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| Disculpando mi cobardía (Ketsuo) | |
| | Autor | Mensaje |
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Eithne Karenina Lobo
Localización : Sin rumbo... Mensajes : 449
| Tema: Disculpando mi cobardía (Ketsuo) Vie Abr 23, 2010 7:04 pm | |
| Todavía no sabía exactamente que le había animado a hacer lo que iba a hacer, únicamente sabía que su forma de huír aquella vez, corriendo como alma que lleva el diablo, no estuvo bien. Él no había hecho nada malintencionadamente, y había sido su miedo quien había actuado, haciendo que escapase de la posibilidad de verse desprotegida sin todas sus barreras, puesto que Ketsuo, sin conocerla apenas, había golpeado en ellas demasiado bien. Al igual que con todos, había pretendido alejarle nada más ver que podía calarle hondo, y la cuestión es que se arrepentía de ello... No por nada había venido hasta aquí.
Pero lo que no entendía era por qué se le había antojado a su mente recordar todo aquello justo aquella noche. No, era incapaz de plantearse que quizá se debía a su estado: borracha como una cuba. Su aspecto, aún estéticamente agradable dado lo insinuante de su silueta marcada por los pantalones de cuero negros y la cazadora a juego, es lamentable: el rostro, ojeroso y demacrado, maquillado para disimular ambas cosas, el rojo cabello parece haber perdido la viveza que lo caracterizaba, y da la sensación de haber adelgazado como si hubiese estado dos meses a dieta, aunque no haya sido así.
¿Y a qué se debía todo aquello? Fácil, a los cinco largos días transcurridos desde que Gabriel y ella se vieron por última vez en aquella comprometida situación con Kiefer y Nicole. Cinco días que le habían parecido siglos, pues el tictac incesante de su corazón, que latía por inercia, le resultaba tan eterno como el del reloj que marcaba impasible las horas. Le dolía, le dolía como nunca jamás nada.... Pero seguía viva -aunque por dentro no lo creyera así- y tenía que moverse, tenía que salir de esas cuatro paredes llenas de recuerdos de las últimas semanas junto a él, o acabaría por consumirse en estos hasta perder los pocos esbozos de cordura que le quedaban a su fragmentada mente. Lo peor de todo es que estaba terminando con su pobre despensa y, dado que a su nuevo trabajo le podía ir diciendo adiós, pronto tocaría volver a las andadas. Esa idea le horrorizaba tanto que hoy había acabado así, drogada por el Hada Verde y apunto de cometer aquella locura...
Sus pies, enfundados en las botas altas de tacón, hacen algo de ruido al cruzar el caminito que atraviesa el pequeño jardín, con pasos tambaleantes. No puede evitar quedarse mirando el susodicho largo rato con sus ojos azules, embobada, observando los bonsais. Sacude la cabeza, echándose hacia atrás su ígnea melena, y asciende finalmente las escaleras, intentando no caerse, y logra llegar a la puerta casi sin tropezar. Tomando aire, llama al timbre dejando que este suene un poco más de lo correcto según el protocolo, y espera. Sostiene en su mano una botella de absenta, supuestamente un detalle para el anfitrión, de la cual no queda apenas el culo lleno. No es muy difícil saber donde está el resto... Exacto, en su estómago. | |
| | | Ketsuo Kageshi Lobo
Localización : Tras las cuerdas de mi guitarra Mensajes : 181
| Tema: Re: Disculpando mi cobardía (Ketsuo) Mar Mayo 04, 2010 11:45 pm | |
| Re-fa-la... do-mi-sol... si#-re-fa... Descienden los acordes del piano decadentes, lentos y arrastrados al tiempo que mis dedos pulsan armónicamente cada nota sobre el blanco marfil del piano situado en el pequeño estudio. Mi frente se haya apoyada en el antebrazo derecho, que a su vez suejta el peso de mi torso sobre la parta alta del piano, sumiendo rostro en la oscuridad tenue que permite que mis ojos se pierdan sin apenas parpadear en esa cadencia blanca-negra-blanca-negra-blanca-blanca-negra-blanca... no presto atención alguna a lo que hago, sólo a esas nostálgicas notas que tan bien acompañan ahora a mi estado anímico.
Aplastados por mi codo, esparcidos y mal ordenados sobre la tapa del piano de pared, está los apuntes musicales de Natsuri. Lo único que ha quedado aquí de ella, además del recuerdo. Su habitación ahora está prácticamente vacía, sin nada en las estanterías, sin nada en los armarios más que aire, polvo y recuerdos; y la cama bien hecha, msotrando las sábanas tiesas y vacías del colchón que ya no soporta ningún sueño.
No puedo negarlo, por mucho que me esfuerce en evitarlo. Hecho de menos a mi hija... y la discusión, la última mriada que me hechó, la forma en la que se bajó del coche de un portazo para ir al aeropuerto sin mirar atrás ni despedirse, evidentemente enfadada y decepcionada, aunque internamente lo único que sentía era tristeza y bien lo sé; se me ha marcado en el cerebro como un maldito tatuaje a fuego. Y por ello no puedo evitar pensar que algo entre nosotros ha fallado, que se ha ido con ella a Noruega, o que simplemente se ha perdido por el camino...
Por mucho que su madre me diga que ella está bien y que no monta lío, se que es porque seguramente ahora Natsuri se apsará el día autista y enfadada con el mundo y consigo misma, encerrada en su habitación sin querer saber nada de nadie. Ni siquiera de su hermano, al que se bien que adora. Es demasiado orgullosa y cabezota incluso para eso.
Alzo el rostro, teniendo que parpadear, pues mis ojos se han acostumbrado a la sobmra proyectada por mi brazo ahora entumecido, y la luz de los focos del techo me golpean la vista como cuchillas de fuego deslumbrante. Suspiro y sonrío con cierto pesar cuando veo que detrás d elos párpados apretados aún se ocultan lágrimas. Ah, Ketsuo... sin duda eras un padre nefasto y un perdedor total en tu vida más allá de los micrófonos, las guitarras y el escenario...
El estridente sonido del timbre consigue sacarme de mis ensoñaciones, y su larga duración, molestarme sinceramente. ¿Quién coño será a estas horas? Joder... Me restriego los ojos para terminar de enfocar y bajo las escaleras rápidamente pero con cierta precaución. Olfateo el aire en un acto reflejo defensivo... sí... huele a lobo... pero ese olor... ESE olor en concreto... sólo puede ser de... una melena roja ocultando medio rostro entre tazas de café.
Abro la puerta con cierta prisa, esperando ver lo que me encuentro, y a la vez, sorprendido de ve rlo que veo.
- ... ¿Eithne? - bien, un pin del Fari comiendo limones a la obviedad, Ketsuo... - ¿Qué... qué te ha pasado?
Doy un paso al frente en el amago de tocarle el rostro demacrado con una mano, pero me reprimo al recordar que la última vez que intenté algo similar, ella prácticamente huyó despavorida... Trago saliva y la observo, delgada, pálida, compeltametne dejada... y además... ese olor a alcohol... ¿Está BORRACHA? | |
| | | Eithne Karenina Lobo
Localización : Sin rumbo... Mensajes : 449
| Tema: Re: Disculpando mi cobardía (Ketsuo) Mar Mayo 11, 2010 5:36 pm | |
| Se tambalea suavemente al compás de una música invisible creada por la absenta, sin darse completamente cuenta de lo que está haciendo, de a qué timbre está tocando, como si aquel encuentro en la cafatería, aquel encuentro en el que huyó, no hubiese sido más que una mera ilusión. Lo sumamente irónico de todo es que, aún con el alcohol en el cuerpo, no logra quitarse esa sensación de dolor, ese vacío que atenaza con sumirla del todo en las sombras, algo que parece haber hecho a conciencia, ya no por ella si no por Gabriel, y de lo cual una parte de su ser, esa que reclama amar y ser amada, se arrepiente eprofundamente, atenazando los hilos espinosos alrededor de su alma y de su corazón. Apenas vislumbra la cara de Ketsuo, con la visión borrosa y la cabeza dándole vueltas, una de sus manos apoyada en el marco de la puerta y evitando que se caiga, la otra sujetando firmemente la botella en lo que una carcajada irónica escapa de sus maquillados labios, como resaltando que, aún borracha, no olvida... Y lo que es peor, la pregunta de Ketsuo la hace parpadear un par de veces, de una forma tan lenta que indica el estado ebrio no, lo siguiente, en el que se encuentra...
Que qué le pasa... ¿Que qué le pasa? Bien, lo va a saber, lo va a vomitar todo, absolutamente todo, y no precisamente su alterado y casi inexistente contenidoe stomacal, vacío excepto de agua, alcohol y alguna que otra pequeña cosa desde hace días, desde el día en el que alejó, por voluntad propia, a consciencia y haciendo daño, al hombre al que quiere. Un bufido escapa de sus labios en lo que, aún a riesgo de su equilibrio, se echa la ígnea cabellera hacia atrás, un movimiento que antaño le quedaba asensual y ahora le queda triste, casi patético... Pero está acostumbrada a dar pena, a no ser querida, a ser nada en comparación con el resto... Y sentirse así, ahora, tras haberse sentido completa por primera vez en su vida, es una tortura que no le desea ni al peor de sus enemigos:
-Muy avispado, Ketsuo... Soy Eihtne, sí.. -Arrastra las palabras casi con suavidad, volviendo a apoyarse en el marco de la puerta, fingiéndose estar pensativa cuando por su cabeza no hacen más que pasar recuerdos, y ninguno agradable.- Pues verás... Venía a disculparme por haber salido huyendo la otra vez, pero te aseguro que tiene una explicación que así lo hiciera -Asiente varias veces, tonta y pesadamente- Veamos... ¿Por dónde empiezo? Oh, sí... -Le da un largo trago a la botella, que termina vacía con el consecuente eructo de ella, estrellándose contra el suelo y rompiéndose finalmente con estrépito. Eithne ni parece inmutarse, posando la mano ahora libre en su cadera.-¿Te he contado alguna vez... Que llevo siendo puta desde niña? Verás, no recuerdo prácticamente nada de mi infancia con mis... Padres, que en paz descansen, muertos por cazadores... Pero vaya, no corrí la misma suerte, era demasiado mona y terminé en una red de proxenetismo rusa, de la Bratva para especificar... -Una sonrisa irónica asoma por sus labios, una sonrisa que parece destilar algo más allá de la ironía... Destila un dolor insoportable, el dolor de recordar junto con el de la pérdida y la evasión. Y, al mismo tiempo, miedo, miedo por lo que está haciendo sin pensar siquiera, miedo por encontrarse de nuevo con la puerta en las narices, por hacerle ver a una persona que se preocupa por ella que, realmente, no es nada ni nunca lo ha sido... Y, pese a todo, ninguna de esas emociones aflora en su rostro ni en sus gélidos ojos, una coraza de frialdad, ironía, acidez y burla perfectamente construida, dispuesta asoltarlo todo sin inmutarse.- Al principio hasta me trataban bien, aún cuando yo no sabía siquiera lo que era echar un polvo, pero conforme fui creciendo, al margen de... Resultar una fuente de ingresos constante dada mi longevidad, las cosas cambiaron... Ya no era la niñita guapa, era la mujercita hecha y derecha...
Deja que pasen unos segundos de silencio, como esperando a ver la sorpresa en el rostro de Ketsuo, el incentivo para continuar:
-Sadomasoquismo, fetichismo, violencia, tríos, dolor, violaciones consentidas... Aphrodite me llamaban, ¿sabes...? Complacía a quién tuviese el dinero suficiente para pagarme, me convertí en un objeto de lujo y perversión... Mis heridas sanaban con suma rapidez, mi cuerpo siempre parecía impoluto... Al principio lloré, chillé y me retorcí, pero luego decidí callarme, someterme y mostrarme sumisa... Incluso llegó a gustarme. -Se muerde el labio en una falsa muestra de picardía, porque acaba de mentir... Nunca, jamás, le ha gustado. De nuevo los segundos de silencio caen como losas, no solo en el ambiente o entre ellos, sino dentro de ella misma, en ese órgano llamado corazón que, para Eithne, ha perdido la capacidad de sentir, convirtiéndose en una mera herramienta que la mantiene con vida:
-Pero claro, terminé... Por estallar, como era lógico. Me transformé y maté a todos mis jefes, por así decirlo. Huí de Rusia con la Bratva persiguiéndome, pasé años vagando, haciendo lo único que se hacer en esta vida lo único que he aprendido y para lo que me han entrenado... Follar y ser follada, ese era mi particular lema, Ketsuo... Y llegué a Bucarest. Conocí a un cantante, Kiefer, al cual me tiré un par de veces sin dinero de por medio, me gustaba hacerlo, y ahora es uno de mis mejores amigos. Te conocí a ti, de quién huí en cuanto vi lo que podía suceder, porque... Diste muy duro, Ketsuo... ¿O es que ahora no entiendes... Que todas tus palabras golpeaban una y otra vez sobre aquello que realmente no existe? Qué manía tenéis los dos de querer verme como una persona cuando no soy más que una puta... Tal para cual.
Suelta una risilla, tambaleándose de forma aún más peligrosa, señal de que la absenta comienza a subírsele del todo a la cabeza... Pero no ha terminado, le queda lo peor, aquello que realmente la ha llenado, que realmente ha hecho que Aprhodite deje de ser eso, un nombre, para convertirse en Eithne, una persona con capacidad de sentir, de amar... Con la capcidad de sentirse querida y viva:
-Y... Conocí a otro hombre, otro de los nuestros. No entendía muy bien por qué no buscaba lo mismo que los demás, ¿sabes? Joder, me invitó a su casa y ni siquiera me tocó, ¿sabes lo que es eso? Nos hicimos amigos, y no sé en qué momento la amistad pasó a ser algo más. LLegué a quererlo, a quererlo como no he querido a nadie en mi mísera vida... Pero claro, a estás alturas habrás deducido que siempre tiendo a joderla, soy incapaz de hacer algo a derechas en mi vida... Me acosté con su hijo y acabé digamos bastante tocada tras eso.
Cierra la boca, manteniendo la sonrisilla, que cada vez adquiere un tinte más ido... El ácido corrosivo se extiende por sus venas, un ácido llamado culpa, arrepentimiento y dolor, ya no por ella si no por lo que, o eso cree ella, ha hecho con respecto a los Silverfang:
-Y no tuve bastante, no... En mitad de una reunión de manada, en la que no te vi por cierto, el otro día y ante varias acusaciones que recibí por parte de Liah decidí quitarme la vida... Si no hay estorbo, no hay disputa, el mundo funciona así de simple, o eso pensaba yo... -Es escalofríante ver la sinceridad, aún cuando va borracha, de sus palabras, viéndose realmente como un estorbo, como un objeto, nada más.- Pero no, vaya, no arreglé nada... Y por una vez, por una vez, decidí hacer algo correcto, tomar la iniciativa... Se lo confesé todo al hombre del que te he dicho que me enamoré, incluído lo de su hijo... Y lo que no era confesión me lo inventé para exagerarlo todo. Le hice daño, provoqué heridas y urgué en ellas, ya no solo presentes sino también pasadas, arañé y destrocé... Para alejarlo de mí.
Ha sido hipócrita y estúpidamente altruista, ha querido algo con todo su ser y no ha dudado ni un instante en herirlo, en joderlo, con tal de apartarle de su lado... Y, por su rostro o por su expresión, no parece dolerle lo más mínimo... Por dentro agoniza, cada segundo que se mantiene en pie una tortura, cada movimientos de sus labios un corte en lo más profundo de su ser, en su mismo corazón, cada instante un latigazo contra su esencia, contra aquello que siempre ha ocultado bajo barreras de frialdad e ironía y que, si sigue así, amenaza con desaparecer del todo... Pero no se detiene, no, continúa, dándole un clímax a la verborrea que ha soltado en apenas dos minutos:
-Y lo conseguí, ahora él me odia, la única persona a la que he amado me odia profundamente... ¿Verdad que he hecho una buena obra para la humanidad...? -No puede más, es incapaz, el dolor, ya no físico sino mental y emocional, amenaza con destruirla en ese mismo instante...- Y por cierto... El hombre del que te he hablado es Gabriel Silverfang, el líder de la manada -...Su patente debilidad, los días sin comer, el efecto del alcohol, el dolor de recordar, todo, absolutamente todo, provocan que trastabille hacia Ketsuo de forma irremediable en lo que sus ojos pasan de abrirse más a ir cerrándose- Adelante, adelante...
Estira los brazos, como si así pudiese crear un muro invisible que la detuviese de la estrepitosa caída contra el suelo... Y, sin embargo, una última palabra escapa de sus labios, una surgida desde lo más hondo de su ser, como si necesitase oír, ver, que todo lo que le ha contado, que todo lo que ha hecho, es lo correcto, que ha hecho bien y que no se ha equivocado en ningún aspecto de lo que hasta ahora es su vida... Una única palabra:
-...Aplaúdeme. | |
| | | Ketsuo Kageshi Lobo
Localización : Tras las cuerdas de mi guitarra Mensajes : 181
| Tema: Re: Disculpando mi cobardía (Ketsuo) Jue Mayo 13, 2010 3:42 pm | |
| Describir mi cara mientrs Eithne me vomita la historia de su vida y sus últimas experiencias como si de un trágico culebrón de tarde se tratara sería como intentar encontrarle un sentido lógico a un una obra de Gaudí... Por que sí, en sí misma es todo un cuadro de estrañeza e incredulidad. Sobre todo la expresión de mis ojos verdes tiene que ser casi chistosa para cualquier otro que viera la escena. Pero a mí, el hecho de que Eithne haya aparecido así de repente, en mi casa, contándome lo que me está contando, no me parece, en absoluto, motivo de risa. De hecho podría decir que ahora mism oestoy tanto o más seri oque el día que Gabriel trajo a Natsuri y me dijo que, o la hacía salir de aquí, o su falta tendría consecuencias terribles.
No hice ningún amago e vitar que rompiera la botella, ni tampoco la interrumpí en su relato, pues consideré en el momento que sería mejor que ella vomitase todo aquello de una vez... y que tendría que vomitase dentro de un rato lo que tenía físicamente en el estómago.
Cuando Eithne terminó su historia (y me quedé a cuadros especialmente cuando mencionó a Gabriel, auqnue ya me había quedado patidifuso cuando mencionó a mi viejo amigo Kiefer), y abrió los ojos trastabillando, entonces sí, di un paso al frente y la cogí antes de que se desplomara de bruces contra el tatami de mi casa. Con al caída no conseguí mantenerla de pie, de hecho hinqué una rodilla en el suelo para poder sostenerla entre mis brazos.
Obviamente no aplaudo. Ni tampoco la regaño, aunque en otra circunstancias lo habría hecho, pero no por lo que me ha contado, sino por optar por emborracharse como una cuba y dejarse hasta llegar a semejante y deplorable estado. Cerré los ojso apretando los párpados y la apreté contra mí mientras notaba que sus ojso comenzaban a entrecerrarse, demasiado agotados por el nivel de estrés emocional y el alcohol en sangre.
- ... ¿Qué te has hecho, cachorra idiota? - murmuro en voz baja mientras la estrecho contra mí, arrodillados en el suelo.
Dejo que ella pierda, al menos aunque sea un poco, la conciencia y se quede adormilada, antes de cogerla en volandas y subirla por la escalera con cuidado para no golpearla con nada. La llevo a la habitación de Natsuri, ahora terriblemente vacía, y la tumbo en la cama, echándole por encima el edredón. Con evidente preocupación, me que observándola durante unos minutos, y, finalmente, dejando la puerta entreabierta, me bajo las escaleras para barrer el estropicio de cristales que hay en mi puerta.
Ya hablaremos cuando duerma la mona y se despierte. Razonar con ella ahora sería imposible, y sólo provocaría en ella ramalazos emotivos y lloreras. Aunque claro, siempre he pensado que se llora y se pasa peor en la resaca que durante el pedo, pero siendo sinceros, a lmenos en la resaca sabes lo que dices. No sé cuánto más habrá bebido, pero siendo loba, aspiro a que no haya ingerido tanto alcohol como para no poder ni ver la luz del sol con tanto dolor de cabeza... | |
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| Tema: Re: Disculpando mi cobardía (Ketsuo) | |
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