Fumo y expreso [Libre]

Un día vacío más estoy tirado en el césped del parque, a la sombra de un árbol alto en este caluroso día, con un litro de cerveza y un bolsón de maria...fumo en público, no me importa que me pillen...¿Que van a hacer?¿Multarme? Pues ya ves tú que tragedia...
Puedo ver como la gente pasa delante de mi...todos caminan con una parsimonia que sinceramente me repugna...parece como si todos siguieran un rol preestablecido, las parejas van de la mano mientras caminan alegres o se besan como si mañana fuera a acabarse el mundo en los bancos, los ancianos dan de comer a las palomas, muchos en traje de chándal corren alrededor de un camino preestablecido... Lo más curioso de todo esto es que otras veces que he venido he visto exactamente las mismas caras...parece como si estubieran programados para eso: ama a tu pareja y demuéstraselo al mundo, apiádate de los animales débiles, mantente en forma y sigue haciéndolo a diario...
Mientras me lio el segundo porro de la tarde llego a la conclusión de que las pelis de zombis son reales, después de todo un zombi es un autómata orgánico...¿Y no se ajustan todos a esa definición?
Me llevo el cigarro a la boca encendiéndolo con mi zipo que cierro con violencia de un golpe seco...maldita sea, el caso es que yo soy uno de ellos...hago lo mismo casi todos los días...estúpida rutina, siempre jodiendo los planes... Bueno, prefiero pensar en otra cosa o acabaré por autochafarme la tarde...¡Madre mía, con lo feliz que sería yo siendo un zombi como ellos, que no saben que lo son!
Me levanto un poco para sacudirme el culo, completamente manchado de verde y marrón de llevar tanto tiempo sentado en el césped...en fin... mejor será que me levante y trate de sacudirme mejor...
Al terminar me acerco a un banco, tirando en una papelera el "cigarro aliñado" que ya se ha consumido en silencio, como mi cordura. Al llegar me siento mientras me desperezo, ahora que caigo me he dejado el litro de cerveza en el suelo...en fin, que le jodan...
Resoplo mientras observo el parque...¿De veras que no hay nada ni nadie interesante?

{Off: Espero que no te moleste que entre.}

Avanzaba rápidamente atravesando la plaza sin un rumbo fijo, con la cabeza gacha, ignorando a cada ser que pasaba por su lado. Llevaba la misma ropa de la noche anterior: una camisa larga, medias de rejilla, y botas de caña alta, y realmente no le importaba. Tenía el maquillaje algo corrido, y se notaba que no había dormido muy bien; sus ojeras le delataban. La realidad es que no había dormido absolutamente nada.
Después de una batalla campal por sus padres, había salido de su casa, porque la tensión era asfixiante. Se ahogó en botellas de alcohol en un bar cualquiera, danzó para olvidar las penas, y dejó que un tipo la sedujera y la llevara a su apartamento. Probablemente se la folló, pero no recordaba absolutamente nada de lo ocurrido; lo último que ella retenía es haberse encontrado en esa cama ajena, cuando recuperó la consciencia. Él dormía como un oso hibernando, así que ni se percató cuando ella se marchó; no la extrañaría de todas maneras. Le había dejado un bonito souvenir en su baño: vómito, mucho vómito, el cual se había auto-provocado después de robarle algunas cosas del refrigerador. Así que seguramente en esos momentos estaría maldiciéndola en tres idiomas.
Su cansancio mental y corporal era inmenso, tenía hambre y mal humor, pero no regresaría a su hogar. Le dolía demasiado la cabeza, y no estaba preparada para soportar los gritos de su madre, que seguramente estaría histérica por su escape. No era la primera vez que huía, y sabía que era mejor esperar un poco más, hasta que se calmasen las aguas. Cuando el sol se pusiera, quizá pudiera darse una vuelta y ver cómo seguían las cosas. De todas maneras, tampoco podía llegar ebria como estaba, tan maltrecha y mareada, porque la reprimenda sería peor, así que no le quedaba otra opción que vagar, hacer tiempo.

El ritmo de su andar se ralentizó cuando decidió que se sentaría un momento. Comenzó a observar a los lados, buscando un banco desocupado, pero a esa hora la plaza estaba atestada, y la mayoría de los asientos estaban siendo ocupados por parejitas que se hacían arrumacos. Genial. Lo único que le faltaba. Si hubiera querido ver ese tipo de exploración bucal tan desvergonzada, se hubier alquilado una película pornográfica. Pero bueno, era un país libre, y si se querían manosear en público de esa manera y a las cinco de la tarde, allá ellos.
Ni bien localizó un banco ocupado por una sola persona, fue directamente hacia allí. Se sentó sin decir nada. No le importaba que a él le molestase su presencia. Total, era un lugar público.
Se recargó sobre el respaldo y echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. ¡Cielos! Todo parecía darle vueltas.

Hacía casi un mes que no salía de mi piso. Ya casi se me había olvidado lo ruidosas que eran las calles, y mis manos se encontraban extrañas sin un pincel en ellas. Andaba cabizbajo, con mi mirada siempre ausente, aunque en parte me fijaba en todo lo que acontecía a mi alrededor y me sentía extraño a ello.
Decidí buscar un banco libre mientras andaba por el parque, esquivando bicicletas, corredores de footing y niños jugando. Cuando al fin lo encontré, me abrí la cremallera de la cazadora y me dejé caer como un peso muerto, suspirando como si estuviese cansado, cuando en realidad aquel parque se encontraba a dos manzanas de mi apartamento. Bajé la mirada a mi camiseta, y comprobé que estaba llena de pintura amarilla y ocre. Un matrimonio adinerado me había encargado un retrato al más puro estilo "El beso", de Gustav Klimt. Mientras los retrataba, en el fondo podía ver la hipocresía en su comportamiento. Nunca igualarían la ternura que transmitía ese cuadro, porque en su actitud se notaba que hacía mucho que habían dejado de amarse.
Suspiré una vez más, resignado, y eché la cabeza hacia atrás, mirando las nubes que pasaban por encima de mi cabeza. Podría pintar un mundo perfecto, pero el real nunca se acercaría lo más mínimo a él.
Aspiré con fuerza el aire, esperando poder encontrar algún soplo fresco que me hiciera estar ahí un rato más, pues me había obligado a mí mismo a intentar socializarme y salir más a la calle, pero en cambio me encontré aspirando el aroma de un porro que habían encendido tras de mí, un tipo sentado en el césped. Giro la cabeza con lentitud, mirándolo con vaga curiosidad. Olía a marihuana de la cara, aunque se suponía que yo no debería saber eso a recomendación del médico... Ya tenía bastante con los delirios que mi propia mente me administraba, aunque los de la hierba al menos no eran tan aterradores...
Saqué una pequeña libreta de mi bolsillo junto con un bolígrafo medio gastado, y comencé a hacer un improvisado boceto de un anciano que estaba sentado en el banco de enfrente, dando de comer a las palomas. Al terminarlo, el anciano y el banco se encontraban ingrávidos y al revés, a unos palmos del suelo, y las palomas comían lo que el hombre les tiraba desde el techo.
Al dibujar me encontraba tan absorto que no me di cuenta de que el hombre que estaba sentado en el césped se había sentado al otro lado del banco en el que me encontraba. Al momento otra chica se sentó también en el mismo banco, y comencé a sentir que me encontraba fuera de lugar allí.
Y entonces ocurrió.
Aunque yo no fui consciente de ello, me sobrevino una crisis de ausencia y me quedé allí parado, sentado en medio del banco mirando hacia delante, con los ojos muy abiertos y la mano a medio levantar para apoyarme en el banco y levantarme de allí. Como una estatua. Siempre espero que nadie note mis crisis, tal como yo lo hago, y siempre rezo por que me ocurra en mi casa, y si ocurre fuera, que lo haga en una posición normal y no a mitad de una conversación. Tras veinte segundos, continué levantándome como si nada hubiese pasado, pues realmente no había sido consciente de nada. La libreta resbaló de mi regazo y calló en el suelo delante del banco. En ella se encontraba la dirección de mi apartamento, ya que me hizo gracia la idea de tener un objeto de márketing para mi negocio de pintura y terminé por hacer tan sólo un puñado de libretas, que al final me quedé. En su interior también había un puñado de bocetos, algunos graciosos, otros siniestros y otros simplemente literales al modelo.
Pero volví a mi apartamento aliviado, sin notar que algo me faltaba en el bolsillo.

No pude evitar sonreir irónicamente y resoplar, si; lo reconozco, en ese momento estaba de mala ostia...era y soy una persona muy inestable a decir verdad. Se había sentado en el mismo banco que yo una chica con pinta de trasnochante...vaya gambitera...sinceramente este tipo de chicas me gustan sólo cuando están saliendo de mi apartamento a la mañana siguiente; y ya ni eso, supongo que estoy tranquilizándome, mierda de drogas, hasta me han hecho envejecer prematuramente de forma mental...

Le eché un vistazo a la cara de la chica; ojeras, rimel corrido, ojos ligeramente rojos y cara de no muchos amigos... Bueno, he de reconocer que al menos me sevió para desviar mi mente de mi teoría de la zombificación social masiva (si, los nombres rinbombantes siempre han ido conmigo) y con ello apartarme ligeramente del enfado que estaba teniendo conmigo mismo.

Por si fuera poco a mi derecha había un tipo que acavaba de pintar a un viejo, o al menos eso creo...mirándolo por el lado bueno eso demostraba que hay otros colgados como yo por aquí...no pude evitar desear tener poderes, poder leerle la mente a este chico, me intrigaba mucho el saber en que pensaba, por que pintaba al viejo...sin duda el mundo a los ojos de un pintor debía ser por fuerza muy diferente al mio, no pensé si mejor o peor, sólo eso, diferente.
"¿Que cojones le pasa?" Fue lo primero que se me pasó por la cabeza cuando lo vi quedarse derrepente absorto en sus pensamientos, sin siquiera sentirse incómodo de que no apartara mi mirada de él (en gran parte incomodarle para ver si reaccionaba era mi objetivo). Momentos después el chico se levantó y dejó atrás una libreta en el suelo...

Hace un momento estube pidiendo que pasara algo fuera de lo normal y elas aquí...delante mía una libreta en el suelo de un pintor extraño y a mi izquiera una chica con pinta de juergista...cojonudo.

Sin levantarme cogí la libreta y me la guarde en el bolsillo, del que a la vez saqué un cigarro y mi zipo. Lo abro, lo zarandeo un poco, lo enciendí con la mano con el que lo sujetaba y me lo acerqué al cigarro que ya resposaba entre mis labios. Dos caladas fuertes para encerlo y una sacudida seca para cerrar el zipo, ala, al bolsillo de nuevo.

-Vaya chico más raro...-Dije a la chica, pero sin siquiera mirarla, limitándome únicamente a cruzar las piernas y acomodarme en el respaldo del banco, sin ningún pudor por eso de que desperezarse en público es de mala educación.-Por cierto...gran fiesta la de anoche por lo que se ve.

Luces rojas, muchas luces rojas titilantes. Eso era lo que veía. Y no, no estaba drogada, al menos no ese momento, sino que estaba muy mareada, y al cerrar los ojos, la oscuridad de sus párpados no era completa, sino que su cabeza le hacía ver pequeños circulos colorados. Pero si abría sus orbes grisáceos, se encontraba con la detestable sensación de que el cielo se le caería encima de la cabeza, la cual era peor que las luces, claro.
Continuaba en la misma posición, con la cabeza como de persona degollada y sin mover ni un sólo músculo de su cuerpo. Sus brazos caían sobre el banco laxos, como si ella no fuera una persona, sino una muñeca, una muñeca de trapo que una niña había dejado olvidada en la plaza. Una muñeca particularmente mal alimentada, con piernas de palillos que se romperían con una patada de infante, y con unas costillas extremadamente marcadas, que en ese momento no se notaban gracias a la holgadez de su camisa.
Abandonó su cómoda posición al sentir movimiento a su lado, irguiéndose un poco y maréandose por su propia brusquedad. Siguió al hombre con la mirada, manteniendo sus ojos pegados a la espalda del desconocido. Aquél tipo que había ignorado, ahora, cuando se iba, suscitaba su interés. Cuando la silueta masculina se perdió entre otros caminantes, su vista se posó en la libreta que había dejado olvidada. Estaba a punto de recogerla, pero una mano ingresó en su campo de visión y atrofió sus planes. Siguió con los ojos el trayecto de la libreta, que fue a parar al bolsillo del otro desconocido con quien compartía asiento.
¿Por qué todos tienen esa manía moralina de guardar las cosas que encuentran hasta que puedan devolverlas? ¿No le suscitaba curiosidad aquél objeto? ¿No quería abrirlo, recorrer sus páginas, leer esos pensamientos ajenos, llenarse de aquella vida que hasta entonces desconocía? Pues ella sí quería. Y él no iba a ser un obstáculo para sus planes.

Sus ojos ausentes continuaban puestos en el bolsillo, mientras su mente vagaba muy lejos, cuando su acompañante le habló. Esa maldita necesidad de tener que iniciar una conversación.
Inició un contacto visual sin decir una palabra. Solía responder preguntas directas, pero no necesitaba acotar nada a sus comentarios. Además, no tenía mucho que decir, porque no recordaba nada de lo sucedido la noche anterior, así que le dejaría pensar que sí fue una buena fiesta. No le importaba.
Su culo se deslizó por el banco hasta estar más próxima a él, invadiendo completamente su espacio personal. Deslizó una mano en el dichoso bolsillo y extraño el dichoso objeto misterioso, y de paso también un cigarrillo, que rápidamente se llevó a la boca mientras acariciaba la cara de la libreta, que ahora se encontraba en su regazo. Nunca había aprendido la diferencia de lo que estaba bien y lo que estaba mal. Lo que se consideraba educado y lo que, lo que se consideraba una imprudencia y lo que no, si lo que ella hacía incomodaba a los demás o no. Tab sólo se planteaba una meta e iba a por ello.
-¿Fuego?- preguntó, de manera casi incomprensible, gracias a que el tabaco entre sus labios dificultaba su modulación, y eso que se encontraba cerca de una de sus comisuras. Pasó las primeras páginas, analizando los dibujos.

Vale, ha cogido la libreta sin ningún escrúpulo...pero en fin, paso...sentía curiosidad, yo también, pero sinceramente ahora paso de leerlo, mejor luego...y mientras que me lo devuelva sin problemas, personalmente quiero conocer a ese tío...lo poco que ví de la libreta mientras aún la sostenía me llamó tanto la atención como aparentemente a la delgada y aparentemente desfasada chica de al lado mia...¿Pero que cojones iba a reprocharle?Si yo he sido igual...y bueno, ahora no he cambiado tanto...¿O si?Joder, al verla no puedo evitar darme cuenta de que si que he cambiado, más de lo que yo pensaba...

-Tú tranquila, como si estubieras en tu casa, si total...-Digo mientras me me encojo ligeramente de hombros sin siquiera mirarla...para que hacerlo cuando ya la he visto y se como es, además tampoco es para tanto el ver a una chica en el parque con pinta de tener una resaca de paquidermo, no es la primera y bueno, seguro que tampoco la última.-Y...supongo que te la pelará tanto como me imagino que va a hacertelo...pero no es tabaco, pero en fin, si aún lo quieres, si, si que tengo fuego.

Meto la mano en el bolsillo que no ha sobado la chica sacando mi inseparable zipo de plata y lo abro de un golpe seco, encendiéndolo para mi y pasando los dedos por encima de la llama, apagándola, o al menos aparentemente. Tras esto se lo acerco esperando a que acerque el cigarro para encenderlo, cuando lo hace chasco los dedos de mi mano libre y la llama mágicamente vuelve... No hago estos trucos por vacilar...simplemente es que soy de los que piensan que si aprendí a hacer tonterías como esta...¿Por que no hacerlas? Además me gusta hacerlo, hace que solo me concentre el hacerlo, olvidando todo pensamiento durante X segundos donde X tiende a poquísimo, es algo así como meditar...en versión flash.

-Por cierto, rebusca cuanto quieras en la libreta, me la sopla, pero la quiero de vuelta, no eres la única que siente curiosidad por ese tipo y por sus dibujos...aunque por como lo has mirado supongo que no es la misma curiosidad en ambos...pero quien lo encuentra se lo queda, así que la libreta es mía...apunta la dirección del tipo si quieres, viene anotada en el dorso, así lo conoces más de primera mano.

Sonrío de nuevo, estas situaciones me hacen gracia y aunque como ya he dicho una chica gambitera se ve cada dos por tres...pero a una tan peculiar y que se fija en pintores autistas no tanto... Así...antes dije a Dios que si existía me diera algo interesante que hacer hoy...vale, ha pasado interesante, pero no cnates victoria, no creo en ti.