¿Y ahora que quieres? [Gabriel]

Desde esa corta distancia pude observar él como mis palabras surtían efecto en ella en cierta manera. La había hecho reaccionar de algún modo. Aquello me hizo dibujar una sonrisa invisible -pues no alteré mi semblante de furia- ante su reacción. A mis sensibles fosas nasales llegó un cierto olor a sangre que ignoré, pues no procedía de mí.

Ante su pregunta, separé una de las manos de la puerta colocándolo en su cuello, lo suficientemente rápido como para que no pudiera esquívame y menos en aquella corta distancia. Hice un pausa antes de hablar -Yo pregunté primero...pero si tanta curiosidad tienes...iría a buscarlo interrumpiendo lo que fuera que estuviera haciendo...- Hablaba y mi nariz se arrugaba como el hocico del animal que era enfadado, con algún deje de gruñido en mi voz -Ahora te toca a ti...¿Que harías si estubieras tan colocada como para no poder levantar el telefono viendo que es Jeremmy? Sabiendo que es una emergencia....- Espereé respuesta, pues la tenia sujeta por el cuello apretando un poco pero ella podría respirar

De pronto sentí su mano en mi cuello apretando levemente lo justo para que pudiese respirar con ciertas dificultades. Pensé en la forma que tenía Jeremy de acariciarme el cuello para divertirse tan solo ante mis estremecimientos y la forma en que Gab me tenía cogida ahora misma apretando de forma furiosa, yo ya le había dicho unas cuantas veces a Jeremy que él debía ser adoptado, que no podía ser hijo de Gabriel, no se parecían en nada, pero él siempre que se lo decía se reía de mí y me revolvía el pelo igual que a una niña pequeña.

Moví mi cabeza con brusquedad intentando liberarme de esa mano que sujetaba mi cuello, no me gustaba sentir que Gabriel podía asfixiarme de un momento a otro sin que yo pudiese hacer nada por luchar contra mi vida pero finalmente desistí y apoyé mi cabeza contra la puerta volviendo a clavar mi mirada en Gab. Mi respiración era agitada y mis cuerpo empezaba a pedirme un cigarro por lo que estaba de peor humor ante cada minuto que pasaba, necesitaba mi dosis de nicotina.

-El ir colocada no me deja cansada, podría contestar perfectamente a su llamada y acudiría en su ayuda como he estado haciendo todos estos años.

Escuché sus palabras, sin poder evitar el reforzar aquel agarre de su cuello ante su iniciativa a soltarse aunque durara poco -¿Eso es cierto o es lo que te dices para convencerte a ti misma de que es así?- Pregunté ladeando la cabeza sin retirarme de aquella postura. -Quien crees que ha estado siempre a la espalda de Jeremmy...- Aflojé la presión sobre su cuello pero sin soltarla -Por qué crees que os ha sido tan fácil salín impune de todos esos...líos en los que os metéis... ¿Gracia divina?- Ahora si estaba siendo totalmente honesto, necesitaba relajarme y lo estaba consiguiendo, el color de mis ojos se apaciguo recuperando el ámbar habitual, mis brazos y piernas dejaron de dolerme y temblar. Lo estaba consiguiendo, y ello era resultado de hablarle a aquella chica con honestidad, pretendiendo -aunque sería en vano- que entendiera todo.

Retiré la mano de su cuello ahora en un ánimo más calmado –Vete… según decías tenías mucha prisa y te estás convirtiendo en un caso perdido- Retrocedí mirándola -Y ya que no quieres mirar por ti misma, mira por la manada y deja de realizar esas cazas fuera de la manada, acabarás condenándonos a todos al descubrimiento ante el ojo humano…y ninguno queremos eso…- Ahora mi tono era tranquilo mi torrente era mi timbre normal de voz dejando atrás aquellos gruñidos.

Sentí como apretaba mas su mano alrededor de mi cuello y entreabrí los labios levemente respirando con fuerza intentando llenar mis pulmones de aire y lo conseguía….pero con demasiado poco aire. A medida que él se iba calmando yo me iba poniendo nerviosa y eso no me convenía ya que si estaba nerviosa necesitaba mas aire y no estaba en posición de entrar en una ataque de rabia. Sonreí con burla al escuchar como insinuaba que yo había salido impune de todos mis crímenes gracias a su ayuda, yo lo sabía pero jamás se lo agradecería. Cuando retiro su mano de mi cuello tosí con violencia inclinando mi cuerpo hacia adelante cogiendo aire de manera desesperada, seguramente para una persona que no fumase no hubiese sido tan exagerado como lo había sido para mi. Cuando conseguí que mis pulmones se llenase de nuevo de aire me puse recta mientras me pasaba la mano por el cuello de forma delicada haciendo leves muecas de dolor y dejando pequeñas gotas de sangre en el cuello. Mi mirada estaba fija en la de Gab y hablé con voz aparentemente calmada pero por dentro tenía ganas de estallar y de gritarle como había echo momentos antes.

-Mira Gabriel… soy muy consciente de lo que las drogas hacen en mi organismo y ese, para empezar, es solo problema mío, no te metas donde no te llaman.-Le dije mientras me agachaba a coger la chaqueta.- Segundo, hay muchos humanos que salen impunes con delitos peor que los míos, no necesito tu ayuda, ni que me cubras las espaldas, me sé cuidar solita y además, alucinarías con la de a políticos y policías que se les puede comprar tanto con drogas, con dinero y con otras cosas.-Dije sonriendo de lado mientras me pasaba la mano por el pelo despeinándomelo para después colocármelo bien.-Y tercero… mi cuello es un punto sagrado, delicado, y valioso para muchas personas así que si no te importa….trátalo mejor.-Le di la espalda y coloqué mi mano en el pomo para abrir la puerta.-

Escuché cada palabra que decía -Me parece muy bien toda tu palabrería y muy bien el que sepas defenderte- Dije con cierta ironía -Así que la próxima vez que te atrape la policía o abran investigaciones por "desapariciones" serás tú- Señalándola -La que se encargue de borrar resto alguno- Bajé la mano, ahora sí que estaba totalmente calmado se notaba en todo mi ser -No te protegeré ante nada, por mi parte ya no formas parte de la manada a la que proteger y no te sientas especial, no eres ni al primer ni el último lobo que expulso- Me giré para regresar a la barra -Si actúas por tu cuenta no necesitas de una manada para vivir, eres libre de hacer lo que se te venga en gana...- Con aquella explicación aclaré el por que de aquella decisión. Realmente no deseaba dejar a su suerte a aquella muchacha, pero el comportamiento que mostraba no traería más que problemas.

Me detuve delante de la barra agarrando una de las copas pero sin poner azúcar ni nada llene la parte inferior de absenta verde –otros tipos de absenta adornaban un estante tras la barra- para luego beberla de un trago. Ya no esperaba replica alguna, tenía lo que quería, no era mi aprobación, pero era la libertad –o soledad según se mire- que deseaba ella.

Me paré al escuchar que me hablaba todavía con el pomo en la mano y mi respiración se aceleraba ante cada una de sus palabras hasta que las palabras “ya no formas parte de la manada” resonaron en mi mente una y otra vez, esas palabras habían sido como un puñetazo en el estómago que te deja sin respiración unos segundos. Sentí mis ojos llenarse de lágrimas pero parpadeé varias veces para impedir que ninguna de esas gotas de agua salada resbalasen por mi mejilla, yo no lloraba, nunca, además, ¿Por qué me ponía así? Era lo que llevaba buscando desde hacia unos años, ser libre y poder hacer lo que quisiese con quien quisiese sin tener que dar explicaciones a nadie, entonces, si era lo que quería, ¿Por qué sentía como si me hubiesen arrancado una parte de mi de golpe? Respiré hondo y giré mi rostro hacia Gab con una triunfal sonrisa mientras mi mirada quedaba fija en su espalda.

-Sabes, creo que lo de expulsarme de la manada es mejor que lo de enviarme a America, ya nos veremos por la ciudad Gab, o quizás no… mejor prefiero no volver a verte el careto de nuevo.-Abrí la puerta y empujé con fuerza y furia a los 4 lobos que estaban allí protegiendo la puerta que se hicieron a un lado ante mi repentino ataque de furia y se miraron entre ellos confusos y después miraron al interior observando a Gab a espera de una orden.-

Me hice paso entre la multitud a empujones escuchando las quejas tanto de humanos como de licántropos y salí al exterior donde el frío aire de la noche me acogió haciéndome sentir un escalofrío. Mi chaqueta colgaba de uno de mis brazos y metí mi mano en su interior sacando un porro que me había preparado en casa, me lo puse entre los labios encendiéndolo con rapidez y dándole una larga calada cerrando los ojos disfrutando de ese pequeño momento de gloria antes de recordar que me había quedado sola. Mis manos empezaron a temblar y empecé a sentir un dolor que conocía demasiado bien. Me alejé con paso rápido hasta un oscuro callejón y me dejé caer encima de una caja respirando hondo intentando calmarme mientras daba caladas como una desesperada al porro, necesitaba algo mas fuerte que un porro para calmarme pero no llevaba nada encima ahora mismo y me maldecí mentalmente mientras me pasaba la mano por el pelo.

Dejé la copa sobre la barra tras tragar al licor, en n nuevo movimiento agarré la botella para servirme de nuevo otro trago aun de espaldas a la puerta. Ahora las palabras de Sophia tenían que serme indiferente pues…ya no formaba parte de la manada, o al menos eso le hice creer con mi total convicción. La puerta se abrió y pude escuchar las quejas de los vigilantes de la puerta al pasar ella a empujones -Seguidla…- Dije agarrando la copa tras poner la cantidad exacta -Avisadme con cualquier cosa…y cuando digo cualquier cosa es cualquier cosa…si se va a casa si camina por la calle si se va a otro bar…- Tomé el trago que me había servido y dos de los hombres bajaron las escaleras saliendo del local.

Serví mas absenta en la copa, esta vez un poco más que la vez anterior, pretendiendo hacerla una copa larga. Caminé hacia la ventana con unas vistas “preciosas” una pared de ladrillo frente por frente. Dejé la copa en el alfeizar abriendo la ventana dejando que el frio viendo invernal entrara, meciendo mi cabello, refrescándome. Además de aquel viendo fresco un olor que aun persistía en la casa vino desde el exterior. Agarrando la copa mire hacia arriba asomándome hacia la azotea del edificio y la del edificio de enfrente, luego abajo, todo estaba oscuro aunque ese olor persistía. Gracias a la buena visión que tenían los míos pude ver a Sophia desde la ventana, sobre una de las cajas de aquel callejón. No dije nada, simplemente desde mi escondite observé.

Mi móvil vibró en el bolsillo del pantalón, lo saque descolgando sin preguntar –Continuad en vuestra posición…- Susurré guardando el teléfono mientras de nuevo buscaba con la mirada a la chica observándola.

Mis padres me iban a matar en cuanto se enterasen de que Gabriel me había expulsado de la manda. Sentí algo resbalar por mi mejilla y recogí esa pequeña gota con mi dedo índice y la observé como si fuese la cosas mas extrañada que existía en el mundo, hacia años que no derramaba una lágrima por nada ni por nadie, y la primera lágrima que salía de mis ojos en años era por culpa del estúpido de Gabriel y por que me hubiese expulsado de su estúpida manada. Mi cabeza estaba echa un lío, por una parte te alegraba de ser libre y poder hacer todo lo que quisiese cuando quisiese, y esa parte era las mas alocada de mí, las mas coherente me decía que me había quedado sola y que con el tiempo me acostumbraría a comer humanos siempre y llegaría un momento en el que me daría igual si el humano era un delincuente o no, me convertiría en una asesina sin escrúpulos, que le daría lo mismo matar a niños que ha ancianos y yo no quería eso.

Cuando me acabé el porro tiré la colilla al suelo y la apagué con el pie para después pegar una fuerte patada a la caja haciendo que se rompiese produciendo un sonoro estruendo. Me obligué a mi misma respirar hondo por la nariz hasta que el dolor que se extendía por mi cuerpo desapareció poco a poco y los temblores disminuyeron. Saqué el móvil del bolsillo y abrí la tapa dejando que la luz de este alumbrara mi rostro. Empecé a teclear con rapidez un mensaje y cinco minutos mas tarde una moto derrapaba adentrándose en el mismo callejón que yo. El chico ni siquiera se quitó el casco y me pasó una bolsita con lo que le había pedido, un poco de cocaína. Se levantó la visera un instante para acercarse a mí y susurrarme algo, asentí con la cabeza mientras le sonreía y guardaba la bolsita en el bolsillo trasero de mi pantalón y observaba como la moto se alejaba. Me puse la chaqueta y me la abroché hasta arriba y empecé a caminar alejándome del lugar, no sabía hacia donde, seguramente otro bar donde me pudiese poner ciega para olvidar lo que me acababa de pasar.

Ladeé la cabeza mirando en el callejón, le di un trago a la copa observando los movimientos de Sophia. Dejé la copa casi vacía en el alfeizar sentándome en este. Sacó el teléfono jugueteando con él, al poco una moto entró en el callejón y le entregó algo -Un narco...- Susurré sacando del bolsillo el teléfono marcando un numero -Uno que siga la moto...otro que la siga a ella...- Ordenes claras y concisas.

Sophia pudo ver el pasar de una sombra por el suelo y como esa sombra cortaba el aire por encima de su cabeza, ya me habían informado de que se movía, aparte podía verlo con mis propios ojos por el momento. -Esta será una caza especial...- Dije mientras una medio sonrisa socarrona se dibujaba en mis labios.Agarré la copa dándole un último trago sin levantarme de la ventana mirando para la salida del callejón hasta ver desaparecer a Sophia.

Quería poner a prueba a la muchacha, ver cómo reaccionaba "fuera del grupo". Sé que después de esto no me adoraría ni mucho menos, tampoco lo pretendía, solo quería que comprendiera que es el estar en una manada, el cubrir las espaldas del ajeno con tus acciones.

Caminaba por el callejón cuando mi cuerpo se giró de pronto de manera brusca al ver una sombra pasar cerca de mi pero no había nadie pero segundos mas tarde vi otra sombra pasar por encima de mi cabeza y justo vi como un cuerpo aterrizaba sobre un tejado, superman no existía, ni tampoco Spiderman y solo había unas criaturas que yo conociese que pudiesen mover de esa forma, los licántropos. No le preste mucha atención ya que era normal ver a los chicos saltando de un tejado al otro por lo que seguí caminando mientras me sacaba el móvil de nuevo marcando un número y llevándomelo después a la oreja, lo único que necesitaba era una noche de fiesta loca y desenfrenada y volvería a ser la misma Sophia a la que le daba todo igual.

-¿Te hace fiesta?-Pregunté nada mas me contestaron al teléfono. Como era de esperar me contestaron que por supuesto y yo sonreí con diversión mientras me perdía entre los callejones.-Yo pongo el material y tu la entrada a la discoteca, quedamos donde siempre hasta ahora.

Colgué el móvil volviéndolo a guardar en el bolsillo y seguí caminando ya de mejor humor al pensar que me iba de fiesta y que posiblemente mañana despertaría sin recordar nada hasta que alguno de los licántropos se enterasen de que me habían echado de la manada y apareciese por mi casa para preguntarme que le había echo a Gab para que me expulsase… ya lo estaba viendo, tal vez podría ganarme la vida siendo adivina, seguro que no era tan complicado timar a un par de idiotas que creían en esas cosas.

Esta vez fue un mensaje lo que recibí la teléfono, odiaba que se comunicaran así conmigo pero si lo hacían era por que no podían hablar -Va a salir a otro local- Susurré al ver la información recién llegada. No saldría tras ella, sería síntoma de debilidad, dejaría que pasase la noche y quizás varios días, claro está con aquel lobo a su espalda informándome de todo. No respondí al mensaje pues el improvisado detective sabía que tenía que seguirla si o si, fuese donde fuese y debía informarme de todo. Seguramente no haría nada extraordinario aquella noche, nada fuera de lo común, pero por la mañana cuando abriera los ojos recordaría todas y cada una de mis últimas palabras.

No hay nada más doloroso para alguien que quedarse solo, en este caso era buscado por ella, pero el verse excluido de la que es tu gran familia debía ser doloroso. Yo no había experimentado tal cosa, pero el pensar que con su edad mi padre como líder me desterrara de la manada...Me hacía sentir mal incluso ahora, como si hubiese sido yo el expulsado. Supongo que ese es el precio de pagar por tal acción, el sentirse mal, aunque en esta ocasión era tan solo una lección que dar de convivencia.