Ridding bike (Libre)

El sol invernal apenas se asomaba entre las nubes un tanto grisáceas en el cielo, el clima era bastante frío, pero no se notaba demasiado, o al menos a mi no me afectaba mucho, el ejercicio me hacía muy bien en las mañanas y la bicicleta me mantenía en forma y me ayudaba a desfogar la hiperactividad de la que era victima últimamente, quería asumírselo a aquellos cambios que recién se efectuaban en mi, y no precisamente la adolescencia, pero mi madre me dijo que era cosa de la edad, de lo cual yo no estaba muy segura.

Pedalee un par de cuadras hacia el parque cuidando de no resbalar en la nieve, no me apetecía visitar el suelo y menos mojarme con aquel montón blanco de agua congelada. Era un paisaje verdaderamente hermoso, los árboles nevados, la gente jugando guerras de nieve, mas adelante un puentecillo ambulante de caramelos, ya saben, el azúcar es muy buena para hacerse de calor.

Me encantaba sentir el viento helado en mi rostro, así que aceleré un poquito ajustando con una mano la bufanda, sin dejar el manubrio, mis cabellos se alborotaban al aire por debajo del gorro tejido que llevaba, había amanecido de buen humor, a pesar de todos los líos en los que me había metido últimamente tras mi “cambio”, afortunadamente papá dijo que todo estaría bien, siempre y cuando no me pusiera en situaciones que me provocaran y descontrolaran. Para ello mi madre había hecho unas modificaciones en mi dieta, unas que no me agradaron del todo, pero era lo que había… de otro modo tarde o temprano me metería en líos.

Todo esto me conflictuaba un poco, si, yo ya sabía muchas de las cosas que ahora me confirmaban, pero no podía negar que el mundo humano me atraía demasiado, inclusos varios humanos me atraían demasiado, pero estaba prohibido.

Agité mi cabeza un poco despejándola de esas ideas, de igual modo tenía que aceptarlo, era por mi bien, el de mi familia y el de mi gente. Llegué pronto al lago, congelado en esa época del año y frené cerca de la orilla. Me quedé viendo a la gente que patinaba tranquilamente, ignorante de lo oscuro que se cocinaba frente a sus ojos, pero sin que ellos se dieran cuenta.

-Bendita ignorancia… - pensé en voz alta sin despegar mi vista de la pista natural de hielo, incluso una sonrisa se dibujó en mi rostro, aquel ambiente festivo y alegre se contagiaba. Me recargué en el manubrio de la bicicleta sin bajarme de ella y me concentré por unos minutos en el ir y venir de la gente, las risas de los niños y las miradas de aquellas parejas que destilaban amor.

Otro día mas... otra noche había pasado deambulando de un lugar para otro buscando a Jeremmy sin éxito alguno, comenzaba a pensar que no quería ser encontrado, mas bien empezaba a asimilarlo. Vestía los mismos vaqueros del día anterior, la misma camisa y la misma chupa de cuero, la llevaba cerrada pues tenía el cuerpo cortado después de la nevada nocturna. El tiempo mejoraba muy poco a poco, la primavera estaba cerca pero aun no se dejaba entrever por las frías y nevadas noches en la ciudad Rumana.

Mi paso era lento, cansado mas bien, pero disimulado, aparentaba dar un paseo cuando realmente lo que me pasaba es que mis piernas se movían por si solas ante la inercia del caminar, algo doloridas. Cada día que pasaba me sentía menos fuerte y la falta de alimento y sueño ayudaban a ello. Mis ojos ambarinos se fijaban en el camino blanco que mis pisadas alteraban dejando mi rastro.

Una risa me hizo detenerme, cerca de la orilla del lago, suspiré de manera breve al casi no pode pervivir el aroma de aquellos humanos por el entumecimiento de mi nariz por culpa del frío. Los niños jugaban con sus padres, reían, corrían...tal como Jeremmy y yo hacíamos hace mucho tiempo, un tiempo que ha quedado atrás, ya que lo que conocía de mi cachorro había desparecido y ya no era un cachorro...era un macho adulto y eso, era difícil de reconocer para un padre que se ha perdido el 90% de la vida de su hijo.

Continuaba mirando a aquellos padres con sus hijos, recordando momentos así con Jeremmy, guardé las manos en los bolsillos de la chupa intentando recuperar algo de sensibilidad en ellas.

Era un bonito retrato cotidiano en una ciudad común y corriente, al menos por encima, la parte que se dejaba ver, o al menos la parte que no nos conocía a nosotros. Era inevitable ser enajenado por aquella magia, me daban un poco de envidia, sin tener que preocuparse por nada, ni reglas, ni rencillas, ni odios, ni…

Un aroma familiar cruzó por mi nariz, el aire había arrastrado hacía mi un efluvio familiar, uno de los míos. Se me hizo raro aquello y rápidamente con la mirada peiné los alrededores, hasta que me topé con el dueño del aroma, no era cualquiera… era el.. el alfa… Gabriel…

Casi me ahogo con mi lengua del nervio que me entró verlo, lo conocía solo de vista en aquellas noches de luna llena, siempre me había atemorizado su mirada penetrante y ese porte suyo, tan altivo y elegante. Me mordí nerviosamente el labio inferior y levanté de nuevo la mirada hacia el, esta vez no era igual… algo en el era distinto.

Lucia apesadumbrado, cansado, el gesto de quien lleva una carga pesada a cuestas, esa mirada de preocupación que a veces figura en el rostro de mi propio padre.

Bajé de la bicicleta y caminé hacia el llevando mi vehiculo modesto al lado mío, bajé el pedal y la paré una vez estuve detrás de el y me acerqué sigilosamente, me llamaba la atención verle de ese modo.

Me asomé por su flanco derecho con los pies bien juntos ladeando mi rostro hacia el quien parecía tener la mirada perdida en alguien en la pista de hielo.

-Señor Gabriel? – me atreví a preguntarle en mi voz aniñada, algo apagada por que no podía negar que me imponía su altura. – Se encuentra bien? – no sabía cual sería la manera correcta de dirigirme a el, esperaba que no se molestara.

Me quedé quieta mirándole curiosa y esperando su reacción hundiéndome un poquito en la nieve bajo mis pies.

Mis ojos seguían el movimiento de un lado a otro de un padre con su hijo pequeño, el cual tras caerse empezó a llorar sin siquiera levantarse del suelo, su padre se acercó para cogerlo en brazos llevándoselo fuera de la improvisada pista de hielo -Los hombres no lloran...- Susurré de manera imperceptible, aquellas eran mis palabras a Jers cuando este se caía o se disgustaba con algo, con ello aprendió a ser fuerte y a no llorar por una simple caída y a ponerse en pie cuando eso sucedía.

Una voz me despertó de mi estado, recobrando la seriedad total y la habitual expresión en mi rostro. Desvié la mirada a quien pronunciaba mi nombre -¿Quien eres?- Pregunté de manera seca, fue entonces cuando llegó a mi nariz el aroma de aquella loba, oculté una expresión de sorpresa por el no haberla percibido con anterioridad, pero tenía la nariz adormilada y al aspirar molestaba por el frío, me estaba volviendo débil pero aquello no podía demostrarlo.

Conocía a casi todos los de la amanada, pero la cara de aquella joven no me sonaba, quizás era de las que aun no podía participar activamente en la caza, su cara infantil la delataba para ello. Mis ojos no se apartaron de ella esperando respuesta, sin responder a la segunda pregunta.

Pude ver por unos segundos el rostro sorprendido del alfa, que se diluyó con el viento tan rápido como hablé, realmente era extraño verle así, pero en segundos recuperó su porte, tanto que tuve que retroceder un paso, volvió a intimidarme y sus facciones se volvieron duras como las que recordaba cuando se subía a aquella roca. Tragué saliva mirándolo y escuché su voz seca preguntando quien era.

-Rhiannon… de la familia Rosenkreuz… - dije bajito para el haciendo disimuladamente el ademán hacía Gabriel, aquel ya muy conocido para rendir respetos al líder.

Vaya tonta, no sabía como dirigirme a el, ya me había arrepentido de haberme acercado, pero ya era demasiado tarde, ni siquiera estaba segura que conociera mi familia, aunque por lo numerosa que era y gracias a que mi padre era un fiel seguidor del líder, seguramente mínimo había escuchado de nosotros.

Había desviado la mirada, pero no pude evitar de nuevo posar mis ojos curiosos en su rostro, era como la realeza y mi naturaleza mas bien de gato, de andar curioseando me hacía tratar de buscar respuestas en su mirada, algo no andaba bien con el, eso podía sentirlo y esa frialdad repentina, no era la normal, a mi antes mas bien me parecía una postura de liderazgo, pero esta fachada que mostraba ahora era acartonada, rígida. Igual no debería meterme en lo que no me importa, pero mi curiosidad podía mas.

Confronté su mirada que de pronto se me antojaba molesta, que si fueran cuchillas ya me hubieran atravesado gravemente.

-Pasa algo? – inquirí sintiendo la necesidad de oír que hablaba, el oír su voz me hacía recordar que era alguien de carne y hueso como yo y me daba un poquito menos de miedo.

Mis ojos continuaron en los de aquella loba, volviéndome hacia ella cuando retrocedió, cuando se inclinó de aquella manera, del modo que los de la manada me mostraban su respeto, mis ojos se desviaron alrededor -Ponte recta...- Dije de manera imperativa, no es que fuera a descubrirnos como raza por aquello, pero si llamaría la atención por el gesto propio y eso era lo menos que deseaba en aquellos momentos -Conozco a los Rosenkreuz, no personalmente, pero se que siempre han sido fieles a los nuestros y que son artífices de una gran camada- No se como alguien puede tener tantos hijos llevarse bien con todos y que todo esté en orden, yo con un único hijo ya había experimentado que es ser un mal padre. -Eres una de las menores por lo que veo- Observe a la muchacha su forma física, era un análisis visual sin otros motivo mas allá de buscar un atractivo físico.

-Lo único que pasa es que ha de ser mas discreta a la hora de saluda... no estamos solo ¿Entiendes?- Desvié la mirada de ella mirando alrededor, indicándole así que hiciera lo mismo -¿No te han explicado tus padres los cuidados a tomar en zonas como estas?- ahora era yo quien preguntaba, con aquella inclinación había demostrado un poco de imprudencia, mis orbes no se apartaban de ella mientras hablaba observando sus reacciones. Continuaba con las manos en los bolsillos resguardandolas del frió que tenía en ellas.

Respingué ante el primer comentario severo, lo hice de inmediato, era como si no tuviera mas opción que hacerlo como si fuese un robotcito al cual le dictaran lo que debía hacer, me sorprendió mi reacción inmediata, vamos, ni a mi padre le hacía caso. Mis ojos se abrieron como platos y me molesté conmigo misma por ser tan sumisa, pero bueno, el era el jefe no? Así que me resigné que así se suponía que fuese todo. Torcí los labios sin querer, aquella mueca tan propia de una adolescente rebelde inconforme.

Desvié la mirada de el y mientras perdía mis ojos entre la gente me dijo que si sabía de mi familia, le sorprendía que fuéramos una familia grande, pues claro, a mis padres eso del control de natalidad les valía un pepino. No dije nada, solo asentí con la cabeza, hasta que preguntó si era una de las menores.

-La menor de todos… - confirmé con una voz tranquila, de menos no me temblaba la voz, eso era bueno. – Recién… bueno.. ya sabe… - no iba a gritar a los cuatro vientos que me había transformado apenas hace un mes, era una “novata” por así decirlo, pero supuse que el entendería.

Entonces me regañó por indiscreta, me puse roja de inmediato, no había sido mi intención, estaba siendo educada y esa era la forma de saludar que me habían indicado para con el, me mordí el labio inferior y fruncí el entrecejo, casi me ponía a hacer un berrinche, pero me aguanté, era el alfa, no podía hacer eso, vaya tonta que era. Mis ojos vacilaron entre la gente, escuchándole con atención.

-Si bueno… es que no se como va el protocolo para con usted… - contesté en un intento de justificar el gesto sin intención de ser indiscreta de hace rato. – De todos modos usted llama mucho la atención aunque no quiera… - comenté bajando la cabeza y mirándole de reojo, aunque después me arrepentí de mi comentario, en serio que no sabía como tratarle. Y me molestaba un poco que me tratara como una niña de 6 años, cuando en realidad no lo era.

Asentí levemente ante el tema del cambio -Ya has llegado a la pubertad- Dije siendo aquello lo que "detonaba" el aparecer de los instintos animales, son cambios muy bruscos en muy poco tiempo, cambios a los que has de acostumbrarte y los que has de controlar, tiempo llevaba aquello pero finalmente todos lo conseguíamos y supongo que ella no iba a ser menos por el contrario sería un peligro andante.

Fruncí levemente el ceño ante sus últimos comentarios -¿No te enseñan modales en tu casa? Cómo comportarte en según que ocasiones, como hablar como moverte e incluso en que momento has de comer...- Dije de manera severa, todo aquello era importante en nuestra sociedad oculta, las normas que a muchos les parecían inútiles eran para controla a todos, incluyéndome a mi. Alcé el mentón en un gesto de altivez ante lo de llamar la atención -¿A si? ¿Llamo la atención? ¿Y de que manera si puede saberse? a lo mejor es que únicamente he despertado curiosidad en ti- Hablaba mirándola sin sacar las manos de los bolsillos -Ahora responde a mis cuestiones...- Ladeé un poco el rostro buscando el suyo, me gustaba mirar y que me mirasen a los ojos mientras hablaba, denotaba confianza en ambos interlocutores.

“Has llegado a la pubertad”

Ante esto sentí una patada justo en la boca del estómago, se oía tan… feo! No escondí mi malestar poniendo cara de repugnancia ante la expresión, eso y una platica de educación sexual de mis padres eran lo mismo, completamente insultantes. Entrecerré mis ojos conteniendo mis ganas de meterme debajo de la primera piedra que encontrase, y me ahorré mis comentarios, por que seguro no eran los mejores para expresar frente a el.

Volvió a los regaños, sobre si no me sabía comportar en público, abrí mis ojos sorprendida por ello y mi boca se entreabrió un poco ante lo mismo. “Muérdete la lengua… no digas nada” me conminé a no soltar lo que pensaba de su comentario, el color se subió a mis mejillas denotando un rubor cereza muy encendido por la rabia de estar siendo reprendida de ese modo.

Le comenté que llamaba el la atención y me preguntó el como, culminando su hablar en una aseveración bastante egocéntrica que me hico fruncir el ceño de primera instancia y soltar un resoplido. El que fuera el alfa no lo hacía menos patán y arrogante que el resto de los lobos… es mas… del resto del genero masculino. “Idiotas!” pensé sin dejar de morderme el labio inferior para controlarme.

-Pues claro… mire a su derecha… - comenté señalando con un ademán de mi cabeza hacia ese lado, donde unas chicas le miraban con interés, alcé la ceja mirándolo fijo y con cierto aire de reto, sintiendo como el me devolvía la mirada, tenía que levantar mi cabeza un poco por que era por mucho mas alto que yo, pero eso no aminoraba el hecho de que lo estuviese observando fríamente.

- Curiosidad? Claaaaro… - dije rodando los ojos con ironía. – A quien no le daría curiosidad alguien como usted… es el líder… y yo tengo el mal de los gatitos curiosos sabe? No me importan que me digan que la curiosidad mata… - le devolví la mirada, sin apartar mis pupilas de sus orbes de iris ambarinas. – A demás… no es común verle de ese modo… oculta algo no? Tiene la mandíbula bastante tensa y sus hombros rígidos por la misma tensión a pesar de su mirada apacible y en calma… - estaba siendo demasiado insolente? – Si eso le es poco para generar curiosidad en mi… - Ok, me había pasado de la raya, como se me ocurría tal actitud! Pero es que el provocaba que quisiera contestarle de ese modo, o tal vez sería que me costaba mucho trabajo obedecer y respetar al cien las figuras de autoridad impuestas.

No miré cuando dijo que mirara a la derecha no despegaba mis orbes ambarinas de las de ella, frunciendo levemente el ceño ante todas sus palabras -Veo que te queda mucho por aprender sobre como has de comportarte ante un Alfa y ante alguien mayor que tu...- Dije a modo de pequeña reprimenda, era evidente su juventud y su inexperiencia por eso no veía que fuera necesario el alzar la voz gritar....Soy padre, y se que significa tener a cargo un adolescente, ademas también fu adolescente y se que es tener miles de preguntas con respecto a todo.

-Tienes que respetar a los que están por encima tuya, ya no solo a mi si no a los otros lobos, como iniciada en este mundo estás aun por debajo de cualquier lobo que se precie- Continuaba con las manos en los bolsillos mirándola de aquella manera tan seria y gracias a su perspicacia pude cambiar mi expresión, siendo esta mas naturalmente seria, teniendo la mascara por completo alzando un muro ante el ajeno para alejarlo de mi, no por miedo, si no por mantener escondido todos mis pensamientos.

Otra reprimenda mas, apreté la mandíbula fuerte y ya no contesté mas, pero tampoco le desvié la mirada, parte de la rebeldía que me caracterizaba. Luego, entre dientes y en un tono muy bajito le hablé, esta vez miré hacia la gente que andaba por ahí como para que no escuchara nadie y murmuré en un volumen audible solo a el.

-Lo siento… - dije con los dientes bien apretados y la mandíbula tensa. No obstante el siguió hablando, sobre el respeto a los mayores y esas cosas. “Que sea joven no quiere decir que sea idiota” Pensé para mis adentros mientras el me veía con severidad, al parecer mi suposición acerca de el era cierta de algún modo y había dado en el clavo, pero sería una tontera mía insistir, a final de cuentas era mi alfa, y tenía que doblegar mis actitudes insolentes y suprimir mi curiosidad de saber que era lo que le podía agobiar al líder.

-No volverá a ocurrir, en serio lo lamento… - confirmé la disculpa mirando por el rabillo del ojo la nieve blanca que cubría el césped del parque.

La observé, mientras se disculpaba, suepiré ante aquella situacion, una cachorra sin guía alguna podría ser un peligro para toda la manada entera -Tus padres son los encargados y responsables de que eso sea así y tu de cumplir con sus indicaciones- saqué las manos de los bolsillos y en una de ellas llevaba el paquete de tabaco y el encendedor. Puse entre mis labios uno de esos cilindros blancos prendiéndolo luego dándole una lenta calada.

-Al menos te estarán instruyendo correctamente en todas nuestras tradiciones ¿No?- Pregunté expulsando el humo hacia el lado, guardando el paquete de tabaco y encendedor en el bolsillo de la cazadora dejando la mano dentro recuperando un poco de calor, tenía ambas manos frías al igual que el resto del cuerpo, aun así permanecía en mi constante búsqueda de Jeremmy.