Un café, un helado y un lápiz, por favor ~libre~

Un chico delgado y de piel pálida se desliza por entre la gente, caminando con aspecto desganado y con la mirada perdida. Lleva unos pantalones algo caídos, unas deportivas, una camiseta y una cazadora de cuero algo manida. Es su favorita, por muy rota que llegue a estar jamás irá a la basura. Sus llamativas orejas llevan los auriculares de un iPod recién adquirido, en el cual no ha tardado nada en meter sus canciones favoritas, en las cuales hay más guitarra eléctrica y batería que otra cosa. Bueno, y en alguna que otra algo de piano.

Avanza despreocupado hasta la puerta de un café, el primero con el que se ha cruzado, y empuja la puerta con el hombro. Sigue con la mirada extrañamente vacía y perdida, y es que cuando escucha música se ve como transportado a un nuevo mundo único y particular. Por desgracia se ve obligado a retirarse uno de los auriculares y a bajar el volumen de la música cuando se acerca a la barra, situándose junto a una chica que no conoce absolutamente para nada. Le dedica una corta mirada antes de mirar al que debe de ser el dueño del bar.
- Un capuccino, por favor.

Ni una sonrisa, ni un gesto. Solo palabras. Eso es Devynne. Saca de su bolsillo el dinero suficiente para pagarlo, y en el acto le da un codazo a la chica que momentos antes había mirado.
- Oh, lo siento -Se disculpa mientras deja las monedas sobre la barra- No me había percatado de... nuestra cercanía.

Escucha como algo cae al suelo. Sin duda alguna eso es un lápiz, no le hace falta bajar la mirada hacia el suelo para comprobar que lo es. Y no lo hace. Se dedica a mirar a la chica que se levanta para cogerlo mientras ella también se disculpa. No entiende a qué viene esa disculpa, pero le es igual. Lo único que hace es mostrar su buena educación y eso es algo que a Devynne le gusta. De ser cualquier otro chico él le hubiese sonreído, pero él no es de los que regalan sonrisas a todo el mundo. Las veces que ha sonreído casi se pueden contar con los dedos de las manos.

Acaba por apagar el iPod, pues no hace más que distraerle en todo y en volverle demasiado torpe. Y no le gusta dar esa impresión a las personas. Hunde las manos en los bolsillos de sus vaqueros antes de, con todo el morro del mundo, sentarse en la silla que pertenece a la mesa de la desconocida. Y se acomoda bien, apoyando su tobillo sobre su rodilla y entrelazando las manos sobre su abdomen.
- Espero que no te importe -Es igual que le importe o no, ya se ha sentado ahí y es bastante difícil que un comentarío de la chica le haga levantarse. A todo esto se da cuenta de que no se ha presentado. Que poca educación, por Dios- Por cierto, soy Devynne Jerkins... es un placer.

En realidad no puede decir que lo sea puesto que no la conoce todavía. Lo ha dicho más que nada porque es lo que se suele decir en estos casos. Justo en ese preciso instante llega el camarero con la consumición del chico. Murmura un ''gracias'' antes de inclinarse un poco hacia la mesa y comenzar a darle vueltas al café con la cucharilla.

¿Se podría decir que su afirmación lo deja más tranquilo? Para nada, le da lo mismo que diga una cosa que otra. No iba a moverse de su asiento de todos modos. La observa con detenimiento, sin perderse detalle de sus gestos. Algo que tiende mucho a hacer es analizar con la mirada a las personas, casi como si fuesen objetos de estudio. Podría decirse que para él los desconocidos son más o menos eso. Y más cuando resultan ser tan curiosos como lo es ella.

Por primera vez desde que ha entrado en la cafetería se retira las gafas para colocarlas sobre su cabeza, quedando casi ocultras entre todo ese pelo alborotado. Clava sus ojos azules en el lápiz que está a punto de dibujar algo, sin apenas hacer caso a lo que ella dice. Apenas.
- Sí bueno, eso que dices tú es bastante más acertado que lo que he dicho yo, no te lo voy a negar -Musita, siguiendo en el acto la trayectoria del lápiz. Ahora quien se muerde el labio inferior es él. No es cosa suya y tampoco le interesa meterse en los asuntos de los demás, pero la curiosidad mató al gato- ¿A... qué te dedicas, Abbie? Si puede saberse, claro.

Siempre parece que él no está prestando atención o que se encuentra en otro mundo, y como es tan callado tampoco da muestras de lo contrario. Y pese a ello se acaba enterando de todo lo que le dicen. Y no lo pasa por alto.

Por fin decide que ya va siendo hora de quitarle los ojos de encima a la morena para mirar al camarero que le trae el helado. Su rostro se tuerce en una mueca que demuestra lo poco que le gusta al chico los helados. Como él dice... están demasiado fríos, aunque ahí está la gracia de todo. Vuelve a estar, como siempre le dicen, totalmente sumergido en su mundo interior. Con deliberada lentitud agarra el pequeño sobre de azúcar y lo echa en el café. Casi se le había olvidado que ese regusto tan amargo no le gusta demasiado. Una vez hecho empieza a remover y a demostrar que, pese a estar de todo menos a ella, se ha enterado de todo lo que ha dicho.

- Uhm... debería de haberlo imaginado -Está bastante claro, teniendo en cuenta que, desde que ha entrado lo único que ha hecho es dibujar. Sí, hubiese sido bastante obvio, contando también con que la chica parece más joven que él. Ahora ella se dedica a examinarle a él, acertando en todo menos en su profesión. O pasatiempo, como prefieras llamarlo. Parece que la comisura de sus labios va a levantarse, sonriendo por primera vez desde que ha hecho acto de presencia. Pero como de costumbre esa sonrisa no llega a aparecer- Me halaga, pero has fallado.

No piensa decir nada más, prefiere esperar a que sea ella quien adivine su profesión, partiendo por ejemplo de que hace poco se encontraba escuchando música a todo volumen. Es inteligente, no lle cabe la menor duda de que en breves lo adivinará. Y mientras ella se lo piensa mejor él se dedica a observar con desinterés el dibujo, dejando por fin al café tranquilo.

Para Devynne equivocarse no es divertido. Que se equivoquen los demás si lo es. A medida que ella sigue dibujando el rostro que ve se le va haciendo cada vez más familiar, aunque visto desde el lado contrario no es muy fácil adivinar la persona. Es más bien complicado. Por eso espera a que ella termine para poder pedírselo. O quitarse, eso ya depende de su nivel de interés hacia lo que está haciendo. La mira pensativo, mientras ella dice qué profesiones tiene en mente para él. Tampoco va demasiado desencaminada.

- Todas relacionadas con la fama. ¿A qué se debe? ¿Por qué no podría ser... mecánico? Por ejemplo -No está diciendo que lo sea, de hecho ni siquiera le gustaría, y menos que lo hiciesen pasar por uno de esos. Le gustan las motos, no ser mecánico- Pero sí, es una de esas tres. Pongamos a prueba tu inteligencia y tu capacidad de asociación -Hay algo que deja bastante claro lo que es. Al menos desde su punto de vista. Como si un actor no pudiese escuchar música. O un bailarín.

Parece que al final no va a necesitar quitárselo o pedírselo pues ella se encarga de dárselo directamente. Y con razón le sonaba el rostro. Es él. Lo mira con detenimiento durante escasos segundos antes de levantar la mirada hacia ella.
- Dibujas francamente bien -Reconoce, cogiendo el posavasos y guardándolo en el bolsillo de su cazadora de cuero. Ya que él es el protagonista del dibujo tiene derecho a quedárselo, ¿no?

¿De verdad parece un chico tan seguro? Él no se ve así. Es más bien independiente, va mucho a su bola. Y le cuesta conocer a las personas, o relacionarse con ellas. Aunque sí que tiene razón en eso de que está acostumbrado a las miradas. No se intimida por cualquier cosa y cree necesario mirar a las personas a los ojos. Sobretodo cuando el tema que se está tratando es importante. Cuando carece de interés para él puede mirar casi cualquier cosa. La que sea. Mientras ella sigue deduciendo en voz alta él coge la taza de café, que está más bien frío, y le da un pequeño sorbo. No, no está lo suficientemente frío.

Vuelve a dejar la taza donde estaba antes, a la espera de que se termine de enfriar. Sí, Devynne es un chico al que le gustan las cosas frías. Incluso el café. Oh, por fin da con su verdadera profesión. Ladea ligeramente la cabeza, consiguiendo de ese modo que un par de mechones entorpezcan su campo de visión. No los aparta por el momento.
- Chica lista. Canto y toco la guitarra eléctrica -Afirma, volviendo a cruzar los brazos por encima del pecho- Creo que tampoco era tan difícil de adivinar, y menos para alguien tan observadora como tú -No lo dice a modo de halago, simplemente dice lo que él ve. Y lo que cualquiera vería en ella, visto lo visto.

Tampoco había reparado en eso, pero bueno, Devynne no tiene mucha pinta de ser DJ, no hay más que verle para darse cuenta de ello. Toma la taza de café entre sus manos. Al tacto la cerámica está fría, así que lo más seguro es que el café ya esté al gusto del cantante. Lo remueve un par de veces más antes de darle un nuevo sorbo, el cual le sirve para comprobar que efectivamente el café está tal y como le gusta. Por tanto no tarda nada en terminárselo. Ya ha esperado suficiente y tenía muchas ganas de tomárselo.

Entorna los ojos cuando ella dice que es observadora pero no adivina. Bueno, ya lo que le faltaba, que sea adivina. Se muerde el labio inferior, intentando no hacer el chiste fácil ni extenderle la mano para pedirle que la lea. No puede permitirse el coger confianza tan rápidamente. Todavía no sabe nada de ella, y ni siquiera sabe si ese gesto le va a sentar mal o bien. Se limita a encogerse de hombros como toda respuesta, escuchando después el reto que le propone. Alza ambas cejas, notablemente sorprendido. ¿Ahora trata de ponerlo a prueba? Estupendo.

- Diría que eres más joven que yo, y bueno, estás estudiando, así que... -Se fija bien en los rasgos de ella, analizándola con detenimiento. Sabe que no va a acertar la edad. Es algo bastante más difícil que lo otro. Pero lo intentará- Creo que estás entre los 19 y los 22. Aunque 19 me parece demasiado poco... no tienes cara de niña. O no me lo parece... -Y 20 años tampoco le parece que tenga- Me arriesgo a decir que 22.

Tampoco ha ido tan desencaminado, ¿no? Más o menos lo ha acertado. Ya no tiene nada más que decir. Por el momento no tiene interés por saber nada más de ella, y la chica por su parte no ha preguntado nada. La mira fijamente mientras ella se dedica a comer ese helado y a juguetear con el lápiz que tiene entre sus dedos. Y no hace ni dice nada más. Esperará a que ella diga o haga algo que pueda dar paso a una nueva conversación. Solo desvía la mirada de ella para ponerse a juguetear con los cascos que caen del cuello de su cazadora, con expresión distraída. En realidad se aburre lo mismo jugando que sin jugar, pero es una forma de no parecer una estatua que no tiene ganas de hacer nada.
Le resulta muy extraña la forma en la que ha conectado con la chica. Bueno, más que conectar... sí, podría llamársele así. Al menos por el momento no se ha aburrido de ella, algo es algo. Tiende a aburrirse muy rápido de las personas.

Atrapa el cable del auricular entre sus labios, sin moderlos. Simplemente por querer hacer algo mientras ella se decide a hablar. O a marcharse. Llevan bastante rato aquí sentados, es posible que ella tenga que hacer algo o se aburra de la presencia de Devynne. Y no sería algo raro, teniendo en cuenta lo callado y reservado que es. A muchas personas les resultan aburridos esos rasgos. A Devynne le parecen normales.
- No, supongo que no. Acabo de empezar y solo nos dedicamos a cantar en algún que otro local a los que gustamos. De momento se podía decir que tan solo soy un aficionado. Nada del otro mundo -En realidad él no se considera un aficionado y es consciente de que tiene bastante talento. La modestia está entre sus muchas virtudes, sí- Pero creo que tenemos futuro. No somos tan malos después de todo.

Mentiría si dijese que el chico no se ha sorprendido ante esa respuesta. Lo ha aceptado como si nada, sin echarle nada en cara por esa decisión que acaba de tomar. Arruga la nariz, colocando la silla tal y como estaba en un principio. Apoya los codos sobre la mesa y se acerca un poco más a la chica, con los ojos entornados.
- Has dado en el clavo -Está a punto de retirarse cuando ella dice que es una persona bastante peculiar. ¿De verdad? Esto sí quee es nuevo. Es algo que en la vida le habían mencionado, y oye, no le importa escucharlo. Se queda en esa misma posición, inclinado hacia delante, con sus ojos azules fijos en los de ella- ¿Por qué crees que soy... una persona bastante peculiar? Realmente no creo que lo sea. Explícate.

Espera con infinita paciencia a la respuesta de la chica, sin variar su posición, atento a sus palabras y a sus movimientos. Él también podría decir que ella es una chica bastante peculiar, sin embargo no va a hacerlo.

Algo ha encontrado gracioso en sus palabras. Algo tiene ella que, después de mucho rato, lo ha animado a sonreír. Vuelve a echarse hacia atrás, hasta que su espalda da contra el respaldo de la silla. Ahora, no aparta la mirada de ella en ningún momento, todavía con esa media sonrisa curvando sus gruesos labios.
- Dices que no consigues saber qué voy a decir o qué pienso... ¿no me habías dicho hace unos minutos que no eras adivina? Acabas de contradecirte -Lentamente su sonrisa va desapareciendo hasta que su rostro vuelve a ser una máscara de seriedad- Bromas a parte. Dime. ¿Por qué no es habitual? La gente es previsible, fácilmente se puede adivinar lo que van a hacer. Pero también hay gente que no lo es. Yo podría estar dentro de ese grupo, lo cual no me haría ser diferente a los demás.

Destaca. Él destaca según ella. Tarda un poco en procesar esas palabras, y cuando lo hace se limita a sacar una caja de tabaco del bolsillo de su cazadora. Le tiende la cajetilla abierta por si quiere.
- Destaco... todas las personas destacamos por uno u otro motivo. No solo yo. Desde mi punto de vista sigo siendo una persona normal y corriente. Dame una buena razón que me haga pensar lo contrario.