Reflexionando reflexionando... acabé cenando [Cédric]

No sé cuánto tiempo hacía que Ray había decidido dejarme sola, no sabía donde había ido y eso me hacía enfadar. Habíamos pasado toda la vida juntos, aunque desde que nos instalamos definitivamente en Rumanía había cambiado, para mal a mi parecer, no decía donde iba no me llevaba con él, me dejaba en casa como si me tratara de un perro, aunque también es cierto que yo sabía por mu cuenta cuando eso ocurría. Y aunque intentaba no darle importancia a su desaparición, sí que me importaba.

La brisa fría hizo tiritar por un momento mi cuerpo, ataviado tan solo con aquella minifalda de cuero negra que tanto me gustaba, un top blanco palabra de honor que dejaba el vientre el descubierto y unas botas de tacón de aguja que daría vértigo a cualquiera.

En mi caminar una nalgada del que me acompañaba me hizo regresar a donde realmente estaba, abandonando aquellos pensamientos. Y es que hacía más de dos semanas que no probaba bocado y en aquella fresca noche de primavera había visitado aquella discoteca, nib...no se que buscando a un "acompañante" para calentarme en esta noche tal fría.

Y allí estábamos, aquel baboso humano y yo caminando por el parque. Varias fueron las ocasiones que me sentí tentada a adelantar el acontecimiento, pero en vez de eso, tomé de la mano al susodicho coladnos entre los arbustos del camino, en una zona oscura con claras intenciones para él. Mi cuerpo reposó sobre uno de los troncos de aquellos arboles semiocultos en aquella negrura alejada de farolas del camino central. Cómo era de esperar, aquel hormonado muchacho no tardó en hacer su ataque presionándome contra aquella rugosa superficie.

Como buena actriz en que me había convertido para ese tipo de ocasiones decía tan solo lo que él quería escuchar -Sigue así...- Fueron las dos palabras detonantes. Mis manos se posaron en sus hombros y sus besos se centraron en mi cuello. Me mordí el labio inferior notando como mi corazón se aceleraba, no por el toqueteo de aquel, ni por el hecho de aquella situación, si no porque se acercaba el momento.

Su cuello perfectamente visible, pase una mano por el acercando luego mis labios imitándole en aquel lujurioso momento, solo que fui mas allá. El roce de los labios se transformó en un mordisco que atrapó la piel de aquella zona, pudiendo escuchar como bufaba de placer el condenado, mis mandíbulas apretaron mas y mas y mas...hasta clavarse pudiendo notar la herida realizada y aquel sabor s sangre q salía de los puntos que ahora eran heridas realizadas por mis dientes.

El tipo se quejó intentando separarse, pero no lo logró, mis incisivos estaban bien aferrados a aquella zona, para evitar que gritase puse una mano sobre su boca, haciendo gala de la extraordinaria fuerza de los de mi raza, apretando la mandíbula.

Tomé aire por la nariz notando cada vez mas aquel sabor a sangre tibia que manchaba las comisuras de mis labios, hasta finalmente retirar la cabeza trayendo entre mis dientes aquel trozo de carne, comenzando aquel a desangrarse.

No me molesté e contenerlo, tan solo dejé que su cuerpo callera al césped observándole mientras masticaba parte de su cuello. Lentamente, caminé para ponerme sobre él flexionando las piernas para sentarme sobre su cuerpo a horcajadas, viendo como sus ojos se clavaban en los míos ahora amarillos, embriagados por el olor y sabor de la sangre.

Sentada a horcajadas sobre el -postura en la cual en otro momento sería ciertamente sexual- incliné mi cuerpo hacia delante acercando mi rostro al suyo -Ssshhhh... Tranquilo...- Puse el dedo índice sobre sus labios, aunque no sería capaz de pronunciar palabra y demasiado cansado ya para poder emitir grito alguno -Te dije... que nunca habías conocido a ninguna mujer como yo...- Le sonreí retirando el dedo de sus labios para posar un fugaz beso sobre ellos, para después apartar su rostro e incorporarme aun sentada.

Mi cuerpo se arqueó, podía saber por qué y no quería detenerlo, una sonrisa se dibujó en mis labios rompiéndome por dentro. Una vez más mi cuerpo cambiaba, y él no estaba para verlo…él había sido maestro en el arte de cazar, gracias a él conseguía presa cada vez que lo precisaba, pero ahora, sola…

Tras unos agonizantes minutos, sobre aquel joven había desaparecido aquella muchacha de minifalda negra camiseta blanca y tacones, para ser sustituida por un lobo negro de tamaño medio –aunque no demasiado grande dentro de ese tamaño- que observaba al inerte muchacho. Sin esperar demasiado comencé a desgarrar su garganta ya segura de que no conseguiría gritar.

Masticaba con rapidez, no por miedo a que me descubrieran, si no por el ansia de alimentarme, degustar aquellos jirones de carne procedentes de su cuello. Poco después de acabar con ese resquicio de alimento llegando a roer el hueso, mis mordiscos se desviaron a uno de los brazos, desgarrando el bíceps sin problema alguno.

Mis ojos estaban entrecerrados, pero se desviaron a un lado al escuchar el sonido de una carrera sorda, lejos de desaparecer seguí en mi lugar, si era otro humano acabaría igualmente con él tal como lo hice con el que yacía bajo mis zarpas. Mis ojos color chocolate intentaban divisar el creador de tal jaleo, oliendo por un instante mientras masticaba el aire. –Otro lobo- reconocí a un igual, pero no compartiría mi presa, yo había cazado yo le daría fin…

Arranqué otro trozo de bíceps divisando por fin a quien corría de tal manera y olía así, Cédric…Le reconocí como el hermano de Níobe, pero no por ello sería permisiva. Un gruñido desaprobatorio emergió de mi garganta mientras masticaba y de nuevo desgarraba otro trozo del brazo de la “afortunada” presa, sin retirar la mirada de Cédric, viendo el cómo se acuclillaba y se movía de aquella manera tan lenta.

Por muy hermano de Níobe que sea, no compartía con nadie mis cenas…con nadie que no fuera cuervo… prefería cenar sola a compartir un momento así con alguien más, ¿O a lo mejor era miedo? No… me negaba a pensar eso, era desconfianza, si desconfianza.

El gruñido era mas feroz a medida que él trataba de acercarse, dándole a entender de que le mordería si continuaba acercándose, aquella presa era mía… su sangre machaba mis dientes y pelaje negro de alrededor de la boca y pecho, yo había sufrido el intento de abuso de aquel imbécil y en parte me estaba cobrando todo aquello de manera secundaria, lo primordial era la necesidad de carne humana fresca que presentaba.

De sobra sabía que en las nomas de los lobos de allí aquello estaba totalmente prohibido pero… ¿y? ¿Desde cuándo se me conocía por hacer caso a alguna norma que tuviera que ver con una manada? Hacía mucho que habíamos dejado gracias a Ray toda aquella mierda, vivir por libre era mucho más placentero y feliz que amarrado a unas normas absurdas.

Mis gruñidos no cesaron, llegando incluso a poner una de las patas sobre el cuerpo, sin dejar de comer de este, dejando claro con este gesto que no estaba dispuesta a compartir.

El seguía ahí y seguramente no se iría, aquello era un banquete que ni yo en su situación me perdería por nada del mundo. Pero no era esa la posición en la que me encontraba, si no que yo era la cazadora que devoraba su presa con ansia, ahora como si quisiera terminarla antes de que él intentase nada.

Mis ojos se cerraron por un momento ejerciendo algo más de fuerza para arrancar mas musculo aferrado al hueso, gruñidos acompañan aquel gesto para no dejar de hacerle ver mi estado alerta, o eso pensaba yo… Un placaje por su parte apartándome unos pasos de aquella gran cena, con suerte traje entre mis dientes aquel trozo de carne que casi engullí mirándole.

El pelaje de mi lomo se erizó y mis labios se contrajeron mostrando aquella ensangrentada mandíbula ¿Quería pelea? La tendría… mis orbes color chocolate se posaron en los verdosos de aquel imponente lobo gris que me sobrepasaba en tamaño, peor aquello no me achantaba al contrario, cuanto más grande so más pesada es la caída y eso estaba dispuesta a demostrarlo.

Mis músculos se tensaron permitiéndome recorrer la distancia que nos separaba en cuestión de segundos, con claras intenciones de agarrar entre mis fauces la piel de su garganta. Defendería aquella presa, no permitiría que otro le hincara el diente…no…Era parte de mi aquella manera de ser, territorial impulsiva, aunque eso a veces me haya llevado a problemas con Ray.

Ray…Ray...Ray... ¿Por qué todo lo que pienso ha de tener que ver con él? Quizás sea en gran parte porque es mi única familia. Por eso es que ahora mismo le recordaba, por que recordaba todas las lecciones dadas para momentos como estos.

En aquel impulsivo gesto conseguí agarrar parte de su piel, solo que a la altura del vientre por aquel inesperado alzado sobre sus cuartos traseros. Un gruñido de fastidio acompañado del agitar de mi testa sucumbieron bajo el peso del lobo que descendió para hacerme presa, yo, lejos de mantenerme inmóvil me agité en pos de liberarme, sintiendo aquel aquellos mordiscos mas semejantes a pellizcos molestos que provocaban escozor.

Lancé una dentellada al aire cuando este se retiró, manteniendo la mirada fija en él centrando me en la visión de sus ojos, unos ojos que de repente tensaron mi cuerpo hasta el punto de dejarlo de aquel modo, tenso, inmóvil… Sin poder reaccionar ante su siguiente movimiento notando aquellos arañazos y primeros mordiscos correspondiendo de la misma manera acompañando aquellos gestos con potentes gruñidos pretendiendo ser más sin conseguirlo.

Mierda…estaba perdiendo… no podía permitirlo, lucharía hasta el in de mis fueras, aunque intuía que las de él eran más… No podía ceder, tenía que luchar, mi honor estaba en juego y no solo el mío si no también el del que ha sido mi maestro durante tanto tiempo…

El mundo era ajeno a lo que en aquel parque ocurría, nadie pasaba a esas horas por el parque y si lo hacía nos confundiría en la noche con dos chuchos peleando, nada fuera de lo común. Aunque me era indiferente si nos veían o no, yo solo quería defender lo que era mío, que mi trabajo me había costado el tenerlo donde está como para que otro viniera arrebatármelo así sin más.

Defender la caza de aquella noche era mi objetivo y no me rendiría, prefería perecer antes de que aquello ocurriera. No…eso no es lo que había aprendido, esas no eran las enseñanzas de Ray… tenía que hacer gala de los conocimientos depositados en mi.

Me revolvía ante sus golpes, pero no me quedaba ahí, mis fauces agarraban donde podían con afán de hacer jirones con aquellas apartes de su piel que podía agarrar. Los gruñidos se mezclaban con ladridos esporádicos, que sustituían a cualquier gemido lastimero. No podía negar que sus golpes y mordiscos dolían, pero no iba a dejárselo ver, eso nunca.

Mi pecho se agitaba rápidamente y mi corazón bombeaba rápido, notaba la sangre emanar de aquellas heridas infligidas por él. Mi labio se arrugaba sin dejar de mostrar aquella encía llena de sangre ahora mezclada de humano y lobo, le seguí con la mirada cuando comenzó a girar a mí alrededor. Cuando hacía tales tentativas de avanzar mi cuerpo se tensa en pos de la siguiente recepción enfrentada, abría mi mandíbula en respuesta a aquella provocación lanzando dentelladas al aire en la dirección que se encontrase.

Mis ojos no se separan de los de él girando sobre mi propio eje para mantener aquel duelo de miradas, si no hacía algo aquello nunca acabaría, aunque…

Relajé el labio superior aun manteniendo aquella postura, mirándole, mis labio ocultaron aquella amenaza dentada, mis gruñidos se silenciaron. Había entendido lo que quería decirme, lo que quería hacerme saber ¿O quizás no? Mi siguiente paso estaba por llegar…

Sin apartar los ojos de los de él, mis cuartos traseros se flexionan en aparente aceptación pero sin llegar a tocar el suelo para sentarme, mis músculos continúan en tensión observando cada movimiento cada gesto, el cómo se acerca.

Y si bien es cierto que hubiera suficiente humano para ambos, no sería con él con quien lo compartiese, era más una nota de territorialidad que de egoísmo, aunque ambos iban de la mano, aquello era mío y lo defendería hasta el final de sus consecuencias. Dejé que se fuera acercando conteniendo de nuevo unos gruñidos, y el mostrar de las encías para intentar imponer, pero contuve aquello permaneciendo en el mas absoluto de los silencios.

Cuando está lo suficiente mente cerca, y casi en decimas de segundo, mis músculos saltan cual resorte estirando mis patas para impulsar mi cuerpo en dirección a aquel que se acercaba con afán de, una vez más, morder con fiereza su garganta estorbando con mis patas delanteras cualquier movimiento suyo. Si no conseguía aplacar su insistencia en querer “robar” la presa, al menos le causaría heridas que le dejaran ver la fiereza que me gastaba aunque ello significase quedar igualmente mal.

Acción rastrera, pero efectiva, esperar a que tuviera su defensa baja para atacar. Eso de no atacar por la espalda no iba conmigo, si podía lo hacía, no se podían desaprovechar ocasiones como un ataque a la espalda el cual aseguraba victoria en un gran porcentaje.

Mis fauces se agarran con fuerza a su cuello agitando la cabeza con afán de hacer más daño, acompañando aquellos movimientos con gruñidos furiosos -¡Victoria!- Era lo que pensaba en aquel momento, estaba sometido a mis colmillos y notaba como su sangre los impregnaba de aquel sabor tan característico a metal, me relamería si no fuera porque tenía aquella presa hecha.

Pero, me estaba centrando tanto en conservar aquella presa que ni me percaté de su puesta sobre sus patas traseras privándome de la estabilidad del suelo, aunque sin soltar aquel mordisco. Sin esperarlo comenzó a correr y con el movimiento pude plantar mis patas sobre el suelo en pos de intentar detener aquella carrera, sin esperar cual sería el fin de aquella carrera.

Mi espalda se estampó contra aquel árbol que momentos antes sostenía mi cuerpo y el del cadáver allí tendido para el comienzo de aquella cena. Notaba él como mi columna crujía a cada golpe, apretando más aun si podía la mandíbula por aquellas embestidas contra aquel árbol. Pocos fueron los minutos que tardaron mis mandíbulas en deshacer aquella presión en su cuello, mis zarpas se contrajeron como si cerrara los puños de dolor, los gruñidos pasaron de ser agresivos a levemente lastimeros intentando ocultarlos en el momento que los emitía.

Dolor… era ahora lo que sentía dejando que , cuando cesara de estamparme contra el árbol, mi cuerpo cayese a los pies de este cansado inmóvil con la respiración agitada, notando como mis heridas sangraban y como mi espalda estaba rota por muchas partes, o al menos eso me lo parecía a mí. Quieta ahora, con los ojos entrecerrados, dejé caer las orejas girándolas hacia atrás en un intento de decir “basta…” la lucha había acabado y yo… había perdido…

Derrota… a eso me sabía ahora la sangre que por mis dientes fluía, su sangre. Permanecí inmóvil con los ojos cerrados durante no sé cuando tiempo, se me hizo eterno. Para cuando los abrí estaba degustando mi presa, la que tanto me había costado ganar, pero hora estaba derrotada cansada dolorida, había sido una batalla justa –a mi parecer- él había ganado y ahora disfrutaba de su recompensa.

Intenté moverme pero mi cuerpo cansado no reaccionó, me dolía la espalda y las heridas provocadas por las dentelladas y zarpazos sangraban mientras se suturaban solas de manera lenta. Hinché mi pecho soltando el aire por la nariz volviendo a entrecerrar los ojos esperando a que aquellas heridas fueran menos graves y poder levantarme, marcharme con el rabo entre las piernas por primera vez en mi vida…

-Menos mal que no estás para verme así…sentirías vergüenza- fue lo que pasó por mi mente mientras permanecía ahí tumbada, con las orejas gachas aun escuchando el masticar de aquel lobo, aquel vencedor. Un nuevo suspiro, mas por impaciencia y por ganas de irme que por tristeza

La brisa agitaba mi pelaje manteniéndome ahí ahora en un estado de aparente relax, dejando que de aquella manera las heridas se curasen por si solas como en otras tantas ocasiones que había peleado con Ray, puro entrenamiento pero lucha real. ¿Dónde demonios estaba? Nunca se había ausentado tanto, aunque ahora agradecía que no estuviera para no verme de aquella guisa.

Mis orejas se alzaron mínimamente al escuchar movimiento cerca, entreabrí los ojos para poder observar de qué se trataba, un leve gruñido emergió de mi garganta justo antes de cruzar nuestras miradas haciendo que tal sonido desapareciera. No comprendía que pretendía, aunque así no me moví, tan solo para seguirle con la mirada abriendo en mi totalidad los parpados pudiendo notar y observar lo que hacía. Pero… ¿Por qué? ¿Por qué hacía aquello? Yo había aceptado su victoria y por consiguiente mi derrota, no tenía no debía de lamer él mis heridas si no yo misma.

Frustración, eso era lo que ahora reinaba en mi sin conseguir entender el por qué de aquello, sin conseguir descifrar aquel lenguaje y contacto nuevo para mí. Lo cierto es que sin darme cuenta, entrecerraba de nuevo los ojos emitiendo un gruñido continuo, pero no agresivo si no de agradecimiento, similar al que podría emitir un gato o un perro cuando su dueño lo acaricia.

Mi cuerpo se tensó por un momento volviendo a abrir los ojos al notar aquel mordisco…no aquello no era un mordisco, aquello… era distinto, mis orejas se elevaron levemente y mi rostro quedó paralizado ¿Qué pasaba? El me arrastraba acercándome al cuerpo dejándome sobre el vientre del ”afortunado” de aquella noche, su sangre de nuevo entró por mis fosas nasales, aunque desvié la mirada hacia él pudiendo casi leer lo que pensaba o eso creía.

Medio recostada sobre el cuerpo, comencé a comer del interior de las vísceras aun calientes de aquel muchacho, arrancando, rasgando y masticando. Mientras hacía esto último, mis ojos color chocolate se desviaron hacia Cédric y otro gruñido mas sonó en el silencio de aquella cena, no un gruñido agresivo, si no un gruñido en pos de ahora compartir aquella parte del cuerpo. Se lo había ganado, tanto por la pelea como por su entereza demostrada tras ella, dejando ver aspectos que no conocía de nadie.

Masticando observaba sus movimientos clavando aquella mirada color chocolate sobre los ojos verdosos del igual sin impedir ahora que se acercara al cadáver. Se había ganado el disfrutar del cuerpo, de que lo compartiera con él aquel momento de alimentarnos de aquello que en mayor o menor cantidad adorábamos y que a algunos les estaba prohibido.

Cuando hundió el hocico en las entrañas me aparté un poco dejándole de manera ahora clara que aquello era consentido, esperando a que arrancara aquel primer trozo para unirme al placer de la degustación de las tripas de aquel que pensó que aquella noche triunfaría en mitad de un parque, siendo a la inversa, siendo yo quien consiguió lo que desde el primer momento quiso.

Mi cuerpo se semi alzó quedando sentada aun notando el dolor de la espalda producido por aquellos brutales golpes, sn poder evitar gemir momentáneamente mientras tiraba de uno de aquellos trozos de víscera. El resto de heridas puede decirse que estaban curadas, al menos ya no sangraban, la moral por los suelos la vergüenza por la pérdida de aquel combate, pero el confort de aquella compañía contra la que momentos antes estaba luchando a muerte, parecía placar todo aquello, aun así o me sentía orgullosa de aquella derrota.

El interior de aquel humano fue desapareciendo hasta quedar en los huesos propiamente dicho, aprovechando hasta el mínima resto de carne que había en ellos, lo único que podía reconocerse eran sus ropas, su cara y los pies, era una parte que no gustaba demasiado “no me gusta el queso” ironizaba con aquel humor negro. ¡A si! Su entrepierna también estaba completa, no era de aquella manera de la que me gustaba disfrutar de aquella parte del cuerpo masculino.

Una vez no hubo más que comer, me retiré caminando con paso tranquilo escondiéndome más si cabe –Pues mi pelaje es negro- en la oscuridad, recostándome a lo largo, relamiendo alrededor de mi boca y patas manchadas de sangre, sangre mezclada del humano, de Cédric y mia propia. Le miré de soslayo por un momento mientras hacía aquello, no tenía prisa en regresar a aquella forma de carcasa como y la llamaba.

Con toda la parsimonía del mundo lamía mis patas ensangrentadas dejando el pelaje húmedo, dedicaba ahora aquel rato descansando comenzando a hacer la digestión del banquete. Estiré la zarpa separando los dedos para poder limpiar entre ellos, todo un ritual de acicalamiento, el cual se vió interrumpido por un toque en la cabeza, la cual agité lanzando una debil dentellada al aire, no en pos de morder si no en un "¿Que quieres? ¿No ves que me estoy lavando?" Mis ojos se alzaron observandole ladeando la cabeza con las orejas erectas cuando deja aquel estomago delante mía entre mis patas.

¿Un regalo? Mi rostro se ladeó siguiendo su movimiento con expresión curiosa ¿Por qué? Yo había perdido aquella lucha y el había ganado la presa que aun así quiso compartir conmigo y que yo sabedora del poco merecer aquello le cedí las entrañas del humano para que ambos las comiesemos. El por qué seguía en mi mente mientras tanto el se tumbaba junto a mi, pudiendose apreciar ahora la considerable diferencia de tamaño entr ambos, aunque aquello seguía dandome igual si en algun futuro volvieramos a enfrentarnos.

Giré mi rostro al estomago mirandolo, regresando subitamente la mirada hacia atras girando mi testa, mis fauces se entre abrieron pero no mostrando la encía o cualquier gesto agresivo si no sorpresa que si pudiera expresarla con los gestos faciales se leería con letras grandes.

Largos fueron aquellos segundos en lo que mis ojos le observaban, sintiendo aquella extraña sensación... no no era extraña, era tranquilidad comodidad. Sin mas volteé el rostro para dar cuenta de aquel órgano pero sin acabarlo entero, dejando casi la mitad, la cual agarre entree mis mandibulas y ,girando el cuello hacia él, dejé por delante suya.

Le observé a esperas de ver que hacía y mi mirada parecia decir "es mi regalo y hago lo que me da la gana" Mientras esperaba, relamía los restos del final de aquella noche de caza.

Mi cabeza reposó sobre una de mis patas estando girada hacia él, viendo como en pocos segundos aquel trozo de estomago desaparecía por entre sus fauces. Mi cuerpo descansaba y junto a mí, Cédric. Aquella calma me embriagaba, aquella calma pocas veces experimentada y la verdad sentaba bien, tenía que hacerlo más a menudo, aunque eso sería difícil de contrastar con mi yo habitual.

Las dos esferas color chocolate seguían sobra aquella gran figura, sin mostrar resquicio alguno ahora de aquella furia que hace unos instantes gastaba y que él se encargó de aplacar aquellos humos, aunque justificados por que solo defendía lo que era mío, pasando a ser compartido con alguien distinto a lo habitual. Normalmente era con Ray con quien compartía aquellas cenas, pero desde su marcha esas cenas eran en solitario, soledad a la que me había acostumbrado y mataba con unos y otros.

Mis pensamientos se ven interrumpidos con aquella muestra de… ¿Qué significaba aquello? No lo sé pero realmente me dejó desconcertada, cosa que pudo notarse al alzarse de mi cabeza mirándole aun cuando se acicalaba, mis ojos seguían mirándole como esperando alguna explicación a aquello, sin obtener respuesta alguna de ningún tipo, solo el silencio.

¿Y ahora? ¿Qué debía hacer? Esperar a que acabase y marcharme sin más para regresar a casa como cada noche, o simplemente quedarme allí a esperar a ver qué pasaba… Mi mente decía “vete” pero mi cuerpo se quedó ahí tumbado, mirando a aquel gran lobo gris lamer sus heridas cicatrizadas.

Las orbes color chocolate seguían sus movimientos observando el cómo inspeccionaba el cuerpo ¿Acaso buscaba rebañar? ¿No había quedado satisfecho? Ladeé la cabeza ante aquellas cuestiones, teniendo que apartar la mirada ante aquella luz que emanaba de aquella figura, que para cuando mis ojos regresaron ver la figura alzada de su carcasa, su forma humana.

No aparté la mirada de él, ni me asustaba ni me avergonzaba mirarle en aquella desnudez, pues estaba acostumbrada a aquello. Se giró mirándome y una vez más verde y chocolate se cruzaron, mi cabeza se ladeó h hacia el otro lado manteniendo las orejas erguidas hacia el frente, escuchando aquellas palabras. ¿Aquello eran palabras de ánimo y agradecimiento? Si bien no lo eran a mi me sonaron a eso. Mis ojos continuaban puestos en su ahora figura humana en busca de su ropa.


Me alcé sobre mis cuatro patas, descendiendo mi testa notando como aquellas horribles punzadas golpeaban mi cuerpo, mi castigada espalda se arqueó, unos gemidos dolorosos no vieron la luz mientras notaba como mi cuerpo cambiaba -Adiós bestia, hola carcasa…- De aquella misma manera –Sobre mis cuatro extremidades- Me veía ahora en aquella forma tan artificial a mis ojos. Mi respiración agitada se calmaba poco a poco desapareciendo aquel profundo dolor. En mi piel, restos de aquella pelea, cicatrices q poco tardarían en desaparecer, restos de sangre, tanto mia como del cadáver e incluso de Ced.

Mi cuerpo desnudo se alzó bípedo de manera lenta pero segura, regresando la mirada a la espalda de Cédric mientras se vestía, mis pies avanzaron silenciosos sobre la hierba en dirección hacia donde él se encontraba, deteniendo me a menos de un metro de él -Tranquilo…no será la última…- Dije con aquella susurrante voz sin ocultar aquel eterno acento alemán.

Ahora es cuando se supone que me marcho, y además feliz de la vida por que iba como más me gustaba, desnuda. La ropa eran unos complementos que se me hacían incómodos y procuraba usarlos lo menos posible