La extraña diversión. [Libre]

Un cartel colgado junto a las puertas del auditorio rezaba:

Caminaba sin horizonte alguno, después de salir del períódico pues nada llevaba las de perder, para irme a dar un paseo por las lejnaías de la ciudad, no sentí en qué momento me dejé envolver por cierta melodía vibrante estremeciéndome de pies a cabeza, giré los ojos al ver al anuncio torcí la boca un poco pero me adentré sin pensarlo demasiado.

Me sorprendíó como el lugar estaba sin humanos, abrí los ojos con algo de sorpresa entreteniéndome en buscar un asiento para poder admirar el espectáculo; por fin, allí estaba un lugar en específico casi frente al escenario, caminé entre los asientos casi tropezándome con ellos.

Quedé justamente a un lugar de un chico, estaba sumamente atento en la música, cerré los ojos relajándome y buscando un instante de tranquilidad en medio de toda esa magia, cuando terminó una de las piezas aplaudí como degenerada.

-Ay... creo que no es tanto- puse mis manitas de nuevo sobre mis piernas esperando por la siguiente, dedicando una sonrisa ligera a mi co-acompañante.

El primer ensayo había acabado, pero seguramente lo repetirían un par de veces más por los despistes iniciales de los violines secundarios, que habían entrado un poco a destiempo. Aquello no era algo que se le pasara a una persona que tenía la discografía clásica al completo, como era mi caso.
Soy un chico anticuado, lo sé. De hecho, si me preguntasen por algún grupo actual seguramente no sabría responder absolutamente nada.
Me sobresalté un poco al escuchar justo a mi lado unos espontáneos y efusivos aplausos que no esperaba, y giré la cabeza ligeramente para ver de quién procedían.
Una chica joven se había sentado a un sillón de separación del mío. Miré a mi alrededor disimuladamente, comprobando que casi todos los asientos del auditorio se encontraban libres en aquel momento. Entonces, ¿por qué se había sentado justo allí? Estaba comenzando a ponerme nervioso, aunque luchaba por ocultarlo, y me paso repetidas veces la mano por la barba de una semana. Cuando termina de aplaudir, parece darse cuenta de que su reacción es excesiva, y para, un poco avergonzada. Esto hace aparecer en mi cara una ligera sonrisa, lo que hizo que me relajara un poco. Respiré y seguí mirando al escenario.

- No te avergüences. Si todo el mundo fuese tan efusivo como tú, esto estaría lleno.- le digo en voz baja, sin querer molestar a los músicos. En el fondo rezaba para que nunca pasara aquello, pues no deseaba que aquello se llenase cada día y que no pudiese ir más a relajarme al auditorio. Me giro un poco para alargarle la mano y que la estreche.- Neithan, encantado.

Me dejé caer sobre el asiento acomodando mis brazos colocándolos cruzados, miré desvariantemente el lugar con aires antiguos y rústicos, sin duda un lugar majestuoso, exactamente para ir a escuchar sin duda melodías que actualmente se había perdido entre la sociedad jovial.

Sentí una ligera llama abrumarse sobre mis mejillas cuando el chico mencionó mi efusividad, dirigí mis ojos verdáceos hasta él sonriéndole, se había presentado.

-Un placer en conoceros Nathan, soy Bianca y... me reservo en cuánto a que esto se llene lo prefiero así- musité escuchando una trompeta de la orquesta medio desafinada, con el oído agudo aregué un poco el ceño de incomodidad.

Las pautas musicales estaban fuera de lugar, aquellos chicos de repente tenían problemas acústicos, pero tenían que concretarlo con perfección para algún espectáculo.

-Disculpe usted... haya tenido que escuchar mis aplausos, tenía mucho tiempo de no escuchar éstas melodías, la música en verdad se ha ido desvaneciendo y me emocioné- suspiré mirando al escenario dibujando una leve sonrisa sobre mis labios.