Cuida lo que hagan los tuyos, es tu responsabilidad [Natsuri-Ketsuo]

El coche se detuvo frente a la puerta de la casa de los Kageshi, ambos hombres en la parte delantera del vehículo. Abrí yo mismo la puerta para salir, mientras del otro lado uno de esos hombres abría la de Natsuri para que saliese. Rodeé el coche para llegar hasta ella mirando la casa -Parece que tenemos suerte y hay gente en casa- Dije para luego mirarla acomodando bien el abrigo abrochando el botón que había retirado estando sentado en el coche. Sin mas empecé a andar a esperas de que ella me siguiese para llegar hasta la puerta y tras asegurarme de que ambos estábamos frente a aquella puerta, llamé y tras hacer aquel llamado esperé pacientemente a que el padre de la cría apareciera.

Otro par de lobos nuevos en la ciudad, cada vez llegaban mas lobos de otros lares, lo cual era bueno siempre y cuando mantuvieran todo el orden que necesitábamos, no como la aquí presente que en unos segundos hizo que lo que podía haber sido una simple paliza por al protección de su raza...a un riesgo total para sus iguales. Aquello se lo haría saber a su antecesor... Miré de reojo a la chica, para luego mirar al puerta al escuchar como se abría, mirando fijamente entonces a quien al otro lado estaba.

Cuando Gabriel se baja del coche, a mi derecha se abre la puerta y uno de los dos matones lobunes me agarra por el brazo y me saca con bastante brusquedad del vehículo. Automáticamente aparto el brazo de un sólo golpe y le miro esbozando un leve gruñido de advertencia, mirándole de forma penetrante a través de mi ojo ambarino.

Sin mediar palabra, y notando esas condenadas mariposillas nerviosas en mi estómago, sigo al hombre que sube las escaleras altanero y elegante, con las manos en los bolsillos, la mirada fruncida en fija en mis botas, y la cara medio amoratada y con la ceja y el labio partidos.

Él llama a casa. Y casi como si no hubiera puerta, escucho el sonido de una guitarra apagarse en el piso de arriba, y unso pies descalozs bajar precipitadamente la escalera. Acto seguido, la puerta de la entrada se abre, y tras ella, la cara cortada y preocupada de mi padre aparece, volviéndose un auténtico cuadro al ver a mi acompañante.

Ando perdido entre las cuerdas de la guitarra, als notas del pentagrama y las letras tachadas y retachadas y anotaciones al margen de mi cuaderno de composiciones que quizá nunca verán la luz, cuando la puerta de la entrada suena con unos firmes golpes.

Dejo el instrumento y los papeles en el estudio, al tiempo que bajo corriendo las escaleras, para abrir la puerta principal. Por un lado pienso en Natsuri, aunque no se por que´llama si ella tiene llaves de casa...
Claro que todas mis dudas se esfuman al encontrarme cierto careto nada amigable con expresión de circunstancias (malas, claro) que no me esperaba volver a ver para nada.

- ¡Gabriel! ¿Qué haces tú...? - pero me callo al ver la figura bajita que la acompaña, con toda la cara morada y heridas evidentes por todo el rostro. - ¡¡Natsu!! ¡Joder, ¿puede saberse qué demonios te ha pasado?!

Alargo la mano y le cojo el rostro a mi hija, para ver que básicamente lo tiene destrozado. No hace falta ser listo para saber que seguramente se ha vuelto a meter en peleas. Y se me atraganta el alma sólo de pensar que esa pelea haya podido ser con Gabriel, porque eso significa que entonces se me cae el pelo, sobre todo el pelo lobuno...

Observo al macho alfa con incomprensión, sosteniendo su penetrante mirada, a expensas de una explicación.

Mis ojos se clavaron en los de Ketsuo reconociéndole de otros encuentros -Así que tu eres el responsable de este cachorro descarriado...- Dije mientras dejaba que examinara el rostro de su hija. Yo le seguía con la mirada en Ketsuo -Tu hija...ha tenido la inteligente idea de transformarse frente a tres humanos adolescentes...- La miré de reojo regresando luego la mirada a su padre.

Guardé las manos en los bolsillos del abrigo -¿Sabes cual es el castigo por hacer tal cosa?- Pregunté aunque seguramente no sabría ninguno la respuesta, para empezar la priva de caza...y para continuar la continua vigilancia de hombres de mi vigilancia para supervisar cada paso de la "infractora". Había puesto en peligro a toda la manada sin siquiera conocer a ninguno de ellos, y para su "suerte" se había encontrado con el líder de dicha manada que se convertiría en su némesis -como el de tantos otros- Al cometer tal error, era preferible que sufriera aquella dolorosa paliza antes de poner en peligro a todos y yo soy el encargado de mantener el equilibrio entre los lobos y los humanos, el mantener el secreto que muchos de los nuestros se afanan en hacer a la luz...

Cuando mi padre pone sus manos en mi rostro, yo me aparto con un giro brusco de la cabeza, evitando a toda costa cruzar la mirada con él. Retrocedo y me separo también de Gabriel (ahora me entero de que se llama así), notando que al mirarme de reojo, sus pupilas me traspasan como si fuerna dagas heladas.

- ... yo sólo.... - quisiera defenderme o decir algo en mi defensa, pero de alguna forma, al mirada alarmada y confundida de mi padr,e sumado al estoicismo señorial de Gabriel, que tan incómoda me ha sentir, hacen que cierre la boca de inmediato.

Es entonces cuando Gabriel menciona la palabra "castigo", y es cuando me tenso como una vara y vuelvo mi mirada hacia él y hacie mi padre alternativamente, rogando por Dios que sea lo que sea, no le inmiscuya a él.

En cualquier otra circunstancia, al escuchar "cachorro descarriado" seguramente me habría puesto como una moto y actuado con cierta imprudencia. Pero ciertamente, Gabriel no decía nada que no fuera cierto. Esos golpes en la cara y la mirada derrotada y arrepentida en los ojos bicolor de mi hija me hacen ver que, no sólo lo que me dice Gabriel es cierto, sino que además. y para variar, ha vuelto a meterse en peleas, o a vuelto a buscar gresca de alguna forma...
Didier va a matarme...
Es por eso que, con un largo suspiro, cojo a Natsuri con firmeza por el brazo y la atraigo hacia dentro de la casa, interponiéndome entre ella y Gabriel.
Y acto seguido me inclino hacia delante y muestro el cuello, con expresión seria y decidida.

- Sí, yo soy su padre. En nombre de mi hija te pido disculpas, Gabriel. - digo con tono franco y grave. - Espero poder enmendar de alguna forma los problemas que haya podido causar, y asumo la responsabilidad del castigo.

Se que Natsuri no estará de acuerdo en absoluto. Pero también se que no quiero que le pase nada malo, y será por el instinto protector de padr,e que estoy deacuerdo en aceptar el castigo en su lugar, si eso implica algún tipo de daño a su integridad física o psicológica.
Permanezco inclinado a la espera de la respuesta de Gabriel, con el rostro serio y sereno (quién lo diría) y los ojso cerrados.

Ignoré el intento de comentario de Natsuri, clavando mis ojos en cada movimiento de Ketsuo que, como padre protector, hizo que la joven entrase en casa. Ketsuo se inclinó de aquel modo que todos los lobos habían ante mi presencia, podía saber que significaba la humillación de acciones ajenas. En ocasione había sufrido de alguna humillación por cosas que Jeremmy hacía...

Ketsuo dijo de cumplir él el castigo impuesto, negué con la cabeza -No se puede enmendar todos los errores que ha cometido en el da de hoy, e mi presencia y descorriendo el "velo" ante tres humanos- Hice el gesto de comillas con una de las manos -Tu cachorro ha osado el transformarse frente a tres humanos para poder ser mas que ellos y además casi mata a uno- Clavé la mirada en Ketsuo cuando este se levantara -Como entenderás no puedo permitir que siga en Bucarest, ha cometido mas imprudencias en un día que yo en toda mi vida- Dije manteniendo el rostro serio, pues el tema lo era, estaba pidiendo a un padre que expulsara de la ciudad a su hija, pero era o eso o... no había ninguna otra opción, o la mandaba el o la mandaba yo a algún otro sitio.

Cuando mi padre se inclina ante Gabriel, incosncientemente hago el ademán de alzar una mano para detener su disculpa. Pero de nuevo la voz de mi conciencia me informa de que ya le he avergonzado bastante, y por ello, retiro el puño y me quedo inmóvil y quieta, exhalando un largo suspiro, y agachando la cabeza.

Realmente no tengo nada que decir. ni siquiera cuando Gabriel niega la proposición de mi padre, cosa que me aloegra y a la vez me da miedo, sobre todo teniendo en cuenta que eso implica que el castigo voy a tener que sufrirlo yo en persona.

- ¿Cómo...? ¡No es justo! - me quejo cuando el alfa insinúa que he de irme de la ciudad.

Más que nada porque se que eso implica regresar a Noruega. Y no quiero, por nada del mundo, volver con mi madre, con la manada... no puedo. Aunque por un lado me alegre de volver a estar con mi hermano... quise qudarme aquí, ¿no?
No, no quiero volver, por nada del mundo.

Suspiro largamente ante la réplica de Gbariel, irguiéndome y sosteniendo su mirada con estoicismo. Asiento levemente con la cabeza y agacho la mirada con evidente desconsuelo. No me agrada mucho la idea de separarme de mi hija. Pero al margen del castigo de Gabriel, es evidente que ahora Natsuri está en peligro, y que la próxima ve zno tendrá tanta suerte como ahora. Si la hubierna cogido los humanos, ¿qué habría pasado? Y si se queda, a parte del enfado obvio de Gabriel y el descontento de toda la manada, ¿la buscarían?

Oigo entonces la réplica de Natsuri. Y sin pensarlo me giro y le suelto un bofetón en la cara (en la aprte que no tiene herida, claro, no soy tan bruto), no demasiado fuerte como para que sea especialmente doloroso, pero si lo suficiente como para que se piense dos veces el volver a intervenir.

- Natsu. Ya me has ridiculizado bastante. - mi ojo verde, el que está cortado por la cicatriz, la observa de forma que no admito réplica a mi orden. - Vete arriba. Mañana cogerás un avión a Noruega. Hoy mismo llamaré a tu madre.

Vuelvo a girarme, porque no quiero ver la expresión heridao en sus ojos. Me duele más a mí que a ella el tener que decirle que se marche de mi lado. Y aunque ella no lo entienda, y Gabriel, buno quizá sí, quien sabe, se que ni tenemos opción, sino que además es la única salvación para ella, si no quiero que en la próxima caza sea Natsuri la que haga de presa.

- Me encargaré de que salga de Bucarest, Gabriel. - digo mietnras escucho los pasos de la chica corriendo escaleras arriba. - No volverá a suceder...

Aunque mi tono sigue siendo serio y formal (viniendo de mi, quién lo diría), ahora mis ojos verdosos quedan empañados por un velo evidentemente entristecido.

Desvié la mirada a la cachorro cuando replicó y luego a Ketsuo cuando esté la reprendió con aquella cachetada y esas palabras duras para cualquier padre de decir, aquellas palabras que en alguna ocasión casi sin pensarlo había dicho a mi propio hijo. De nuevo mis orbes e clavaron en los del hombre, mientras hablaba y la cría corría escaleras arriba -Lo dejo en tus manos, es tu cachorro y como padre has de responsabilizarte de toda y cada una de las acciones, ya sea para bien o para mal- Cierto era, había de sentirse orgulloso cuando tu cachorro hacía algo merecedor de tal alago, y enderezarlo cuando no era tan correcto aquello, en mi vida paterna poco habían sido esos momentos pues no me había centrado en Jeremmy y creo que ya era tarde para ello.

-En cuanto esté fuera de Bucarest quiero que me avises y si en un futuro regresa ya sea por su propio pie, también. Has de hacerle ver lo peligroso que es eso que hace, tampoco sabemos si es la primera vez o no que se transforma frente a humanos, debe de saber que es lo que es sacrificarse por los suyos, lo de esta noche ha sido un acto egoísta para con la manada- Dije de forma seria, queriendo marcar en la mente del padre lo que significaba todo aquello por lo que luchábamos cada día.

El tortazo dem i padre me pilla del todo desprevenida, pero aún peor me pilla su mirada penetrante y autoritaria. Esa mirada mezcla de orden, enfado y decepción. Y me duele más eso que el golpe en sí mismo. De be ser porque soy joven, porque soy chica, o porque es mi padre, pero como sea, siento que los ojos me escuecen y comienzan a amenazar con llenarse de lágrimas ante el hormigueo sueave del golpe en el lado, antes sano, de mi rostro.

Aparto la mirada de él, y me topo con la impasible de Gabriel, lo cual hace que aumente más mi sensación de humillación. Por no decir el fuego de la injusticia latiendo en mi interior, ese que quiere que me niegue a toda costa a volver a casa con mi madre.

Sin decir nada más, me doy la vuelta y subo escaleras arriba y me encierro en la habitación de un portazo, ajena a los ruidos de abajo, tirándome en la cama y agarrando la almohada con tanta fuerza y rabia que casi podía decir que iba a destrozarla.

No era justo. Ser lobo no er ajusto...

- Hasta donde yo se, no. Nunca antes lo había hecho. - suspiro, cruzándome de brazos con gesto preocupado. - Se bien los riesgos que hemos corrido, y no te preocupes, se lo haré entender. Y si no me hace casoa mí, se lo hará entender la manada de Noruega... - suspiro de nuevo haciendo una corta pausa. - Supongo que nunca debí separarla de ellos... - el último comentario es más un murmullo dirigido a mí mismo que realmente parte de la conversación, y por ello, pierdo la mirada un momento en el infinito, y esbozo una sonrisa sardónica.

"Soy un desastre de padre..." pienso mientras dejo caer los hombros con cierto abatimiento, y empiezo a ordenarme mentalmente para emepzar a hacer llavadas y reservar un billete de avión de ida hasta la capital del país nórdico... y sobre todo para llamar a su madre, que se pondrá como loca al teléfono cuando le cuente lo ocurrido.

Observo a Gabriel y me inclino de nuevo con gesto respetuoso, añadiendo:

- Mañana se marchará en el primer avión que tenga plaza. Te lo haré saber en cuanto se marche. - le digo, y después, irguiéndome una vez más, clavo mis verdes ojos en los suyos. - Además, hay un tema imporrante que pone más en peligro a la manada que la temeraria de mi hija, y que creo que deberías saberlo... Pero no creo que este sea el momento de hablar de ello.

Escuché a Ketsuo mientras hablaba, asintiendo levemente a sus palabras -Los cachorros son responsabilidad nuestra...- Comenté poniéndome por un momento en su lugar como padre. Dijo algo de otros asuntos importantes de los cuales no podíamos hablar ahora -Bien, pásate mañana al medio día por el Luna- Dije de manera tranquila guardando las manos en los bolsillos, no aparté la mirada de los ojos del lobo.

-Si no tienes mas que decir me retiro, he apartado algunos asuntos para poder evitar que pasara algo mayor. Además he de mandar retirar a aquellos muchachos del metro...- Dije y entonces pasó por mi cabeza aquella estampa de la cachorra convertida frente a aquellos muchachos en un gesto de defenderse, un gesto irresponsable que ya su padre le haría ver el error que cometió. Entre los lobos había una normas y esas normas también hacían referencia al contacto con los humanos

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