Un café, un helado y un lápiz, por favor ~libre~

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Le contradice absolutamente todo lo que ha dicho, lo cual no le hace demasiada gracia. Pero por otro lado mantiene ocupada a su mente, en busca de una buena respuesta que darle a todo eso que ella apoya. En realidad le encanta la situación. Le encanta que lo hagan sentir de esa forma, por mucho que no lo demuestre.
- Entonces soy alguien diferente a los demás. Según tú. Pero sigo sin ver cual es la diferencia. No soy el único capaz de sorprender a las personas. De hecho incluso la personas más previsible podría llegar a sorprender a la persona más observadora y atenta. Esa persona también puede marcar la diferencia tanto como yo. No me vale. Sigo siendo alguien normal y corriente. Menos previsible pero normal al fin y al cabo.

Sigue la línea de su mirada hacia la calle, por donde no paran de pasar personas constantemente. Ahora escucha su segunda respuesta. Y para eso también tiene una contestación.
- ¿A caso no crees saber qué vestiré yo la próxima vez que nos veamos? Yo creo que está bastante claro, teniendo en cuenta lo que llevo en estos momentos
-Se revuelve el pelo, desordenándolo un poco más de lo que ya está.

Eso sí, con lo segundo acaba de pillarle. De todos modos se toma su tiempo para intentar buscar aunque sea un mínimo fallo a su teoría. Nada, no encuentra nada que responderle en eso. Deja escapar un suave suspiro.
- Vale, en eso tengo que darte la razón -Y de pronto se le enciende la bombilla- ¿Pero no seguimos todos a caso algún estilo, alguna persona o algún tipo de cosa? Yo también lo hago, seguro que tú también lo haces. Sigo siendo una persona que no destaca sobre los demás.

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La francesa se humedeció los labios, sintiendo como cada vez la situación implicaba una gota más de diversión a su tarde.
- Oh, no, cuando una persona previsible sorprende a quien la observa hay dos opciones posibles: que en realidad no sea tan previsisble como hace creer que es, o que haya tenido un momento de lucidez por si misma y luego vuelva a recaer en la monotonía habitual- no es triste, aunque haya quién lo considere, sino real. ¿Qué sería si no el mundo? Sería incluso aburrido, y por encima de todo, estaría desequilibrado. Demasiadas personas tendrían la capacidad de desatacar, o de triumfar, esto nos convertiría en una sociedad lineal y por lo tanto nos derrumbaríamos los unos a los otros. Nadie podría liderar puesto a que el líder no sabría como actuar para complacer a la mayoría ya que no existiría una mayoría, si no individuos- Sí, ¿Pero podría haber sabido qué vestirías sin conocerte? No. En cambio sé que la mayoría de chicas que entrarán en esas tiendas de allí, saldrán prácticamente iguales, es más, probablemente dos de ellas habrán comprado algo igual sin saberlo y lo llevarán del mismo modo pensando que innovan- ni había desprecio ni había tristeza en sus palabras, ni en su tonalidad, solo reflejaba hechos, hechos que a ella no le eran demasiado importantes- Seguramente alguien estará vistiendo como yo en estos momentos, y alguien vestirá como tu, también, pero no hay punto de comparación con el número de personas que lo harán. La minoría destaca por originalidad- hasta que se convierte en icono para la mayoría, y es un círculo vicioso, puesto a que hay otra minoría que de nuevo destaca cambiando las balanzas. La sociedad es eso, una serpiente que se muerde la cola.

- Claro, pero eso no te salva de destacar- replicó riendo entre dientes. El chico parecía reacio a reconocerlo- Es fácil desde mi punto de vista: es casi imposible innovar, más que nada porque todo está inventado, pero es posible ir como uno quiere. Eso no implica no copiar, pero sí implica personalizar

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Su explicación es larga y algo difícil de seguir, aunque Devynne la entiende a la perfección. No se le escapa detalle. Las palabras de ella se mezclan con la suyas propias, haciéndole un cacao mental de los buenos. Esta chica es capaz de colapsar su mente si lo desea, está más que comprobado. Cierra los ojos, intentando poner en ese margen de tiempo todas sus ideas en orden. No quiere empezar a hablar por hablar y en realidad no decir absolutamente nada con sentido. Eso no es hablar, es hacer el tonto.

- Bien, tengo que reconocer que esta vez sí me has pillado, muy a mi pesar. Pero también te digo que sigo sin parecerme una persona peculiar. Si realmente lo fuese todo el mundo se me echaría encima por la calle o algo parecido. No destaco, la gente no se para a mirarme cuando voy por la calle. No me piden autógrafos ni nada por el estilo. Soy una persona normal y corriente -Es muy cabezón y no hay forma de hacerlo cambiar de opinión, está más que comprobada la cosa- Porque, dejando todo lo general a un lado, es posible que tú me veas con los ojos que no deberían de mirarme. Es posible que solo tú opines así. ¿No te habías parado a pensar eso?

Abre por fin los ojos para mirar a la chica, a la espera de su respuesta a todo eso. Está interesado sobre lo que ella va a replicar después de la vuelta que le ha dado a todo lo que ella ha dicho.

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La muchacha se volvió a echar hacia atrás, apoyándose en el respaldo de su silla y cruzando las piernas, posando las manos sobre sus rodillas y entrelazando los dedos.
Se negaba, totalmente, a aceptar sus peculiaridades, que... extraño y a la vez que dulce.
- Destacar no implica eso, es más, dependiendo de quién lo vea puede ser bueno o malo. Es solo... ser diferente al resto- la francesa se encogió de hombros

Abigail río, su risa sonaba cantarina y durante los breves instantes que duró, sus facciones se endulzaron y su cara pareció casi infantil. Pero no duró demasiado, aunque la sonrisa seguía allí, en las comisuras de sus labios, la expresión juvenil se había esfumado
- Hombre, eres normal y corriente, obvio: eres un ser humano con dos piernas, dos brazos, dos ojos, una boca, una nariz...- ensanchó su gesto- Totalmente normal

Asintió, sí lo había pensado, pero igualmente para ella seguía siendo peculiar, lo que implicaba que si no destacaba, destacaría.

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Diferente al resto... es lo que se repite en la cabeza una y otra vez, sin descanso. ¿Entonces se supone que él es diferente? Ya sea para bien o para mal, claro. Es algo que ella insiste mucho en hacerle creer, si lo dice será por algo, ¿no? Al final acaba por asentir con la cabeza, dándole la razón. Su cabezonería no llega tan lejos.
- Está bien. Ahora hablemos un poco de ti, ¿te hace? No me gusta ser el centro de atención. Es horrible. Y más cuando se cuestiona mi normalidad -Aunque no sonría ni utilice un tono de voz cómico es una broma. No está molesto- ¿Tú eres normal? ¿O te consideras igual que el resto de las personas? -Se reserva su opinión para más tarde. Primero quiere escuchar la respuesta que le da.

- Sí, en apariencia por lo general somos todos normales, todos tenemos lo mismo. Por lo general, claro -Se reserva lo que iba a decir al respecto, dejando lo dicho en el aire. Tampoco es que sea nada sumamente interesante ni nada de eso.

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La muchacha hizo una mueca cuando Devynne se apartó del tema de conversación para centrarlo en ella misma. Pero debía de ser justa, ¿o no?
Se mordió el labio inferior, ladeando la cabeza con una sonrisa asomando en su rostro
- Francamente horrible- coincidió divertida- Horroricémonos un poco más, ¿qué quieres que diga de mí?

Asintió al escucharle. Una pregunta curiosa. Bueno, no tanto habiendo estado cuestionando su normalidad durante casi toda la conversación. Aún así, Abigail sonrió.
- Soy extravagante, extraña, incluso a veces contradictoria- dijo lentamente, casi masticando cada palabra, arrastrando sus conclusiones sin desviar su mirada de la del moreno- Considerando como normal lo mayoritario, no, no me consdiero normal- concluyó humedeciéndose los labios- Y no me molesta no ser normal- "casi me gusta", se vio tentada a añadir, pero finalmente se limitó a morderse el labio y enarcar una ceja, esperando la respuesta del chico

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A llea le gusta tanto hablar de sí misma como a Devynne. Pero le toca a ella, pues él no ha estado filosofando con ella para no obtener ahora una buena respuesta a todas sus preguntas. Porque sí, le interesa bastante la chica. Su forma de pensar, de darse a entender. Como se mueve, lo que hace... todo es interesante y curioso en ella.
- Bueno, puestos a horrorizarnos... quiero saber de donde eres, por ejemplo -Sí, se está centrando en la vida personal de la chica, algo que en un principio no debería de irle ni de venirle al muchacho.

Es curiosa la descripición que da de sí misma. Él no es capaz de describirse así mismo ni de casualidad. Cree que la palabra que lo define a la perfección aún no se ha inventado. Su explicación va junto con una opinión. Mejor, más juego le da a él a la hora de hablar.
- Entonces ninguno de los dos es normal. ¿Casualidad que nos hayamos encontrado tú y yo precisamente? -Deja caer, como quien no quiere la cosa. En realidad él no cree en las casualidades. Nunca ha existido- No ser normal a menudo supone estar solo y ser despreciado. ¿Eso tampoco te molesta?

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La chica río por lo bajo, ¿tan obvio se hacía que no era de la zona?
Asintió, tomando aire, y se miró fijamente las manos, moviendo los dedos como quien toca el piano con sauvidad
- Soy francesa- reconoció finalmente, pero no dijo nada más. Era suficiente, por ahora- Tu tampoco eres de aquí, ¿verdad? Si no no preguntarías eso

Bonita conclusión. Ninguno de los dos eran normales. Eso ella lo había visto venir desde un principio, y por ello mismo había fijado especialmente en él su atención.
- No creo en eso- reconoció encogiéndose de hombros- Lo más seguro es que nos encontráramos un día u otro, cuando alguien me llama la atención no suelo girar la cara y seguir caminando- esa había sido quizás demasiada revelación, pero sin saber por qué, no le importó decirlo. De hecho, de no haberlo querido decir se lo hubiese callado, no era persona de achantarse una vez los hechos estaban sobre la mesa.

Sacudió la cabeza ante su pregunta
- De la soledad yo misma soy muchas veces la causante- lo había sido siempre, viajando en tren de un lado a otro, incluso estando con cada una de sus medias familias, ella había seguido aislándose, creando un pequeño mundo en una burbuja a su alrededor, un mundo lleno de imaginación que ella prefería- Uno es despreciado cuando se deja despreciar. No considero una opinión válida una opinión no argumentada, y menos una opinión subjetiva o copiada. Por lo tanto, no suelen importarme los desprecios. ¿Acaso a ti te importan?- no, ahora no le importaban los desprecios, había sido buena pregunta...pero la pregunta mejor hubiese sido ¿te han molestado alguna vez?

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Se esperaba recibir más información por su parte, y no tenerla le inquieta un poco. Y ahora además le devuelve la pregunta. Tiene mucho que decir de esas ciudad de la que viene, pero, al igual que ella, se va a limitar a decir lo mínimo posible.
- Canadiense -Una sola palabra basta para entenderse. Ella no ha aportado más información, él tampoco está dispuesto a hacerlo. El intercambio de palabras continúa, aunque casi empieza a parecerle aburrido. Hasta que ella consigue llamar su atención una vez más. Entorna ligeramente los ojos, mirándola fijamente- Entonces... te llamo la atención -No es una pregunta, directamente una afirmación- Tú también llamas mi atención en ocasiones -De no ser por ello no se hubiese sentado en la silla en la que está, obviamente.

Mientras ella se dedica a hablar saca un cigarro de uno de los bolsillos de la sudadera, colocándoselo entre sus gruesos labios para sostenerlo mientras lo enciende con el mechero sacado del bolsillo contrario. Aspira el humo mientras lo enciende, guardando después el encendedor en su sitio correspondiente.
- Espero que no te importe -Ya lo ha hecho, es tarde para preguntar. Con el dedo índice se acerca el cenicero que se encuentra en el centro de la mesa, depositando ahí los primeros y escasos restos de ceniza- Supongo que sí que me importa. No son buenos, ¿no? Si no lo son no deberían de darme igual. Aunque, he de reconocer que eso también depende de quien venga ese desprecio.

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La muchacha asintió de nuevo, justicia. No podía pretender dar menos información que la que pedía, aún así le gustaría poder reclamarla, saber más del chico. Ya lo sabría, tenía el presentimiento de que esta no sería la última charla que mantendría. Y no solo el presentimiento, ella ya procuraría que así fuese.
- Supongo que debo alegrarme- respondió asomando media sonrisa en la comisura de sus labios.

Abbie hizo el ademán de sacudir la cabeza, pero entonces se quedó quieta, divertida, descruzando las piernas para volverlas a cruzar del lado contrario
- ¿Cambiará mucho lo que diga?- conocía la respuesta, por lo que no esperó que el muchacho se la diese e hizo un gesto de que daba lo mismo, que fumase tranquilo.

Soltó el aire que tenía en sus pulmones, pensativa. Aún así no dejaba de ver que los desprecios no tenían porqué afectarle, no del modo que habían hecho
- No tengo como lazos próximos personas que podrían despreciarme- musitó reflexiva- Aunque entiendo lo que dices- ahí lo dejó, como siempre, dando una parte de la información, que aparentemente era completa, pero guardándose la parte punzante, dolorosa o demasiado personal para ella.

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Sí, es posible, aunque él de encontrarse en su situación hubiese pasado bastante del tema. Ya vendrá lo que tiene que venir, no hace falta alterar nada pues sus caminos están escritos. Las cosas no ocurren por casualidad. A modo de respuesta a esa preguntá retórica él deja escapar muy lentamente el humo por la nariz, mirándola fijamente. Es un no bastante claro. Él en ocasiones tiene que adaptarse a las personas, no está mal que de vez en cuando sean las personas las que se adapten a él.
- Me entiendes, pero yo no te entiendo a ti -Replica mientras se dedica a quitar la ceniza del cigaro con los bordes del cenicero, con la mirada perdida- Dime una cosa: ¿Qué escondes? -Está claro que se ha guardado algo más, y no espera que ella se lo vaya a contar. Le basta con que ella sepa que se ha percatado de que ahí falta algo de información que le interesa saber. No la conoce, por algo se empieza, ¿no?

Espera en completo silencio la respuesta de la morena, una vez más centrando su atención en ella para poder sacar información de cada uno de sus gestos mientras se dedica a consumir el cigarro que sujeta entre sus labios.

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- Cuando las personas que te importan pueden contarse con los dedos de las manos y sobran dedos, una procura que estas personas no hagan desprecios... quién los hace, no merece la pena, desde mi punto de vista, estar junto a mí

La muchacha sonrió misteriosamente, ladeando la cabeza. Así que el chico lo notaba, sabía que eso no era todo, que era solo la parte flotante del iceberg, que el gran problema se hallaba submergido, se encontraba bajo el agua la parte jugosa del pastel.
Tardó unos segundos en romper el silencio, los segundos que utilizó en clavar su mirada en la del chico, despegando sus labios y cogiendo aire.
- Escondo muchas cosas, es posible que la gran mayoría de las respuestas que querrías no las puedas tener- se humedeció los labios- Y tengo seguro que en el fondo no quieres saberlas aunque ahora creas que sí

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En eso está totalmente de acuerdo con ella. Alguien a quien se supone que quieres no se le puede despreciar, haya hecho lo que haya hecho. O dicho. Si la situación se da es que esa persona no merece la pena y punto, y en esos casos es muy fácil deshacerse de la gente. Pero él no se refería precisamente a las personas queridas. De todos modos no se encuentra con ganas de ir por ese camino, por lo tanto da por zanjado el tema de los desprecios y demás historias.

Sigue entretenido con su cigarro, dándole largas caladas y dejando escapar siempre el humo por la nariz. Hasta que este ya está casi consumido. Apura una última calada antes de apagarlo contra el cenicero, volviendo a situarlo en el centro de la mesa. Ahora cambian de tema. ¿Qué esconde la chica y qué no?
- ¿Y por qué no iba a poder tenerlas? ¿Por qué estás tan segura de ello? Es posible que de con la manera de conseguirlas todas. Y si me lo propongo estoy seguro de que lo conseguiré -Es muy cabezón, y cuando algo se le mete en la cabeza no hay manera de hacerle parar hasta que lo consigue- Bueno, yo sé qué quiero y qué no. Y te digo que me interesa saberlo. Eso puedes tenerlo bastante claro.

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La francesa enarcó una ceja, con una sonrisa curvando sus comisuras, formándose por primera vez en la conversación dos hoyuelos en ambas mejillas, que proyectando sus sombras daban de nuevo esa impresión juvenil a su rostro, un niña con ojos de mujer.
- Mucha gente cercana no las conoce, ¿qué te impulsa a pensar que tu las conseguirás?- la muchacha miró fijamente a los ojos de él, con cierto brillo de curiosidad en su mirada. Sí, el chico había dicho que quería conocerlas y había ido más lejos, que las conocería. ¿Intentaba retarla? ¿O simplemente se ponía el reto a si mismo?
- No querrías saberlas, no son ni detalles mórbidos ni jugosos, ni secretos terroríficos ni vergonzosos, ni siquiera son recuerdos morbosos que pudiesen resultar curiosos- la chica tenía el presentimiento que eso tampoco echaría para atrás al muchacho, al igual que ella no desistiría en su recién adquirido empeño de verle actuar; pero no por ello se echó hacia atrás, no, ella quería saber sus reacciones.

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Una buena pregunta... Nada, es algo a lo que él no puede responder pues ni él mismo conoce la respuesta. Pese a ello no quiere reconocer que se ha quedado en blanco y busca rápidamente una buena respuesta que darle. Que sea coherente y que más o menos se acerque a lo que el cree.
- Pues que por lo general consigo lo que me propongo. Y bueno, más cosas que por el momento no considero necesario ni conveniente comentarte. Ya lo sabrás -Se encoge de hombros, con la esperanza de que ella no siga con el mismo tema.

Y vuelve al tema de que no querría saberlas. Escucha todo lo que dice, mirándola fijamente, casi sin parpadear. Vale. Estupendo. Total, le va a hacer el mismo caso a todo lo que diga. Vuelve a negar con la cabeza, emperrado en lo que quiere.
- Lo siento por ti, pero verás... no voy a cambiar de opinión. No por el momento -Ahora, como si nada, le dedica una media sonrisa la mar de inocente, cosa que en pocas ocasiones va con él. Todo un record, ha sonreído ya dos veces.

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La muchacha sonrío divertida, acercando con el dedo el posavasos del muchacho.
Su lápiz dio un par de vueltas en sus dedos mientras seguía con la mirada fija en el chico, y finalmente se deslizó casi con elegancia por el papel, produciendo un sonido casi silbante que destacó incluso en con el nivel de ruido del lugar (al menos para el oído de Abigail)
-Por eso eres interesante- canturreó - Si no, sería muy aburrido- añadió con una sonrisa misteriosa, poniéndose en pie.

Cogió la gabardina y se la puso con cierta parsimonia, deshaciéndose la coleta mal hecha y desparramándose sus cabellos por sobre sus hombros
- Hasta pronto- se despidió, y entonces se quedó un momento quieta, girándose, con las comisuras de sus labios amenazando con curvarse- Y, ahora sí, encantada- dicho eso desapareció, acompañada solo por la campanilla de la puerta, fundiéndose entre una multitud creciente de personas, con sus tacones resonando en el pavimento y viéndose como una gota roja en un mar gris, como un punto de color en ese océano en blanco y negro, como una pintura de acuarela sobre una fotografía antigua, dejando solo atrás un número escrito en un posavasos.

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Apenas le da tiempo a terminar de hablar, pues, para cuando ha pensado una buena respuesta de las suyas, ella ya ha salido por la puerta. Se queda ahí sentado, sin querer moverse por el momento. Mientras espera a que las ganas de hacer algo le lleguen, se saca otro cigarro más y lo enciende, fumándose ya el segundo del día. Se dedica a fumar durante un largo rato hasta que cansado y con el cigarro medio acabado, lo apaga contra el cenicero y se pone de pie. Antes de hacer nada se vuelve a poner los cascos, cogiendo su iPod y encendiéndolo, para sumergirse en esa música en la que la guitarra eléctrica es la protagonista. Va a salir de allí, pero antes recuerda que ella ha hecho algo más sobre el último reposabrazos. Lo coge sin mirar ni que ha puesto y sale de allí.

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