Momentos compartidos. (Jacqueline)

Los primeros rayos de sol se colaron por las rendijas no muy bien cerradas de la persiana y fueron a parar directamente a mi rostro. Me moví aun en sueños al sentir el repentino haz de luz sobre mi. ¿Por qué me despertaba? Yo no quería abrir los ojos aun, pero lo hice. Parpadeé varias veces para adaptarme a la luz del cuarto y suspiré mirando el techo. No podía quejarme, había dormido bastante bien...

Sentí un movimiento a mi lado y giré el rostro... Jacqueline. Como no. Su cabellera pelirroja quedaba perfectamente desparramada por la almohada y su rostro angelical tenía dibujada una bonita sonrisa. Era perfecta, una verdadera diosa acostada y durmiendo tranquilamente a mi lado. El perfecto ángel esculpido en carne y hueso. Estiré un poco la mano para acariciar aquel rostro angelical que ansiaba besar, pero que no hacía por que no quería despertarla.


Cada vez que le veia dormida aquella canción se me venía a la cabeza. Sin duda alguna era verdad, ella era hermosa, muy hermosa. Aparté los juguetones mechones de pelo de su rostro y la observé dormir en silencio. Podía pasarme horas así, incluso ya había llegado a pasar noches enteras observando como Jacqueline dormía, así que un rato no me importaba. Miré bajo las sabanas y pude ver su redondeado vientre, ya eran cinco meses y medio de embarazo y a decir verdad le sentaban bastante bien, de eso no había duda. Apoyé despacio una mano en el vientre sintiendo como las criaturas que en el interior habian se movian levemente.

Aparté la mano despacio no queriendo despertarla y volví a mirar su rostro. Buscaba aquello en ella que me gustara más que nada, pero no lo había, cuando encontraba algún rasgo aparecía otro que me gustaba tanto como el anterior y así con todo en ella. Absolutamente todo en ella me gustaba.

El susurro de su voz consiguió sacarme por completo de mis ensoñaciones. Ahora aquellos preciosos ojos me miraban aun entrecerrados por el sueño y la molestia de la luz del día. Me acerqué un poco más a aquel rostro angelical y besé levemente sus labios de seda. No podía comparar el sabor de aquellos labios con nada, no podía y no quería por que su sabor era insuperable.

- Buenos dias. - Dije levantando la mano y acariciando su mejilla despacio sin separarme demasiado, rozando su nariz con la mia. Aquellos orbes me observaban detenidamente y yo no podía desviar la mirada, hubiera sido cruel perderme el minimo parpadeo de aquellos ojos- ¿Has dormido bien? -Murmuré sin querer alzar demasiado la voz.

Mi mano se detuvo en su calida mejilla mientras mis labios volvian a besar los suyos despacio y con cariño. Algo había soñado de lo que no me acordaba y eso había provocado que estuviera así, o podía ser que me había dado cuenta de que Jacqueline era un motivo que admirar cada mañana. Estabacompletamente ido en mi mundo de fantasía. Pero bueno, estaba bien por que lo compartía con ella.

Me quede quieto, apartando mis labios despacio y sonriendole, quería ver que hacía, que me pedía que hiciera... Seguramente tenía hambre, así que no tardaría en ir a hacer el desayuno.

Asintio con la cabeza a mis preguntas, besó el dorso de mi mano y la bajo lentamente hacia su vientre. Al notar su piel bajo mis dedos sentí un movimiento, una patada. Sonreí ante aquel movimiento. Al parecer los pequeños ya se movian más a menudo. Miré a Jacque un segundo y luego deslicé mi mano por su vientre, cada día estaba más redondeado y se notaba mucho por el simple hecho de que había dos cachorros ahi dentro. Dos cachorros que en unos meses nacerian y traerian más felicidad.

Aparté la mano despacio del vientre y con ella acaricié el pelo de Jacqueline, peinando los mechones juguetones que caian por su rostro. Besé su frente y me incorporé despacio, estirandome, sentía el cuerpo bastante bien, descansado y con animos para todo. -¿Quieres desayunar ya o esperaras un poco? - Pregunté volviendo a mirarla y a sonreirle. Era como cada mañana, ella y su sola presencia hacian que yo sonriera sin motivo alguno.

Ya hacia bastante tiempo que Jacqueline y yo estabamos juntos y la verdad es que el tiempo pasaba rápido. Alguna que otra vez habiamos tenido pequeñas discusiones, pero ya eramos demasiado adultos como para andarnos con esas tonterias y hacía bastante tiempo que no teníamos ninguna pequeña discusión, agradecía eso, por el simple hecho de que prefería estar bien con ella.

La contestación de aquella pregunta no dependía de mi, sino de ella. Por que yo preparaba para desayunar lo que a Jacqueline le apeteciera desde que había empezado con los antojos. Por suerte me había encargado de memorizarme sus caprichos cada vez que los repetía y la casa estaba repleta de cosas que a ella le gustaban y que solía mezclar, pero que se las comia sin pensarselo.

- Eso depende de ti cariño... -Dije sonriendole. Volví a acostarme a su lado y me pegué a ella por completo sonriendo de forma divertida- Me parece que alguien esta remolona hoy, ¿eh? ¿No tienes ganas de levantarte aun? - Besé su mejilla varias veces como si de un crio fuera, me gustaba jugar con ella, pasar momentos haciendo tonterias entre nosotros o riendonos sin más por alguna cosa.

Habiamos tenido pelea de nata con fresas... Y de todo un poco. cuando se trataba de comida y sobretodo postres, acababamos poniendolo todo perdido con nuestras tonterias. Lo bueno era que nos reiamos bastante con aquellas pequeñas cosas que eran más propias de niños, pero no importaba. Nos gustaba.

Aquellos dulces besos proporcionados por ella en mi cuello me hicieron suspirar. Ahora ya no tenía tantas ganas de desayunar y a decir verdad, no me importaba quedarme un rato más en la cama con ella. Quería que aquel día fuera exclusivamente para nosotros, no para nadie más, unicamente para nosotros y punto. Me pegué un poco más a ella dejando que me golpeara con sus besos.

- La verdad es que... Aun podemos quedarnos un poco más aqui si quieres. Además, cierta dama de cabello rojo parece estar convenciendome para que no me mueva de la cama y estoy encantado de ello. - Dije sonriendole de forma encantandora, tanto como podía. Me separé un poco para poder besar sus labios, dando cortos besos en estos repetidas veces sin cansarme de su sabor.

Apostaba a que Jacqueline seguramente me pedía algo de lo más extraño para desayunar. Helado, algo dulce... Podía ocurrirsele cualquier cosa y en caso de que fuera así yo lo prepararía encantado. Ahora acostumbraba a llevarle el desayuno a la cama por que la verdad no quería que hiciera ningun esfuerzo innecesario por levantarse.

Allí estaba de nuevo aquel brillo en los ojos de Jacque, aquella encantadora mirada que conseguía que mi mundo cambiara por completo en menos de un segundo. Con aquella mirada era con la que yo me enamoraba cada día más de Jacqueline. Todo había cambiado mucho, ella ya no tenía tantas preocupaciones y hacía tiempo que había notado que era más feliz que nunca, todo lo disfrutaba al máximo y eso conseguía ponerme de buen humor.

Apaetecible... Apetecible eran sus labios que en aquel momentos se cernieron sobre los mios dejandome sin posibilidad de reprocharle nada. Ya se conocía todos mis puntos debiles y sabía perfectamente que cuando me besaba yo me quedaba completamente a su merced por que realmente no podía negarle nada, ni siquiera una palabra o una mirada de cariño. Si es que nuestras discusiones no duraban ni quince minutos... Y cuando lo hacian pasabamos horas disculpandonos.


Cedía al beso, cerrando los ojos y dejandome llevar por aquella dulzura que transmitian sus labios. ¿Para qué levantarme de la cama? Podía vivir tranquilamente a base de aquellos etupendos besos que tan loco me volvian. eguí el beso durante un buen rato y cuando por fin logramos separarnos, pasé lentamente la lengua por sus labios.

- Hoy podriamos salir un rato y vamos comprando cosas. - Comenté en un susurro sin dejar de mirarla.

Aceptó de buena gana la idea de salir. Teniamos que darnos prisa en
tenerlo todo por que dejandonos ir los meses se habian pasado
rápidamente y pronto los cachorrillos estarian entre nosotros. Pronto
la casa se convertiría en un lugar animado y lleno de llantos de dos
pequeños que tenian hambre. Sin darme cuenta me había quedado sonriendo
como un tonto... Volví a la realidad cuando Jacqueline me dijo que
tocaba helado.Bueno, ya no era extraño que Jacquelineme pidiera helado para desayunar o bombones, fresas con nata... Todo dependía de sus antojos. Besé su labios y me pusé en pie.

- Entonces dame un minuto... - Le guiñé un ojo y salí del cuarto hacía la cocina. No tardé demasiado en volver con una tarrina de helado para ella. Volví a acostarme a su lado ofreciendole la enorme tarrina y la cuchara - Me alegra ver que no has perdido el apetito.

Si lo perdía ya supondría que era un problema. Jacqueline comía bastante desde que había empezado a notar el embarazo en su vientre. Volví a acercarme a ella y acaricié su vientre por debajo de las sabanas.

Comí del helado cuando Jacqueline me lo ofreció. Sentí como las criaturas de su interior se movian y sonreí sin poder evitarlo. Me gustaba sentir como se movian dentro del vientre de Jacque. ¿Qué podiamos comprar? La pregunta me dejó un tanto descolocado por que ya lo tenía pensado, pero en ese momento no me acordaba del todo. Ese día había planeado comprar varias cosas y ponerme un rato más con la habitación que Jacqueline y yo estabamos diseñando para nuestros hijos. Yo trabajaba y ella me aconsejaba u opinaba sobre donde podía ir cada cosa, el color, etc... Deslicé otra vez mi mano por su vientre y le robé un beso mientras recordaba lo que ibamos a comprar.

- Podemos comprar la cuna, el parque y el carro para que luego no tengamos que comprarlo todo de golpe. Además, creo que va siendo hora de buscar ropa para ellos. Hace unos meses quizás me hubiera apresurado demasiado al decir esto, pero ya estan al llegar y ultimamente el tiempo pasa muy rápido. - Murmuré pegado a ella, observando como se llevaba una nueva cucharada de helado a los labios.

Desde hacía dos meses el tiempo ya se pasaba volando y apenas habiamos acabado con las cosas que teniamos planeadas hacer. Pero bueno, aun quedaban varios meses por delante y teniamos tiempo de sobra. Acaricié distraidamente el pelo de Jacqueline acpetando una nueva cucharada de helado. No era propenso a desayunar helado, normalmente yo comía algo normal cuando ella desayunaba sus caprichos, pero un dulce nunca amarga a nadie y menos si te lo ofrece aquella persona a la que quieres.

Empezaba a darme cuenta de que esa mañana me había levantando muy cariñoso. Alomejor era que pronto iba a ser padre, o que tenía ganas de dedicar un día exclusivo para Jacqueline y para mi.

- Vale, nada de cargar demasiado peso. Aunque será mejor ir en coche, así podemos asegurarnos de comprarlo todo. -Sonreí al ver como Jacqueline dejaba la tarrina de helado casi vacia. Cada día me impresionaba más, aquel tipo de tarrina no era capaz de comermelo yo solo en un rato y en cambio ella si. Esos dos cachorros de su vientre tenian que tener bastante ahmbre para comer así. Sorprendido por el repentino beso correspondí cerrando los ojos. Ya conocia eso, Jacqueline no quería levantarse de la cama, estaba encantada con tenerme allí ¿y qué decir? Yo también tenía ganas de quedarme todo el día metido en la cama con ella, pero había que salir a comprar las cosas.

''Te quiero''

Aquellas palabras entraron a mis oidos como música y se quedaron guardas en aquel pequeño almacén llamado corazón donde residía todo el cariño que Jacqueline me daba. No me dio tiempo a contestar pues cuando iba a hacerlo sus labios atraparon los mios en uno de aquellos besos largos y placenteros que me hacian perder por completo la noción del tiempo llevandome a una realidad alterna, donde el sabor de sus labios era la comida de cada día y el perfume de su pelo el oxigeno.

- Yo también te quiero... -Logré decir cuando nos separamos tras aquel largo beso cuya duración fue indefinida por que no me había dado cuenta de cuanto rato nos estuvimos besando- Mejor vamos ya, por que conozco tus ratitos y alfinal se nos pasan las horas. - Le saqué la lengua de forma divertida.