¿Y ahora que quieres? [Gabriel]

Estaba tirada en el sofá de mi pequeño apartamento dibujando una cosa que tenía que entregar mañana en la universidad cuando me llegó un mensaje al móvil de que Gab me estaba esperando. Sabía que cuando Gab quería ver a alguien lo quería ver en el momento que solicitaba su presencia pero yo tenía cosas mas importantes que hacer que ir a verle a él así que tras acabar mi dibujo, ducharme y arreglarme partí hacia el bar al cuál llegué una hora y media mas tarde de haber recibido el mensaje.

Un porro descansaba sobre mis dedos y me lo llevaba de vez en cuando a los labios dándole profundas caladas sintiendo bien ante cada una de ellas. Me paré en la barra y me bebí un cupito de absenta mientras esperaba a que alguno de los lame culos de Gab le avisase de mi llegada al local, estaba segura de que no tardaría en aparecer. Me quedé pensando en el por que me querría ver, la última vez que había cazado sola había sido hacia una semana, y había sido a un maldito capull* que había intentado violar a una niña de tan solo 14 años, nadie lo echaría de menos y si lo hacían era que no sabían como era realmente ese hombre aunque me parecía extraño ya que Gab siempre solía echarme la bronca el día después del asesinato y no a la semana, por una vez había pensado que no me había pillado pero ese hombre parecía tener ojos en todas partes.

El local estaba bastante lleno, tanto de lobos como de humanos que bailaban en la pista de baile al son de la música haciendo que los olores entre humanos y licántropos se mezclasen. Aspiré hondo y le di otra calada al porro para después tirarlo al suelo y apagarlo con el pie, para hablar con Gab mas valía ir después de haberte fumado un porro, yo por lo menos.

Impaciente, esperaba en la planta superior del Luna sentado en una de las banquetas de la pequeña barra privada que tenía. Una copa cáliz estaba delante de mis narices, con una cuchara apoyada de borde a borde, sobre esta un terrón de azúcar moreno. Serví la absenta haciendo que bañara el terrón de azúcar, el liquido deshacía parte del azúcar pasado por unos agujeros pequeños que tenía la cuchara, tras servir la cantidad justa (no más de un chupito). Dejé la botella sobre la barra golpeando el mango de la cuchara para que esta callera dentro, volcando el resto de azúcar sobre la absenta y en un rápido movimiento alzara la copa bebiéndome aquella mezcla. Apreté los labios pues el licor bajaba por mi garganta acompañado de los granos de azúcar, las partes más enteras había que masticarlas.

Mi rito fue interrumpido por uno de mis muchachos -Señor...- Le mire de reojo acabando de masticar aquel azúcar -Ha llegado...- Asentí mirando la copa, desviando luego el ambarino de mis ojos al azucarero, haciendo que la cuchara retomara su posición, un poco más al lado un juego igual esperaba sin ser usado -Traedla...- Dije únicamente, y tras aquello aquel mismo hombre bajó al local buscando entre la gente a Sophia encontrándola donde mas suponían, en la barra. Agarró del brazo a la muchacha -Quiere verte arriba- Dijo mirándola, soltándola después para retroceder en sus pasos hasta la escalera que subía a la casa.

Mis uñas golpeaban la barra de manera distraida mientras esperaba a que Gab o alguno de los suyos viniese a por mí mientras mi mirada reposaba en un chico que estaba bailando solo mientras me sonreía de vez en cuando y me hacía señas para que fuese a bailar con él, iba a levantarme para hacerlo cuando sentí como alguien me cogía con cierta fuerza del brazo y levanté la mirada para posarla en uno de los chicos de Gab que me dijo que me esperaba arriba mientras me obligaba a ponerme en pie y después caminar hacia la escalera. Miré al chico de manera apenada, seguro que era capaz de hacerme pasar una buena noche, después lo buscaría.

Empecé a subir las escaleras con el chico detrás de mi mientras yo miraba a mi alrededor observando esas paredes que tan bien conocía, eran demasiadas las veces que había subido por esas escaleras para hablar con Gab y eran las veces que menos me gustaban… no me gustaba estar con él a solas en una sala mientras su mirada permanecía fija en mi de manera desafiante y mirándome con superioridad, lo odiaba y él lo sabía, todo el mundo lo sabía, no era ningún secreto y muchas veces no podía morderme la lengua y entonces explotaba haciendo que se me impusiese un castigo el cual solo cumplía la mitad. Mis padres ya me habían avisado de que cualquier día me matarían por mi falta de respeto al lobo Alfa pero yo simplemente les ignoraba aunque sabía que tenían razón.

Abrí la puerta y tras decirle al chico que ya podía entrar yo sola en la sala sin tenerlo a él detrás mirándome el culo le cerré la cara en las narices mientras una burlona sonrisa curvaba mis labios al ver la cara que se le había quedado.

Al quedarme nuevamente solo, repetí lo que yo llamaba el ritual. Al escucharse la puerta cerrarse golpeé el mango de la cuchara para que esta de nuevo liberara el azúcar q sostenía para luego hacer descender por mi garganta aquella mezcla, masticando el azucarillo -esta vez un poco más entero- Medio giré el rostro para ver la espalda de Sophia delante de la puerta tras haberla cerrada
El muchacho que la acompañaba realmente se quedó a cuadros cuando recibió la puerta en la cara, aunque en el fondo imaginaba algo así. De todas maneras no iba a presenciar la charla y futura discusión de ambos, cosa que lamentaba

-Llegas tarde...- Dije a esperas de que se volteara a mirarme, estirando entonces una mano señalando la banqueta que estaba al lado de la mia y cerca de esta la ya nombrada copa. Repitiendo todo aquel rito, recoloqué la cuchara sobre el borde de la copa, alcanzando un nuevo terrón de azúcar. -Sabes de sobra y mejor que nadie que no soporto esperar- Posé en la cuchara el terrón de azúcar mirándola luego esperando que al menos diera una escusa creíble. Mejor que nadie era conocedora de mi poca paciencia para esperar. Sophia estaba allí para recibir una de mis reprimendas, o quizás algo más, eso lo reservaba para el directo.

Inspiré hondo por la nariz mientras borraba mi burlona sonrisa de los labios poniéndome seria, o al menos haciendo un intento ya que el efecto del porro empezaba a funcionar y además, las broncas de Gabriel siempre me daban risa, le podía repetir todo lo que él me decía una y otra vez de memoria, me sabía sus broncas tan bien como la historia de la Caperucita Roja. Cuando me giré me quedé apoyada en la puerta observando como se preparaba su próxima copa de absenta, a mi no me gustaba prepararla, me gustaba que me la diesen preparada, no malgastaba el tiempo.

Rodé los ojos cuando me echó en cara que llegaba tarde y me senté en la banqueta que me indicó sacándome la chaqueta tirándola al suelo y quedándome con una camiseta de manga larga violeta con la espalda descubierta. Esperé a que me dijese lo de que esperaba que tuviese una buena excusa para mi tardanza, siempre lo hacia, siempre quería saberlo todo cuando se preparaba una de sus reprimendas, algún día tendría que preguntarle si yo era a la que mas broncas echaba, estaba segura de que sí, nadie era capaz de faltarle tanto al respeto y de romper sus reglas como yo.

-Sabes Gab, tengo otras cosas mucho mas importantes que hacer que venir aquí a verte la cara, primero he acabado esas cosas, ¿te sirve esa excusa? Es la de verdad pero sino te sirve yo me invento una que te haga feliz.-Le contesté con voz calmada mientras le miraba a los ojos de manera directa intentando que mis labios no se curvasen en una sonrisa.- ¿Puedes ir deprisa? Tengo cosas que hacer abajo….por favor..-La última palabra la dije en todo burlón mientras una de mis manos jugueteaba con un boli que acababa de coger de la mesa de Gab.-

Seguí con la mirada todo su recorrido hasta sentarse y escuche sus palabras, las cuales casi me crispaban para reaccionar demasiado pronto... Agarré la botella y serví la absenta en la copa sin usar que estaba cerca de ella y luego en la mia propia -Bebe- Dije acercando la copa a ella ofreciéndole de aquel colorido alcohol. Otra de las cosas que no soportaba era el que metieran prisa a mis asuntos de aquella manera, aunque en cierta forma viniendo de Sophia era algo de esperar.

Yo hice lo propio con la bebida, y una vez más tras dejar caer el azucarillo en el licor alcé la copa para tragar la mezcla, masticando luego el terrón -En realidad ha de calentarse para disolverlo mejor...- Comenté despreocupadamente haciendo caso omiso a sus palabras, ya que saldría de allí cuando yo quisiera -Pero la absenta está caliente, así que no es necesario...- Esta vez irritaría al máximo el ambiente y me tomaría todo el tiempo que creyese necesario. La observé alzando levemente el rostro en símbolo de altivez, acabando de masticar aquel terrón de azúcar.

Respiré hondo cuando me pidió que bebiese y tras vérselo hacer a él lo hice yo también, de un solo trago mientras cerraba los ojos al tragarme el líquido y después masticaba los trozos de azúcar que quedaban en mi boca. Rodé los ojos al escuchar como empezaba a contarme no se que tontería sobre la preparación de la absenta y empecé a dar golpes en el suelo con el zapato de forma nerviosa mientras seguía jugando con su boli, pasándomelo de un dedo al otro haciendo que rodase sobre ellos. Sabía que lo estaba haciendo para fastidiarme y no por otra cosa, y lo estaba consiguiendo, tenía prisa por salir de allí, tenía que salir del bar con ese chico que había visto abajo y no sola.

-Joder Gabriel, no quiero una put* clase sobre la preparación de la absenta, quiero que me digas para que narices me has mandado a llamar.-Le espeté con frialdad mientras dejaba el boli encima de la mesa y colocaba un mechón de mi pelo detrás de mi oreja.-

A veces me entraban ganas de matarle, bueno, mas bien siempre tenía ganas de matarle pero él era mayor que yo, y el lobo Alfa y eso significaba que me haría papilla antes de que si quiera llegase a tocarle, era algo odioso saber que eras la esclava de alguien como él, por que aunque no lo dijese y los demás lobos no lo quisiesen admitir éramos sus esclavos. Estiré el brazo para coger la chaqueta y sacar un cigarro que coloqué entre mis labios y después encendí echando el humor por la boca en dirección a Gab.

En un rápido movimiento, la misma mano que había arrebatado aquel cigarro se posó sobre su nuca empujando hacia delante hasta hacerla tocar de manera brusca la barra, donde momentos antes reposaban ambas copas. Presioné la nuca, para evitar que se levantara.

Sin soltarla, apoyé un pie en el suelo para poder hacer hacia delante el cuerpo y acercar mi rostro a su cabeza sobre la barra -Uno...Saldrás de aquí cuando yo diga...dos...Como dije y sabes...no tengo paciencia para esperar...y he esperado hora y media a que vinieras...tres...Crispas mis nervios con los golpecitos sobre las superficies que tocas...- Refiriéndose al traqueteo de los dedos y el pie -Cuatro, me llamo Gabriel...no Gab, que te quede claro eso- En un gesto totalmente despectivo retiré la mano de su nuca. Sostenía al cigarro en la zurda, no iba a fumarlo, estaba en contra de todo aquellas sustancias que perjudicaban al cuerpo.

Retrocedí recuperando la posición en la banqueta, a diferencia que el pie que posé sobre el suelo lo puse sobre la barilla que cruzaba la banqueta donde ella estaba sentada. Continué mirandola a esperas de algun achantamiento o lo que era de esperar alguna replica por su parte, ya que Sophia era muy dada a no respetarme y crisparme los nervios al mismo tiempo.

El cigarro desapareció de mi mano y sentí mi cabeza golpear en la mesa con brusquedad haciendo que soltase un gemido de dolor, seguro que me quedaría morado del golpe, podría denunciarle por malos tratos, ¿no? Empujé la cabeza hacia arriba para intentar incorporarme pero Gabriel hacia demasiada fuerza por lo que permanecí quieta ya que cuantas mas fuerza hacia yo para incorporarme mas hacia él para mantenerme estampada contra la barra. Escuché toda su palabrería apretando los dientes para no decirle cuatro cosas bien dichas ya que no estaba ahora mismo en posición de decir nada. Cuando me soltó me incorporé y me forte la nuca con la mano haciendo un gesto de dolor. Me bajé de la silla y me agaché para coger la chaqueta y empecé a caminar hacia la salida. No iba a dejar que me tratase así, ¿Quién se creía que era? ¿El amo y señor de todos los licántropos? Cuando abrí la puerta con un movimiento brusco me encontré con cuatro licántropos delante de mi con los brazos cruzados mirándome de manera seria tapándome la salida. ¿Qué posibilidades tenía yo sola contra esos cuatro? Seguramente conseguiría derribar a dos pero mientras intentaba derribar al tercer Gab y el otro me cogerían y sería peor. Intenté empujarles para que me dejasen salir pero ellos me empujaron a mí haciéndome caer al suelo de nuevo en el interior de la sala y cerraron la puerta dejándome allí dentro encerrada, Gabriel tenía razón, saldría de allí cuando él quisiese.

Cuando se levantó aparté la pierna para dejarla irse en apariencia, de sobra sabía que los vigilantes en la puerta no dejarían que saliera pues tenían orden de que, si no era yo quien abría la puerta de ahí no salía nadie. Caminé de manera tranquila cuando ella decidió dirigirse a la puerta tal como esperaba, observado toda aquella escenita.

Reentro en l habitación y la puerta se cerró esta vez con seguro desde fuera -La generación joven no sabe respetar a los mayores...ni las normas...y mucho menos la jerarquía...- Dije desviando la mirada al cigarro soplando viendo como por un instante la punta se iluminaba en naranja quemándose toda aquellas mierdas que contenía.

-No solo estás aquí para recibir una reprimenda por tus cazas privadas- Ladeando al cabeza observando él como el humo ascendía -También recibirás una lección de respeto hacia lo que te rodea...- Regresé la mirada a ella caminando los pocos pasos que nos separaban, me acuclillé mirándola en la cercanía –Las cazas fuera de la convocada está totalmente prohibido, no es la primera vez que te doy el sermón sobre esto- Mirándola dejando a un lado el cigarro sostenido con las yemas el índice y el pulgar. Me incorporé sin dejar de mirarla -Quiero que seas consciente el peligro en el que nos pones a todos con tu libertinaje- Intenté hablar en un tono más relajado, menos agresivo, tranquilizador. En la manada somos uno y tenemos que velar unos por las espaldas de los otros. La tuya está cubierta, pero dejas la de los demás al descubierto con tu imprudencia- Caminé de un lado a otro mirándola -Estoy cansado de tu comportamiento tan independiente y si esto continua así me harás tomar una decisión radical- Detuve mi paso mirándola de manera seria, dejando caer el cigarro al suelo para luego pisarlo.

Respiré hondo con la furia y la rabia reflejada en mi rostro mientras permanecía en el suelo, como pillase a alguno de esos cuatro solos se iban a enterar de quién era yo, en grupito todos eran muy valientes después en solitario se iban con el rabo entre las piernas, malditos cobardes. Observé mi cigarro entre sus dedos consumiéndose sin que nadie tomase el veneno que soltaba, desperdiciándose, Gab era un lobo viejo y amargado que solo vivía para recordar a los demás que él era superior a cualquiera que perteneciese a su manada, que él era el rey y todos debíamos obedecerle, él era simplemente insoportable.

Cuando empezó su sermón sobre que mi espalda estaban cubierta mis labios se movieron en silencio diciendo las mismas palabras que él me decía a mi y entretanto me levanté del suelo haciendo un gesto de dolor mientras movía el hombro que había chocado con violencia en el suelo momentos antes. Vi como mi pómulo derecho estaba enrojecido y un poco hinchado debido al golpe que Gab me había producido momentos antes contra la barra.

-Solo doy caza a personas que se lo merecen, y no soy la única, lo que pasa que los demás luego te van lamiendo el culo por que saben que te gusta que la gente te rebaje para que tu te sientas superior.-Hablaba mas alto de lo normal pero sin llegar a gritar y mis palabras estaban cargadas de odio y furia, tanto hacia Gab como hacia la gente que fingía.- Tengo 38 años, soy una loba y lo único que hago es dejarme levar por mis instintos.-Cuando escuché sus últimas palabras sonreí de manera burlona, eso era una amenaza, estaba segura.- ¿Me matarás Gabriel? Sería algo divertido de ver… sé que lo deseas hacer, sé que deseas quitarme de en medio no solo por mis cazas prohibidas sino por que también soy la única que te dice la verdad, por que soy la única que te dice lo que piensa… por que tu no aceptas a la gente que tiene pensamientos contrarios a los tuyos.

Fruncí el ceño mirándola -No puedes cazar fuera del la manada y esto es tajante, soy capaz de pegar a alguien a tu bonito culo para hacer que evite que lo hagas- Me mantuve firme sin dejar de mirarla -¿Crees que por tener esos 38 años sabes todo? Para mí no eres más que un cachorro, un cachorro que no sabe donde ha nacido- Caminé hacia ella deteniéndome a un par de pasos desde donde estaba -Si hubieras nacido en la época de la presión humana tu comportamiento sería otro…has nacido en un mundo oculto de los humanos, debería ser perfecto, pero te dedicas a sucumbir como tantos otros de la manada a los instintos- Con aquello ultimo daba a entender de que no era a la única que sermoneaba -No sabes valorar lo que tienes no sabes valorarte tu- Alzaba el tono frunciendo aun más el ceño, sin apartar los ojos de ella, comenzaba a crisparse sus nervios y el color de sus ojos se veía ligeramente más amarillo desapareciendo las tonalidades marrones del ámbar. Una medio sonrisa sarcástica ante el comentario de matarla salió en mis labios -¿Matarte?- Negué -Eres de los míos y nunca se me juzgará por el acabar con uno de ellos… - Demostrando que quizás no sería capaz de matar a un lobo -Te metería en el primer avión a América dejando que buscaras tu vida allí, lejos de nosotros…- Alce el mentón altivamente mirándola

Ante su última frase no quise quitarle razón -Si es cierto, eres la única, aparte de Jeremmy… Que es capaz de responder ante mí de esta manera, cosa que como miembro de la manada me demuestra el valor que tienes para ciertas cosas- Continuaba con el mismo tono de voz ciertamente nervioso -Tan madura eres incluso para castigarte a ti misma con las mierdas que tomas, te he olido desde que has llegado… ¿Por qué crees que castigamos a narcotraficantes? ¿Porque los cazas tú? Ah claro- Di una palmada señalándola luego como si me hubiera de algo -Para robarles lo que vendan- Asentí varias veces por el “recién descubrimiento” -Tanto tiene castigo como lo que ellos hacen como lo que haces tú- Concluí por el momento.

Mi cabeza seguía levantada con mi mirada fija en el frente, agachar la cabeza significaba que le temía y aunque en ese momento lo estaba haciendo no lo iba a mostrar, si había algo que odiaba era mostrar mi miedo a los demás, dejarles ver lo que me asustaba y lo que temía, y Gabriel enfadado era una de las cosas que mas temía aunque por otra parte me parecía divertido ver como conseguía ponerle furioso, sacarle de sus casillas en apenas unos minutos, cuando había lobos que hacían apuestas por ver si conseguían hacer enfadar a Gabriel y ninguno lo conseguía, simplemente por que no sabían como hacerlo, por que si había algo que a Gabriel le fastidiase y le hiciese perder los nervios era que le contestasen, y la mayoría de lobos al hacerlo una vez y recibir una fría mirada de Gabriel se acobardaban y le volvían a tratar con respeto.

-Gracias por lo de que tengo el culito bonito.-Le dije en tono burlón mientras echaba mi cabeza hacia atrás mirando mi trasero unos instantes para después volver mi cabeza al frente. Hice una mueca de fastidio al escuchar que me llamaba cachorro, odiaba que me llamase así.-No soy un cachorro.-Le espeté como tantas veces había echo.-¿De verdad crees que enviándome a America te librarías de mí? Existen vuelos de vuelta, por si no lo sabías.-Le dije sin perder mi tono burlón

Cuando escuché que tenía razón en algo sonreí con satisfacción mientras mi mirada empezaba a seguir ahora todos sus pasos, me estaba poniendo nerviosa con tanto movimiento. Cuando toco el tema de las drogas me puse en guardia, en nuestras discusiones siempre salía ese tema, y yo siempre me quedaba sin argumentos con los que defenderme en cuanto a ese tema se tratase, ¿Por qué me drogaba? No lo sabía, me hacía sentir bien, libre, y estando colocada pintaba cosas mas bonitas, mas bellas. Cuando esccuhé que me comparaba con uno de los narcotráficantes que nosotros cazábamos la voz de mis labios salió en un grito sin que lo pudiese evitar.

-¿Pero quien te crees tu que eres para compararme con esa escoria?-Grité mientras caminaba hasta él colocándome a pocos pasos mirándole de forma desafiante-¡Yo no vendo droga as niños de 10 años, se la vendo a gente que es perfectamente consciente de lo que se toman y que saben que les afectará!

Cuando alzó la voz de aquella manera estiré uno de los brazos para agarrarla por el cuello. Una vez la tuve di un paso hacia delante a la vez que la acercaba hacia mi -Eres igual que ellos...- Acerque tanto mi rostro al suyo que al hablar podía notar mi aliento y podía ver desde mas cerca el brillo de mis agresivos ojos -Traficas con mierda...y te arruinas tomándolas...- Cerré un poco la mano -¿Por qué valorar tu vida si ni tú misma la valoras? Ahora que lo pienso... ¿Que mas dará quien acabe con tu vida? Si las drogas y yo haremos el mismo efecto...te aremos sufrir durante mucho tiempo hasta que finalmente todo se vuelva negro y no puedas gritar para pedir auxilio...- No apartaba la mirada de sus ojos. Odiaba el tabaco, odiaba las drogas, pero lo que más odiaba era la gente que jugaba con ellas, y más si es de los míos…a la vez quería protegerla de sí misma, que supiera valorarse como majestuosa loba que era como todos nosotros, con nuestros defectos, pero las drogas era un defecto corregible -Si no eres un cachorro demuéstralo…- Solté su cuello empujando un poco hacia delante con el mismo gesto despectivo de antes.

Cuando sentí su mano en el cuello me quedé quieta respirando de forma agitada mientras mis ojos permanecían fijos en los suyos de manera desafiante y llenos de odio y furia, con ganas de matarle… él no podría matar a uno de su manada pero yo si que podría matarle a él, y lo mejor es que no me sentiría mal, todo lo contrario, me sentiría genial. Escuché todas sus palabras tragándome las ganas de llorar que tenía y dejando que mis ojos siguieran fijos en los suyos mostrándole que no le temía y que sus palabras no me importaban por que yo sabía que no era como ellos, por muchas cosas que él me dijese, yo no era como los traficantes que cazábamos.

-Las drogas no me hacen sufrir, todo lo contrario, me hacen sentir bien, ¡No me hacen sentir como tu put* esclava!-Le grité de nuevo furiosa pero obligándome a calmarme cuando sentí como apretaba mi cuello con mas fuerza haciéndome sentir dificultades para hablar y respirar pero aún así seguí hablando.-Y no es oscuridad lo que veo precisamente cuando estoy colocada… no hables sin saber Gabriel.

Le espeté sin desviar mi mirada de la suya. Estaba segura que los lobos que tenía fuera como guardaespaldas estaban escuchando toda nuestra conversación y después se la contarían al resto de miembros de la manada… así era como todos se acababan enterando de mis discusiones con Gab, y el 99% me decía que estaba loca y que algún día Gab perdería los nervios y acabaría mal, el otro 1%, que era mayormente solo Jer, me decía que tenía razón en todo pero que era mejor que no calentase a su padre, yo no hacia caso a nadie. Cuando me soltó tropecé pero me mantuve en pie y respiré hondo antes de hablar entre dientes aunque lo suficientemente claro como para que me entendiese y escuchase.

-Lo demostraré cuando tu demuestres ser un buen Líder

-¡Ese es tu problema!- Alcé la voz gesticulado bruscamente con las manos -¡Ahora piensas que todo es del color del arcoíris! pero esa mierda que vendes y tomas repercutirá y entonces sí que todo será negro ¿Y sabes qué? Yo estaré ahí para verlo y no moveré ni un solo dedo para evitarlo- El nerviosismo era evidente en mi y caminaba de un lado a otro como animal enjaulado, la frente ligeramente sudada, señal del contener de mi instinto visible, además del brillo de mis ojos.

Continuaba caminando, pero ahora mi mirada se fijó nuevamente en ella -¡Quiero que entiendas de una put* vez lo que haces, nos pones en peligro! ¡A ti! -La señalé -¡A mí! - Me señalé -¡A Jeremmy! ¡A todos!- Inconscientemente le nombre, y no me di cuenta hasta unos instantes después, pues hablaba a gritos haciendo aspavientos con las manos. Aparté la mirada de ella pasándome la mano por la cabeza echando el pelo hacia atrás, continuaba caminando de un lado a otro -Vete…- Susurré algo desconcertado por mis palabras y caminé con paso apresurado hacia la puerta picando esta de cierta manera nerviosa, la puerta se abrió dejando ver a los cuatro hombres, que al verme se apartaron. Al igual que yo, que regresé a aquella banqueta pasando por el lado de ella a esperas simplemente de que se fuera.

Me quedé rígida de pronto al escuchar como empezaba a gritar con fuerza, gesticulando mucho con las manos y moviéndose de un lado para el otro y de manera inconsciente me alejé unos pasos de él de manera temerosa. No hacía falta que él me repitiese otra vez los efectos que tendrían las drogas en mi con el paso de los años, llevaba escuchándolo toda mi vida, y había perdido la cuenta de las charlas que nos habían dado en el instituto, o las que me habían dado mis padres, incluso Jeremy me había dado alguna charla sobre las drogas y yo… estaba cansada de tanta palabrería, era mi vida y las drogas mi vicio, y lo dejaría cuando yo quisiese, donde quisiese y con la ayuda de quien quisiese ayudarme.

Cuando nombró a Jeremy alcé una ceja y en mis ojos se pudo ver todavía mas odio y furia, él no tenía derecho a nombrar a Jeremy como si de verdad le preocupase, él que lo había ignorado toda la vida y que lo había tratado como otro lobo corriente de la manada, él que se seguía acostado con su ex pese a saber lo que eso le fastidiaba a Jeremy, él no tenía derecho a echarme en cara que ponía en peligro a Jeremy por que yo por él daría mi vida, a diferencia de él, yo por Jeremy haría cualquier cosa, por Jeremy me volvería mas madura si de eso dependiese su vida y por esa razón cuando me pidió que me fuese cerré la puerta con un portazo quedándome dentro de la sala y mirándole a los ojos fijamente.

-No tienes derecho a echarme en cara que haré daño a Jeremy por que en esta sala si hay alguien que le está haciendo daño eres tu. Yo por él daría mi vida y vendería mi alma al mismísimo diablo, por él renunciaría a ser una loba, por él haría de todo, y he hecho mas cosas por él de las que tu vayas a hacer jamás.-Le espeté con crueldad y frialdad en la voz.-Así que los temas relacionados con Jeremy mejor no los saques… superpapa.-La última palabra la dije con un evidente tono de burla.-

Me senté en la banqueta, durando tan solo un par de minutos en ella, para cuando cerró la puerta y comenzó a hablar ya estaba de pie, continuando con mi frenético caminar. Con la manga de la camisa limpie el sudor de la frente, debido al nerviosismo mi respiración era agitada y mientras escuchaba las palabras de Sophia un agudo dolor me invadía. Temblorosamente apreté un puño, haciendo amago de llevar la otra mano al costillar, deteniéndola sin querer mostrar ningún síntoma de debilidad ante la persona que estaba sacándome de mis casillas...

-¡¡He dicho que te largues!!¡- Gruñí claramente dedicándole una feroz mirada sin dejar de moverme de un lado a otro -¡¡No eres nadie para juzgarme!! !!¿¿Entiendes??!! ¡¡Nadie!!- Completamente alterado haciendo bruscos movimientos con las manos.

Ella nos sabía que era ser yo, no sabía que pensaba no sabía que era llevar una carga tan grande a la espalda. No sabía que era capaz de hacer por Jeremmy, las cosa que he hecho a su espalda –¡¡¡He matado por él!!!- Grite al límite de la locura ahora sin estar mirándola queriendo ignorarla queriendo concentrarme para que aquel dolor punzante dejara de extenderse por mis extremidades algo temblorosas ya. Inmerso ahora en mis pensamientos mezclados con las palabas de ella, palabras que me negaba en silencio.

Mi espalda permanecía apoyada en la pared en una pose de lo más inocente mientras una perversa sonrisa curvaba mis labios al ver lo alterado y nervioso que había puesto a Gab en tan solo unos minutos, deberían darme un premio como…”mejor loba que hace alterarse y saca de sus casillas al Líder en menos de media hora” estaba segura de que nadie lo hacia en menos tiempo que yo. Ignoré todos sus gritos y seguí allí quieta, mirándole como caminaba de un lado para el otro igual que un león enjaulado, nunca lo había visto así y mira que eran veces las que le había sacado de sus casillas. De un momento para el otro parecía que era yo la que tenía el control de la situación y la verdad me gustaba… me gustaba ver a Gabriel intentando negar algo que todos los de la manada sabíamos desde hacía mucho años, que su hijo no le importaba mas que cualquiera de nosotros.

-Que bonito… todo lo que un hijo desee, que su padre maté por él, la próxima vez llévale la cabeza en bandeja de plata, estoy segura que te lo agradecerá.-Mi voz, a diferencia de la suya, era calmada y seguía manteniendo ese tono de burla.-Y si yo no soy nadie para juzgarte a ti tu no eres nadie para juzgarme a mí y decirme que soy igual que los traficantes a los que damos caza.

Gab y yo nunca habíamos tenido una discusión tan fuerte como la que estábamos teniendo hoy, nunca lo había visto tan nervioso y descolocado, por muy enfadado que estuviese siempre hablaba con una tono de calma en la voz que me hacía desesperarme pero hoy… hoy parecía estar a punto de volverse loco y yo simplemente le miraba y decía mas cosas induciéndole a esa locura, un Líder loco no puede mandas, ¿verdad?

Odiaba el alcanzar este estado, estaba llevando al límite de mi control -y era bastante alto- El dolor persistía, haciéndome curvarme en un momento espasmo tico. Sophia volvió a hablar, detuve mi paso y la miré. Sin previo aviso recorrí en carrera los metros que nos separaban de teniéndome de manera brusca frente por frete a ella aprovechando la inercia de la carrera para estampar el puño al lado de su cabeza, atravesando la puerta -Esas jugando con fuego...-Gruñí -Y quien juega con fuego acaba quemándose si o si...- En aquella corta distancia, Sophia podía notar el cómo el negro de mi cabello estaba tornándose algo más claro. La rabia del momento estaba haciéndome perder el control.

-Precisamente tu si que no eres nadie para juzgarme…Soy el líder..Soy tu líder y eso has de tenerlo claro…nunca he matado a uno de los mío pero siempre hay una primera vez para todo…y más si ataca al Alfa actual…- Podría sonar a amenaza, pero era más bien un reto, si de verdad quería discutir sería en el bosque rodeados de todos en un duelo como los de antes, formas naturales a muerte el ganador se quedaría con el liderazgo de la manada. Reconozco que esa idea me encantaba, ya no solo por hacerlo con Sophia si no por que mantenía nuestras tradiciones, nuestra naturaleza.

Al otro lado de la puerta los vigilantes se giraron mirando, viendo el bulto de la puerta metálica habiendo escuchado el fuerte golpe, pendientes de la discusión como siempre.

A cada segundo que pasaba la situación me parecía mas divertida y Gab cada vez estaba mas furioso pero la diversión se acabó cuando vi a Gab correr hacia mí y sentí como pegaba un puñetazo justo al lado de mi cabeza haciendo que mi corazón se parase durante unos segundos por el susto y que empezase a latir después con fuerza y rapidez. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar sus palabras y ver la furia brillando en sus ojos, tal vez me había pasado pero es que no veía justo que él pudiese decir lo que quisiese y yo no pero la vida no era justa, y menos si la persona a la que le decías las cosas era tu Líder, el hombre que controlaba a todos los de tu especie en esa ciudad.

-Un buen Líder debe saber escuchar a los suyos y asumir sus comentarios, pero si no te gusta que alguien de la manada te diga la verdad dímelo y simplemente te daré la razón como hace el resto de los de la manada.-Le contesté notando un leve tono de terror en mi voz y carraspeé para intentarlo hacer desaparecer pero no podía hacerlo cuando sus ojos estaban fijos en los míos y si retiraba la mirada demostraría mi debilidad.-

Mi pecho se movía arriba y debajo de manera rápida mientras yo intentaba controlar mi respiración mientras apretaba los puños a ambos lados de mi cuerpo. Podía escuchar los cuchicheos de sus lobos al otro lado de la puerta y me vi tentada de girarme, abrir la puerta y salir corriendo escaleras abajo como un niño asustado pero permanecí quieta, con la cabeza bien alta y mis ojos fijos en los suyos, demostrando que no era de las que salía corriendo cuando se asustaba.

No alteré mi postura más de lo que estaba, y era ya visible un mechón claro e mi flequillo -Se escuchar...- Gruñí- Pero a quien merece que invierta mi tiempo en ello...-Desde que has llegado solo me has atacado con tu chulería e intento de superioridad...- Ladeé la cabeza sin dejar de mirarla, mi pecho se alzaba y bajaba con rapidez, la mano de la puerta algo temblorosa por el dolor que llegaba hasta mi mano y no por el golpe precisamente.

Acerqué mi rostro al de ella quedando a escasos centímetros fijando más aun mis amarillentos ojos en los de ella -En que parte estas...criticas con fundamento...o paparruchas de niños...Si tana adulta eres serás capaz de poder fundamentar tus desacuerdos…y discutirlos sin necesidad de tener que llegar a extremos...- Refiriéndome a la situación actual, saque la mano de la puerta apoyándola al lado de su cabeza al igual que la otra. Estaba tan cerca a ella que el aliento de mis palabras acariciaba sus mejillas -No te equivoques...Me siento orgulloso de todos y cada uno de la manada...- Concluí sin mover un ápice de musculo.

Solté una carcajada al escuchar que decía que sabía escucharlo, solo había que verlo ahora para darse cuenta que sabía escuchar cuando le daban la razón como a los locos y los tontos. Mi mirada seguía fija en la suya mientras mi pecho seguía moviéndose a gran velocidad debido a los rápidas y sonoros latidos de mi corazón, estaba segura de que Gab podría oírlos y sino era así… no sabia como no era capaz de hacerlo, a mi me daba la sensación de que mis latidos lo debía escuchar cualquier lobo que ándase lejos pero tal vez solo eran paranoias mías, no era la primera vez que me emparanoiaba por tonterías, era una de los efectos de las drogas, le dabas mas importancia a cosas pequeñas que los demás ni siquiera se paraban a contemplar o escuchar.

-Yo no me siento superior a nadie, no soy como tú.-Le contesté entre dientes furiosa.-Me considero igual que los demás, solo que tal vez con mas defectos pero aún así soy capaz de hacer lo mismo que ellos, si en esa sala hay alguien que se cree superior a los demás eres tu Gabriel.-Comenté remarcando su nombre en un tono burlesco.-

Un ligero escalofrío recorrió toda mi columna cuando se acerco de esa manera a mí dejándome ver todavía mejor sus ojos amarillentos que miraban los míos azulados como taladrándolos. Me recordé a mi misma que debía respirar si no quería morir por idiota y empecé a inspirar por la nariz y expulsar el aire por la boca en un intento de calmar mis nervios y mi tonta sensación de ser un simple ratón a ojos de un gato.

-¿Ahora me vas a decir que eres un buen padre? Yo creo que no aunque claro… solo es mi opinión.-Le contesté con una socarrona sonrisa en mis labios.- Y que yo sepa yo estoy de los mas calmada….el que ha golpeado mi rostro contra la barra y parece un tigre enjaulado eres tú.-Sabía que con esas palabras solo haría que se pusiese mas furiosa pero no podía callarme, las palabras salían de mis labios antes de que yo las pensará.-

Di una palmada en la puerta de metal, aquello dolió por la sensibilidad de mis extremidades en este momento. -No soy un padre ejemplar- Hablando a la misma distancia, centrando la conversación en aquello que parece le resultaba a Sophia más llamativo -Pero Jeremmy es mi hijo ¿entiendes? ¡No eres tú la que tiene que morir por el no eres tú la que tiene que dar su cuerpo y alma por él y mucho menos renegar de se lo tú que eres por él!- Estaba hablando por primera vez con total franqueza tocando aquel tema -Una camella drogadicta es la menos indicada para decir que dará la vida por alguien, cuando ni siquiera tiene una vida que dar- Hice una leve pausa para respirar -Y no me digas, oh si tengo vida no me juzgues- En un tono burlesco por lo que ella comentaba con anterioridad –Si darías la vida por Jeremmy ¿Qué pasaría si él estuviera en peligro y tu colocada con la mierda que te metes?- Ataqué con brusquedad, manteniendo la furia en mis ojos sobre los de ella.

Escuchaba tanto su corazón como el mío acelerado ante tal situación, en cierta manera estaba más “tranquilo” pues mantenía aquel ritmo rápido pero no avanzaba a mas, aquel mechón de pelo grisáceo dejó de extenderse y el dolor persistía pero podía frenar al avance del adquirir mi forma real, no ante ella, no ante aquella situación, tenía que frenar mi instinto, mi furia mi rabia.

Me sobresalté al sentir el golpe en la puerta y me puse recta de pronto como si ese golpe me hubiese devuelto de nuevo a la vida real. Fue en ese momento cuando me di cuenta que Gab estaba, para mi gusto, demasiado cerca de mi, ¿en que momento se había aproximado tanto y yo no me había dado cuenta? Viva mi capacidad de concentración que ni siquiera se había fijado en la proximidad entre Gabriel y yo. Escuché sus palabras sin alterarme hasta que escuché como me llamaba camella drogadicta y me decía que no tenía una vida que dar, vaya, de un momento a otro había pasado de ser una licantropía a ser una…¿muerta o era mejor un zombie? Ante sus próximas palabras la furia se vió reflejada en mi rostro y mis puños se cerraron con fuerza hasta que pude sentir como mis uñas se clavaban en mi piel causándome una pequeña punzada de dolor a la que no le presté atención y haciendo que el olor de un par de gotas de mi propia sangre me invadiese. Eso había sido un punto bajo y doloroso, y él lo sabía, pero a ese juego también podía jugar yo.

-¿Y que pasaría si él necesitase tu ayuda y tu estuvieses demasiado ocupado tirándote a su madre?-Ataque yo de igual manera que él mientras seguía teniendo los puños cerrados con fuerza con ganas de pegarle un puñetazo y de meterle una bala de plata entre las cejas, a veces tenía pensamientos como esos, pero hasta el momento no los había llevado nunca a cabo.-