¿La vida se consume? [Mia]

Aquel día había acabado mi turno antes así que sin más dilación me cambié, cogí mi pequeña maleta y despidiéndome de mis compañeros hasta el día siguiente salí del local “Las dos caras de la luna”, sinceramente no me gustaba demasiado trabajar allí por la presencia de Gabriel pero el sueldo era bueno. el ambiente aceptable y no había mucho más por donde escoger y eso que tenía estudios pero en el caso de mi carrera las plazas de trabajo estaban ocupadas. Maldita carrera de diseño y sus plazas ocupadas, maldita bolsa de trabajo.

En cuestión de diez minutos la figura de Mia se paró delante de la puerta de la casa e introdujo una llave en la cerradura girando esta para asomar la cabeza por la puerta y sonreír para decir: - ¡Ya he llegado!-Dicho esto pasó completamente dejando las cosas en la entrada, quitándose las deportivas y cerrar la puerta para caminar por el pasillo.

-¿Estás en casa tía?-Preguntó mientras se recogía el cabello y avanzaba por el amplio pasillo dejándose ver por el salón, analizando la estancia hasta localizarla con la mirada y sonreir tenuemente, acercándose para depositar un beso sobre su frente, un dulce y tierno beso.- ¿Cómo estás?-Preguntó girando sobre sus pies y caminando hacia el sillón más cercano, sentándose.

Mia se fijó ahora en la chimenea apagada arqueando una ceja para luego darse cuenta de que estaba el aire puesto por toda la casa, sonrió suavemente acercándose a la mesilla donde estaba el mando, cogiéndolo y subiendo un par de grados para que el aire caliente que salía fuese a mayor temperatura; no soportaba demasiado bien el frío por raro que pudiese parecer en alguien como ella.

-¿Qué has hecho hoy?-Preguntó, siempre que la veía provocaba que una cantidad de preguntas avallasantes saliesen de sus labios, esto era debido a que se preocupaba por ella como nadie, hombre era la única familia que le quedaba viva, salvo su primo pero ese era un caso aparte, y la valoraba muchisimo. A veces, incluso se sentía culpable por haber sido escogida, es más si por ella fuese la colocaba a ella en su lugar.-¿Hay algo nuevo¿-Preguntó antes de escuchar su pregunta, para volver a sentarse jugando con las hebras del cabello entre las yemas de los rosados dedos.

-Hoy he acabado antes, no había mucho gente así que me dijera que me fuese y la verdad, lo necesitaba me duele la espalda...-Murmuré acariciándome el cuello y bajando un par de centímetros por la espalda notando esta tensa, quizás por una mala postura al dormir juntamente con el cansancio del trabajo.

-¿Nada nuevo entonces?-Preguntó la mujer girando el rostro para mirarla a la vez que torcía suavemente el rostro analizándola en silencio, escaneándola de arriba a abajo buscando alguna variación visible pero no había denotado ninguna así que se encogió de hombros pensando que no había variación ninguna al menos que su respuesta cambiase su pensamiento.- Deberías salir un poco, ir a tomar algo, de compras... creo que te sentaría bien.-Añadió ella como coletilla mordiendose el labio inferior esperando que aquella sugerencia no se la tomase a mal pues era todo lo contrario.

Mia asintió con la cabeza poco después y se levantó del sillón estirándose y caminando hacia el pasillo mientras se soltaba el cabello moviéndolo con las manos dándole un aspecto más salvaje del que ya podía tener...- De acuerdo, cuando baje haré algo de comer sino hasta hecho nada aún.-Explicó ella perdiéndose por el pasillo y ascendiendo a la planta superior para coger algo de ropa limpia, una toalla y colarse en el baño de su propia habitación abriendo la llave de paso del agua esperando que saliese agua caliente mientras se desvestía. Poco después cerró la puerta del baño manteniendose en la estancia cerca de quince minutos, para cuando salió ya estaba algo más relajada y se había puesto un pantalón de deporte, una sudadera blanca y las deportivas, sus labios sujetaban una pinza y sus manos se entretenían en cepillar el cabello algo encrespado y con más de un enredo.

La figura de Mia volvió a dislumbrarse por el salón buscándola con la mirada mientras se entretenía en peinarse como si tratase de luchar con aquellos malditos enredos que se formaban en las putas del ondulado cabello color chocolate.