Una noche especial [Libre]

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Tanto el ruido como las luces de un coche, un Toyota no sé que más para ser exactos, empiezan a acercar a una velocidad poco aceptable a la carretera que bordea el parque. Aunque eso de poco aceptable al parecer es sólo un pensamiento mío ya que el conductor no se da cuenta de que ir a 120 Km por hora en una carretera de lo normal es algo extraño. Tsk, estos jóvenes humanos de hoy en día que al caer la noche pierden el control.

El coche frena de golpe rozando el bordillo de la acera con un estruendoso ruido. Si se ha arañado los bajos que se joda, mira tú, se lo tiene merecido. Una chica de ondulado pelo castaño, piel acetrinada y 1’70 de altura sale del coche, alterada y con la ropa ligeramente desordenada. Va vestida con una camiseta a rayas horizontales de color rojo y blanco que deja al aire su hombro derecho, pantalones vaqueros gastados con una gran raja por la parte del trasero que dejan entrever sus calzoncillos adornador igual que la camiseta y zapatos deportivos tres tallas más que le correspondería. Si, es una chica y lleva calzoncillos ¿qué pasa?

Kathryn tiene un estilo muy personal a la hora de vestir. Lo mismo un día te aparece con un vestido escotado de corte recto que estiliza la figura haciéndola parecer una chica de alta sociedad como que se coloca sus adorados pantalones negros llenos de rajas por la parte de delante.

- ¡Que te jodan, chaval! –púm, un golpetazo a la puerta y el coche de nuevo sale despedido hacia las afueras. Adios coche, adiós desconocido, adiós posible nueva vida. Hola mundo nocturno.

Al contrario de lo que pueda haber parecido ese grito nada más darle la espalda al Toyota de color negro Katheryn sonríe. Inspira, levanta la mirada, mira la luna. Hoy está extrañamente preciosa, brillante cuál lucero, cómo es ella. Brillante, dominante, altiva, la luz que lo domina todo desde arriba. A veces le darían ganas de comprarse unas alas y volar hacia ella. Una pena que las alas sólo sean de juguete y de talla XXS para niñas de 0 a 3 años.

Chasquea la lengua y vuelve a sonreír a la vez que se recoloca los pantalones que aunque sean de esa manera tan informal tienen su forma de ponerse. Será petardo ese del coche ¿pretendía que después de dos meses empezaran a salir? ¿Ella? Oh Dios, vale que esté en permanente busca del malo de la peli enamorado de la chica con problemas de autoestima pero no de un paleto con cazadora y gafas de sol que de un momento a otro podía acabar dentro de su barrigita. No, no, ella es una chica buena y no tiene que pensar esas cosas, mejor dejemos el tema.

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Mientras estaba tranquilamente con mi hija, un coche Toyota creí leer se acercaba a una velocidad poco común por esa zona. El coche frenó de golpe rozando el bordillo de la acera con un estruendoso ruido acto seguido le tapé las orejitas a Izel, no quería que acabase con un dolor de oídos horrible por culpa de un par de imbéciles que se creían los amos del cotarro, como podía odiar a ese tipo de personas, quizás en el día de mañana los convertía en unas de mis presas para los asesinatos de “Le Chien” No sabían con quien se había topado, y mejor que no lo supieran, si lo supieran acabarían demasiado mal.

Una chica de ondulado pelo castaño, piel acetrinada y 1’70 de altura salía del coche, alterada y con la ropa ligeramente desordenada. Iba vestida con una camiseta a rayas horizontales de color rojo y blanco que dejaba al aire su hombro derecho, pantalones vaqueros gastados con una gran raja por la parte del trasero que dejaban ver sus calzoncillos adornados igual que la camiseta y zapatos deportivos tres tallas más que la suya real. Con los ojos como dos pelotas de ping pong me quedé muy extrañada pensando en por qué llevaba calzoncillos si era una mujer, a lo mejor se había quedado en casa de su novio y no tenía ropa interior de mujer limpia ¿Quién sabe? Me pregunté, ya no había nada que me pudiese sorprender, pero si sorprender a los lectores del periódico, sería un buen artículo.

Me levanté despacito del suelo con Izel en brazos y me quedé mirando el espectáculo que estaban montando, la joven salió del coche y pegó un portazo después de insultar al hombre que había dentro, el mundo ya empezaba a volverse del revés. Con cuidado seguí observando como se quedaba mirando la luna mientras el coche volvía a largarse por donde había venido, mejor así. Ella parecía estar ya feliz, con una sonrisa en el rostro. Creyendo que podría preguntarle si se encontraba bien me acerqué a ella, me entraba cierta curiosidad conocerla, era verdaderamente extraña.

- ¿Hola? ¿Te encuentras bien? Siento entrometerme pero no he podido evitar ver lo que ha ocurrido –Le dije con cortesía. Al segundo Izel empezó a hacer pequeños ruiditos con la boca, sonreí y la mecí un poco para que se quedase tranquila, esperaba que la joven no fuera de esas anti-bebés, no me apetecía tener que hablar con una así.

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De nuevo mira hacia el frente, al parque que tiene delante con bancos, columpios, toboganes y ese tipo de cosas que haría ilusión a cualquier pequeño. Tontos ¿es qué no saben que un parque es más peligroso que cien mil lobos juntos en plena noche de caza? Con el tobogán pueden partirse la crisma, en el columpio golpearse la nuca y quedarse inconscientes mientras les sangra la raja que se acabarían de hacer en la cabeza ¿y los subibajas? Por Dios, esa es la cosa más peligrosa que le puedes ofrecer a un hijo. Aunque en realidad los pobre niños no tienen la culpa de nada, toda la culpa es de los padres que, aunque les enseñan a divertirse, les exponen a una posible y cercana muerte.

A lo lejos ve una sombra acercarse que la saca sobre sus pensamientos sobre los crueles peligros de los parques infantiles ¿Spiderman, Batman, un perro montado en bici? Entrecierra los ojos para distinguir mejor la silueta y reconoce el porte de una chica con un bebé en brazos, un bebé al parecer muy pequeño. ¿Pero qué hacen aquí a estas horas? ¿No saben los peligros que hay por estos parques abandonados a partir de las 22:00? Mira el reloj al percatarse de que no sabe ni en qué hora vive, pueden ser las 19:00 y ella tan tranquila pensando que son las 23:30 mínimo. Anda, pero si son las diez y algo pasadas, que temprano es aún. La noche ya no es tan joven cómo lo era antes, tsk.

- Sí sí, tranquila no pasa nada, me he tomado con el tio más… tonto, de la ciudad, gracias por preguntar –al decir la palabra ¨tonto¨ mira inevitablemente al bebé esperando que no lo haya entendido, no se pueden aprender palabrotas desde tan pequeño. Kath es muy mal hablada, sin exagerar ya que no va insultando al primero que le roce la chaqueta, pero si tiene expresiones poco adecuadas para un criajo tan pequeño. Que por cierto, la chica también parece bastante joven, 21 como mucho- Pretendía qué ¿cómo ha dicho? Ah sí, tuviéramos algo más serio y ese tipo de cosas… demasiado lento para tenerlo todos los días, ya sabes.

Con su habitual frescura le guiña un ojo a la chica ante este último comentario. Sí, con el ¨lento¨ se refiere a temas +18 que el bebé no debe escuchar si no quiere quedarse traumatizado de por vida, y con ese gorrito no tiene pinta de querer algo asi, por lo que el guiño y el ¨ya sabes¨ es un intento por que la chica comprendiera su problema. Aparentaba ser de su edad, entendería del tema ¿no? Realmente lo del guiño no es algo que suela hacer normalmente pero la noche es para aprovecharla y cuando esta llega Kathryn intenta dejar de ser cerrada con la gente nueva. Qué leches, hoy tiene un buen día de esos en los que se presentaría hasta a un concurso de belleza.

- ¿Es tuyo el bebé o eres la niñera que hace el trabajo sucio cuando los padres se van por ahí a emborracharte? –para una persona de su edad que encontraba por el sitio tenía que ser amable, de momento no tenía ninguna amiga ni tan siquiera un guía de Bucarest. Bueno, sí, al idiota que se acababa de largar con el coche y su par de amigos, pero esos enterrados y muertos para ella, ale.

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La noche seguía igual que antes, preciosa como ella sola, hacía tiempo que la noche no se presentaba de esa manera, ya era hora de que nos agraciara con un poco de generosidad, trabajábamos demasiado para ella y ésta no se daba demasiado cuenta, además estaba segura que no podría pagarlo con la luna, no podría llegar a matarla ni aunque quisiera, y ya si no decimos que si me cargaba la luna estaba perdida completamente, no solo me buscaría la manada, después me buscaría el Gobierno, la NASA y la madre que los parió a todos, acabaría muerta antes de que acabase el día seguro. Cuando termine de recapacitar sobre mi locura espacial sobre asesinar a la luna me di cuenta de que no era coherente lo que estaba pensando ¿Has pensado tú eso CiBach? Me pregunté en silencio para mí misma. En efecto, todo me empezaba a afectar demasiado.

Volviendo a la tierra me percaté de que la joven me estaba hablando, la miré tranquila y reía por dentro por su forma de expresión pero aún más cuando miró a la pequeña para cerciorarse de que no la había entendido o eso me pareció a mí, no me reía abiertamente por si llegaba a ofenderse pero sin duda era una persona muy especial. Miré a Izel y me fijé que ésta se estaba riendo como si la entendiese, entonces si que sonreí, Izel era muy inteligente aunque no creía que pudiera llegar a entender lo que la chica decía.

Tras su último comentario me guiña un ojo como para que supiese que el temita del cual se refería era mejor que Izel no se enterase, asentí con la cabeza en señal de que la entendía y acto seguido me reía un poco. Verdaderamente era una chica especial, y con ello no la estaba llamando sutilmente tonta, simplemente era especial, una de esas personas que jamás pensaste que te encontrarías y al final encontraste, me hacía mucha gracia, quizás si la convencía podríamos ponernos a bailar por todo el parque cantando alguna canción como “Hakuna Matata” a lo mejor ni le importa. Ya empezaba a delirar de nuevo con paranoias sin sentido.

La última pregunta me hizo bastante gracia, no se andaba con tapujos iba directa al grano, eso me gustaba, y también me gustaba la forma de definir a las niñeras. En realidad nunca había sido niñera, pasaba de estar todo el día con niños que me mandan a tomar por saco cuando les dices que no por algo y si los regañas luego van a su papá contándole milongas extrañas, pero es que encima el padre les cree y si eso ocurre ya vamos por mal camino, porque éste sería capaz hasta de denunciarte por acoso a un menor o cosas por el estilo, hay que estar verdaderamente loco, además prefiero no hacerlo, porque si a mí un niñato de 7 años me mandaba a freír espárragos yo lo acabaría estrangulando y entonces si que iría a la cárcel, no por acoso sino por asesinato. Pero nunca me había imaginado matando a un niño por muy malvado que fuera, no sería capaz.

- Es mía, es mi hija Izel –Le dije con voz tranquila y una leve sonrisa en mí rostro- No soy la niñera que hace el trabajo sucio mientras los padres se emborrachan, además las niñeras son demasiado gallinas como para salir con bebés a estas horas de la noche, aunque tampoco es muy tarde pero para ellas sería el fin del mundo. Es que ya me las imagino sentadas en el sofá del gran apartamento con el bebé llorando en la cuna y ésta hablando por teléfono diciendo: O sea no me lo puedo creer ¿Han roto? ¡Pero si eran una pareja di-vi-na! Bueno…ahora me lo puedo tener yo –Le empecé a imitar a una niñera toda cursi y repulsiva de esas a las que le pegarías una torta solo para espabilarla y hacerle entrar en el mundo real de una vez- Yo me encuentro a una de esas y la mato seguro –Me giré para mirar el parque hacía fuera y recordé lo del hombre que quería algo más serio con ella, entonces volví a mirarla- Haces bien dejando a ese hombre en su sitio, seguro que tú te mereces algo mejor en todos los sentidos y si te molesta puedes llamarme, tengo mis truquitos –Sonreí ampliamente pensando en que a lo mejor podrían ser mi propia víctima, pero se notaría demasiado, le digo que tengo truquitos y justo aparece muerto, no.. tendría que esperar. La chica parecía muy maja y seguro que se merecía algo mejor que aquel capullo de cojones cuadrados, menos mal que no hablaba en voz alta.

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Observa a la pequeña reírse con la leve consecuencia de una pequeña sonrisa desbordando de su boca, los bebés siempre le habían hecho gracia, eran tan pequeños, redonditos y aplastables… Uy aplastables, achuchables quiero decir, achuchables. Entonces se imagina aplastado a uno de estos bebecitos obesos con las piernas más gordas que un jamón y la carita perfecta para besuquearle horas y horas, y no le hace gracia. No, sería un crimen bastante asqueroso… Ella misma se entregaría o se clavaría una bala de plata o un trozo de algo que acabara con su bonita y perfecta vida. Ehé, eso de bonita y perfecta es irónico, que su vida es la más aburrida del mundo.

Bueno, a lo qué íbamos que de nuevo le había dado por cambiar tema en su mente, cosa que suele pasarle con bastante frecuencia. Está pensando sobre algo y púm, de golpe y porrazo acaba filosofando sobre otra cosa que no tiene parecido alguno. El caso, que al escuchar reír a la pequeña ella ríe igual ¿la estaría entendiendo? No cree, pero los bebés tienen esa capacidad especial para reír con las voces de las personas ¿sería su voz graciosa? Si es que se había equivocado de profesión ¿para qué trabajar como barwoman de un bar de drogadictos pudiendo ganarse millones en el circo? Anda, pero si la madre también se ríe. Lo dicho, al circo de cabeza.

- ¿Iziel? Vaya, que nombre tan extraño, no lo había escuchado en la vida ¡es súper bonito! –exclama con su sonrisa de oreja a oreja. Al principio le había recordado al nombre de su ex, Uziel, que por cierto es bastante parecido, pero no, con la ¨I¨ al principio suena más fino, femenino y menos… cabrón. Ahora su mirada se dirige a la chica que sostiene el bebé en brazos y le está hablando sobre las niñeras pijas y malcriadas a las que sus papis les cortan el grifo y se ven obligadas a buscarse el trabajo en el que ganar dinero más fácil. No, prostituta no, niñera. Ríe, Kath tiene una risa muy abierta y alegre, muy suelto, cualquier cosa o chorrada es capaz de hacerle gracia. Es fan de los chistes malos, por cierto. La chica que se encuentra enfrente suya tiene toda la pinta de persona maternal y cariñosa que protege a su hija sobre todas las cosas, a su hija y a miles de personas más. Que mona, no había conocido a nadie que, pareciendo tener su edad, tuviera esa cara de bollito protector. Arg, se concentra, tiene que responder antes de que parezca idiota.

- Y eso cuando no se traen al propio novio a casa y mezclan fluidos y células de la lengua delante de los pobre críos. Típicas pijotas a las que los papis mimados les han cortado el grifo de dinero por culpa de las fiestas sin sujetador en piscinas de la súper casa de campo dónde la única bebida disponible es el Absenta a palo seco, estoy de acuerdo.

De nuevo vuelve a reír al recordar la voz de pito roto que había puesto la chica imitando a una niñera hablando por teléfono. Aunque interiormente muere de vergüenza, una vez cuidando de sus primos pequeños se quedó durmiendo en el sofá y sus tíos tuvieron que despertarla a base de pequeños tortazos… Se llega a quemar la casa y ni se entera, seguro que si se le contaba la chica podría clavarle las uñas en ese mismo momento. De nuevo sale la vena insegura de Kath, lo que provoca que durante unos segundos muerda su labio inferior nerviosa por si la chica podía leer los pensamientos. Por mi madre, que cosa más tonta.

- Por cierto me llamo Kathryn, Kathryn Benz, y acabo de llegar a la ciudad asi que no intentes recordar mi nombre ni mi cara por alguna neurona recóndita de tu mente, sólo conocía a ese idiota que se acaba de largar con el coche. Sí, Kath es una pobre solitaria de Bucarest.

Metiéndose las manos en el bolsillo de los pantalones camina hacia el interior del parque, eso de quedarse al lado de la carretera no es algo que le apetezca demasiado ¿y si el idioto vuelve y empieza a rogarle? Arg, si es que para una vez que consigue a un chico medianamente decente para ella este se vuelve tonto. Realmente ese es su pensamiento interno, pero inconscientemente su mente le echa la culpa a la luna y al dichoso secreto que guardan juntas algunas veces. No, hay días que no querría ser una pequeña loba peluda.

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Entre pitos y flautas el tiempo transcurría pero la luna se encontraba en uno de sus mejores momentos, allí subida observándolo todo con detenimiento y compasión. Alguna que otra vez me preguntaba ¿Por qué no podré estar con ella? Si, una pregunta de lo más estúpida sin duda, era como imaginar que por un día viajarías con Peter Pan y Campanilla al País de Nunca Jamás diciendo: ¡La segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el País de Nunca Jamás! O luchando contra el Capitán Garfio y riéndose de Smith, o descojonándome de risa viendo como el Capitán se muere de miedo por el cocodrilo, o… quedarse con Wendy mientras cuenta cuentos y espera a que su amado Peter regresa ¡O mejor! Ver como Campanilla se vuelve roja de los celos que tiene hacia Wendy y le tira del pelo, eso si que sería memorable. Me había quedado con la mirada perdida en la luna mientras soñaba despierta con el mundo de Peter Pan, así volví a la realidad al escuchar a la chica que tenía delante de mí y de la cual aún no sabía su nombre.

La joven se extrañó por el nombre que tenía mi hija, era normal, no muchos habían escuchado ese nombre, es más yo nunca lo había escuchado hasta que leí esa historia sobre los mayas y me di cuenta de que era un nombre perfecto para una niña como ella. Ante mi sorpresa a la chica le encantó el nombre además de reírse, tenía una sonrisa muy bonita, abierta y alegre, me gustaban las personas así, parecía la típica persona que se ríe fácilmente pero con una gracia encantadora que cae bien a cualquiera.

No pude evitar reírme ante su comentario sobre la mezcla de fluidos y células de la lengua delante de los niños. A parte de reírme es que tenía razón, y esa razón se convertía en ira porque es una asquerosidad que hagan eso delante de los pobres niños, yo los pilló y les doy un sermón que se quedan sin orejas, después les cortó las lenguas y después que vayan a hablar con la policía si se atreven, porque si se llegasen a atrever acabarían sin vida y eso no es algo que quisiese hacer adrede, tendrían que provocarme demasiado. Por otro lado me lo pasaba bien imaginando a los pobres padres incrédulos que dejan a sus hijos a esa panda de niñas pijas sin sentido común que se pasan la vida haciendo el idiota y creyéndose las reinas del cotarro allá por donde van.

-El nombre de Izel se lo puse por su significado “única” en la lengua maya, me gustó y así se quedó – Sonreí-Y sobre lo que acabas de decir tienes toda la razón, eso sí yo no sería tan estúpida como para acabar dejando a mis hijos al cargo de semejantes personas, se ven a la legua las pintas que llevan, o las clases de personas que son.

Me resultó extraña la forma de presentarse, parecía una joven completamente super sociable y amigable, bueno… tenía su carácter pero era de esas personas que aunque tengan carácter son increíbles, te hacen pasar un buen rato quieras o no e incluso te animan cuando estas decaído, de esas personas que te hacen reírte a carcajadas por la cantidad de cosas que dicen. Tenía claro que no la iba a olvidar, tanto si quisiera como sino, CiBach no olvidaba a gente que le caía bien y ella no iba a ser menos.

-Encantada Kathryn, mi nombre es CiBach, CiBach Blaidd, como comprenderás los nombres raros en mi familia son comunes –Reí levemente- Y quieras o no me acordaré de tu nombre, pareces una mujer maja y me caes bien, y no suelo olvidarme de las personas que me caen bien, así que acostúmbrate un poco.

Kathryn se metió las manos en los bolsillos y empezó a caminar al interior del parque, yo la seguí con Izel en brazos que se iba quedando dormida poco a poco, ya casi no podía tener los ojitos abiertos, mejor que se quedase dormida, ya eran horas. Acercándonos al carrito dejé a Izel dentro de él para que pudiese dormirse con normalidad, la mecí un poco y seguí paseando por el parque junto a Kathryn, ésta parecía pensativa, me preguntaba muchas cosas sobre ella.

- ¿Y qué hace una persona como tú sola en Bucarest? –Pregunté con suma intriga. Ya que decía que era una pobre solitaria de Bucarest pues tendría eso alguna explicación.

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No quería volver a mirar a la luna ¿para qué? Tantas veces había repetido el mismo gesto que hasta se cansaba. Elevar la barbilla hacia arriba, entreabrir la boca inevitablemente y dejar que el brillo de los ojos refulgiera hasta casi alumbrar toda la habitación. Era algo aburrido tener que descubrir que lo único y más brillante del cielo era simplemente una esfera redonda que giraba alrededor del Planeta, una simple y simplificada esfera. Mh, esa frase no tenía mucho sentido… Se encogió de hombros, con esas vistas no podía pensar claramente. El caso era que no podía bajar la vista, las miradas de reojo se le escapaban hacia ella, hasta una sonrisa cómplice. Espera, espera… ¿sonrisas cómplices con la luna? Con esas formas no llegaría ni a conseguir un trabajo digno en ese lugar, desde luego. Loca.

De nuevo giró la cabeza hacia la chica escuchándola hablar sobre las niñeras pijas, repelentes y babosa y el nombre de su hija. Vaya, pues si que se tomaba molestias la gente para encontrar un nombre que fuera único, y nunca mejor dicho con este niña. Aquello la hizo entrar en curiosidad, en realidad la persona que caminaba a su lado nunca le había dicho que se había tomado molestias.

- ¿Esos nombres se encuentran tal que así? -preguntó, quizás no de una manera clara pero preguntó. Su curiosidad era mayor que la vergüenza de preguntar sobre cosas sin sentido. Por lo que tuvo que explicarse- Quiero decir, siempre que conozco a alguien que habla de sus hijos, tanto viejas como jóvenes, hablan del nombre que les pusieron y de cómo llegaron a encontrarlo. Algunas hasta se pasan horas y horas buscando en páginas y libros titulados ¨Nombres para tu hijo¨ -rodó los ojos en un claro gesto de incomprensión muy típico de ella, aquello sinceramente le parecía una reverenda tontería- No sé si entiendes lo que quiero decir... Piensas que ese nombre es el perfecto y adecuado para tu hija ¿pero porqué, sentiste algo a escucharlo o lo llenas planeando desde que tienes acto de consciencia? ¿Una fuerza de magia blanca y pura?

Bromeó con la última pregunta. No pretendía herir ningún sentimiento de la chica, y aunque sabía que con esas frases no lo hacía tenía que asegurarse de que ella se diera cuenta, que había algunas a las que diciéndoles ¨que puntas más raras llevas ¿te has cortado hace poco?¨ les hundías la vida hasta que llegaban a raparse y rajarse la cabeza por la mitad. Vale, al escuchar su nombre sí que se sorprendió. ¿Ci qué? ¿Bach, como el músico? Vaya, desde luego los nombres en esa familia no eran de lo más comunes, cómo bien había dicho ¿CiBach?

- ¿Y no odias a tus padres? –rió entre dientes, girando la cabeza hacía ella. No era muy aficionada a hablar mirando las caras de la gente, sus ojos eran preciosisimos y bonitisimos sí, pero también tenía ese toque de niñez y vergüenza que, cómo bien pone en su ficha, sale a relucir en ocasiones extrañas y el hablar mirando a la cara de la gente era una de ellas. Odiaba parecer maleducada por eso- No es feo, desde luego, único en el mundo hasta llego a pensar, pero es la cosa más rara que he visto en mi vida, parece una marca de un caro champagne francés ¿cómo se escribe?

Al percatarse de que la pregunta era algo bastante estúpida decidió dejarla correr y esperar que ella no la hubiera escuchado, mucho mejor si no respondía así se ahogaba el mal trago de tener que asentir y fingir que hasta la pregunta tenía importancia. Pero le había salido del alma, qué vamos a hacerle. Mejor escuchar lo que seguía diciendo y responder, sí.

- ¿Qué qué hago sola por Bucarest? –vale, pregunta difícil de responder. Me cachis. Se mordió el labio en un milisegundo demostrando su nerviosismo a la hora de responder, gesto casi imperceptible. Ciertamente había notado el olor característico de los lobos en torno a la chica ¿pero de todo lo que huele se puede fiar una? Para nada, para nada ¿y si luego simplemente resultaba ser trabajadora de circo experta en la cuida y el comportamiento de una manada lobuna? Porque sí, también había pillado a CiBach mirándolo la luna de su misma manera, pero repito, una nuca puede fiarse- Ya sabes, una siempre necesita salir del nido a cierta edad y creo que a mis veintidós ya iba siendo hora de encontrarme un buen trabajillo lejos de la hogareña y aburrida casa familiar. Y no, antes de que preguntes no vengo con ningún amigo, novio, novia ni ser con derecho a tocamientos impuros que me ha dejado sola por estas calles y parques abandonados. Sólo venimos mis pies, mi gorro y yo, la soledad a veces no es tan mala.

Le gustaba estar rodeada de gente, eso no podía negarlo, pero llegar a vivir a un sitio nuevo te permitía pensar, añorar y disfrutar de muchas cosas que nunca podría haber sentido.

- ¿Y tú? ¿Eres de aquí o huyes de un mal padre que pretende encerrarte en un internado con falditas de cuadros por tener un hijo tan pronto? –sonrió. Que maja era aquella chica, por Jesucristo Superstar.

Perodna por el RETRASISISISIMO, viaje a Londres, castigos y más tonterias raras ocuparon mi mente y las ganas de escribir se fueron.

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