Cuando estás sola…[Libre]

Iba distraída caminando en su mundo, como era costumbre en ella.
Sus ojos de un tono verde grísaseo iban perdidos en aquel mapa de la ciudad ¿Cuánto tardaría en ubicarse? Lo cierto era que necesitaba llegar a casa, despojarse de las preocupaciones, dejar de pensar por unos segundos.
La catástrofe reciente de su familia la tenía perdida, sumida en pensamientos profundos, al igual que confusiones.
No sabía a dónde ir, qué hacer, si gritar, llorar, nada. Aunque si iba al caso, era algo irónico, porque ya sabía por qué estaba aquí, claro, por decisión propia y ayuda de su abuela; por qué caminaba sola, pues porque era nueva y andaba perdida; por qué veía tantos rostros deconidos.. Y finalmente, el por qué estaba aquí: para empezar de nuevo.
Al momento retira su mirada de aquel papel arrugado de tanto guardarlo rápidamente en su bolso, y a causa del frío viento que corría en el lugar.
Pasa la vista varias veces por las personas que ve allí presentes, luego de comprar un boleto para el tren, pero su expresión se vuelve alarmante ante aquella muchacha.
- ¡Hey! ¿Qué haces? - grita yendo directo a ella, y la toma por el brazo.
La joven parecía perdida, distante, al igual que ella. Su rostro no denotaba expresión alguna en ese momento ¿En qué estaría pensando? ¿Era una suicida?
Millones de preguntas pasaron por su mente, pero sólo se quedó a la espectativa, viéndola, preocupada, respirando algo agitada.

En ese instante pensó muchas cosas, pero prefirió guardarlas. No iba al casp agobiar al prójimo con preguntas, y mucho menos, si parecía que hace unos segundos intentó terminar con su vida.
Aquello, sencillamente, en 'su mundo', se llamaba suicidio, pero.. ¿cómo se llamaría por estos lados? Ya que al hacerlo en un momento donde tanta gente transita, debería parecerle algo extrañamente normal.
Suspiró, tratante de conservar la calma, como era costumbre en ella, y miró a la pelirroja que se situaba frente a ella, cuyo brazo estaba aún oprimido por su delicada y pequeña mano.
- Un metro.. ya veo.. - murmuró sin mas, alzando ligeramente ambas cejas, asintiendo con la cabeza, haciendo notar un poco su sarcasmo.
- Yo esperaba el tren para.. - se calló en ese instante, al ver como dicho vehículo cerraba las puertas en su cara - .. ir a casa.. - concluyó, estupefacta, sonriendo resignada.
- Bueno.. - musitó con voz tranquila, como si el hecho de tener que esperar quizás una hora mas para llegar a su hogar no le molestase en lo absoluto.

Guió a la joven, aún tomandola del brazo, hasta una banca vacía, en medio de aquel tráfico de gente que pasaba y pasaba sin mirar a quien chocaban o a quien esquivaban.
Hizo que se sentara y la miró fijamente, expresando aquella calma que vivía en ella desde que nació y tiene noción de su vida.
- Me parece a mi o.. - señaló por sobre su hombro con el dedo índice, e hizo una mueca con la boca, mejor callarse por unos instantes, que si la mujer quería hablar, lo haría sin duda. Nada de presiones.
Era esbelta, una hermosa dama. Pero.. ¿qué la llevaría a aquella extraña actitud?

Estaban ambas frente a frente, cuando Fraiah oyó las palabras que salieron de su boca.
Bien, paecía todo lo contrario a lo que ella dijo. Probablemente, si el resto de las personas que pasaban por el lugar prestaran un poco de atención a su entorno, hubieran notado lo mismo que ella en esa mujer: tristeza y desolación.

No quería incomodarla, y varias veces pensó en que quizás lo mejor sería marcharse, pero no iba a dejarla sola. No. Una persona con al menos dos dedos de frente, sabría que en una situación así, por mas creíble que intentara que parezca el prójimo, había que ser precavidos y perseverantes, aunque quedarse implique algún que otro peligro.
Ella no conocía a aquella mujer, pero no parecía mala persona. Es más, ni siquiera aparentaba tener la energía suficiente como para querer hacerle algo por haberla quitado de sus pensamientos. Y no era que no tuviese la fuerza, sino que el desgano se lo impedía.

Fraiah era experta en acatar lo que una mirada significaba. Y la de esta mujer, sólo reflejaba oscuridad ¿Qué la llevaría a eso? Sin duda, no se lo preguntaría. No si ella no comenzaba a querer contarle por su propia cuenta. Aunque no la conociese, la escucharía. Nunca se sabe cuando a ella le tocara necesitar un oído también, un hombro en el cual respaldarse. Había que ser comprensivos.

Suspiró y se sentó a su lado. La miró distraídamente un momento, y luego juntó sus manos, jugando con uno de los anillos que llevaba puestos.
- Y si no querías hacer eso.. ¿qué razón explica que casi te matas? - comentó de manera convincente, volviendo su vista hacia la mujer nuevamente.

Al parecer, ella al igual que Fraiah, también hacía un mínimo exámen visual de quien tenía en frente. No quiere decir que fuera minusioso, pero al fin y al cabo, era algo que denotaba su mirada.
¿Pensaría que Fraiah era alguna trastornada? ¿Alguna que otra paranoica melodramática? Esperaba que no, sinceramente.

Al estar una sentada al lado de la otra, sólo atina a sonreir. Como si fuese algo básico, incorporado como un circuito. Estaba acostumbrada a hacerlo, hasta en los peores momentos, y es que iba con ella, era parte de ella, y lo sería siempre. No podía vivir sin una sonrisa que surque su rostro, por mínima que fuese.

Escuchó lo que ella comentó con atención. Muy lógico, muy cierto, ¿no? A cualquiera podría pasarle, de estar divagando en las nubes, y casi matarse.. ¿algo natural? Puede ser.
- Pues, es certero. Podría considerarse esa opción. Yo también suelo ser algo despistada, así que no puedo regañarte..- comentó deduciendo que ella no le mentía, y que era eso lo que realmente le había pasado, mas allá de los problemas, las preocupaciones, y el cansancio que denotaba su mirada, claro.

Asiente mirando las vías del tren, ante aquel comentario. Muy cierto sin duda. Si se pusiera a contar ella la cantidad de veces que tuvo que reaccionar en cuestión de segundos para que no la atropelle un auto, no se caiga en medio de la calle.. despistada total, nada podía describirla mejor en este momento.

Volteó a admirar los ojos azules de la mujer ¿Acaso todos los que conocía poseían aquellos colores tan bonitos? Desde el federal del otro día en los callejones, hasta la muchacha del río. Todos tenían ojos realmente bonitos, y no era que ella no estuviese conforme con los suyos, pues le gustaban, pero lo cierto era que le sorprendía ver aquella variedad en tonalidades reunidas en un mismo lugar. Raro.. ¿no?

- Creo que a veces ese es el resultado de nuestras idas a la cuarta dimensión mientras caminamos..- comentó señalando las vías, afirmando lo que su acompañante había dicho antes.
- Es todo cuestión de.. ¿atención? No lo se. A veces los problemas te llevan mas allá, y se vuelve imposible prestar atención al camino por donde vamos..- musitó luego, mirando sus pies, mientras el cabello cobrizo le caía sobre la cara.

Eran dos solitarias sentadas en una banca. El mundo parecía ausente en esa charla o.. ¿sería que ellas eran las ausentes?

Fraiah siempre era de escuchar a los demás, pues sus problemas, eran de ella también. Sus grandes ganas de ayudar la obligaban a veces a cargar sobre su espalda mochilas ajenas, pero aún en esa situación, a ella no le importaba con tal de lograr ver una sonrisa en el rostro del prójimo o al menos, una muestra de que se encuentra mejor..

Se quedaron en silencio por unos momentos, hasta que la voz de la mujer irrumpió en el silencio.
La miró a los ojos y negó con la cabeza. No tenía ganas de llenarla con sus problemas, además, no quería parecer débil, debido a que de esa forma, no podría ayudarla a ella, que no se encontraba para nada bien.
¿Que si era muy estricta con ella misma? Sí, lo era, pero aún así, no le importaba.

Sospechaba de que su intento de ocultar sus penas haya sido en vano, y en cierta parte, no creía a la mujer tan tonta como para no darse cuenta, después de todo, ambas estaban pasando por lo mismo. Algo que las entristecía, algo que las incomodaba y las preocupaba..

Durante unos minutos de silencio, ella decide romper el hielo presentándose.
Fraiah, claramente, no se lo esperaba, ya que no parecía tener muchas ganas de hablar, pero sin duda, eso era un buen paso, y mas aún si no conoces a casi nadie por aquí.

- Fraiah Eslin, un placer - dijo mirándola, esbozando una pequeña pero dulce sonrisa.
Jaqueline. Un nombre muy bonito. Lo había escuchado unas veces, pero definitivamente nunca se había puesto a pensar en que es verdaderamente lindo. Qué cosas de la vida, esto de pensar cosas tan simples en momentos que quizás no se crean oportunos.