Una cena encantadora. (Jacqueline)

Negué cuando pidio disculpas, no tenía que pedirmelas. Tomé sus manos y las cogí entre las mias mientras le sonreía.

- Claro que continua. -Dije aguantando sus manos nerviosas un minuto más, luego las solté y me volví a sentar bien retomando la cena. Extrañamente me habian vuelto las ganas de comer junto con el animo- Por cierto... Me encanta tu perfume, pero sinceramente me gusta más tu olor natural es, ¿como decirlo? Perfecto.

Eso era una verdad y un piropo. Me sentía con más confianza ahora que todo se había solucionado. No me podía creer la facilidad que teniamos para arreglar las cosas entre nosotros. Ya había habido varios malentendidos y se habien resuelto en cuestion de pocos minutos.

Miré a Jacque y le guiñé un ojo incitandola a seguir comiendo por que si no se le enfriaria la cena.

Al parecer se había tomado muy enserio lo del perfume. Me gustó su reacción. Precisamente por que bajo el perfume dulzón que usaba podía oler su olor natural y sinceramente, lo preferia. El plato se me hizo poco después del hambre que había pasado durante toda la tarde, pero al acabar me di cuenta de que me había quedado agusto con la comida, así que no iba a ser necesario pedir más, por lo menos por mi parte.

Puse los cubiertos en el plato y me senté comodamente observando a Jacqueline. Me gustaban sus gestos delicados al comer, su maneras perfectas de hacer cada gesto. Volví mis ojos a sus labios que se cerraban atrapando en el interior de la boca la comida. Sus perfectos labios rojos... Desvié la mirada un segundo apartando los pensamientos y cuando volví a mirarla dibuje una sonrisa.

Me aparté el pelo de la cara y apoyé las manos sobre la mesa uniendolas mientras esperaba pacientemente. No quería dar pirsa a Jacqueline y yo tampoco tenía así que me limite a observar, unicamente a eso.

Miré a Jacque y luego a los camareros a los cuales pedí que trajeran la cuenta para pagar.

- Me ha gustado mucho el sitio y la comida. Realmente sabes hacer que me sienta halagado con tu invitación. -Dije sonriendole distraidamente.

No tardaron en traer la cuenta y miré el precio. No parecia tan caro como había esperado por lo que antes de que Jacqueline pudiera hacer nada saqué la cartera y puse el dinero para que el camarero se cobrara. Habiamos dicho de pgarlo a medias, pero, ella ya había hecho bastante llevandome a aquel sitio, así que a mi me tocaba pagar

- Espero que no te importe, la verdad es que no tenía intenciones de dejarte pagar. -Dije al tiempo que me ponía de pie y esperaba por Jacqueline para marcharnos.

Acepté cuando propuso pagar la proxima cuenta. Hacia frio en la calle y este nos saludó como de costumbre. Tal y como había dicho Jacqueline tocaba poner rumbo al bosque. Me agradaba saber que no quedaba lejos del restaurante así que montamos en el coche y cuando Jacqueline estuvo lista arranqué. Pisé bastante el acelerador pues la verdad es que no tenía ganas de conducir. Quería correr.


Tal y como dije el trayecto se había hecho corto. Aparqué el coche y al bajar de este cogí la manda, la ya famosa manta. Era bastante grande y aparte de eso la tela con la que estaba hecha era de las que abrigaban. Miré a Jaqueline y sonreí.

- ¿Vamos así o prefieres cambiar ya? -Pregunté con una sonrisa en el rostro sintiendo la emoción del juego que estaba apunto de empezar. Ya era hora de liberar algo de tensión.