Sólo de nuevo...¿o no?

Después del incidente en el Luna, habían prohibido la estancia en las cercanías mientras que retiraban todo el resultado de aquel infierno. Hubiera buscado un apartamento para alquilar si no se hubiera ofrecido Eithne a acogernos, si acogernos, a mi y al pequeño Nikolas. aquel niño que un día Eithne llevó a mi casa tras encontrarlo en la calle deambulando.

Me hallaba tumbado en la bañera llena de agua con la nuca apoyada en el borde mirando al techo, los brazos colgando por fuera de la tina con desánimo. El agua estaba tibia -o al menos esa era la sensación que tenía- y no por que aquel lugar dispusiera de calentador, si no por el rato que llevaba ahí metido, mi cuerpo se había acostumbrado al frío de aquel agua.

El silencio presidía el baño y creo que el edificio entero. Nikolas estaría seguramente trasteando por alguna de las otras habitaciones o para mi suerte durmiendo. Mis ojos se movieron hacia la puerta por un instante, como si esperase que alguien entrara por ella, alguien...mas bien ella, que había salido sin decir a donde. Sé que no tengo potestad para exigirle tal, pero... ¿Y si me necesitara? ¿Y si se encontrara en peligro y yo estuviera aquí metido sin poder localizarla? y sobre todo aquella pregunta que me daba vueltas a la cabeza ¿Por que tanto secretismo? Suspiré pesadamente regresando la mirada al techo con amago de dejar la mente en blanco.

-¡Mierda!- Exclamé contrayendo una de las manos golpeando la superficie del agua con notoria frustración, sin poder hacer nada, sin saber que hacer. Otro suspiro emergió de mi interior llevando la mano agresiva al rostro, cubriendo los ojos ahora intentando no pensar en nada.

La mano cayó de nuevo esta vez sobre el borde, manteniendo los ojos cerrados sin mirar nada y pareciendo conseguir no pensar en nada. La puerta cruje y mis ojos se abren raudos alzando al a vez al cabeza para poder ver directamente si era ella. Cierta decepción pudo apreciarse en mi rostro al descubrir que no era Eith -Nikolas...¿Pasa algo?- Pregunté semi -incorporándome, estirando la mano para tomar al toalla del borde de la bañera- Apoyando una mano me incorporé poniéndome en pié, anteponiendo la toalla cubriendo de cintura para abajo, una vez en pié puse dicha toalla alrededor de la cintura para salir de la tina dejando el agua resbalar hasta el suelo.

Aseguré la toalla a la cintura pasando la mano por el cabello mojado retirándolo de mi campo de visión. Observaba desde lo alto a Nikolas sin saber realmente que hacer, tan solo esperando a su respuesta, por si algo hubiera ocurrido, si Eith hubiera regresado, cualquier cosa.

Aquella era una situación extraña, con la edad e Nikolas Jeremmy saltaba sobre mi para que le dedicara mi tiempo. Pero todo aquello quedó atrás, aquel cachorro había crecido y se había alejado de mi lado de manera indefinida, no quería decir para siempre, me negaba a decirlo... a aceptarlo... No volveríamos a ser aquella familia feliz que pasaba sus días viviendo los unos por los otros, eso nunca regresará, eso ya estaba fuera de mis planes, una familia...

Sus miradas se mantenían la una en la otra, los dos extremos de la vida, la vejez y la juventud, eso es lo que éramos tan iguales y tan distintos al mismo tiempo.

En cierta manera sus palabras me tranquilizan y no, Eithne no había regresado, y eso era lo que me ponía nervioso, por otro, que todo anduviera con normalidad era lo que me relajaba, ese aburrimiento que él sentía, lo prefería a un jaleo de cazadores o similar por la zona.

Caminé hacia él poniendo una mano en su nuca haciéndole girar sobre sí mismo para que comenzara a caminar y salir del baño mientras pronuncia aquellas palabras –Veras…- Intentaba buscar las palabas concretas para poder explicárselo y que me entendiera -A veces… las personas necesitan estar a solas…- Y eso lo sabía mejor yo que nadie -Eithne… necesita pensar en un lugar en el que pueda concentrarse… un lugar…- Hice una pausa queriendo buscar algún motivo -Un lugar donde poder pensar sin que ni tu ni yo la distraigamos- Dije finalmente ocultando en cierta manera la realidad.

De repente, parece recordar algo y se inclina tal como los adultos lo harían en cualquiera de las reuniones. Aquello dibuja una leve sonrisa en mis labios, aquella inocencia era abrumadora algunas veces y no podía evitar dejar que mi lado paternal regresara. Un lado paternal que volvía con años de retraso y con la persona equivocada…

-Ese tipo de inclinación solo has de hacerla en momentos especiales…- Le corregí -¿O acaso vas a arrodillarte cada vez que me veas por el pasillo?- En mis labios se mantenía aquella medio sonrisa mientras ahora caminábamos para ir a la habitación a ponerme algo de ropa. -Si se leer ¿Por?- Pregunté pero era evidente, seguro quería que le leyera algún cuento o relato de los miles que había en aquella biblioteca.

Alguna de mi ropa estaba en unas maletas en una esquina de la habitación, dándole la espalda, comencé a vestirme pausadamente, ropa interior unos vaqueros y una camiseta simplemente.

En el camino a la habitación muchas fueron las preguntas propuestas por aquel cachorro que ante todas sus dudas me hacía sonreír recordándome tanto a…Jeremmy… Un corto suspiro me acompañó en mis pasos hasta caminar hacia la cama donde me senté mirándolo.

-Vayamos por partes…- Le dije serenamente sin verme aturdido por tantas preguntas, Jeremmy en su época también era niño de preguntar tanto -Eith nos quiere…- Hice una leve pausa ante aquello, pensando en todo lo ocurrido y la verdad de todo aquello es que así era, o al menos en mi interior parecía ser así -Eso no lo pongas en duda nunca, ¿De acuerdo?- Palmeé la cama ofreciéndole sentarse. -Eith necesita al tranquilidad para pensar… yo…- Aparté por un momento la mirada buscando aquellas palabras comprensibles para él -Cuando tu conociste a Eithne, tardó un poco en que confiaras en ella ¿No es cierto? Dudabas de que podría pasar si ibas con ella si dejabas que te acogiera- Hablaba demasiado para que me comprendiera tenía que simplificar más aun -Yo he llegado a su vida tal como tu llegaste a la nuestra, repentinamente y ha de pensar cómo hacer las cosas…- No iba demasiado bien, estaba siendo demasiado sincero sin llegar a dejarle nada claro -Como tu antes que tenías que pensar que debías hacer y has acabado arrodillándote de esa manera ¿Me entiendes?- Pregunté por si me excedía demasiado en aquellas explicaciones.

Lo siguiente que dice es respecto a las inclinaciones y ante lo ultimo no pude evitar reír, reír como hacía mucho que no lo hacía, teniendo incluso que llevar una mano al estómago -Nikolas…- Dije cesando en la risa negando levemente -No, yo no me arrodillo ante mi mismo- Aun entre esas risas -Los momentos especiales son cuando estamos reunidos en manada y eso, tal como te lo estoy enseñando a ti, lo saben todos por eso todos saben cuando han de hacerlo- La risa desapareció totalmente, aunque no esa leve sonrisa que se dibujaba en mis labios por todas aquellas preguntas que obtendrían respuesta en la medida de lo que pudiera.

-El arrodillarse, es una manera de demostrar la lealtad y respeto hacia el líder, o sea hacía mí, pero yo también me inclino ante ellos demostrándome igual, demostrando que les soy leal y que les respeto ¿Entiendes?- Apoyé los codos en las rodillas inclinando el cuerpo hacia delante -Es una traición milenaria que ha pasado por todas las generaciones de lobos del mundo, allá donde vayas, esa es la señal de respeto hacia el líder de la manada local- Creí aclarar parte de su duda -Y solo se hace en momentos especiales porque… no vivimos nosotros solos, también hay humanos y ellos ven extraño tal gesto, por eso, cuando estamos en público, lo único que hay que hacer es esto…- Me erguí inclinando de manera discreta la cabeza tal como sería uno de esos saludos en esa situación. De nuevo mis codos reposaron en las rodillas mirándole -Con respecto a si me gusta que lo hagan… ni sí ni no, es una mera forma de transmitir esos valores que te dije hacia el prójimo sin necesidad de palabas- Concluí por el momento con la explicación.

De repente corre por la habitación descubriendo algo que creía un mueble, descubriendo entonces que se trata de un piano del cual desconocía existencia aun tras los días allí vividos, mis ojos continuaron en el instrumento cuando Nik me hizo entrega de aquel “libro”, fue entonces cuando desvié la mirada a aquel supuesto relato hojeándolo -Me temo Nikolas… que esto no es una historia…- Al menos no una que pudiera leerse así sin más, aquello sería una melodía que expresaría muchas cosas -Esto es un libro de partituras, es decir, un libro donde pone como se tocan las canciones ahí- Alcé la mirada y la mano señalando aquel piano -Y me temo que esto no puedo ni se leerlo- Dije cerrándolo y levantándome acercándome al piano, dejando sobre este el libro de partituras con cuidado observándolo durante unos instantes antes de volver a taparlo, si estaba cubierto por algo sería.

Caminé para de nuevo sentarme en la cama observándole otra vez en aquella retahíla de preguntas, eché el cuerpo hacia atrás apoyando las manos en el colchón estirando las piernas para cruzarlas a la altura de los tobillos, escuchando una tras otra pregunta y conclusión suya. Eith me había contado el cómo se conocieron y dónde, era otra época, época pasada para ella y para todos…

Preguntó que como la conocí, aparté por un momento la mirada haciendo memoria, aunque no me costaba mucho el recordar aquel casual encuentro del cual me alegro cada día que pasa -Yo simplemente caminaba por el lugar correcto a la hora indicada- Regresé la mirada a Nik sonriendo levemente, dándole a entender de qué me alegraba enormemente de aquello -Nos conocemos de hace un tiempo si…pero eso no quita que necesite tiempo para pensar en algunas cosas, no le des más vueltas, ella nos quiere y nada de lo que has hecho ha sido el causante de que vaya a pensar tanto- Sonreí levemente intentándole transmitir tranquilidad. -Hay cosas que no hace falta decirlas, como cuando me saludas de esa manera en ocasiones especiales, con ese gesto se dicen todas esas cosas que te comenté antes-

Cosa que al parecer no resultó cuando de nuevo lanzó una metralla de preguntas y suposiciones de las cuales casi me pierdo -A ver, a ver… Nikolas…- Alcé ambas manos para detener la tralla -Por partes y despacio ¿De acuerdo? No querrás que acabe mareándome- negué sonriendo no a modo de reproche si no como ironía -Bien… No he matado a ningún dragón, ni he rescatado a ninguna princesa, ni las dos cosas juntas tampoco, siento decepcionarte en eso- Suspiré brevemente -Soy líder de la manada porque en mi familia siempre han sido los machos alfa...Lideres- Corregí para que entendiera -Mi bisabuelo lo fue, mi abuelo lo fue, mi padre lo fue y yo lo soy ahora mismo- Aclaré -Es algo que se hereda de padres a hijos y que se aprende desde que eres un cachorro- Concluí sin querer dar más detalles de aquello.

Negué ante su pregunta -No es necesario el que cada vez q salgo y entro de una habitación el que me saludes de tal manera, tu no, porque vivimos en la misma casa y no es necesario que estés a todas horas, por esa misma razón Eithne tampoco lo hace, tan solo en aquellas ocasiones especiales- Y así era, al menos por ahora…

-El piano es algo que nunca he aprendido a tocar, si Eithne es más joven que yo- En mi cabeza se repite esa frase, pero desaparece a los pocos segundos -Pero yo no tengo los conocimientos de música que ella tiene- De nuevo incliné el cuerpo hacia delante, dejado entre el cruce de piernas mis manos, entre los muslos -Lo siento…-Me disculpe ante el no poder satisfacer su deseo de escuchar aquel instrumento -No es mi intención el que no suene cuando yo estoy y si, si me gusta la música…Te prometo que aun estando yo aquí sonará para ti de manos de Eithne- Sonreí levemente aun sin saber si sería capaz de algo así.

No pude evitar el notar cierta nostalgia ante aquella escena, hace muchos años aquello mismo -o muy parecido- sucedía con Jeremmy, hace muchos años...demasiados...

Escuché todo su repertorio quedándome centrado en una única pregunta durante unos instantes quizás demasiado para una mente tan inquieta como la suya “¿A ti no te hace feliz cuando te lo dice?” no habíamos llegado a tal punto, pero creo que de una manera u otra, con uno o más significados, nos lo habíamos demostrado sin necesidad de aquellas palabras, gestos miradas…pero no palabras.

Tras su comentario acerca del rescate y aquella misteriosa hada madrina, ladeé le rostro regresando la mirada a él algo perdido por el mero hecho de haberme alejado en aquellos pensamientos -¿Eh?- Pestañeé un par de veces antes de poder asimilar aquello que dijo -Ella… ¿te dijo eso?- ¿Realmente ella pensaba que yo era aquel supuesto caballero que decía Nik que la había salvado de aquel dragón? –hablando todo metafóricamente claro- La declaración del hada quedó algo lejos de mi recuerdo restándole importancia -Yo tengo una casa que puede ser nuestra…- Si, de hecho antes de lo ocurrido quería pedir a Eith q viniera a casa y abandonara aquel lugar que estaba en dudosas condiciones habitables en algunas zonas, además de no tener ciertas comodidades como agua caliente -No es un palacio… pero podremos estar juntos los tres- Me acerqué a él desviando la mirada a la puerta con aquel que esconde algo que los demás de alrededor no quiere que vean -Pero no le digas nada…- Le susurré desde cerca -Quiero que sea sorpresa…¿De acuerdo?- Tras decir aquello me incorporé recuperando mi posición aun mirándole.

Nuevamente recalcó las diferencias de edad ¿Realmente aquello era importante? Parece que para él sí, a mí personalmente no me era un factor demasiado llamativo en aquellos instantes. Alcé una ceja y luego fruncí levemente el ceño -¿Qué no quiere molestarme?- Aquello no lo entendí, ¿eso era lo que pensaba, que me molestaría? Ahora comprendía el por qué -o al menos en parte- mantenía aquel instrumento tapado, pero, ya la había escuchado cantar en una ocasión, en aquel reencuentro en la plaza tras nuestro segundo encuentro fue allí donde realmente empezó todo…

Escuché atento ahora las respuestas a las preguntas cortas pero consistentes que había realizado suspirando levemente al obtener aquellas respuestas, sus pirando levemente al oírlas y negué levemente -Pero… sabes de sobra que eso es mentira…Eithne es esa princesa de rojizos cabellos y nívea piel y yo…ese afortunado caballero que tuvo la oportunidad de poder disfrutar de su presencia…- Dije de manera lenta melodiosa pero segura, dibujando una leve sonrisa en mis labios. Era la primera vez que decía algo así sobre toda aquella situación y lo había conseguido pronunciar gracias a las fantasías de un cachorro con hiperactividad mental.

Su alegría se vio remarcada con la idea de vivir los tres bajo el mismo techo y cuando se estampó contra mí en aquel abrazo cierto flashback vino a mi mente, no siendo Nik quien realizaba ese placaje -…- Mi mirada bajó pudiendo ver un cabello oscuro y mis ojos se abrieron mucho cuando al alzar su rostro no veía el de Nik si no el de Jeremmy. Mi mente me estaba jugando una mala pasada y por primera vez mis ojos pestañearon varias veces desconcertado, ascendiendo una mano para posarla sobre su cabeza ignorando sus últimas palabras tan solo escuchando la parte del sueño -Pues entonces… descansa…- Susurré separándolo lentamente de mi, haciendo que se recostara sobre la cama y tapándolo con la manta que sobre ella había.

-Duerme…duerme…aquí estaré…- Susurré mientras le arropaba -Las nubes serán tu colchón…- Seguía susurrando mientras le recolocaba bien aquel pelo oscuro a mis ojos -Que ni el viento ni la brisa…te dejen de acariciar…- Con las yemas de los dedos rocé su mejilla -Pues tu eres mi don…- Recité aquello, en recuerdo a todas aquellas noches en la que Jeremmy no podía dormir y con aquella tranquilidad conseguía calmar sus pesadillas. El pestañeo se hizo continuo hasta que en uno de ellos, la imagen infantil de Jeremmy desapareció recobrando la visión de Nik -…- Una vez se hubiera dormido, me puse en pié acercándome al ventanal observando el cielo nocturno -Jeremmy…- Susurré para mí mismo.