Crepúsculo idóneo para fingir indiferéncia

La escena se desenvolvía en ese corto periodo de tiempo en el que el día no es día ni la noche es noch. Esa efímera escena en la que no es correcto ni decir buenos días, ni decir buenas tardes, ni decir buenas noches. Se hallaban en el crepúsculo. Esas cortas horas neutrales entre el sol y la luna, las estrellas y los rayos del sol, la luz y la oscuridad. El cielo yacía enrojecido como si hubiera sufrido una herida que poco a poco iba derramando gotas de sangre que teñían de color pasión ese hermoso horizonte que se veía reflejado en ese par de ojos ambarinos que parecían mirarlo todo pero no ver nada. ¿A qué se debía eso? Eso se debía a que su mente estaba en otro lugar, en un lugar muy alejado de todo cuanto le rodeaba. Un lugar en el que no tuviera que odiar todo lo que le ocurría. Un lugar en el que no tuviera que bajar la mirada, tragarse su odio y luego subirla con una sonrisa de príncipe de ensueño.

Porque eso era él, Jeremmy Silverfang Roux, el aparente hombre perfecto. Atractivo, elegante, culto, alegre, sincer, romántico, algo misterioso... Y una mierda iba a ser el hombre perfecto, para empezar no era no hombre. Era un híbrido raro entre un perro salvaje y un adulto con mentalidad infantil. Solo era un cachorro algo crecido y con las hormonas revoltosas. Solo era eso. Un licántropo mirando el cielo sangriento y aguardando una cosa. Aguardando el qué, os preguntaréis. Aguardando la nada. La nada que le brindaba ese hermoso pero macabro crepúsculo al lado del silencioso río Dambovita.

Ni siquiera sabía como había acabado en ese lugar, sentada en el césped tras saltar las pequeñas vallas y sentada pintando algo que era imposible de pintar a la perfección, el crepúsculo. Intentaba ignorar los olores de las personas que pasaban detrás de mi hablando de sus cosas y cada una de ellas con sus preocupaciones mientras yo hacia el esfuerzo de controlarme para no tirarme encima de alguna de aquellas personas que tan bien debían saber

Mi mano se movía lentamente dibujando líneas y sombras sobre el papel con la única iluminación de una farola que había justo encima de mí alumbrándome. Hoy todavía no me había convertido ni una sola vez y esa era la razón por la que me costaba demasiado concentrarme en algo y sobre todo en aquel dibujo, ni siquiera sabía por que lo estaba dibujando. Desesperada por lo mal que me estaba quedando el dibujo arranqué la hoja de papel del bloc, hice una bola con ella y la tiré hacia atrás haciendo que cayese al otro lado de la valla

Miré al frente observando el agua moverse en el río y dejé el bloc junto a los lápices a un lado mientras me abrazaba las piernas con fuerza apoyando la cabeza en las rodillas soltando un leve suspiro. Estaba cansada de fingir, de hacer como si fuese una adolescente normal, no era normal, era una loba con ansia de sangre y carne y lo peor es que si saciaba mis deseos carnívoros me metía en un buen lío y todo por quitarle la vida a alguien que ni siquiera se la merecía, estúpidas reglas de la manada.

Sus ojos teñidos de matices amarillentos, demasiado parecidos a los de su padre, se clavaron en las briznas de hierba que se mecían bajo sus desnudos pies. Ahora se daba cuenta de que tenía en la mano derecha sus zapatos y que iba descalzo. Sí, era uno de esos lobos a los que la ropa les sobrava como bastante. Parpadeó negando con la cabezan cuando salió de ese dichoso ensimismamiento. Su mata de cabellos color noche ondeó con la suave brisa gélida que hacía temblar de frío a los humanos pero que a él, gracias a su temperatura ligeramente al alza, no afectaba de ese mismo modo. Simplemente era una suave brisa refrescante. Nada más Miró al otro lado de la balla donde algunas parejas paseaban con sus dedos meñiques entrelazados como si esa estúpida y minuciosa unión estrictamente física pudiera mantenerlos para siempre juntos.

Negó de nuevo con la cabeza y parpadeó velozmente un par de veces cuando una suave brisa le echó los cabellos hacia atrás, despejando su desnuda frente y abriendo un poco más esa camisa entreabierta de color blanco que cubría, en parte, su bendita semidesnudez. Sus centelleantes ojos teñidos del rojo del cielo no tardaron en identificar la pequeña figura de su mejor amiga, esa hermosa loba de ojos azules y sonrisa socarrona. Se movió sin ser visto a altas velocidades y atrapó en su fuerte y varonil puño esa bola de papel. La desenvolvió y la comparó con lo que veían sus ojos - ciertamente delicioso... - se limitó a alentarla mirando fijamente el papel, de pie, a su espalda.

Mi mirada estaba fija en el reflejo del crepúsculo en el agua, era incluso mas bello que en el cielo, en el agua brillaba y se movía, dos cosas muy tontas y que solo un niño pensaría que eran ciertas, tan solo era un reflejo, no había nada tan bello en el mundo y si existiese estaría oculto en un lugar para que nadie pudiese verlo pues la vida era así… las cosas bellas y diferentes debían permanecer ocultas para que romper el equilibrio del mundo o de yo qué se que tontería. Solté un largo suspiro mientras arrancaba la hierba del suelo y la tiraba dejando que el aire se la llevase donde quisiese, ni siquiera la hierba que arrancaba del suelo era libre, todos éramos esclavos de algo o de alguien aunque pensásemos que no.

Me dejé caer hacia atrás tumbándome en el césped cuando escuché una voz detrás de mi que conocía muy bien, la de Jer. Era mi mejor amigo y tenía la esperanza en que cuando él fuese el Alfa de la manada las cosas cambiasen pues estaba cansada de las normas de su padre aunque la mayor parte del tiempo no las cumplía pero aún así estaba cansada de escuchar una y otra vez las mismas charlas de siempre por no tener mas cuidado con mi naturaleza y exponer a la manada a ojos de los humanos y… bla, bla, bla.

-Puedes quedartelo, no me gusta .-Comenté mientras lo miraba con una pícara sonrisa en mis labios mientras pensaba que me gustaba mas él…¿a quien no le ponía Jer? Pues a mí si.-

Seguí mirándole en silencio durante unos segundos mas aunque mi mirada estaba posada en su pecho mientras mis dientes mordían sin mucha fuerza mi labio inferior. Desvié la mirada haca el cielo observando las nubes pasar de maneras lentas con esos colores tan extraños que tenían en ese momento de día pero aún así era bellísimas, mas incluso que cuando se veían blancas y como algodones. Recordé cuando de pequeña jugaba con mis amigos a imaginar como debía ser la textura de una nube, yo siempre había pensado que sería blandita y cómoda y que la podías moldear a tu gusto, pensamientos que quedaban ya muy atrás, ahora no quedaba ningún pensamiento inocente en mi mente, todos eran perversos y locos igual que la cabeza de una persona que no sabe lo que quiere… en realidad a mi mente no la entendía ni yo misma.

-¿Un dibujo horrendo te parece un bonito detalle? Sabía que eres rarito pero no tanto Jer.-Comenté de forma burlona mientras una burla sonrisa se instalaba en mis labios.-

Podía sentir como se acercaba a mí pero no desvié mi mirada para posarla en él, sabía que no era necesario, él sabía que podía sentir como se acercaba. Era extraño que el hijo de uno de los hombres que odiaba fuese mi mejor amigo, pero Jeremy no era como su padre, si fuese como él recibiría el mismo trato, si era capaz de contestar y faltarr al respeto al lobo Alfa…¿Por qué no lo iba a hacer con el hijo si este resultaba ser igual? Pero ese no era el caso, además, por Jer sentía mas que amistad, supongo que lo del roce hace el cariño debía ser cierto.

-Mmmm… Hoy estoy un poco frustrada, no he tenido tiempo de correr por el bosque, y además llevo todo el día con la sensación de que alguien me persigue, seguro que es uno de los lame culos de Gabriel que me esta vigilando, como lo pille le pienso arrancar los dientes con alicates.-Comenté con frialdad para después girar mi cabeza hacia él y dedicarle una inocente y aniñada sonrisa.-¿Y como te va todo a ti?

- Yo podría eliminar esa frustración si me dejaras... -Bromeó y dejó la mirada perdida en la nada mientras sentía la brisa acariciar su semidesnudo pecho. Arrugó ligeramente el ceño y eso logró hacer aparecer unas pocas -pero no desequilibradas- arrugas en su despejada frente. Sonrió. Otra cosa no podía hacer. ¿Motivos? Carecía de estos. Bueno, solo tenía uno. Probablemente. Estar ahora mismo al lado de ella. Una de las más rebeldes, aniñadas, caprichosas, envenenadas, distantes, macabras, alocadas y preciosas licántropas de la manada. No tardó en rodar noventa grados sobre la hierba para quedar con el cuerpo ladeado, mirándola con esa perfecta sonrisa de hombre que tan facilmente se le escapaba en su presencia. Normalmente sonreía así, no tenía nada en contra. Pero sospechaba del motivo por el que, no solo su sonrisa sino todas sus qualidades seductoras, se acentuaban de ese modo cuando los ojos de la chica eran esos perfectos luceros celestes en los que parecían habitar dos infinitos universos microscópicos. Tan caóticos. Tan bellos. Tan únicos... simplemente tan Sophia

- ¿Yo? - Preguntó retóricamente, sin esperar afirmación alguna. - En un inicio diría que no demasiado bien, pero en comparación con lo tuyo... - hizo una pausa meditada y substituyó su seriedad varonil y sensual por una estrambótica sonrisa exagerada de anuncio de pasta de dientes. - ¡genial! - El cielo seguía destiñendo ese sensual rojo para ir adoptando tonalidades más amoratadas hasta sumirse en un ténue manto de oscuridad color noche. Sus ojos se clavaron en la luna menguante que despuntaba tras los edificios y dejó escapar, de forma incosciente, la lengua de entre esos carnosos labios para restregarse contra ese mismo inferior, en una antigua manía que existía en él desde los siglos de los siglos. Las estrellas ya se podían observar, del mismo modo que no quedaba ningún rastro del gran astro mas que en los ojos de ambos, dónde ese brillo de vida y emoción seguía siempre presente. Suspiró sin perder esa sonrisa pero sin mantenerla tan acentuada como antes, ya que la ocasión requería algo de seriedad. - Oye Soph... sabes que si necesitas lo que sea, tenga que ver con mi padre o con otras cosas... aquí me tienes, ¿eh princesa? - Alargó la mano y sin más le acarició con las yemas de los dedos ese desnudo cuello, de forma cálida y sincera, pero con ese puntillo de provocación que tanto le gustaba.

Me reí ante dientes al escuchar su ofrecimiento y coloqué un mechón de mi rebelde pelo detrás de la oreja de manera distraída mientras seguía observando el cielo intentando encontrarles formas a las nubes aunque por lo general esa actividad me resultaba mas fácil hacerlo cuando iba colocada, mi imaginación estaba mas despierta y veía todo tipo de formas en el cielo, incluso formas que otras personas por mucho que miraban y yo les explicaba ellas no las veían.

Cuando vi como giraba su cuerpo para mirarle yo giré mi cabeza recorriendo primero su pecho semidesnudo para subir lentamente hasta esos carnosos labios de aspecto apetecible que tenían esa sonrisa seductora que tanto me gustaba ver en él, era como tener a la mismísima tentación delante de ti y no poder caer en ella por miedo a perderla… bueno, no era como tenerla… en esos precisos momentos él era mi tentación. Finalmente posé mis ojos azulados sobre su rostro mientras una sonrisa divertida se instalaba en mis labios. Giré mi cuerpo al igual que él quedando todavía mas próximos debido al giro que acababa de realizar y solté una carcajada escandalosa al ver su súper sonrisa haciendo que varias de las personas que pasaban por allí posasen su mirada sobre nosotros y después siguiesen caminando volviendo a su rutina, humanos aburridos y asquerosamente deliciosos.

-Te haré otro dibujo con la sonrisa que acabas de poner, seguro que ese si que me queda genial.-Le dije divertida mientras me reía entre dientes.-

Observé como su sonrisa seguía estando en sus labios pero su rostro estaba serio y hice una mueca de fastidio cuando dijo las palabras que nombraban a su padre pero no pude evitar cerrar los ojos al sentir las yemas de sus dedos acariciando mi cuello haciéndome estremecer, él sabía que ese era uno de mis puntos débiles y siempre jugaba con él. Toda la manada sabía de mis múltiples discusiones con Gab, no eran ningún secreto, pero quizás la única persona que me comprendía, aunque fuese un poco, y se preocupaba por que saliese herida de alguna de las discusiones era Jeremy.

-Ya lo sé… y no te preocupes que si algún día necesito tu ayuda te la pediré pero lo mismo te digo, me tienes aquí para lo que quieras.-Le dije con una dulce y tierna sonrisa en mis labios, una sonrisa que pocas eran las personas que la presenciaban.-

Hice una pequeña mueca cuando comentó lo de renunciar a la manada… ahora sería mas correcto decir a la manada a la que él pertenecía por que yo no estaba en ella, la noche anterior Gab me había echado dejándome sola y me había parecido extraño que Jeremy todavía no lo supiese, yo creía que Gabriel ya había citado a todos para comunicárselo pero al parecer no lo había echo, y si lo había echo su hijo no estaba en esa reunión. Decidí no decírselo pues sabía que lo de dejar la manada lo decía en serio y yo no quería eso para él. Cuando Gabriel muriese él tomaría el control de la manada y si ahora la dejaba tal vez nunca pudiese volver a ella, además, a su madre le daría algo y no quería que se pelease con Gabriel, no después de la manera en que lo había visto ponerse ayer por la noche porque aunque me dijo, de manera indirecta, que Jeremy si que le importaba.

Borré la mueca antes de que él se diese cuenta y volví a sonreír con una sonrisa pícara y divertida mientras volvía a girar clavando mi mirada en las lejanas nubes que se movían hacia donde el viento las llevaba. Pensé que viajar en una nube debía ser bonito, observar diferentes lugares desde el cielo sin necesidad de caminar, dejando que esa masa te llevase hacia donde ella quisiese. Al despertarme esa mañana había pensando en hacerme la maleta y irme a vivir a otro lugar, lejos de Bucarest y empezar una nueva vida en un lugar donde nadie me conociese, a una ciudad donde no tuviese que cruzarme con personas como yo, donde yo fuese la única licántropa pues total, ¿Qué mas me daba? Estaría igual de sola tanto aquí como en otra ciudad pero entonces pensé en Bibi y en Jer y me negué a irme, ellos eran los únicos que realmente me ayudarían siempre en todo lo que necesitase y seguramente nunca volvería a tener una relación tan bueno con otro humano como la que tenía con Bibi, mi pequeña y alocada rubia, ella me comprendía mejor que cualquier licántropo y aunque la mitad de las cosas que le contasen fuese mentira la adoraba y haría cualquier cosa con ella, al igual que por Jer. Me senté y me encendí un cigarro echando el humo hacia el cielo soltando un silencioso suspiro.

Una ráfaga de viento logró sacudir la escena y ondeó los cabellos de ambos a la vez, creando una especie de alo mágico a su alrededor. Siguió perdiendo el tiempo ahogándose en esos preciosos ojos azules que tanta paz y serenidad le transmitían. Resultaba difícil dictaminar exactamente lo que sentía por la pequeña -a su parecer- Sophia. Era un diablo y un angel a la vez. Era la tormenta y la calma. El blanco y el negro. A eso se le llama ser polifacética. Ella era la típica eterna adolescente, colapsada de hormonas revoltosas hasta lo más alto. La típica muchacha incomprendida por la sociedad en general. Era como una mezcla entre una hermana pequeña a la que proteger y a su vez la chica del insti a la que todos se quieren ligar y nadie puede. Claro que sería hipócrita decir que jamás se había sentido tentado a dar un paso. Pero nunca lo había hecho. No había cometido ningún desliz. Y algo le decía que eso era bueno ya que tenía en lo más hondo del pecho la ligera impresión de que en cualquier momento podía perderla por una tontería de esas.

Suspiró parpadeando a la vez que las nubes se iban aposentando en el cielo, cubriendo por completo la visión de la luna mengunate que pocos minutos atrás tenían. Dejó que la lengua raptara por su labio inferior y se restregó por esa zona mientras la veía retirar la mirada y sentarse para prender uno de sus típicos cigarrillos. Sin comentar nada alargó un brazo, ya sentado, y le cogió de la cajita uno de esos cilindros alargados con boquilla anaranjada. Se lo llevó a los labios y lo encendió con su mechero. Pling. Cayó la primera gota. Pling plign. La segunda y la tercera. Jeremmy alzó la mirada color miel hacia esos nubarrones -o lo que se podía ver de ellos- cuando un trueno acalló la escena entre el tintineo de las gotas de la lluvia chocar contra el agua. - sígueme... - Ordenó pidiéndole que confiara una vez más en él. Se levantó con el cigarrillo humeando en los labios y corrió tomándola de la mano hasta la zona de debajo de un puente que cruzaba el río. Ahora estarían secos, al menos. La miró con una media sonrisa ladeada y le pasó un brazo por los hombros, acercándosela y haciendo que se recostara en su hombro y pecho de forma cómoda.

Entrecerré los ojos cuando el aire dio de lleno en mis ojos haciendo que pusiese muecas raras de molestia mientras seguía fumándome el cigarrillo lentamente sintiendo como poco a poco mi necesidad de nicotina disminuía a cada calada que daba. Mi pelo se revolvía quedando despeinado por culpa del violeto aire que se había levantado de pronto. El cigarrillo descansaba entre mis dedos consumiéndose ante cada calada que daba y solté un quejido cuando Jeremy me quitó uno de mis cigarrillos mientras le daba un juguetón golpe en el hombro. No sé que tenía la familia Silverfang con mis cigarrillos, Gabriel siempre me los apagaba sin darme tiempo si quiera a darle dos caladas y Jeremy siempre me quitaba alguno, de una manera u otra con cualquiera de esa familia siempre acababa con un cigarrillo menos aunque de todos modos no me importaba que Jer me quitase cigarrillos, yo a él le daría cualquier cosa que me pidiese.

Cerré los ojos cuando sentí una gota caer en mi mejilla y recordé el momento en el que ayer por la noche una lágrima había escapado de mis ojos y cayó por mi mejilla, una lágrima que me hizo sentir débil, una lágrima que me dio a entender que al ser expulsada de la manada me había quedado sola, que ya no tenía una familia, ni siquiera mis padres me hablaban después de enterarse de la noticia, me habían gritado que era una deshonra para la familia y no se que cuantas cosas más mientras yo los miraba como siempre con esa mirada impasible, con esa mirada que daba a entender que todo lo que ellos me dijesen me daba igual pero en realidad cada una de sus palabras se clavaba en mi corazón como una pequeña astilla.

Mi mirada se elevó para observar la luminosidad del trueno, siempre me habían gustado esos rayos de luz que eran de iluminar un poco hasta el lugar mas oscuro de la tierra, no entendía por que había gente los temía. Daban luz en la oscuridad. Cuando Jeremy me pidió que le siguiese me levanté siguiéndole mientras tiraba la colilla del cigarrillo al suelo y lo pisaba apagándolo. Cuando legamos debajo del puente retiré con las yemas de mis dedos cada una de las gotas que había en mi rostro y cuando Jer me pasó el brazo por el hombro me giré rodeando su cintura abrazándole con fuerza mientras ocultaba mi rostro en su hombro queriendo ocultarme del mundo, desaparecer durante unos instantes con Jeremy.

FdR: He encontrado la BSO de la escena si te parece bien, has de hacer un max mix de dos sonidos, pero creo que te va a gustar. Tienes que poner el primer video a un volumen medio-alto y el segundo video más de fondo. A ver qué te parece para la escena. A mi me ha ayudado a postear (:

Su mirada tranquila vagabundeaba por el paisaje sin prestar más atención a unas cosas que a otras. Observó con total distracción las gotas que se precipitaban desde el cielo e iban a impactar de forma chapoteante en el cabaloso curso del río. Suspiró y el humo se escapó de entre sus varoniles labios mientras alzaba la mano para capturar su cigarrillo entre el dedo índice y el pulgar. Lo alejó de sus labios y dejó que la mano colgara de forma inerte a un lado de su cuerpo, trazando en el camino hermosas señales de humo de cigarrillo. Entrecerró los párpados cuando sintió los brazos de su mejor amiga rodearle la cintura de una forma un tanto sentimental, por llamarlo de algún modo. Eso lo hizo sospechar, pero no dijo nada para no romper ese silencio.

Ese silencio que se debatía entre ser incómodo o ser estrictamente necesario para que ambos protagonistas de la historia se aclararan las ideas. Casi que, entre ráfaga y ráfaga, optó por la segunda. Ese ruido ya empezaba a sonar repetitivo si no fuera por un par de elementos que, de forma intermitente, interrumpían esa tediosa monotonia. Los rayos y los truenos que, a pesar de que cada vez sonaban más lejanos, seguían dándo a la escena cierto toque a película romanticodramática. Bajó la mirada mientras su cigarrillo se consumía en su mano derecha. Pudo observar como su pequeña princesa ocultaba el rostro en su hombro como si de una cría asustada por la tormenta se tratara. Y sí, se preocupó. Esa no solía ser la actitud de Sophia. - Que me parta un rayo si no te ocurre nada.... Eh, ¿estás bien?... creo que tenemos suficiente confianza para contárnoslo todo, Soph... ¿qué te ocurre?... - Siseó mirándola sin encontrar su mirada dado que el semblante de la chica se hallaba amoldado a su hombro. Un trueno sonoro volvió a hacer retumbar la escena mientras el corto pelo moreno de Jeremmy goteaba hasta su espalda, empapando a trozos esa blanca camisa entreabierta.

Mi cuerpo seguía pegado al de Jeremy en un abrazo con mi rostro oculto en su hombros, solo necesitaba sentir que a él nunca lo iba a perder, que pasase lo que pasase él siempre estaría conmigo, que siempre había alguien que me recordaría que era rara y que estaba loca mientras una burlona sonrisa curvaba sus labios al mirarme. Saber que nunca iba a estar sola del todo, que por muy sola que me sintiese él iba a estar siempre conmigo, solamente necesitaba sentirme parte de algo de nuevo, solo hacia un día que Gab me había expulsado y una parte de mí ya se sentía sola y no me gustaba esa sensación, era algo que nunca había sentido y no quería empezarlo a hacer ahora.

Podía escuchar el sonido de las gotas de agua al chocar con el césped, el suelo y el río mientras sentía esa escozor en la garganta de nuevo debido a mi intento de reprimir las lágrimas, no era la primera vez que sentía ese escozor desde esa mañana pero como las otras veces no iba a permitir que ninguna lágrima saliese de mis ojos. Cuando escuché la voz de Jer me reí a carcajadas mientras echaba mi cabeza y espalda hacia atrás para poder mirarle a los ojos. Me coloqué bien el pelo mientras le miraba fijamente y me encogí de hombros mientras una sonrisa aparecía en mis labios haciendo que se curvasen.

-Confío en ti Jer… y te quiero, y esa es la razón por la que creo que no debo contarte lo que me pasa, no te gustaría saberlo y no quiero producirte mas problemas de los que ya tienes con algunas personas.

Como respuesta a su comentario solo recibió una risotada de esas famosas de Sophie. No pudo evitar alzar ambas cejas y hacer aparecer de modo indiscutible un par de arrugas que no se tomaron la molestia de hacer nada más que cruzar horizontalmente su frente. El viendo gélido ondeó de nuevo uno de los cortos mechones de pelos que acariciaban ese ceño fruncido, produciéndole un ligero cosquilleo en el que no creyó oportuno reparar en ese mismo instante. La dejó separarse lentamente de él, medio metro escaso. Bajó la mirada mientras la oscuridad -esa preciosa oscuridad- bordeaba sus marcadas siluetas algo mojadas por la lluvia de la que no habían logrado rehuír en un inicio. Ladeó hacia la derecha el rostro mientras escuchaba su respuesta sin cambiar esa confusa expresión ceñuda. Apretó con delicadeza los labios y serró escasos segundos sus mandíbulas con cuidado de no pillarse la lengua. Su anguloso rostro siguió inmóvil, mirando ese semblante aparentemente divertido de la muchacha. Pero algo en el fondo le decía que no todo era o podía ser tan divertido y, evidentemente, su respuesta daba mucho en lo que pensar. No había negado que le ocurriera algo. Simplemente había negado la opción de contárselo. Y no, eso no le daba buenas vibraciones. - Sophia, hablo en serio... - dijo con ese tono de voz maduro y seguro de sí mismo. Su voz sonaba grave, como la de un adulto. Y en parte ya lo era. Alzó ambas manos, sin reparar en el cigarrillo que segundos atrás había practicado caída libre y ahora estaba tirado en el suelo, consumiéndose. ¿Dónde fueron a parar sus manos? Pues ni más ni menos que a ambas mejillas de la chica de hermosos ojos azules. La obligó, con suavidad, a alzar la mirada y clavó sus orbes miel en los celestes suyos. Sus iris se movían de forma intermitente ahora a su pupila derecha, ahora a su pupila izquierda, mientras dejaba brillar esos ambarinos ojos con un importante deje de preocupación. - Quiero saber qué ocurre para ayudarte. Quiero... no, necesito saberlo... - Prosiguió hablando en susurros por encima del ruido de la tormenta.

Mi mirada estaba fija en esos precioso ojos de Jeremy que tanto me gustaban, Solté un suspiro mientras me dejaba caer en la hierba de debajo del puente, estaba húmeda pero no tan mojada como la que mis ojos veían mas allá. Sabía que debía contárselo a Jeremy pues mas valía que se enterase por mí y no por otros pero por otra parte… deseaba no hacerlo, conocía a Jeremy y sabía que se cabrearía con su padre y haría alguna estupidez, y la única que tenía derecho y podía hacer cosas tontas era ella, Jeremy era mas maduro que ella, en algunas cosas, pero cuando se enfadaba solía comportarse como ella, de forma impulsiva y Jer de forma impulsiva no solía pensar mucho como era lógico.

-Vale, te lo contaré pero debes mantener la calma, no alterarte, no amenazar con matar a cierta persona, y sobre todo, no hacer ninguna estupidez como la que haría yo.-Le dije mientras me echaba hacia atrás tumbándome.-

Realmente me daba igual si me mojaba la ropa, ya se secaría después, y si se manchaba, la tiraba y me compraba algo nuevo, no había mas complicación en la cosa. Solté un suspiro mientras pensaba en la forma mas delicada de decírselo. Mi miraba iba de Jeremy a mis manos y de mis manos a Jeremy. Tomé una gran bocanada de aire y esperé unos segundos mientras me sentaba en el césped de nuevo abrazando mis rodillas y mirando al frente, observando las gotas de agua caer al suelo.

-Ayer… discutí con Gabriel en el bar. Me cabreó demasiado y empecé a decir cosas sin pensar, bueno, como hago siempre pero cosas que sabía que le iban a doler. Tendrías que haberlo visto… se movía de un lado para el otro igual que un tigre encerrado en una jaula y todo su cuerpo temblaba, luchaba por no transformarse, lo cabreé demasiado…-No pude evitar que una leve sonrisa curvase mis labios al recordar como había conseguido sacar a Gab de sus casillas.-El caso… que me dijo que estaba cansado de estar siempre protegiéndome y al final me dijo que de ahora en adelante no me iba a proteger mas por que echaba de la manada. En conclusión, que desde ayer por la noche soy una loba libre y… sola.

Sus advertencias previas lo obligaron a fruncir de nuevo el ceño y, sin poder evitarlo, ensombreció la mirada, espesando esa miel que impragnaba sus iris dorados. Sus manos siguieron en sus mejillas hasta que, tras un impactante relámpago que cruzó el horizonte a lo lejos, Sophia se separó para dejarse caer sobre los cuartos traseros en la húmeda hierba. Él quedó de pie, mirándola fijamente con el puente de la nariz arrugada. No le gustaba la pinta que tenía eso. No le gustaba nada de nada... Su semblante estaba serio como pocas veces lo había estado. Las gotas de lluvia seguían penetrando las oscuras aguas del río mientras Sophia empezaba a hablar tras tumbarse y acomodarse completamente estirada en el suelo. A medida que el discurso avanzaba él iba quedándose más y más serio. Sus ojos se ensombrecieron aún más, si eso era posible. Sus labios se sellaron con dureza y sus mandíbulas se encajaron con dolor reprimido. No podía creer lo que estaba oyendo. No. Sencillamente no podía ser cierto. Su padre era un completo idiota. Un jodido gilipollas. Podía ser el peor tirano del mundo mundial pero... no podía haber hecho eso. No podía haberle hecho eso a él... ahora no.

Su mirada se desencajó de dolor al ir asimilando la información. Irse... exiliada de la manada... Sophia... Gabriel... pelea... ira... exilio... miles de palabras se mezclaban de forma caótica en su mente, creando una vorágine de ideas que le oprimieron el pecho en un visto y no visto. No podía estarle pasando eso. No ese dia. Dirigió sus ojos ambarinos al cielo ensombrecido y se preguntó qué habia hecho para merecerlo. Que alguien le explicara el porqué de todo eso. ¿En qué había fallado? Siguió mirando la tormenta eléctrica y la cortina de agua que se formaba en la zona que no yacía resguardada bajo el puente. - ... libre y sola... -Repitió con la voz rota. Estaba tan sumamente destrozado que no sabía expresarlo. Era incapaz de reaccionar. No podía dejar ver lo quebradizo que estaba siendo ahora mismo su interior. No se lo pensó. Andó lentamente hasta dejar que la lluvia lo aserenara, cayendo en forma de cascada por su cuerpo. Estiró los brazos a modo de crucifijo y dejó que la lluvia lo ametrallara sin compasión alguna.

Mi mirada estaba fijo en el rostro de Jer observando todos sus gestos faciales mientras me preparaba para que empezase a gritar mientras amenazaba a su padre… pero no sucedió nada, ni un grito, ni una palabra, simplemente silencio que era interrumpido por el sonido de los truenos y el del agua al caer. Bueno, no se lo había tomado tan mal, yo pensaba que se lo tomaría peor mejor que se lo tomase por las buenas ya que no me apetecía que se discutiese con su padre una vez mas por mi culpa, suficiente tenía Jer con pelearse con Gab con sus problemas como para además sumarle las peleas por defenderme.

Cuando escuché sus palabras alcé una ceja y entonces lo vi empezando a caminar hacia el exterior del puente, colocándose debajo de la lluvia con los brazos extendidos en forma de cruz, al menos me había echo caso, esa estupidez a mi no se me hubiese ocurrido. Me levanté de un salto y corrí tras de él sintiendo como el agua caía sobre mi mojándome entera ya que llovía con fuerza. Coloqué mis manos en la espalda de Jer y lo empujé intentando que caminase para colocarnos de nuevo bajo el puente pero era igual que intentar mover a una estatua muy pesada, no había resultado alguno.

-Venga Jer… muévete que vamos a coger una pulmonía.-Comente mientras me colocaba delante de él cogiéndole la cabeza haciendo que me mirase.-

Le cogí de la mano y empecé a tirar de nuevo de él. Varias personas que pasaban corriendo por allí en busca de un lugar donde refugiarse de la lluvia nos dedicaban una rápida mirada y ponían una cara rara, como si estuviésemos locos. Me entraron ganas de matar a cada una de esas personas que osaba mirarnos de aquella manera pero tenía que sacar a Jer de debajo la lluvia