Las fábulas del Marqués de Sade {Libre}

Es que era el regalo más raro del mundo y más viniendo de su hermana. No le desagradaba, al contrario, él amaba los libros... Pero nunca había leído ese libro en concreto, a pesar de ser él mismo la personificación de lo pervertido y degenerado. Él lo reconocía era un sexópata, desde hacía años. Ojeó el libro por encima, sinceramente jamás había pensado leer como otro mantiene relaciones sexuales, él era más de verlo que de leerlo pero ya que su hermana se lo había regalado, haría un esfuerzo.

Caminó por el parque, hacía un día esplendido a pesar de la estación, no había nubes en el cielo y el sol brillaba, algo no muy común en Bucarest. En sus manos, Stephan llevaba el libro de color café. Después de una larga caminata, se sentó en un banco y se puso las gafas que solía utilizar para leer. Abrió el libro por la primera hoja, en su rostro había dibujado una expresión de curiosidad. Sabía más o menos de que iba el libro, vale, ¿quién no sabía de qué iba el libro? Tal vez su hermana, y por eso se lo había regalado, aquello le seguía picando la curiosidad. Nunca había pensado que en la mente de Thera hubiera un ápice de perversión como en la suya, la creía demasiado inocente para eso aunque con ese regalo, le había borrado toda duda.

Mis pies se movían de un lado para el otro sin ningún rumbo fijo. Me adentré en el bosque caminando con las manos metidas en mis bolsillos y esquivando a los niños pequeños que jugaban por allí mientras rodaba los ojos bajo mis gafas de sol, como alguno de esos pequeñas se chocase conmigo volvería corriendo a su madre lloriqueando de todo lo que le iba a decir…no es que fuera cruel es que iba con resaca y no hay nada peor que unos niños por ahí correteando y gritando para hacer que tu dolor de cabeza aumente. Justo en ese momento pasó un niño por mi lado gritando con fuerza y estiré el pie haciendo que tropezase y cayese al duelo para empezar a llorar mientras una burlona sonrisa curvaba mis labios.

Seguí caminando chutando piedrecitas que encontraba a mi paso mientras me llevaba de vez en cuando el cigarrillo a mis labios, le daba una calada y después expulsaba el humo por la boca de forma distraída haciendo que saliese en formas de O. Recordé cuando de pequeña le decía a mi madre que yo nunca fumaría, todos le decimos esas cosas a nuestros padres, y ahora mismo el tabaco era la droga más floja que tomaba. A lo lejos, bajo un árbol, me pareció ver la silueta de alguien conocido y entonces mis pies encontraron un camino que seguir y sonreí al ver que no me equivocaba, que era Step. Pasé por detrás suyo arrebatándole el libro de las manos y leyendo el título para después empezar a reír a carcajadas haciendo que varias personas que pasaban por allí se me quedasen mirando. Me quité las gafas colocándolas encima de mi cabeza y le miré con mis azulados ojos mientras sonreía de manera burlona.

-¿Tan necesitado estás Step?-Pregunté mientras pasaba las hojas del libro de manera distraída.-

Estaba concentrado en la lectura de las primeras líneas del libro, en donde empezaba a contar como una joven era entregada a un tipo para que la educara. Él ya se imaginaba como la educaría. Se arremangó las mangas de su impoluta camisa blanca y estaba por volver a la lectura cuando unas manos aparecieron de la nada y le arrebataron el preciado libro. El día iba demasiado bien, asi que ningún idiota le tocase la moral porque se iba a encontrar con un hombre lobo enfadado y eso no sería muy bueno para el idiota. Volvió el rostro para ver al tarado que le había quitado el libro, aunque para su sorpresa no fue tarado, si no tarada, aunque no una cualquiera, si no su mejor amiga, Sophia. Una tarada muy especial para él y a la que le tenía un cariño. Se levantó de su asiento y se cruzó de brazos, mirándola con una ceja alzada.

- Ah, ¿pero sabes leer Soph? - Se burló mientras reía entre dientes y se acercaba a ella, dispuesto a quitarle el libro. Cosa que hizo en cuanto estuvo a su lado, con la destreza de un ladrón. - Obvio que estoy necesitado, te desapareces y me dejas solito, sin diversión. - Le dijo, haciendo un infantil puchero que cambió en unos segundos a una descarada sonrisa. Besó la mejilla de su pequeña amiga y dejó el libro en el banco.

Al ver su cara sonreí con burla mientras seguía pasando las hojas de forma distraída leyendo algunas palabras sueltas pero nada más, solo era para hacer cabrear a Step aunque cuando me quitó el libro la que se cabreo fui yo dándole un golpe en el hombro no muy fuerte pues tampoco le quería hacer daño y me crucé de brazos poniendo morritos y inflando los mofletes igual que una niña pequeña a la que su madre le había negado algo, a veces yo era mucho peor que cualquier niño pequeño.

-Para que lo sepas si que sé leer, me obligaron a aprender.-Dije sacándole la lengua de manera burlona mientras ponía una mueca de fastidio.-Ves como no puedes vivir sin mi, si es que soy como el aire que respiras, me necesitas para sobrevivir.-Comenté con una pícara sonrisa mientras me tumbaba en el bando en el que había estado él sentado minutos atrás.

Volví a coger el libro como si nada y empecé a pasar páginas de nuevo mientras de vez en cuando miraba a Step con una burlona sonrisa curvando mis labios, había algo en mí que me obligaba a dar por saco a los demás, aunque fuese mi mejor amigo siempre tenía que encontrar algo con lo que molestarle aunque fuese por unos segundos.

-Y dime Step…¿te ibas a matar a pajas aquí en medio mientras leías?

La miró con una sonrisa burlona en sus labios. - Sigue soñando, enana. - Le dijo como respuesta a su comentario de que no podía vivir sin ella. Se apoyó en el banco en el que ella estaba tumbada y la observó leer tras sacarse las gafas que estaba usando y las guardaba en un bolsillo de su cazadora.

Lo que dijo logró arrancarle un carcajada. No pensaba matarse allí a pajas, para eso tenía su laaarga lista de chicas que no dudarían en dejar lo que estaban haciendo para echar un polvo con él. Ja, era un chico listo.

- No, preciosa, pensaba ir a tu casa y que me las hicieras tú. - Le dijo bajando el tono de voz y con una expresión divertida en su cara. Le volvió a sacar el libro de entre sus manos. - Deja de leer esto, eres demasiado pequeña aún para estas cosas.