humedecerlos ante el viento que azota su rostro y cabellos- Realmente, yo soy tanto como nada... Así que, si quieres una amistad con nadie, yo no soy quien para negártela...

Se lo piensa durante varios segundos, en los que solo escucha los acordes de la guitarra, intentando descifrarlos... A su cabeza se le vienen diferentes emociones, sobretodo una poderosa e indomable, que sacude su interior aunque le sea desconocida en términos de experiencia. Finalmente, entre palabras sueltas, es capaz de entonar algo, en voz baja:

-Love is... a flame... that can't be tamed... -Se frena en seco, negnado con enfásis antes de desviar la mirada- No, no puedes pedirme esto -Espeta, sintiéndose extrañamente desnuda pese a que él no haya dicho nada especial.

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-Yotengo a alguien así delante. -Comenta con absoluta naturalidad a su primer comentario, sin dejar de tocar, dejando que sus dedos se deslicen por las cuerdas de forma suave, pausada y rítmica. Parece que no haya dicho nada del otro mundo,pero es perfectamente consciente de ello. No puede evitar suspirar ligeramente cuando continúa escuchándola. Su vida había sido deprimente, él mismo se consideraba deprimente aún cuando no vivía nada mal. Le faltaba algo y no lograba descubrir que era...

Sin embargo, en comparación con ella parece el hombre más feliz del mundo. Siente curiosidad por la historia de la muchacha, por saber a que vienen ese tipo de cosas...Peor no debe preguntar, ya que las preguntas siempre implican réplicas similares, y a eso no está preparado:

-Yo no he dicho de que tipo de princesas estoy hablando... Las recatadas angelicales se las dejo a los caballeros de armadura. Aunque bien sabemos que lo único que terminan por buscar es poner la lanza a buen cobijo,¿verdad?

Responde con ironía, mirándolade nuevo fijamente. Piensa así y no tiene reparos en mostrarlos, tanta caballerosidad y generosida,d tan exageradas, solo conducían a las ganas de tirarse a la susodicha beneficiada...Él en cambio las prefería brujas:

-A una brujano puedes engañarla, si le regalas algo telo hará comer, si la piropeas te morderá la entrepierna en cuanto tenga ocasión... Pero claro, tendrás la certeza de que, si insistes, no es por meterla.-Suelta una risilla entre dientes, apenas sin diferencia conel aire que sopla de vez en cuando.

Guarda silencio cuando la escucha animarse, buscar en su interior... Parándose en el acto. Un buen momento para demostrarle qué es nada. Con un suspiro deja la guitarra en el suelo, llamando su atención con un par de dedos. Saca la cartera, guardando su documentación y, una vez vacía, excepto por el dinero que lleva encima, se acerca con pasos tranquilos y susurrantes a la orilla del río...

El chapoteo de la cartera cuando la tira al agua, antesde hundirse definitivamente, es más que audible. Segira con total normalidad, quitándose el gorro y lanzandóselo:

-Eso es nada... ¿Y a que es verdad que a ti no te puedo tirar al agua y hundirte en el olvido? -Pregunta retórica, puesto que la repsuesta obvia es una negativa. Con ese simple gesto ha expresado mucho más que si le hubise soltaod una chorrada filosófica, que algunas no están mal, pero es más de ejemplos prácticos.

Sin más, vuelve a tomar la guitarra entre sus dedos y sevuelve a sentar, mirándola de nuevo fijamente, ladeando la cabeza un par de centímetros:

-¿Yo, pedirte...? Quieres hacerlo, lo que no entiendo es por qué te contienes.

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-Oh, que respuesta tan impredecible... -Ironía: la forma de salirse por la tangente y evitar que esa primera frase le afecte o, mejor dicho, evitar mostrar que le ha afectado- Debería decir que igualmente, pero prefiero el silencio a la falta de originalidad, gracias. -Y no añade nada más, solo se limita a observarle tocar, desviando por tanto su mirada a los dedos que puntean cada cuerda, y evitando así un contacto visual que pueda analizarla demasiado.... Porque cada vez se siente más desnuda ante esa mirada, y eso no le gusta.

Ante sus palabras se encoge de hombros... Todo son metáforas al fin y al cabo. Ella no cree en esos cuentos de hada, no le está permitido. Nunca será una princesa, ni tendrá un caballero... Pero tampoco puede ser bruja para librarse con la magia de su vida. Su papel sería seguramente uno tan secundario, que nadie repara en su presencia y le da una solución.

-Bueno, al menos son princesas, siempre se las tiene en cuenta... -Comenta, intentando mostrarse desinteresada- Yo no soy tampoco bruja... Creo que soy más rana que tú, pero en los cuentos las ranas solo se convierten en algo si son chicos, ya ves... -Casi bromea, intentando restarle tensión al asunto, intentando que sea una conversación cualquiera, amena, y sin nada oculto bajo las palabras, por más que sepa que eso no es así.

Y encima, la actuación con la cartera le confirma que eso entre ellos dos es imposible. Por un lado, su parte racional se escandaliza ante el dinero derrochado, pero por otro... No puede evitar relacionarlo en su mente y darle un significado.

-No, no puedes... -Admite entonces- Pero tampoco querrías hacerlo... Tirarme a mí no te serviría para expresar como tiras tus orígenes y verdadero estatus con tal de ser tú, de ser libre... -Y es que para ella eso es lo que ha simbolizado: deshacerse de lo material porque podría tenerlo y huye de ello para ganarse las cosas con un mérito propio que le haga ser libre... Algo que ella nunca podrá ser.

Ante su pregunta le mira fijamente, seria, en silencio, durante largo rato, hasta emitir un suspiro, cerrando los ojos... Tiene una respuesta, y va a dársela, de forma ya clara y concisa, en el momento en el que vuelve a abrir los ojos buscando los que tiene delante:

-...Porque no quiero mostrarte mi alma...

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No puede evitar soltar una carcajada ante el primer comentario de ella. La situación esdivertida y, al mismo tiempo, peligrosa, porque sí es cierto que él está atacando ciertos puntos débiles de ella que ya había observado la última vez...

Sin embargo, el ataque puede ser bidireccional, y eso ya le inquieta un poco más, aunque ni siquiera de muestras de ello. Escucha con atención el comentario de las princesas y las brujas, mirándola fijamente sin mutar su expresión, tomando aire lentamente cuando, por fin, puede responder:

-Uno es lo que quiera ser... Quién no lo es es porque se pone límites así mismo. Aunque si quieres puedo besarte y comprobar si funciona... -Un beso no lo rechazaría ahora mismo, movido por las ganas de hacer ver lo que ella le parece, aún en contra de todos esos argumentos pesimistas.

La respuesta al gesto de la cartera le hace dejar de tocar. Sela queda mirando, con un muyligeor brillo de sorpresa en su mirada. Se esperaba cualquier cosa menos eso, y no lo ha visto venirpara prepararse... Y lo peor es que lleva razón, ya tuvo un estátus hace muchos años, tuvo cualquier cosa que quisiera, y eso mismo fue su perdición, de ahi que ahora se vea capaz de tirar el dinero...

Sin embargo, eso no lo dice, porque, en algunas ocasiones, sobran las palabras:

-Te olvidas de lo más importante: Tirarte a ti sería un desperdicio, y no físico. He visto muchas chicas en mi vida, unas más guapa,s otras más normales... Pero alguien coom tú no he visto muchas veces.

Y llegan al kit de la cuestión con las últimas palabras de ella. Eso lo explica todo, la base de todo su comportamiento, la forma de ser, de tratarle, cada palabra...

Una pregunta surca su mente como side un rayo se tratase:

-¿Quién eres? -Paece muy simple, pero detrás de ella hay algo mucho más profundo, una lanza dispuesta a reventar las capas que le impiden ver más allá de la coraza, porque ahora sabe, a ciencia cierta, que lo que ha estado viendo ahora es una coraza.

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Cada palabra es un golpe que intenta resquebrajar su coraza, y que, le pese lo que le pese, lo consigue. Y eso le hace sentir una vulnerabilidad que va en aumento, cuando la esencia parece dejarse entrever por las grietas que Kiefer va causando en su armadura. Y se esfuerza por evitar que él pueda llegar a atisbar algo, se esfuerza por recolocar sus muros y defensas... Un esfuerzo que cada vez se supone mayor y más complicado porque, en el fondo, aunque jamás lo admita conscientemente, ella no quiere seguir así.

No, no quiere seguir siendo un alma errante encerrada en una armadura oxidada, quiere salir de ahí, ser libre, mostrarse... Pero se lo niega, por miedo, por precaución, por culpa de las experiencias vividas. Es paradójico, hipócrita e insostenible, pero la chica de las mil capas, esas capas que con tanto recelo intenta mantener puestas, lo que más desea es que se las quiten una a una. Pero, como respecto a si misma lleva una venda que no va a quitarse, desvía los ataques hacia los puntos menos importantes, por medio de la evasiva:

-La naturaleza, las circunstancias y las experiencias también imponen sus límites -Responde, negando con la cabeza- Dudo que funcionase... -Dice, medio en broma medio en serio. En realidad, no tiene ni idea de como reaccionar si de repente le da por besarla, pero duda que logre hacerle ver algo con un gesto así. No, ella es consciente de si misma más que él, eso seguro... ¿Seguro? Más bien parece querer convencerse a si misma de ello, algo que no piensa admitir.

Es consciente de que lo que le ha dicho le ha dejado tocado, teniendo en cuenta el sutil brillo de sorpresa que adquieren sus ojos y el que pare de tocar de golpe. Eso solo confirma que tiene razón, y ya era hora... No le hacía gracia que él comenzase con esos ataques en un intento de derribar sus barreras y que la lucha fuese injusta, pero ahora empieza a ser mutua, algo que al menos le sirve de defensa.

Él no dice nada, y ella hace entonces caso al refrán de que quien calla otorga. Que evite contestarle no reconfirma sino que ha dado en el clavo. Así que el cantante oscuro fue en su día un señorito, ¿no? Y ahora, en cambio, al ser lo contrario, quiere renegar de su pasado de una forma demasiado radical como para poder ser. Y así se lo hace saber:

-Crecer en dirección contraria a tus raíces no implica tener que romper con ellas, sin ellas, se rompe la base que te une a la tierra... Renegar de algo no te hace ser diferente, tenerlo en cuenta y a partir de ahí caminar, sí. -Ahora puede entenderlo y tomárselo como pueda... Ella, si logra salir algún día de su agujero, no negará jamás haber estado dentro de él en su día.

Sin embargo, toda la carrerilla que ha cogido en ese último ataque, la pierde cuando él lanza el suyo. Directo y fuerte, sin lugar a dudas. Abre un poco más los ojos, conteniendo la respiración. ¿Quién es...? Muy buena pregunta, cuya respuesta no sabe ni si conoce ella misma. ¿A quién ve cuando se mira frente al espejo? Precisamente estar frente a si misma le da pavor, al no reconocerse... Algo que no piensa decirle, recuperando la compostura para responderle:

-Preguntar a alguien quién es, implica estar preguntando por lo qué es... ¿Qué soy? -Inquiere, con seriedad- Nada...

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La conversación comienza a adquirir un tine sumamente interesante y, al mismo tiempo, peligroso. Ahora se arrepiente de no tener un control total sobre sus emcoiones, se arrepiente de haberle dejado ver ese ratro de sorpresa y haber dejado de toca, es consciente de que ella se ha dado cuenta, así como ella lo es de que él está acertando con la mayoría de comentarios que le dedica.

No puede evitar responder al instante ante el primer comentario de Eithne, rasgando suavemenete las cuerdas de la guitarra, creando sonido pero sin melodía o armonía alguna, con sus ojos fijos en la guitarra, aunque, después de tomar aire suavemente, los fija en los de ella:

-Precisamente porque piensas eso crees que no valdrías para otra cosa. Los límites son eso, límites, y anque te los impongan puedes saltarlos si tienes valor... Aunque hay que tenerlo, claro, y si no lo tienbes, siempre hay alguien que te lo presta, que te motiva a superarlo. -Es lo que piensa, aunque claro, otra cosa es que él se aplique el cuento, porque en cobardía está casi convencido de que la supera. Una ironía en cierto modo hipócrita que no puede evitar decir con tal de ayudarla, y es que ver como una persona se amarga de esa forma, se ve de esa forma, es superior a él.

Que lo haga él consigo mismo, pase, pero que otros decidan vivir en esas burbujas de mierda y miseria, ya no le resulta tan gracioso.,,

Las posteriores palabras de ella le hacen desafinar en uno de sus rasgueos, solo que estavez sus dedos no vuelven a las cuerdas, se mantienen inmóviles, inertes, como sostenidos por la fría brisa proveniente del río. Su rostro se mantiene como si de una estatua de mármol hecha añicos se tratase, con la vista perdida en algún punto del hueco de la guitarra.

Estátus, raíces, romper con ellas no es lo correcto, cada comentario es un puñal que se clava en esas heridas, que hurgan en el arrepentimiento, en las dudas, que sintió en su momento, reavivándolas como el carbón al fuego.

No puede evitar lo que hace cuando, de un único y potente movimiento, lanza la guitarra contra el árbol que tiene al lado, partiéndose en dos con un sonido estrepitoso. Su cuerpo tiembla, y tarda varios segundos en que los temblores cesen y su cuerpo vuelva ala normalidad.

Sin embargo, cuando esos dos ojos verdes se alzan, se muestran más oscuros de lo habitual... Lo ha conseguido, ya no hay barreras, han caído momentáneamente y se ve incapaz de levantarlas... Y por ello, cuando habla, habla desde una especie de odio que realmente no siente, su último mecanismo de autodefensa, el cual, pese a todo, no funciona del todo, porque hay sinceridad en sus palabras:

-Realmente no sabes nada, Eith, no crecí en dirección contraria, crecí con ellas... Fueron las raíces las que cambiaron, y no estuve dispuesto a seguirlas. Nunca he renegado de ello, jamás... Dime una cosa, ?si te hubiesen dado a elegir antes casi de nacer entre ser lo que eres o ser otra cosa, hubieses elegido este camino? -Sabe que la respuesta será un no, y la pregunta va más allá de la mera profesión, habla de sí mismo y de ella misma, del como son y el cómo podían haber sido, esa es la esencia de la pregunta, y no otra. Un suspiro de pura resignación escapa de sus labios en lo que escupe al suelo.-Yo elegí mi camino y, como tú has dicho, las circunstancias me pusieron límites... Pero en vez de aceptarlos y resignarme, los salté.

De ahi que la entienda perfectamente, que no de su brazo a torcer, porque él consiguió terminar con todo, hacer lo que realmente deseaba aún sabiendo que se quedaría sin absolutamente nada y, pese a los deseos de volver, de pedir disculpas y de haberlo hecho de otra forma, se mantuvo firme en su posición... Lo que no quita que sea un tema que guarda con sumo recelo, lo que hizo, a ojos de la gran mayoría de las personas, fue ser un cobarde, y ya tiene bastante con echarse su propia mierda como para que otros se encarguen de aumentarla:

-Aunque claro, si realmente te crees nada es difícil que logres saltarlos... Hay que creerse al menos un ser vivo con ganas de vivir para poder hacerlo, y créeme que sé que es jodidamente difícil, aceptarlo implica enfrentarte a muchas decisiones, y jamás sentirás tanto dolor, tanta mierda, como en ese momento... Y puede que pienses que no seas nad,a pero no te veo una cobarde.

Concluye, en un tono de voz algo más bajo de lo normal, soltando el aire de golpe en lo que, de un único movimiento, se deja caer sobre el césped, mirando el cielo estrellado como si en él pudiese encontrar ya no solo respuestas, sino fuerzas para restaurar lo que acaba de caer.

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"Los límites son eso, límites, y anque te los impongan puedes saltarlos si tienes valor... " Bla, bla, bla... Eso será para él, que tiene medios, no para todo el mundo. Niega con la cabeza, escuchándole, ignorando su rasgar de cuerdas y sosteniéndole la mirada con sus ojos azules intentando, en vano, no mostrarse expresivos... Pero la frustración desesperada se lee en ellos, al menos para alguien perspicaz como Kiefer.

-No tienes ni idea de lo que dices... -Le suelta, sin cortarse demasiado- No todo es voluntad, valor o pensar qué, hay limitaciones mucho más fuertes que todo eso... -Añade, sin importarle que su intención sea la de ayudar... No, no le sirve eso ahora- Qué en tu caso sirva no implica que sirva en todos... Generalizar no solo es erróneo cuando es para mal.

Y entonces, el caos estalla, como una tormenta sin lluvia que surge de la nada, o mejor dicho, de Kiefer. No sabe en que momento lo ha hecho, pero sabe que igual que él ha golpeado sobre su coraza, ella lo ha hecho y de una forma muy notoria. Su mirada se pierde en unas cuerdas que ya no suenan, se hace el silencio...

...Roto estrepitosamente por una guitarra que se rompe contra un arbol, en lo que su dueño tiembla de... ¿Ira? ¿Dolor? ¿Culpa? Quizá un cúmulo de todas ellas. Dos ojos verdes, repentinamente llenos de oscuridad, se posan en los de Eithne, que ahora le observan curiosos, intimidados... Y es que el cambio tan repentino choca y sobresalta.

Comienza a escucharle, al principio intentando ser comprensiva... Pero poco a poco va sintiendo algo removerse en su interior, abofetearla desde dentro, atravesarla... Y duele, duele mucho. ¿Qué sabrá él de la vida? Ha huído de imposiciones, eso está claro, pero... ¿Por qué plantea preguntas sin respuesta? ¿Por qué se aferra a tópicos como romper límites? Porque realmente no quiere admitir que actuó mal, seguro...

Pero es lo último que le dice, dirigido a ella, lo que hace que salte. Contiene el aire, temblando unos instantes, antes de andar hacia él en dos zancadas y zandarearle por los hombros inclinada, acercando su rostro al suyo:

-Eres TÚ el que no sabe NADA -Suelta, soltándole- ¡NADA, NI LA MÁS JODIDA IDEA! -Repite después, andando hacia atrás- ¡No sé qué habría elegido, pero, sinceramente, no sé que utilidad tiene plantearlo más allá de restregar que volver atrás es imposible...! ¿Te crees poseedor de la verdad, no? Con preguntas filosóficas y frases hechas... ¡Claro, eres un sabio, sin lugar a dudas! -Ironiza, sin darse cuenta de lo que dice- Vale, genial, tus raices cambiaron y tú las arrancaste para no crecer de esa forma, saltaste tus límites y bla bla bla... Eres sumamente valiente, FELICIDADES -Rueda los ojos- ¿Te crees que eso es un gran mérito y qué todos pueden si tú pudiste, no? Pero... ¿Desde cuando eres un valor referencial, eh, Kiefer? Cada circunstancia cambia y, perdona que te diga, no eres el único que va de alternativo solo porque no soportase imposiciones de clase social o lupina, no sé cuales serían las tuyas, pero como tú hay miles... ¿Y sabes qué? Todos se creen que tienen derecho a dar consejos desde su propia amargura para que otros no la tengan...

Si le está haciendo daño, en aquel momento no se para a pensarlo, solo se deja desatar, resquebrajada su armadura, dejando que toda rabia y sufrimiento fluyan, aunque sea contra él, que no tiene la culpa:

-Pues mira, seré una jodida cobarde por no tenerte como modelo a seguir, pero, ¿te digo algo? -Coge aire, sin dejar de temblar- Dudo que tus malditas raíces fuesen una jodida red de proxenetas liderados por la Bratva que te esclavizaron sexualmente desde que tuviste... -¿Cuántos tenía? ¿10? ¿8? ¿11? ¿7? Ni si quiera sabe cuando cumple los años- ...Desde que eras un cachorro... ¿A qué no? ¡Dime! -Le exige, pateando el suelo- ¿¡A QUÉ NO, MALDITA SEA!? -Cierra los ojos, intentando calmarse, pero no puede, simplemente, retiene las lágrimas que acuden a sus ojos para no derramarlas- Dime, Kiefer... ¿Cuántas muertes arrastras desde tu huída a este lugar?

Y entonces, una vez suelta eso último, se da cuenta de lo que ha dicho... MIERDA. No debía, ¡tendría que haber mantenido la boca cerrada, joder! Aterrada, sintiéndose demasiado desnuda frente a él, da un par de pasos hacia atrás:

-Yo... Lo... Siento... -Suelta en un susurro rasgado, tambaleándose... Y para cuando se da cuenta, es tarde, intenta evitar caer, pero lo hace... Al río.

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no encuentra la forma, la manera o el método para lograr conseguir algo de ella, siempre hay un obstáculo, un muro que le impide conseguirlo del todo y que, diga lo que diga, ahi está. SIn embargo ahora se arrepiente, ha perdido los estribos un oco y ha soltado las cosas de forma batsante incorrecta, demasiado teniendo en cuenta lo inestable que es ella, lo que con sus palabras provoca...

Y lo que provoca es, ni más ni menos, que un terremoto de agonía, de esos que te dejan temblando y sin saber qué hacer. Todo empieza y pasa muy rápido, su mente registrando cada imagen y cada palabra, desde el momento del zarandeo hasta el del retroceso... Peor no son las accione slo preocupante, son las palabras de ella la sque se clavan como estacas en esa vocecilla tan apagada que posee en su interior.

Esa vocecilla llamada conciencia, que le chilla a gritos todo lo que Eithne le stá diciendo, como si hubiese necesitado el empujón adecuado para estallar y saltar también, haciendo añicos todo lo que es, o cree ser, él, desprestigiando todo tipo de argumento que ha podido utlizar, todo tipo de perspectiva y ounto de vista, como si de un niño con un cristal fino se tratase...

Snagrando durante el camino, no será sangre física pero sangra en lo más profundo y honde de su ser como hace años que no sangra.

¿Quién es él, realmente, para decir qué puede hacer una persona o qué, quién...? Nadie, y esa respuesta que él mismo se da es la que lo destroza, porque todas sus creencias caen como si de un castillo de desgastados naipes se tratase.. Creando un efecto dominó que no termina en arrastrarlo todo como una devastadora ola de sinceridad. Sus ojos se enturbian, se vuelven a tornar oscuros, pero esta vez no es la ira lo que premia en ellos, es el arrepentimiento, la pena, la tristeza...

Ni siquiera puede ayudarla, no sabe cómo, y lo único que ha conseguido es enfurecerla, joderla más aún restregándole cosas por la cara, haciéndola sentir menos, inferior... Asco, ese es el término que mejor define lo que piensa de sí mismo, sintiendo como desgarra pero, aún así, continúa pensándolo. Varios amagos hace de levantarse, de hablar, de mirarla, pero todos terminan tal y como empiezan, en meros intentos sin posibilidad alguna a avanzar, de arreglar el daño que ha hecho. Ni siquiera se plantea que ella se esté desahogando en vez de echarle en cara todo lo que le acaba de decir, es incapaz, se siente demasiado culpable como para pensar con esa frialdad.

Y la cosa se complica más, mucho más, cuando ella vuelve a hablar, soltando todo lo que suelta. Su rostro refleja confusión, sus ojos, una especie de colapso de información. Au mente en blanco, su cuerpo agarrotado, y él, ahi quieto, impotente, sin moverse, incapaz dehacer algo ante la sarta de burradas que escucha. Ahora le cuadra todo, logra atar cabos de forma increíble aún con su estado... Y ahora entiende porque se muestra cmo se muestra, como si no fuese nad,a porque eso es lo que le han hecho creer todo este tiempo...

Muy lentamente uno de sus puños se cierra sobre las briznas de hierba, arrancándolas junto con la tierra y haciéndose sangre en los dedos. No trabaja por gusto, ni siquiera por supervivencia, que también, trbaja de eso porque le han hecho creer que no vale para nada más... No quiere ni imaginarse lo que ha sufrido la chica que tiene delante, no puede imaginárselo, y eso no hace más que aumentar la injusticia que acaba de cometer al hablar sin saber y sin conocimiento de causa.

Pero la cosa pasa de tensa a peligrosa cuando ella se tambalea de forma peligrosa y, como si de una película de fotogramas se tratase, cae al río. Ve su mirada un segndo antes de caer, aterrorizada, y no sabe si es porque le ha dicho lo que le ha dicho o porque se ve ahogada. Por suerte la adrenalina, el instinto y sobretodo el deseo de sacarla de ahi,y no se refiere únicamente al río, pueden con cualquier obstáculo, y en apenas cinco segundos avanza corriendo hacia el río, saltando...

No le importa el dolor cuando entra en contacto con las frías aguas, ni como su pulso se detiene durante unos segundos, al igual que su respiración. Fuerza su cuerpo al límite para dar una brazada tras otra hasta alcanzarla, y a base de fuerza, ya no solo física sino también de voluntad, la saca del río, tumbándola en la orilla. Ahora es cuando comienza a tiritar, per no tiene tiempo para andarse con remilgos cuando se acerca corriendo a la sudadera que Eithne se había quitado y se la hace poner, levantándola por los muslos y cogiéndola en brazos, aún cuando el esfuerzo cmienza a ser doloroso:

-Eith... -No es momento para atascarse, joder, lo sabe.-S-si no v-vamos rápido a un s-sitio caliente entraremos en h-h-h-hipotermia... -No duda ni un instante cuando echa a correr, aún con el dolor de pies, en dirección a su casa, abandonando el río... Pero no abandonando las turbulencias que ahora surcan su mente, a las cuales Eith y su propia conciencia han alimentado de forma algo más que eficiente. Solo tiene clara una cosa, una sola..

Y es que hoy será la oscuridad quien proteja el rastro de luz que le queda a la joven loba.

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