Una cena encantadora. (Jacqueline)

Menuda tarde más larga se me había hecho. Para hacerla más amena tras acompañar a Jacque fui directo a comprarme algo de ropa así podría tener algo decente que ponerme esa noche. No había comprado gran cosa la verdad, pero lo justo para quedar elegante en el restaurante en el que la estaba esperando. Me había dado una buena ducha y para salir a cenar me había puesto unos pantalones oscuros de vestir, una camisa blanca de manga larga, zapatos italianos (los únicos que tenía) y una cazadora que había usado muy poco y que me encantaba.

Había llegado justamente a la diez al restaurante, por lo que pedí mesa para dos y algo de agua para calmar un poco la sed de una tarde bastante agobiada. Había apagado el movil pues no quería que nadie me molestara. Ese día me olvidaba del trabajo para pasarlo bien en compañia de Jacqueline. Apoyé una mano sobre la mesa y me encendí un cigarro en lo que esperaba. De lo nervioso que estaba este se consumió en menos que canta un gallo.

No había manera posible de relajarme, estaba hecho un manojo de nervios y la verdad es que con motivo. Miré el reloj, dos, tres, cuatro veces seguidas esperando que la aguja que marcaba los minutos se moviera y marcara las y cuarto. Repasé lo que ibamos a hacer con tranquilidad. Ibamos a cenar y luego a ir al bosque... Había cumplido con mi promesa y había llevado la manta, solo para hacer un rato la gracia, pero si en algun momento hacia falta la llevaría hasta el bosque.

Distraido con mis pensamientos se hicieron las diez y cuarto, la hora en la que Jacqueline había dicho que aparecería. Me incliné hacia delante en la mesa y solo me falto empezar a morderme las uñas pues no aguantaba más la espera, cuanto más cercano veia el momento más nervioso me ponía y no entendía por que. Erau na cena de amigos, solo y nicamente de amigos y nada más.

Se habian hecho las y cuarto justamente cuando ella entró por la puerta. Perfecta y estupenda como me la hubiera iamginado, pero aun así, me sorprendia. Me levanté cuando se acercó a la mesa y me saludo con uan pequeña broma que consiguió arrancarme una sonrisa.

- Jamás lo hubiera hecho. Estas guapisima. -Dije sonrojandome ligeramente.

Esperé que se entara para coger algo que había escondido en mi cazadora. Era una locura pero sin pensarmelo dos veces saqué una rosa que había comprado esa misma tarde y se la tendí. Fue cuando la cogió que me senté frente a ella intentando ocultar el sonrojo que me había causado la situación. Me senté debidamente en la silla y procure respirar lo suficiente para calmarme. No había sido un gesto tan extraño, ¿no? Regalar una rosa estaba a la orden del día.

Pero para las citas...

¿Y si no le gustaba lo qué había hecho? Menuda metedura de pata entonces, se pensaría que pretendo algo con ella... Y, todo se iria al traste. Deseé con todas mis fuerzas que la rosa le hubiera gustado y no lo hubiera tomado como otra cosa. Me quede mirandola a los ojos, perdiendome en sus perfectos ojos azules. Su perfume dulzon inundo mis pulmones y fue el último detalle para que me quedara totalmente perdido en su mirada y atontado por su forma de ser.

Salí de mis ensoñaciones pensando que era mejor empezar algun tipo de conversación.

- Será mejor que tu pidas aqui, es la primera vez que vengo y no tengo ni idea de cual es el mejor de los platos en este lugar. -Dije sonriendole levemente. Yo tampoco era demasiado exigente con la comida, me gustaba conformarme con lo justo y necesario.

Aunque Jacqueline solo lo dijera para contestarme de mis labios salió un; ''gracias'' cuando dijo que también estaba muy guapo. La verdad es que había conseguido halagarme con sus palabras.

- No es necesario darlas, no tenía pensando que fuera lo correcto venir aqui sin trarte algun detalle por minimo que fuera. - Había comprado la rosa, por que al pasar esta tarde frente a una floristería el color de la flor me había recordado el color de su pelo. Si, tenía que admitir que me había obsesionado ligeramente con ella quizás, pero lo bueno era que le había gustado.

Me sentí aliviado de no haber metido la pata. Cuando hizo la pregunta de cual era mi preferencia respecto a la cena dudé. La carne sería la elección más correcta ya que normalmente los otros platos no conseguian

- Bueno, la carne estara bien. Pero si tu vas a preferir alguna otra cosa hazmelo saber, ¿eh? Que yo no le hago ascos a ninguna comida. -Sonreí ligeramente. Muy cierto, era un poso sin fondo, todo lo que caia en mi plato acababa tristemente en mi estomago.

Uní ambas manos sobre la mesa y esperé a que Jacqueline se decidiera por que pedir. No tenía prisa alguna, es más, deseaba alargar la cena todo lo posible o en su defecto la noche.

- Espero que hayas pasado una tarde tranquila después de nuestro encuentro. Imagino que ya estarias cansada, eso de verme desde primera hora de la mañana hasta casi el medio día no debe ser muy bueno. A mi en cambio, y quiero que lo sepas, se me ha hecho una tarde muuy larga, no sabía que hacer, que comprar y lo peor era que estaba tan nervioso que el tiempo pasaba más lento de lo normal. -Admití mirandola a los ojos.

Tuve que pararme a respirar profundamente ante las palabras aterciopeladas de Jacqueline. La verdad es que no sabía si se había dado cuenta del tono que había utilizado y de como podría yo interpretar aquello. Sentí un ligero calor y me vi obligado a desabrocharme un par de botones de la camisa. Si en ocasiones me había puesto nervioso con ella en esta se había superado.

Pero no conluyó ahi. Jacqueline continuó hablando tras lo de ofrecerme a invitarla y aseguró que si yo no lo hacía antes ella volvería a invitarme. Eso conseguía que mi sonrisa se ensanchara aun más, las sola idea de que le gustara repetir este momento ya era suficiente para mi.

- Bueno, un poco ajetreado. He estado persiguiendo a una asesina de esas buscadas en varios paises. Di con ella, para mi sorpresa era solo una cria, pero sabía defenderse perfectamente. - Comenté hablandole de mi encuentro con Narvla- Lo más extraño de todo fue averiguar que era de los nuestros.

Me parecía que a Jacqueline no le gustaba hablar mal de la gente que conocía. Yo siempre he sido demasiado sincero, reservado en algunas cosas, pero cuando no veia algo bueno en los demás lo echaba en la cara por que no soportaba algunos actos de los nuestros.

- Eso es bueno. Pero apuesto a que conoces algun acto atroz que hayan hecho. - Dije mirandola.

Apostaba lo que fuera a que Jacque si conocía ese tipo de actos pero no le gustaba hablar de ellos. De entre todas las lobas ella era una mujer seria, recatada y encantadora, todo lo contrario que algunas lobas que eran completamente rebeldes sin causa. También era cierto que la mayoría eran jovenes, se podía decir que la población de lobos crecía por momentos a un ritmo frenético, esa era la parte buena.

La mala era que algunos, por no decir muchos se estaban descontrolando demasiado. Demasiadas cazas fuera de los rituales, Gabriel tendría que pensar algun método para controlarlos antes de que nuestra tapadera se esfumara. Aparté finalmente aquellos pensamientos de mi cabeza y volví mi atención a Jaqueline.

- Creo que será mejor dejar esto a un lado. Me gustaría que esta noche fuera... Especial. ¿Qué has hecho tu en estos dias?

- Supongo que a todos nos gusta habituarnos a algo que hace nuestra vida sencilla. Yo por ejemplo más lejos de la realidad y de mi trabajo tengo una vida un tanto aburrida. Pero debo admitir que se ha vuelto interesante desde nuestro encuentro en el Nibelheim. -Ya no me importaba hablar con ella de todo lo que pensaba.

Había más confianza y esta iba en aumento así que no me molestaba decir lo que realmente pensaba, pero claro, me gustaba seguir reservandome pues por mucha confianza que yo sintiera que había entre los dos no sabía aun cuales eran las opiniones de Jacqueline respecto a eso, por lo que lo mejor era no meter la pata.

La cena llegó antes de lo esperado. Cuando me di cuenta el camarero ya había llegado con la bebida y la comida para ambos. Me retiré un poco de la mesa para dejarle sitio y esperé hasta que se marchara. Jacqueline había acertado con el plato, parecía bastante bueno y yo para no quedar mal ante ella me había ahorrado el comer esa tarde.

- En todos los sentidos posibles. Ahora tengo confianza con una de los mios, cosa que no había tenido antes. -Dije contestando a su pregunta. Miré la cena y luego a ella- Tiene muy buena pinta, no creo que te hayas equivocado.

Era cierto, mi confianza con ella era casi o incluso más que la que tenía con Gabriel. Pero esto era debido a que Jacqueline y yo empezabamos a compartir cosas y con Gabriel era solo una relación de camaraderia, nada más lejos de eso. Aunque continuaba siendo mi mejor amigo no le contaba nada.

Empezaba a sentir cierta complicidad con Jacqueline. A cada segundo que pasaba me sentía más capaz de contarle cosas que en otros momentos jamás le hubiera contado. Era algo precipitado pero sin duda alguna me gustaba y al parecer a ella también pues sus preguntas cada vez eran más seguidas respecto a ''nuestros'' temas, seguramente si no hubiera más confianza ella no preguntaría, pero lo estaba haciendo.

Nos mantuvimos en silencio un buen rato ya que estabamos centrados en la comida. Además, por mucho que quisiera hablar con ella hubiera quedado ridiculo hablar con la boca llena y no quería parecer un crio ante sus ojos.

- He traido la manta tal y como prometí. -Dije haciendo una pausa para beber agua despacio y mirarla.

Apostaba a que seguramente no se lo creería o no se imaginaba que hubiera llevado la manta de verdad. ¿Y por qué no iba a hacerlo? Cuando nos cansaramos de nuestras formas de lobo habría que volver a las humanas por lo que... Empecé a sonrojarme de forma violenta. Me había dado cuenta de que la transformación de lobo a humano implicaba quedarse desnudo, con lo cual si no eramos precavidos acabariamos viendo al otro tal y como dios nos trajo al mundo.

No, eso no podía pasar. Bueno si, pero en ese caso dejaría la manta a Jacque para que se cubriera y no tuviera frio. Yo perfectamente podía aguantar unos segundos tras los árboles para cambiarme.

Si claro... Esperemos hasta que suceda y veremos que pasa.

Para mi sorpresa Jacque dijo que sería divertido de ver. Eso consiguió aumentar más el color de mis mejillas que ya estaban bastante coloradas por lo que andaba pensando.

- Si... Claro.. -¿Claro? Ay dios- Bueno.. No se, eso de vernos desnudos tras la transformación me parece algo demasiado intimo. - Mis ojos se abrieron despacio hasta quedar como platos.

¡Tierra tragame! ¿Como demonios había salido de mi boca lo que realmente pensaba de que iba a pasar esa noche? Mierda, mierda, mierda, mierda y más mierda. Clavé mis ojos en el plato, a ver con que cara miraba yo ahora a los ojos a Jacqueline. Pensaría que era de todo menos alguien con quien pasar un buen rato. Claaro, como es tan normal imaginarse desnudo junto a otra persona en un claro del bosque pues iba a perdonarme facilmente.

Desee que aquellas palabras no hubieran salido de mi boca y que todo aquello no hubiera sucedido, pero era demasiado tarde. Adios estupenda cena y bonita noche. Vaya cagada...

- Lo siento Jacqueline de veras... Pero es que me puse a pensar en lo de la manta y acabé imaginando lo que podía llegar a suceder. Comprendo que no quieras volver a verme después de esto, debes de pensar que soy un lanzado o un aprovechado... -Comencé a decir intentando excusarme- No quiero que pienses mal de mi. No se como me pudo venir esa idea a la cabeza. Lo siento mucho de verdad. - La salida. Si, se antojaba mejor que la verguenza.

Pero me fuei mposible levantarme. Me quede con la mirada sobre el plato de comida. Había intentado explicarle que entedía lo que iba a resultar divertido para ella, pero que había acabado diciendole todo lo que pensaba sin quererlo. La miré de reojo, parecí como si ella se sintiera culpable de algo. Que estupido.

- No quiero que te sientas mal por mi culpa... Yo.. Te iba a decir que si que iba a ser divertido, pero acabé diciendo la estupidez que pensaba en ese momento. - No sabía si me había entendido o no, pero no podía explicarme mejor tal y como estaba.

¿Incomodo? ¿Por qué? Pero si ella no había hecho nada, el problema eramoas yo y mis estupideces. Intente calmarme.

- No me siento incomodo. Solo me disculpor por lo que hayas podido pensar de mi al decir eso. No ha estado demasiado bien fantasear que tu y yo... Bueno, eso. Tu no tienes ninguna culpa Jacqueline. He sido yo, es mi culpa. - Suspiré, quería que todo aquello quedara olvidado.

Estaba claro que la cena se había jodido. ¿Por qué no podía ir todo bien? Esperaba que Jacqueline también quisiera olvidar el malentendido, pero no parecía ser así. Había vuelto a ser la mujer sería de antes. No había un atisbo de su sonrisa y sus palabras calmadas y tranquilas no me aliviaban para nada.

Apoyé una mano sobre la mesa, como si uscará algo, algo que no encontré. La otra mano la lleve hasta mis sienes, se podía notar que era un gesto de reproche hacia mi mismo por que no podía creerme que todo fuera tan mal.

Levanté la mirada esperanzando y negué con la cabeza.

- Pues claro que no Jacqueline. ¿Como iba a pensar yo eso de ti? Lo unico que he pensado es que como ibamos a estar cambiando de forma... -Bajé el tono y me incliné hacia delante por si alguien escuchaba- .. pues alomejor se daba la casualidad de que pudieramos ver al otro desnudo. Y es por eso que pensé que si se daba el caso yo te dejaría a ti la manta para que no pasaras frio al cambiar. -Murmuré por lo bajo.

La miraba a los ojos ahora. Me estaba sonriendo ligeramente y su sonrisa se me contagió. Pero no podía evitar estar sonrojado al decirle al completo lo que había pensando y que era motivo de nuestro malentendido. Esperé que con aquella explicación todo hubiera quedado aclarado.

Me mantuve cara a cara con ella, sin separarme un poco esperando a ver cual era su respuesta. Aunque lo mismo le daba por empezar a reirse por la tontería que era.