Trabajo, trabajo y más trabajo[Héctor]

Eran las diez de la mañana, una mañana como otra cualquiera, lo único es que esa mañana tendría que ir a investigar los últimos sucesos que azotaban Bucarest. Sí tenía un don, para que el jefe me mandará en mis días libres a recopilar información, siendo que soy más de salir en pantalla, pero cuando hay gripe y falta de personal, todos valen para salir a la calle.

Asi que con decisión, pise la comisaría, dejando aparcado el pequeño Mini, en la entrada. Nada más entrar los policias de allí, estaban agetreados, pero con una sonrisa fácil, me acerque hasta la secretaria, para que me hicierán caso, pero nada de nada. Disculpe! - comencé a decir al hombre en voz alta, pero ni se inmutaba parecía sordo completamente.

Llevaba un fichero en mis manos, el cual estampe contra la pequeña barra que separaba al hombre sordo y que supuestamente me tendría que anteder y a mí. El ruído que el fichero ocasiono, fue el único que hizo que los policias se detuvierán por un momento, y mis mejillas se tornarán de un color rojizo, vergonzoso.

¡Maldita mañana! Eso era lo que tenía en mente. La comisaría estaba llena, demasiado llena no cabía ni un alma y todos corrían de arriba a abajo, los ultimos sucesos en la ciudad nos teníana todos en marcha, raro era el dia que volvía a casa pronto. La verdad es que estaba algo agotado y solo eran las diez de la mañana aunque estaba seguro de que lo que tenía delante era un dia agotador y eso me cansaba aún más.
Aparqué cerca de la entrada de comisaría y entre lentamente aunque claro, el barullo que había dentro me alteró y me puso en marcha enseguida.
Rapidamente fui a cambiarme y entre de nuevo con los demás, la verdad es que aquello se estaba concentrando de mala manera y aquel día no em tocaba salir así que debía buscarme un buen lugar en comisaría y atender a los clientes yo mismo ya que los demás estaban demasiado ocupados en otras cosas.

La verdad es que no tenía ganas de nada pero no me tocaba otra y ese era el problema. Miré mi reloj, los minutos pareían no pasar y eso em ponía cada vez más nervioso, enr ealidad estaba deseando salir para poder descansar o simplemente ver si podía encontrarme con alguien interesante que me hiciera reír un rato y olvidarme de todo aquel abrullo que se concentraba en mi habitual lugar de trabajo. En realidad amaba mi trabajo y por eso quizás aún no me había quejado de las condiciones de aquellos días como muchos otros, no era para ponerse quejica despues de todo, teníamos que actuar cuanto antes.

Me puse bien al corbata me di la vuelta para ver entrar a una joven bastante atractiva en comisaría, me parecía ahberla visto antes en alguna parte pero nunca había tenido con ella una conversación muy fluida. Sonreí de lado sin poder evitarlo repasando un poco su cuerpo, no podía olvidar que las mujeres eran mi perdición.
La chica parecía algo desesperada y encesitaba ayuda, elr ecepcionista ni siqueira la escuchaba, la evrdad es que andie era capaz de escucharla había demasiado ajetero, pero claro, los lobos no eramos cualqueira y yo si la escuchaba. Su golpe seco con la carpeta contra la mesa de recpeción hizo que todo el mundo se girar a mirarla y el sentir sus mejillas rosadas por la verguenza no pude evitar sonreír de lado negando con la cabeza. Me acerqué a ella mientras veía como los demás continuaban a lo suyo.

- ¿Pasa algo señorita? - el pregunté apoyandome en la mesa de repecpción mientras la miraba con mi sonrisa blanca e inmaculada, esa que siempre parecía llevar puesta.

Afortunadamente aquel golpé y como consequencia la mirada atenta de todos los presentes, duró bastante poco, eso lo agradecierón mis mejillas que poco a poco se volvían de un color más normal. Respire hondo, intentando calmarme, solía alterarme con bastante frecuencia.

Mis ojos mirarón de reojo, a un hombre, bastante bastante atractivo, y después pasarón a mirarlo fijamente cuando había escuchado unas palabras que salían de su boca y si no me confundía iban para mí. -No.. em.. sólo quería que alguien me atendiera – dije con una sonrisa vergonzosa, que era una mezcla entre risa y mejilas rojizas

Miré al recepcionista que ahora, si que estaba atento a mis palabras, y le dedique una mirada de odio, que enseguida cambio, para volverle a hablar al hombre. -Soy Tiffany Blame y soy periodista – dije mientras sacaba una tarjeta de registro que certificaba mis palabras y señalaban que trabajaba en uno de los canales más importantes de la televisión rumana.

Le hice un gesto al recepcionista para que siguera a lo suyo, yo atendería a la joven. le sonreí de lado y observe la tarjeta que me mostraba donde indicaba perfectamente que ella era periodista.
No era de extrañar que apereciera por allí pues lo habíamso estado esperando y es qu era normal que los metiches de los epriodistas se interesaran por el estado de la comisaría despues de lo sucedido y que intentaran sacar a la luz datos que no se podían enseñar al público. Aunque tampoco era su culpa, era culpa de la porductora así que no iba a cargar todo eso contra la pobre chica que tenái delante, no se lo merecái, ella solo hacía su trabajo.
Me vino a la mente entonces de donde la conocía, claro, la televisióm, la había visto en televisión, sonreí de lado negando con la cabeza.

- No se preocupe por nada, yo la atenderé - dije cogiendola levemente por la cintura para embujarla dejandonos paso por el lugar hasta llegar a uno de los despahcos. Le di una vuelta al pomo de la puerta apra entrar y dejar que ella entrara detrás de mi. Le sonreí de laod apra cerrar la puesrta y sentarme detrás del escritorio.
- Yo soy Héctor Applewhite, para servirla - le dije con uans ornisa aldeada mientras una de las chicas que había por allí entraba con un par de tazas de café y la dejaba sobre la mesa. Le sonreí a la muchacha mientras está sonrojada salía por la puerta.
- Supongo que ha venido por lso atentados sucedidos hace poco ¿Hay algo que queira saber en especial? - le pregunté con educación a la atractiva periodista.

Agradecí que el chico, diera aquella seña al recepcionista que me estaba poniendo realmente nerviosa, aunque no tanto como la irresistible sonrisa del policía. ¿Pero en que estaba pensando? Por favor, Tiffany centraté – me díje a mi misma, mientras seguía al policia hasta el despacho.

Amplio y cómodo, me senté en la silla que estaba enfrente de la suya pero separada por aquel escritorio, que nos separaba, siempre me habían echo bastante gracia las mesas de escritorio, si parece una tontería, pero con una simple tabla se pueden marcar muchas diferencias. - Encantanda Héctor – dije con una sonrisa, mientras sacaba una libreta y un bolí de mi bolso.

Escuché lo último que aquella boca dijo, y que me quedé mirando durante unos segundos, tales que ni cuenta me había dado que una jóven había entrado para dejar los cafés. Después reaccioné, y pensé en que decirle, porque obivamente no le iba a decir que tenía que sacar una exclusiva y si era sucia, los ceros se añaderían a mi nómina. -Bueno, estaría bien saber si habeís sacado algo en claro – dije con una sonrisa, parecía un ataque, pero es que el dinero mueve montañas