No puedo mas... [Jeremmy]

Una noche más mi deambular me dirigió hacia el bosque, dejando la moto en el linde del mismo desmontando del vehículo, apagué el motor una vez de pié y me giré para vislumbrar la línea de arboles por donde el bosque comenzaba mientras me deshacía de la cazadora. Avancé con paso lento, pesado, cansado, llevaba varios días seguidos casi sin dormir tan solo con horas cabezadas sobre la barra de mi casa, el estomago no llevaba buen camino estando en su estado mas rebelde, pudiéndose escuchar el gruñir de las tripas exigiendo comida. Pero por mucho que mis tripas pidiesen alimento, tenía el estomago cerrado y las ganas de tomar cualquier alimento eran nulas.

Mi paso me llevaba entre los árboles, mis ojos “adornados” por unas notables ojeras paseaban por la corteza de aquellos seres inmóviles silenciosos -Cuantas cosas habréis presenciado…si poder decir nada…- Para mi eran testigos mudos de todo lo que ocurría en aquel bosque, cazas, carreras nocturnas dando libertades a nuestros instintos y siendo uno con la naturaleza, sintiéndonos libre al menos por un rato. Mi pecho se hinchó profundamente exhalando una larga bocanada de aire a través de las fosas nasales. Aun no había llegado al claro de las reuniones, creo que andaba rodeándolo sin darme cuenta en cierta manera perdido por la desconcentración en mis pasos, ya que dejaba que mis pies fueran los que controlasen aquel paseo.

Tras situarme y siguiendo el resto de olores de aquel significativo lugar, conseguí llegar al claro. Estaba oscuro solitario, justo lo que necesitaba para poder sentarme a derrumbarme con tranquilidad. Mis pies me llevaron hasta uno de aquellos troncos caídos donde literalmente me deje caer de cansancio, entrecerrando los ojos suspirando notando el descansar de mi cuerpo sobre aquel improvisado asiento. Con una mano acaricié la madera rota del tronco, ahora muerto en posición horizontal, aun después de muerto servía como asiento improvisado para los que por allí pasaran y dado lo robusto que era le quedaban mas años. No como a mí, sentía como mi vida se iba con aquellas fuerzas que ya casi no tenía por la falta de ingsta de alimento y la privacidad de descanso. Pero cuando es la sangre de tu sangre la que está en peligro o simplemente no está…hasta el más alto de los cargos se derrumba, y eso era lo que me estaba ocurriendo a mí en este momento.

Apoyé los codos en las rodillas y posé el rostro ocultándolo sobre ambas manos, estaba solo me daba igual, necesitaba estallar sin consuelo, no lo quería no lo necesitaba -o no quería necesitarlo- Mi respiración se entrecortó y con los ojos cerrados y ocultos tras mis manos, se humedecieron de manera silenciosa, lenta y triste. El sonido de la naturaleza me rodeaba era lo único que quería en aquel momento, no quería que nadie viese como el supuesto buen líder de la manada lloraba…

La luna se alzaba una vez más por encima de sus cabezas gachas. Ya llevaba demasiado tiempo siendo una mera sombra que se emperraba en mantenerse oculta y olvidada. Todo su aspecto estaba cambiado. Había marchado como un mero cachorro desarrollado físicamente, ahora, era hombre. Las horas en vela pasaban factura metamorfoseadas en dos marcadas ojeras oscuras que otorgaban cierta profundidad a esa mirada dura, rota, desilusionada y dorada como un lingote de oro. Un lingote de oro que a pesar de ser lo que era, había perdido todo su valor coincidiendo con la pérdida del valor de su apellido. Silverfang. ¿Qué diantres significaba tener ese apellido si no se sentía parte de una misma família con el barón que se apellidaba del mismo modo? Un suspiro pareció querer responder esa pregunta que formuló mentalmente una vez tras otra, incansable.

¿Qué le quedaba ya? ¿Seguir escondido como una jodida comadreja en una jungla de asfalto como podía serlo la ciudad capital de Rumania? ¿Tal vez pudrirse escondido en una abandonada cueva de ese místico bosque oscuro como la noche misma? No lo sabía. Hiciera lo que hiciera. Pensara lo que pensara. Sintiera lo que sintiera. Se escondiera dónde se escondiera. Siempre estaban presentes. Cerraba los ojos y podía ver claramente el rostro de su padre y de su madre. Sus ojos ambarinos miraron fijamente la luna que coronaba la noche y murmuró en tono quebradizo como un cristal agrietado - ¿La he jodido una vez más, verdad madre? - Solía llamar madre a la luna, en señal de respeto, luego fue ella la que lo cobijó tanto tiempo en el que se sintió parte de la nada. Otro suspiro se arrancó de esos mórbidos labios amoratados del frío. Su torso estaba desnudo. Sus piernas estaban desnudas hasta las rodillas. Iba vestido como de costumbre. Sus Dr. Martens -unas botas militares color noche-, unos tejanos que cortó por las rodillas todos deshilachados... y una chapa metálica provocándole escalofríos al rozar su desnudo pecho cálido y en constante movimiento.

Si su orientación no le fallaba se encontraba cerca del claro donde todos los lobos acudían a la llamada de una de las personas más importantes de su vida. Aquella que había removido cielo y tierra para encontrar al hijo perdido y supuestamente ahogado. La verdad es que había intentado saltar del puente... pero no pudo. La presión logró avasallar su ancha espalda y se limitó a refugiarse en casa de Narvla todo ese tiempo, convirtiéndola en algo más que su confidente y supuesta chica, la convirtió en su cómplice de engaño. Y sabía que era un riesgo que podría haber pagado caro... Sus pensamientos se detuvieron al oir un silencioso sollozo. Sus ojos buscaron entre la maleza el propietario de dicho sonido que logró sobresaltarlo... pero la visión no solo lo sobresaltó. Le encogió el corazón.

Su padre. Llorando. Solo. Como un crío. Como un cachorro. Como el cachorro que había perdido tiempo atrás.

Deslicé las manos hacia arriba mientras bajaba la cabeza, llevando las manos hasta la nuca, fijando la mirada vidriosa en la hojarasca. Las ahora presentes lágrimas descendían por el perfil de la nariz llegando hasta la punta de esta, cayendo en gruesas gotas que hicieron moverse un poco la naturaleza muerta del suelo. Cerré las manos agarrando el pelo de la nuca como si quisiera arrancarlo. Entrecerré nuevamente los ojos cayendo de ellos nuevas lágrimas, lagrimas amarga, lagrimas dolidas, lagrimas de rabia por todo.

Mi nariz no era capaz de percibir los olores de alrededor, pues estaban llenas de mucosidades como si de un infante me tratase, sorbí hice que el aire entrara apresuradamente por mi nariz para evitar que aquella incomodidad quedara por fuera. Me sentía derrotado sin fuerzas. Me encogí u poco curvando la espalda casi llegando con la frente a las rodillas, quería hacerme pequeño tan pequeño como para desaparecer aunque fuera un rato, pero aquello no ocurría, solo escuchaba lo entrecortado de mi respiración, además de las punzadas en mi interior. Aquello era una señal del querer aparecer de mi bestia, esta vez no por ira o hambre, si no por tristeza.

Apreté los ojos tensándome por un momento para luego relajar mis músculos desplazando de nuevo las manos hacia mi rostro para ocultarlo, tras aquello un espasmo tico y único movimiento de mi pecho al exhalar de manera rápida algo de aire, para luego llenar esos pulmones con amplitud, en un intento falso en calmarme, pues no lo conseguí. Las lágrimas escapaban sin control.

Un crujido y tras aquello una voz, lentamente separé las manos del rostro, enrojecido y húmedo, mis ojos del color de la bestia se posaron en una de las rocas delante mia. Esa voz, esa voz, esa voz… Repetía en mi mente, quizás ya me estaba volviendo hasta loco por la falta de sueño, dicen que si te llevas más de 4 días sin dormir la mente te juega malas pasadas, pero para asegurarme, giré levemente el rostro para finalmente fijarlo con la más clara de las sorpresas en el -¿Je..Jeremmy…?- Tartamudeé, mi cuerpo estaba paralizado mirándole ¿era real? No lo podía apreciar a simple vista debido al repentino shock. De nuevo una lágrima recorrió el perfil de mi mejilla, mis manos semi-alzadas aun húmedas por aquella agua salada de origen natural.

Mi cuerpo no obedecía la orden de mi cabeza para ponerse en pié, solo mis ojos pudieron mirar desde los pies a la cabeza a la por ahora visión engañosa de Jeremmy. Noté como la boca y la garganta se secaba en los pocos segundos que llevaba con la boca entreabierta, ante aquella visión que aun se me hacía imposible y esperaba realmente que fuera cierta. Pestañeé y a aquel pestañeo le acompañó una nueva lágrima que estaba alojada bajo el parpado inferior y al notar la presión pudo escapar a la libertad de mi mejilla, deshaciéndose a medida que descendía hasta llegar a la fila de pelo que tenía.

Mi cuerpo finalmente reaccionó, comenzando por mis piernas, las cuales hicieron que mi torso se alzase de manera lenta, luego mis manos descendieron quedando una a cada lado de mi cadera. Mis ojos seguían clavados en los de Jeremmy, teniendo la boca entreabiertos. No conseguía ocultar el remolino de sentimientos que en ese instante experimentaba. El color amarillo del iris convivía con el enrojecido del globo ocular. El torrente lacrimoso se había detenido por la impresión de verle ahí de pie frente a mi después de tanto sufrido primero por su supuesto suicidio, luego por su desaparición.

En aquel tiempo había tenido margen para pensar en todo, a decir verdad desde ates de todo aquello, desde el momento en el que vi como Jeremmy quería atentar contra su vida de aquella manera en la azotea de casa..de su casa. Había pasado muchas noches pensando en la dichosa profecía en lo poco que se sostenía y en la manera que me fue...impuesta. Nunca había hablado a nadie sobre todo aquello y tampoco estaba seguro de si debería hacerlo, es uno de esos secretos que tienes que llevarte a la tumba para mantener un equilibrio...o al menos eso era...Mi padre ya no estaba para controlar todo aquello y si había seguido era por mera y asquerosa costumbre, costumbre que igualmente me era impuesta, pero, al estar "fuera de juego" todos los implicados...Yo era la ley...

El silencio predominó después de su...digamos comentario no sabía que preguntar, bueno si, pero no podía, mis ojos estaban centrados en los de él de aquella manera tan terriblemente visible lastimera. Mis pies se movieron avanzando un paso tanteando ellos mismos el si seguir acercándose. Mi mente seguía en aquel revuelo de sentimientos, por un lado quería golpearle por hacernos pasar a Jacque y a mi por tan mal trago y por otro quería estrecharlo entre mis brazos como cuando era un cachorro...si era... pues el lobo que ante mi estaba era muy distinto al Jeremmy que conocí, muchos han sido los años que pasó desapercibido para mi, pero como dice el refrán..."No valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos" Y exactamente eso me había pasado, Jeremmy siempre había estado ahí, por el y por Jacqueline era por los que había hecho todo lo que hice en un tiempo ahora lejano.

Físicamente estaba allí plantado pero mi mente seguía ocupada en otras cosas, cosas que tenían que ver directamente con los dos lobos que allí estábamos. Las palabras no salieron de mi seca boca, no por no saber que decir si no por no poder hablar paralizado nuevamente.

Había pasado mucho tiempo, tal vez demasiado, desde que él había estado a punto de saltar de lo alto de ese edificio al que su madre siempre había llamado hogar. Ahora, unos meses después, todo había cambiado. Ya no se sentía tan frágil, mas lo era. Más que nunca. Su todo podía quebrarse con un simple de palabras más que se desprendieran de esos varoniles labios paternales que tantas veces le besaron la frente. La mitad de veces de las que destinó a darle a entender que no era digno de nada. Ni de ser líder, ni de ser hijo, ni la de ser hombre o lobo. Si tanto daño le había hecho su figurado modelo a seguir, ¿porqué ahora se le encogía de ese modo el corazón ante sus mejillas encharcadas?

Frunció el ceño y serró los dientes a la vez que apretó los puños hasta clavarse las uñas en las palmas de las manos. La suave brisa ondeó sus cabellos del mismo modo que los de su padre. Contempló sus ojos enrojecidos del llanto. Compartía con él unas oscuras ojeras que denotaban falta de horas de sueño. Sus miradas seguían conectadas a la vez que sus impávidos corazones latían con fuerza una y otra vez. La luna prosiguió enmudecida, custodiando la escena como si en cualquier momento se viera obligado a descender hasta el nivel terranar para separar dos maltratados cuerpos que probablemente acabarían enzarzados en una mortal pelea definitiva...

Siguieron en silencio. Jeremmy lo desafíaba con la mirada y Gabriel simplemente proseguía en su papel de alma en pena. Ira, mucha ira, demasiada ira contenía el junior de los dos Alfas. ¿Qué era lo que aparentaba sucumbir en el interior del hombre adulto? Tristeza y resignación. Sorpresa tal vez por reencontrar un hijo supuestamente perdido. Jeremmy alzó una mano y lo señaló con suma lentitud - ¿Qué se siente cuando uno pierde algo que creía no tener importancia, padre? - Gruñó con un hilo de voz imponente y autoritário. Ya no era un cachorro, precisamente.

Mis pies se detuvieron quedando fijos como clavados en el suelo, al igual que mis ojos estaban clavados en los suyos. Mi frente estaba arrugada con las cejas encarnadas en aquel gesto emocional mezclado entre la tristeza, impotencia, cierta rabia... Mis manos caían sin vida a cada lado de mi cuerpo, entreabrí los labios para hablar siendo interrumpido con aquella pregunta ."Padre", a pesar de todo me calificaba como su padre, aunque no acertaba a saber si era eso realmente lo que decía o pura ironía que acompañaba a aquella pregunta.

Mis manos se cerraron lentamente haciendo presión durante unos instantes cediendo luego como si aquello fuera un gesto de dejar de luchar, dejar de pelear -Tristeza...sueño...hambre... decepción..desesperación....- Acerté a decir sin saber realmente si era aquello lo que buscaba, apreté la mandíbula tras hablar para esta vez contener una lagrima que buscaba el destino de sus compañeras, el suelo. Seguí con la mirada cansada pero fija sobre los ojos de Jeremmy, intentando adivinar lo que por su cabeza pasaba siendo imposible. Sin embargo ahora mi rostro mis gestos todo mi cuerpo, era el reflejo de lo que estaba sintiendo, el agotamiento, lo triste que estaba, el arrepentimiento e incluso la soledad.

Tenía que admitir que Jeremmy se había convertido en un gran lobo, cosa de la que no me había percatado nunca y cuando lo he hecho ha sido demasiado tarde -Jeremmy yo...- De nuevo el silencio ¿Por que no era capaz de hablar como siempre lo había hecho? por que ahora no era Gabriel Silverfang quien hablaba, si no simplemente Gabriel, enfrentando a su pasado, presente y futuro. Mis manos estaban de nuevo relajadas, notaba como el corazón podría salirse en cualquier momento del pecho y como casi me faltaba el aire por la sequedad de la garganta. Tragué saliva en un intento vago de recobrar por completo el aliento.

Ahora era yo quien estaba por debajo de él o por lo menos así me sentía, al igual que me sentía cansado de ocultarlo todo de negar todo...En aquel encuentro se solventarían todas las dudas de Jeremmy y si después de aquello quiere seguir odiándome, no lo culparía de nada puesto que había sdo culpa mía la poca atención que había puesto en él después de todo...