El momento ha llegado...tú o yo [Jeremmy]

Recién caía la noche y el Luna abría sus puertas. Estaba sentado en la barra privada de mi apartamento, con afán de servirme un trago de absenta, pero mi mirada se alzó para mirar por la ventana pudiendo ver la luna y como las nubes la ocultaban, como si ella no quisiese ver lo que aquella noche deparaba. Opté por levantarme sin haber tomado aquel trago, y tras coger las llaves de la casa y la moto salí de allí bajando las escaleras con pasos pesados. Alguno de los chicos que ahí estaban y siempre me acompañaban hicieron amago de seguirme recibiendo una negativa mia, la cual aceptaron quedándose en aquel lugar. Salí del local caminando hacia el callejón lateral, donde descansaba mi transporte de esa noche. Subí a lomos de la maquina arrancando su dormido motor, que sonó como una bestia recién despierta, prendí el faro iluminando la salida del callejón saliendo de él a una velocidad lenta y tras asegurarme el que la calle estaba despejada aceleré para ir hasta la carretera que sabía de la ciudad.

El viento movía mis cortos cabellos y la chaqueta no abrochada aumentando la resistencia y por lo tanto no dejando que fuera más rápido inconscientemente. El camino era solitario al salir, pues nadie se planteaba salir de Bucarest, cosa que nos beneficiaba. Al llegar al linde del bosque apagué el motor, no iba a profanar con maquinas tales nuestro lugar de comunión. Bajé de la maquina observando la oscuridad entre los árboles, y sin más espera me adentré encaminándome hacia el claro de la reunión que hacíamos cada luna. Caminé por el lugar oliendo el ambiente buscando a quien estaba esperando, a Jeremmy.

Ya no podía contenerlo más. Debía sacarlo. Necesitaba explotar. La noche caía más y más a medida que sus pies descalzos pisaban a duras penas el suelo del bosque, haciendo crujir ramitas en silencioso estallidos que se asemejaban a los huesos de sus presas al romperse. Sus párpados yacían medio bajados de modo que su mirada había adoptado un registro total y completamente macabro. La ira lo dominaba. Esa mirada color miel ya no era la de siempre. Había perdido el brillo de raciocínio. Había perdido el matiz humano. Había desaparecido su compasión. Se había agotado su paciéncia del mismo modo que los últimos rayos de sol se habían extinguido para dar paso a esa oscura noche. Su oscura noche. La noche definitiva. Seguía corriendo tan veloz bajo su forma humana que parecía que sus pies no tocaban el suelo. Llevaba unos tejanos rotos a la altura de las rodillas y carecía de camisa o de cualquier tipo de prenda que cubriera su desnudo torso trabajado. En escasos minutos, y guiándose por su intuición, llegó al claro donde una figura ya lo esperaba. El líder... su asqueroso líder. Su odiado padre. Su despreciado ejemplo a seguir. Ese déspota tirano, ese que había osado echar a su mejor amiga de la manada. Ese que había osado poner, una noche más, su cuerpo sobre el de su madre. Usándola. Usándolos a todos. Sus dientes estaban tan o más apretados que sus puños mientras su mirada lo fusilaba, sin molestarse a hablar. Seguro que Gabriel ya sabía a qué había acudido. Era el fín.

Caminé un poco por el claro, rememorando cuantas cazas había presenciado y cuantas luchas dentro de la manada habían transcurrido en aquel lugar, no por mi parte, pues aquel era el primera enfrentamiento que tenía en todo mi liderazgo y mi contrincante era…mi propio hijo… No pude evitar el suspirar ante aquella idea mientras paseaba la mirada por los rincones de aquel lugar, alzando la mirada en la zona alta donde yo me situaba en caza, el lugar que tantas veces había pisado y tantos años observé desde donde estaba ahora.

Un olor característico me hizo despertar de mis divagaciones o quizás revelaciones que me hacía a mi mismo -Pensaba que no ibas a venir...- Hable mientras continuaba como si no hubiera percibido nada. Aquella noche sería definitiva para ambos, podría comprobar el real potencial de Jeremmy en su total fiereza y quién sabe, a lo mejor con un poco de suerte sería capaz de llegar hasta mi nivel, sería entonces cuando haría una última visita a padre el cual estaba al tanto de todo lo que ocurría y me insistió e que aquello no era más que parte de la profecía…

La luna fué la única testigo de la escena que todo justo acababa de empezar y que, evidentemente, daría de qué hablar - He heredado la inteligencia de mi madre y, en consecuencia, soy consciente de que pelear contigo no es lo que más me sale a cuenta en éste instante. - Sus ojos centellearon una vez más, cegados por una ira color dorado que se camuflaba entre un millón de llamas que ardían en su interior, haciéndole sentir como que tenía el mismísimo infierno consumiéndose en su própio pecho en ese mismo instante de la noche. Tras guardar varios segundos de silencio para dar frialdad a su voz, prosiguió. - De ese modo vengo a buscar respuestas... excusas... lo que sea, pero quiero algo, un solo motivo por el que no saltarte al cuello ahora mismo y desgarrarte la yugular como llevo años deseando hacer, Gabriel.- Sus puños siguieron firmemente cerrados mientras le aguantaba la mirada del modo más varonilmente gélido que sabía mirar a la gente. Tenía que demostrarle todo el odio que creía sentir por él. Estaba totalmente harto. Cansado. Agotado. Cabreado. Muy cabreado. - No haces más que joder todo lo que tocas... has roto todos mis sueños, has destrozado todas mis espectativas, has pisoteado todos mis anhelos, me has denegado la manada, te has aprovechado de mi madre y has hechado de la manada a mi mejor amiga... estoy harto. - Comentó con la voz rota. No podía evitar que le temblara un poco, pero eso no significaba que flaquease su odio.

Me giré entonces encamarándole, mis ojos permanecían en su característico ambarino que tan poco se diferenciaban de mi mirada animal. Le observé de arriba abajo en silencio, podía apreciar su furia su odio su reproche en cada una de sus palabras y en cada uno de sus leves movimientos. No conseguía deja de pensar en la de tiempo que había dejado de fijarme en él, lejos de lo que yo creía, Jeremmy ya no era un cachorro al que había de proteger, aunque yo me lo negara. Para mi Jeremmy siempre sería el eterno cachorro, aunque claro, eso lo guardaba en lo más profundo de mi interior.

-¿Respuestas? ¿Excusas? ¿Qué te hace pensar que voy a hacer algo de eso?- Hable después de un largo silencio manteniendo nuestras miradas, buscaba realmente provocarlo, tentarlo a hacer aquello que decía, quería comprobar cuál era su potencial, saber cuál era su límite tanto físico como emocional.

Le miró fijamente cuando el líder lo encaró sin más miramientos. Sus miradas de colores semejantes se intercambiaron de forma dura, en una batalla emocional de lo más cruel. Para Jeremmy eso resultaba duro, mucho más duro de lo que, o vosotros o yo o Gabriel, podría imaginar. Él era su peor enemigo, su ser más odiado, y a la vez su padre, el ser al que siempre había admirado. Relajó suavemente los puños y selló los labios de forma marcada dado que se daba cuenta de que había hablado demasiado ya en el primer de los asaltos. Debía mantener la compostura y comportarse como el Alfa que algún día podría haber llegado a ser pero que, a su vez, nunca sería. Era hora de responder. De contraatacar. ¿Pero cómo? ¿Qué esperaba su padre que dijera ahora? Lo pensó largo y tendido patra luego entreabrir de nuevo los labios y sisear de forma envenenada - Me hace pensar eso el hecho que creo bastante evidente que intentarás tenerme contento para que no haga eso que ambos sabemos que acabaré haciendo. Al menos, retardándolo. ¿Acaso me equivoco? - Afirmó asintiendo una sola vez con la cabeza, mientras observaba cada uno de los detalles que conformaban el físico de su padre... era tan jodidamente parecido a él. ¿Porqué no podía haberse parecido a su madre? Cosas de la visa.

No aparté en ningún momento la mirada de la de Jeremmy, pudiendo escuchar o imaginar el ritmo cardíaco que llevaba por el mero nerviosismo, no por el miedo eso lo descartaba. Jeremmy no me temía o eso esperaba yo. De nuevo habló, o más bien contraatacó a mis palabras, una leve sonrisa casi imperceptible se dibujó en mis labios, ¿Satisfacción por como contestó o simple burla? -Tenerte contento…- Repetí con voz clara -Sabes de sobra que eso sería temor hacia ti, cuando temes a alguien procuras mantenerle contento consentido, para que no se…¿revele? Si esa es la palabra, revelarse- Las palabras flulleron en mi boca casi sin pensa en ellas, mis reacciones eran en la mayoría de situciones rápidas -Y yo…no te tengo miedo…- Concluí mi “discurso” para aclarar.

Por ahora su respuesta era satisfactoria para mi persona, estaba demostrando que aprendía sobre la marcha sabía lo que responder, aquello era la parte psicológica, pero yo quería pasar aquel limite hacia la física.

Sus ojos divagaron por ese maduro rostro adulto que tantas veces había visto tanto en la realidad como en sueños. Del mismo modo que cada vez que oía pronunciar el apelativo Gabriel o líder, señor o jefe simplemente no podía evitar crearse imágenes mentales y secuéncias en las que esa autoritaria figura protagonizase la dicha. Y en tanto que aparecían escenas donde ese individuo sería digno de ser llevado a la hoguera, seguía siendo humano y no podía evitar presenciar o rememorar tales escenas como las de su infancia, dónde Gabriel era el mejor padre que uno podía tener. Recordaba cuando él jugaba con un pequeño cachorro al que apodaba con motes dulces pero a su vez con cierto contenido autoritario para habituarlo ya de jóven a tener cierta responsabilidad y sed de poder. Todo estaba acabando. Esos sueños, esas experiéncias, todo aquello había desaparecido. Se había desvanecido. Se había acabado. Gabriel ya no era su padre. No quería considerarlo como tal. pensó largo y tendido patra luego entreabrir de nuevo los labios y sisear de forma envenenada - Sólo aquellos que no se saben valerse de sus própias espectativas necesitan que se les tema. No voy a destrozarte, o intentar hacerlo, por hoy. Solo vengo a comunicarte que estás solo... - Afirmó serio y frío, ocultando su dolor mientras observaba a su padre - ... O a lo mejor el que está solo soy yo, pero independientemente de eso. Lo dejo. Me marcho. Quédate con la manada... Ahógate en poder. Yo no lo quiero. - Se dió media vuelta y se alejó.

Nuestras miradas hacían tanto daño o más que las palabras que corrían entre ambos, notaba la punzada de cada una de sus palabras ocultando tal "dolor". Aguardé en silencio escuchadle de nuevo -Lo dejo...me marcho...- esas fueron las palabras que se remarcaron en mi cabeza, ni siquiera el insinuar de mi soledad era tan alto como aquellas -¿Lo dejas?- Dije desde mi posición -¿Así de sencillo? Sales corriendo evitando enfrentarte- Fruncí levemente el ceño queriéndole dar más fuerza a mi mirada -¡Eres un cobarde!- Alcé la voz al ver que se alejaba mas -¡No eres digno de llamarte Silverfang! ¡No eres digno de hacerte llamar macho alfa! ¡Si con esa intención pretendes formar tu manada desde ahora te digo que ni lo intentes!- Gesticulé, levemente pero brusca, con las manos -Vamos...reacciona...no hagas que me crea estas palabras- Espere expectante reacción alguna con la misma expresión en mi faz.

Mi respiración se agitaba, mis ojos cobraron un color amarillento desapareciendo los tonos marrones que lo diferenciaban de los actuales, un leve amago de llevar la mano a mi pecho sintiendo aquella punzada que tanto conocíamos los nuestros, lo reprimí, reprimí el alzar y agarrarme el pecho sintiendo el dolor emanar desde lo más profundo. Si Jeremmy reaccionaba estaría preparado para poder contrarrestarle.

Cobarde... No eres digno de llamarte Silverfang... no eres digno de ser un macho Alfa... eso acababa de salir, por increible que parezca, de los labios de su própio padre. Todo se detuvo. Sus pies descalzos no respondieron a las astillas que se le acababan de clavar debido a haber pisado algo que no habría tenido que pisar. El dolor ahora mismo no le importaba. Rectifico, sí le importaba, pero no era comparable el dolor de su pecho al dolor de su desnudo pie. Sus párpados se cerraron estando de espaldas a su progenitor. Sus puños se cerraron hasta clavar las uñas en la carne de las palmas, haciéndose más daño, un daño en el que tampoco reparó. Todo lo que le rodeaba se sumió en una macabra oscuridad que empezó a sufir combulsiones. No, no era la oscuridad lo que empezaba a recibir sacudidas. Era su cuerpo que empezaba a perder el control. Clavó los talones en la arena del suelo, haciendo dos marcas. En un abrir y cerrar de ojos se volteó con la mirada rota de ira, dolor y sufrimiento. Corrió con toda su velocidad -que no era poca- y dió un salto cuando estaba a cuatro metros de esa imponente figura. Su cuerpo dejó que la oscura noche lo moldeara hasta convertir sus manos en garras y sus labios en hocico. Abrió las mandíbulas coronadas por muchos muchos afilados colmillos, dispuesto a arrebatar la vida de su padre allí y en ese mismo instante. Todo acababa de sumirse en un caos, ya no podía pensar. Ahora era un animal movido por el odio, únicamente.

Bingo...La reacción que deseaba ver, un interno gracias resonó justo antes de que Jeremmy se abalanzara sobre mi cuerpo humano. Acerté a agarrar el perfil del cuello de la bestia, e interpuse el antebrazo para que fuera ahí donde acabaran sus colmillos. Apreté la mandíbula notando como el dolor interno de los deseos de mi bestia de emerger punzaban mas y mas, añadiendo los incisivos de Jeremmy en mi antebrazo -¡¿Es es lo que sabes hacer?!- Alce la voz en un gruñido casi animal, clavando los amarillos ojos en los de él, tan llenos de ira, odio, dolor, decepción...podía notar todas aquellas sensaciones a través del agarre de su encía en mi brazo.Aquellas palabras eran totalmente lejanas a lo que realmente pensaba, es fuerte eso era consciente y yo estaba en mi forma humana nuestras fuerzas podían decirse que estaban igualadas. Mi pecho se hinchaba –no de forma literal- de orgullo al sentir todo aquella fuera arremeter sobre mí.

Con la mano en el perfil de su cuello agarrando el pelaje, lo liberé para golpear con el puño cerrado el rostro del animal, de sobras sabía que no soltaría mi brazo y cuando más me agitase mas agarraría, pero el forcejeo era irremediable, instintivo.