La rutina de Aphrodite (Gabriel)

Salí de uno de los establecimientos arrastrando conmigo del cuello del abrigo a un hombre de mediana edad haciéndolo caminar hacia los callejones -¡Te lo juro Gabriel yo no Fui! ¡No toque un pelo de su cabeza, lo juro!- suplico casi en llantos, lo lancé a la oscuridad del callejón. Acerqué mis pasos hacia el que se arrastraba por el suelo mostrando una de sus manos en pos de que me detuviera, quería explicarse –Habla…- Le indiqué -Es…estábamos pasándolo bien… y … y… no se … de repente… se cayó y se golpeó la cabeza y…- No le dejé seguir hablando acuclillando -No me vengas con memeces tenía tu olor desde la punta de los pies hasta la cabellera…pasando por el lindo desgarre del cuello...- El hombre en el suelo se encogió -¿Acaso se te resistió a algo que no quería hacer? Son prostitutas pero son humanas y ya sabes lo que opino yo sobre la caza independiente…Esta luna no quiero verte por el claro… ¿Entendido?- Mi voz sonaba más parecido a un gruñido que a una voz normal. El hombre asintió y entonces me incorporé .Lárgate…- Indiqué, el hombre aterrorizado por la acalorada conversación se puso en pié estrepitosamente saliendo del callejón. Fue entonces cuando alcé la mirada en un suspiro, pudiendo oler a alguien en aquel mismo callejón, la observé en la distancia que nos separaba,-otro lobo nuevo…- No reconocía a ciencia cierta el olor, también los nauseabundos olores del callejón podían confundirme.

Adelanté mis sonoros pasos de manera tranquila acercándome, sin poder evitar repasar con la mirada la vestimenta -o más bien escasez de ella- de la joven ladeando levemente el rostro. -¿Con quién tengo el placer?- Dije colándome bajo su mismo haz de luz dejándome ver al completo. En aquella cercanía capté mejor el olor de la muchacha, ahora podría reconocerla en cualquier otra ocasión. Guardé las manos en los bolsillos del abrigo.

Un callejón oscuro…una mujer con poca ropa… creo que no cabe más a deducciones a lo que se dedicaba y dudaba que con el rostro tan delicado que tenía fueran drogas -¿Hace un poco de frío no cree?- Haciendo galantería de mi caballerosidad innata, me quité el abrigo haciendo amago de ponerlo por encima de sus hombros -No quisiera importunar, pero es un lugar peligroso para alguien como tu- Dije acomodando el abrigo, quedándome tan solo con una camisa negra con el botón superior desabrochado, no soportaba las camisas totalmente abrochadas.

Dejé el abrigo sobre sus hombros para que ella se lo acomodara -Los nombres siempre son importantes si quieres conocer al a persona con la que tratas- Sonreí levemente posando mi ambarina mirada sobre el claro de sus ojos –Gabriel Silverfang- Me presenté tal como ella hizo -Y mi presencia aquí es más que casual- Miré por un momento a la salida del callejón donde momentos antes reprendía aquel estúpido asesino de humanos…Irónico que pensara aquello cuando yo mismo corría tras uno de ellos cada luna llena, pero en manada y por pura necesidad.

La observé nuevamente, algo me hacía querer seguir conversando -Pues alguien como tú, con un porte tan elegante, una piel tan, seguramente, suave y tersa, llámame loco pero veo la delicadeza dibujada en tu hermoso rostro- Hum… estaba piropeándola, hacía años que no hacía aquello, desde… en fin, supongo que el subir la autoestima de alguien no estaba mal de vez en cuando, aunque seguro que a ella no le haría falta aquello.

Me hice a un lado indicándole la salida del callejón -¿Gustas dar un paseo?- Pregunté sin apartar la mirada de ella, quizás estaba siendo algo incordio y no la estaba dejando en su oficio, pero, algo me decía que debía seguir hablando con ella, algo en mi interior y siempre hacia caso a mis corazonadas. Esperé paciente a que comenzara a caminar o me dijera una negativa, ella pensaba que yo era un lobo cualquier y me aprovecharía de aquella situación para ver una reacción ante alguien normal

Aceptó mi invitación a caminar -Yo no e considero como la mayoría- Dije comenzando a caminar para salir del callejón, uniendo las manos a la espalda. Una brisa helada nos abatió cuando salimos al exterior del resguardo del oscuro callejón, pero poco me importaba pues estaba acostumbrado a estas temperaturas. -Aun no te conozco suficiente como para saber si puedo alagar lo que verdaderamente importa, pero dadme al menos un par de horas y creo que podre decirte lo que pienso de ti- La miré por un momento, a caminábamos por la calle bajo las luces de varias farolas, la calle estaba mucho mas iluminada que aquel callejón

-Eres de Rusia, ¿no?- Pregunté con el afán de entablar una conversación, a modo de querer saber más de su persona. Mis intenciones no eran otras que escudriñar, disimuladamente. En todo su ser ¿Miedo? No, es el simple hecho de querer saber más sobre el lobo recién llegado a la ciudad con manada, si sería candidato para ser partifice de esta, o tendría qu seguir siendo un lobos solitario, soledad que tanto temía yo mismo.

-¿Llevas mucho en Bucarest?- No habían pasado unos minutos cuando pronuncié la segunda pregunta -Oh disculpa, quizás estoy siendo demasiado atrevido, no contestes si no quieres, no hagas caso a este…loco…- ¿Loco? Quizás, por hacerme pasar por alguien quien realmente no era, aunque, no estaba mintiendo, solo ocultando la verdad, puede considerarse otro grado de mentira, pero a otra escala, menor a mi parecer.

Una medio sonrisa emergió en mis labios, hacia mucho que no sonreía de manera tan honesta –me temo que solo soy alguien que ha vivido tanto como para poder filosofar sobre la actual vida- Mientras caminaba desvié mi mirada en ella -Ahora mismo estoy hablando con una señorita, no con una prostituta, estoy hablando con un igual…un lobo…- Aclaré, continuamos caminando y al final de la calle podía ver el brillo del encerado de mi cocha bajo una de las farolas.

-La curiosidad es algo…natural en la vida de un…ser como nosotros- Evité repetir demasiadas veces la palabra lobo para que no se nos asemejara con ellos, pura precaución por quien pudiera escuchar -No obstante la insistente curiosidad puede llegar a ser molesta, te lo digo por propia experiencia- Volví a mirarla con esa leve sonrisa. Preguntó entonces si pensaba ir a algún sitio -Bueno si te apetece tomar algo- Me encogí de hombros levemente -Tengo el coche cerca y conozco un lugar donde ponen copas bajas de precio- Evidentemente me refería al Luna, y tan bajo era el precio que para mi eran gratis evidentemente.

Entonces en un movimiento que podía tacharse de atrevido, metí la mano dentro del bolsillo del abrigo -No te preocupes- Dije agarrando dentro de este las llaves del coche, y apretando el botón del seguro el coche se ilumina por las luces de emergencia por un momento para luego encenderse los faros delanteros -Los tragos corren de mi cuenta- Dije para después caminar hacia el coche, apenas a unos metros pues habíamos seguido avanzando.

Mi paso se hizo apresurado para adelantarme a abrir la puerta del copiloto -Señorita...- Haciendo hincapié en aquel apelativo negando cualquier ironía al respecto. Una vez pasó dentro cerré la puerta y rodeé el coche para sentarme en la posición del piloto, apagando las luces y prendiendo el motor, el cual rugió como si se tratase de una bestia recién despierta.

Salí del estacionamiento para dirigirme a "las dos caras de la luna" donde probablemente estaríamos más a gusto refugiados del frío, tanto si nos quedábamos en el propio pub como si subíamos hasta la ahora desconocida revelación que sería mi casa, pues delataría mi posesión del local.

Tracé el camino que había desde allí hasta la zona de bares y restaurantes. A la mitad de la calle podía verse el logotipo luminoso del local y en la puerta una fila de personas para entrar haciendo cola –Hemos llegado- Comenté apartando en la misma puerta, apagando el motor sin quitar las llaves, me bajé del coche rodeándolo y abriéndole la puerta, tendiéndole la mano para ayudarla a salir. -Está un poco lleno, mejor así pasamos menos frio- Dije a esperas de que aceptara mi mano para salir del vehículo.

Una vez fuera cerré la puerta y sin más caminamos hacia la entrada, pasando por delante de todos los que estaban haciendo cola. Algunas miradas de envicia otras de momentáneo odio por ellos estar allí esperando y nosotros pasar sin más. El hombre de seguridad nos abrió la puerta saliendo del interior el sonido de la música, alto y un denso calor. Regresé mi mirada atrás justo antes de entrar, agarrándola de la muñeca con cuidado, no quería forzarla a caminar, tan solo avanzar y que no nos perdiéramos entre la multitud de camino a la barra. Algunos me saludaban, me conocían del lugar como el dueño era evidente, algún otro hacía una discreta inclínación o hacían a un lado la cara mostrando su cuello, todo de manera discreta pues en el local siempre había humanos.

Llegamos a la barra y fue entonces cuando solté su muñeca y me acerqué a su oído para hablar ya que la música estaba alta -¿Que quieres tomar?- Pregunté, mientras tanto, uno de los camareros ya me había visto, y frente a mi preparaba una copa de tulipa con una cuchara apoyada de borde a borde, sobre esta, un terrón de azúcar y mientras esperaba algún otra orden, sirvió absenta verde dejando que callera a través del azúcar, para después encender una cerilla y darle calor por debajo haciendo prender el terrón en parte sin quemarlo, haciendo que se fuera deshaciendo.

Ladeé la cabeza para escucharla, u tras aquel traspié vocal indique al camarero que pusiera otro, este repitió la misma acción con otra copa con las mismas características. Una vez servida la acerque sin levantar la copa de la barra para no tirar el terrón de la cuchara el cual poco a poco se apagaba, una vez más me acerqué para hablarle -Puede decirse…que soy el mayor inversor de aquí- Aquello podría interpretarse de dos únicas maneras, o que era el que más se gastaba en ese local, o que era el dueño, dejé la incógnita para dejarle imaginación -Tomemos pues- Dije para luego golpear la cuchara haciendo que el terrón callera en el licor mezclándose, y luego beberla de un trago, acabando de deshacer a mordiscos el azúcar, Dejé la copa sobre la barra regresando la mirada a ella.

Nunca había permanecido más de una copa en el local, pero sería precipitado y descarado el subir al apartamento, me limité a mirarla y gesticular que le parecía el sitio, me acerque para hablarle -Por lo menos es un sitio mas caliente que aquel callejón, ¿no te parece?- Dije medio girándome, instintivamente el camarero conociéndome preparaba un segundo trago de la misma manera a la anterior, cuando los hubo preparado nos los acercó.

Alcé por un momento el mentón al ver cómo tras ella, otros miembros de la manada me habían reconocido entre el gentío haciendo una inclinación demasiado exagerada para el momento, mi sonrisa se borró reprendiéndoles con la mirada, reaccionaron levantándose y alejándose de allí avergonzados por lo que acababan de hacer en publico

Regresé la mirada a ella cuando desaparecieron de la escena aquellos lobos, respetuosos pero poco disimulados, ya no era por lo que los humanos de allí sospecharan algo, por quien sospecharía de otra persona que se agacha de aquella manera si no sabe de nuestra existencia…Otros lobos podrían hacerle ver lo que era la oscuridad de nuestro secreto, el mantenernos ocultos era lo más importante que en aquella época nos podía importar.

-Por la oscuridad, que es nuestra cobija y por la luna, que nos observa en todo su esplendor desde lo más alto de su reino estrellado- Brindé en aquella segunda copa, de nuevo dejando caer el terrón de azúcar en el interior de la copa, este continuó deshaciéndose un poco mas hasta que mi mano agarró el recipiente para beber aquel caluroso licor.

Asentí ante los gustos sobre el hada verde y me acerqué para hablar -Bueno puede decirse que está entre mis favoritas- El camarero hizo afán de servir de nuevo, medio me giré negándole y recogió ambas copas pasando a atender a otros clientes. De nuevo miré a Eithne acercándome un poco para escuchar bien -Si lo prefieres podemos ir a otro lugar más tranquilo- Evidentemente no me refería a otro lugar fuera del Luna si no a otra zona más apartada, y la única zona más apartada y tranquila era mi casa sobre el local y además tenía absenta de varios tipos -¿Vamos?- Le tendí la mano con afán de caminar hacia aquel lugar más tranquilo.

Tomó mi mano y tras aquello caminé alejándome de la barra perdiéndonos entre el gentío nuevamente atravesando por completo el local. Salimos de ese gran grupo de gente, mezclados en su límite de humanos y lobos, algunos llegaban a verme otros seguían e su baile. Pude tomar una bocanada de aire semi-limpio una vez en aquel apartado lugar, un par de hombres apostados a cada lado del pie de una escalera que evitaban que alguien subiera por ella.

Antes de seguir caminando volví la vista atrás mirándola por un momento, para luego comenzar a subir sin poner ningún impedimento en que lo hagamos. Nuestros pasos sonaban sobre las escaleras metálicas, metí la mano libre en el bolsillo sacando un manojo de llaves, en el las llaves del local y las de la casa, esas fueron las que aparté introduciéndolas en la cerradura cuando llegamos a lo alto de las escaleras -Así estaremos más tranquilos- Dije abriendo la puerta entrando soltando su mano quedándome al lado de la puerta a esperas de que entrase para cerrar tras ella.

Cuando lo hizo, avancé hasta adelantarme -Ponte cómoda- Caminé llegado al salón, dejando las llaves sobre la mesa caminando hacia el fondo donde la barra estaba y en la pared estanterías de cristal con las variedades de absenta; azul, roja, negra, verde. Varias botellas aunque repetidas y bien colocadas. Pasé al otro lado de la barra sacando de bajo esta un par de copas idénticas a lasque había abajo, saque el azucarero y el tarro de las cerillas -Roja verde azul o negra- Dije mirándola preparando de igual manera que el camarero aquel trago,

Serví en una de las copas absenta verde, para mí, ya que era la primera botella que había agarrado y además estaba casi por acabarse, en la otra copa puse absenta negra, teniendo que abrir una de las botellas del estante, teniendo que por un momento dar la espalda a mi invitada. Al volver a girarme pude ver cómo me observaba mientras acababa de preparar ambos tragos. Con agarré ambas copas caminando para rodear la barra caminando hacia el sofá, dejando aquella copa con la cuchara preparada para dejar caer el terrón de azúcar previamente quemado.

-¿Por qué brindamos esta vez?- Pregunté sentándome y entonces acercándole a ella la copa de absenta negra y cuando ella agarra su copa, me estiro levemente para poder sostener la mía. La miré nuevamente esperas de que dijese algo, o el brindis o alguna pregunta. Claro estaba que no la había llevado a mi casa para hacer uso de sus servicios –al menos ese día- pero seguro que le surgían dudas de por qué estaba allí.

Sujeté la copa ladeando levemente la cabeza escuchándola hablar -Por las incógnitas pues…- Rozé la cuchara de mi copa con la suya haciendo que ambas cayeran para luego beberme el contenido masticando el terrón sin apartar la mirada de ella -Llevas razón, no es normal que alguien tan “adinerado”- Haciendo el gesto de comillas -Se acerque sin intención alguna a mujeres de tu oficio- Dije suavizando la palabra puta. Estiré un poco le brazo dejando el vaso vacío sobre la mesa frente al sofá -Te seré franco, como sabes soy alguien…poderoso y me gusta saber quien anda y por donde, con respecto a los que son como nosotros claro, ya sabes, para saber por dónde mover el negocio- Me refería al Luna, pero más que nada a la publicidad.

-¿Acaso no estás a gusto aquí?- Ladee la cabeza hacia el otro lado aun mirándola -¿Acaso quieres marcharte? Porque si es así no seré yo quien te lo impida- Me eché hacia atrás en el sofá, poniendo los brazos por el borde del respaldo acomodándome. Crucé una pierna sobre la otra, poniendo el tobillo sobre la rodilla -¿Piensas que pierdes el tiempo?- Pregunté por ultimo antes de callar.