Reflejos en el agua... (Evan)

El grupo de caza se había separado. Llevábamos toda la noche siguiendo a un grupo de licántropos que habían causado bastantes bajas en nuestras filas, pero tras una persecución sin descanso los había perdido de vista a ellos y a mis compañeros.
Uno de los lobos había caído...aún tenía las salpicaduras de su sangre en mí, pero también uno de los nustros había quedado en el camino.

Miré a mi alrededor escuchando el sonido del agua y bajé por un terraplén con mucho cuidado para no resbalar. Quería llegar al agua del río y lavarme las manos y la cara. No me gustaba ir manchada de sangre. Tenía algunos arañazos por los brazos y las piernas de ataques directos o simples caídas. Estaba cansada y mis músculos pedían un descanso, así que en la orilla del río encontraría un buen oasis de tranquilidad al menos por cinco minutos.

Llegué a la orilla derrapando al final del terraplén y me incliné con cierto malestar para tocar el agua. Tenía una fuerte contusión en el costado izquierdo, pero nada que no pudiera aguantar.
Hundí mis manos juntas en el agua sacándolas y mojándome el rostro, notando el agua caer por mi cuello y mojar un poco la camiseta azul oscura que llevaba. El resto del look de guerra lo remataba unos pantalones negros ajustados, unas botas de aspecto militar y un chaleco sin mangas negro también con varias municiones, una linterna y alguna cosa más. Había que ir preparada.

Dejé las dos pistolas que me acompañaban aquella noche a mi lado en la orilla y mojé mis brazos dejando que la sangre y suciedad se diluyera, que mis heridas se limpiaran al manos por el momento.
Asomada podía ver mi reflejo en las aguas. Tenía un pequeño corte en el labio y marcas de tierra en el pómulo derecho. Me limpié bien de nuevo y suspiré agotada por la jornada que solo había empezado.

Los alrededores estaban en calma...demasiada calma.

Al contacto con el agua la sangre se marchó. Dolían un poco, sobretodo las recientes, las marcas de anteriores peleas ya se iban ifuminando en mi pálida piel.
Me incliné un poco más pudiendo llenar entre mis manos agua y beber, estaba algo deshidratada de tanto correr persiguiendo a aquellos lobos.
No los perseguía por diversión... no era de esas. Simplemente seguíamos a un grupo que, según habían informado, había sido muy mortífero para nuestras filas y algunos humanos más. Simplemente me ceñía al plan de los superiores de la zona.

Alcé la camista viendo que en el costado dolorido tenía la zona amoratada y con un corte superficial. Mojé mi piel llevándome la sangre con ella y volví a subrir con la camiseta mi cintura.

Alcé la mirada al cielo contemplando la luna llena que se cernía sobre el lugar iluminándolo todo con aquella mortecina blancura. Ídolo de los lobos la luna siempre me había gustado. Podría quedarme horas y horas alli sentada a las orillas del río contemplando tranquilamente el astro nocturno.
Así lo hice, me senté un poco relajando cada músculo de mi cuerpo y al bajar la vista al agua de nuevo vi un reflejo blanco tras de mí. Cogí el arma que tenía más cerca, una de las semi-automáticas, y me levanté tan ágil como pude a pesar del dolor general.
-Alto!

No, no disparé al ver al lobo saliendo de la espesura del bosque colindante. Estaba cerca, no hubiera fallado... pero si él hubiera querido matarme hubiera saltado sobre mí mucho antes ya. No...esperaría.
El cañón de mi arma apuntaba hacia él, más no me sonaba que fuera uno de los que había perseguido aquella noche, tenía un pelaje blanca, brillante y de aspecto sedoso. Sus ojos me dejaban ver su mitad humana, expresivos y expectantes.

Tragué saliva y sin moverme de mi posición moví levemente el arma.
-No te acerques o disparo chucho...-mascullé algo tensa.

No iba a darle la espalda y huir, no era propio de mí y era un error darle la espalda a una criatura tan veloz y letal.
A través de la mirilla de la pistola tenía fijados sus ojos claros y brillantes. Hubiera sido fácil disparar y decir adiós a aquello, mas... ¿Cómo disparar si el mismo lobo abachaba la cabeza y sin atisbo de rabia o agresividad se acercaba lentamente a la orilla?
Lo observé apuntándole con el arma aún. Olisqueó la superficie del agua y a continuación simplemente hundió un poco el hocico bebiendo, como yo segundos antes.

No podía negar la belleza y magestuosidad de aquellos seres. Su pelaje blanco como la nieve resaltaba con la luna sobre nosotros.
Solo se escuchaba el murmullo del agua del río, a él sorbiendo algo de agua y quizás los latidos de mi corazón acelerados.

Era normal reaccionar así si al darte la vuelta te encntrabas con jsuto lo que estabas persiguiendo antes de perderlos de vista, pero no, él no era uno de esos peligrosos especímenes de antes, sino estaría ya muerta.

Bajé un poco el arma viendo que las heridas del brazo sangraban aún un poco. Me agaché con cuidado retrocediendo unos pasos de él y volví a retirar la sangre con el agua del lugar.
-No intentes nada o acabarás con un balazo entre ojo y ojo-fui directa y tajante, no quería que intentara nada.
Con aquel respetuo mútuo nadie saldría herido, pero si lo veía atacando a alguien acabaría con él sin importarme nada más que el malgasto de las caras balas de plata.

Esta vez no iba a dejar la pistola a mi lado, la otra si estaba por ahi tirada, pero si el lobo hacia algo solo necesitaria una pistola y una bala para deterlo.

Bajé mi mirada celeste viendo como el agua de nuevo se teñía de rojo arrastrando el escozor de las heridas, arañazos y quemaduras básicamente. No me importaba tener marcada mi piel... cada cicatriz que permanecia eterna en mi cuerpo me recordaba donde la obtuve, el porque y mi futuro... quizás otra persona hubier pasado del asunto y se hubiera olvidado, pero no... yo no iba a olvidar a quienes me arrebataron a mis padres.
Vale, sé que había algunos lobos más pacíficos que otros... yo no cazaba asi porque si, ya tendria que haberlos visto cazando o que me dijeran sus antecedentes para darles caza letalmente, así de buenas a primeras simplemente los observaba, como a aquel ejemplar blanco.

Respiré hondo relajando mi pecho y entonces noté algo cerca rozándome. Me giré apreciando que era el lobo, se había acercado con ese sigilo que los caracteriza, se las había apañado para que no me diera cuenta y...
No me había atacado. Todo lo contrario, simplemente dejó que su aspera lengua del tacto similar a la lija limpiara las heridas de mi brazol¡. Simplemente eso.

Como en un trance pasajero lo miré a los ojos. Grises, brillantes, vivos. Alcé la mano libre y acaricié el pelaje de su cabeza, era tan suave como pensaba, cálido y...
-¿Pero qué coñ...? ¡He dicho que atrás!
Salí de golpe del ensueño y me arrastré hacia atrás recuperando el arma en lo alto. No me iba a fiar de un lobo, quizás empezara asi lamiendo mis heridas pero en cuanto me descuidara podría arrancarme el brazo de un mordisco.
-Tus compañeros deben estar cerca, vete con ellos si no quieres morir...-sentencie sabiendo que podría haber má cazadores cerca, y ellos no vacilarían en atacarle antes de preguntar como yo.

Volví a perderme en aquella mirada tan penetrante y sincera... pero lobuna...
No quería hacerle daño realmente. Puede que mis ropas tuvieran sangre de sus hermanos, mas no malgastaba balas en vano.

Su pelaje era tan suave...daban ganas de tocarlo de nuevo, de pasar la mano por su lomo lentamente.

A pesar de mis recomendaciones el lobo no parecía querer marcharse. Agachó las orejas y retrocedió un poco, el cañón de la mortífera arma era bastante intimidante, mejor, no quería tener que dispararle, bastante sangre lobuna manchaba mis ropas ya mezclándose con la mía.

La situación siempre sería así: yo era la mala de la escena con el arma apuntando al animal... continuamente nos intercambiábamos el rol ya que los lobos muchas veces llevaban las de ganar en las peleas, sobre todo por estos bosques tan recónditos y oscuros. Preferia la ciudad, mi entorno, mis calles...

El lobo siguió en su empeño acercándose lentamente. Acaricié el gatillo del arma indecisa... no era la primera vez que los lobos trataban de acerse los mansos para atacarte por la espalda, pero por alguna extraña razón me costaba decidirme si apretar el gatillo y acabar...
Esa extraña razón eran sus ojos grises. Eran iguales que los de un humano solo que algo más grandes y brillantes, pero cntenían todo el brillo y la vida del alma humana encerrada en el cuerpo de un majestuoso y letal lobo.
Atrapada de nuevo en ese ensueño hipnótico que sus estrellas grisaceas había provocado en mi no opuse resistencia cuando su hocico apartó el arma a un lado y se acercó aún más a mí.

No hice nada, simplemente aguardé... en aquello ojos no veía el fuego de sus hermanos durante la cacería, no.
Noté su aspera cálida lengua ascender por mi mejilla, rozando la herida, limpiándola.
Una curiosa estampa ver a una cazadora en actitud amistosa con su propia presa. Con aquel simple gesto me pareció inofensivo, un perro doméstico grande y blanco pero que no me haría daño.

En la lejanía se escucharon unos aullidos que parecían aproximarse cada vez más, pero no les presté atención, ahora solo quería acariciar ese pelaje blanco como la nieve.
Dejé el arma en el suelo con cuidado y acaricié la frente del lobo y su fuerte cuello con toda tranquilidad, relajada y demasiado confiada.

Por mi mente cruzo la idea de... ¿Cómo sería mi pelaje si fuera un lobo? Puede que fuera blanco o quizás de un tono dorado brillante... si fuera por el alma sería negro sin duda...

Le lengua del lobo me sacó de aquellos pensamientos y dejando su hocico contra mi mejilla escuché su raspiración ralajada y potente, viendo los músculos de su cuello y de las patas delanteras moverse armónicamente. El lobo era un animal fascinante...pero ellos no eran simples lobos no...eran mitad humanos mitad bestias, con una sed de sangre que debía saciar.

Se alejó haciando que bajara mi mano de su cabeza y lo miré unos segundos antes de observar como se acercaba cauteloso a mi abdomen y cogía entre sus dientes parte de mi camiseta algo sucia y desgastada por la carrera por el bosque. Tironeó levemente indicándome la dirección a seguir.
-¿Al río?-pregunté algo confusa por todo aquello...yo... estando al lado de mi enemigo tan tranquila.
Pero él no era como los demás...no lo sé...su mirada no tenía ese odio intrínseco de sus hermanos.

Dejé el resto de las armas que llevaba en el cinturón reposar al lado de mis pistolas en la orilla mientras era guiada por el lobo blanco hacia las gélidas aguas del río que al menos calmarían la quemazón de las heridas recientes.

Entrar en las frías aguas me vino bien para calmar el escozor de las heridas y más aún del golpe en el costado, seguro que tendría ese color morado al menos una semana o más.

Di unos pasos más y noté que el lobo salpicó a posta mojandome aún más. Lo miré fijamente mientras me inclinaba hacia la superficie barriendo por completo todo rastro de sangre tanto mía como ajena. Las manchas de la ropa persistían levemente.

Tiritando un poco salí del agua recuperando mis armas y la chaqueta recuperando mi temperatura corporal. Sin más el lobo me mostró de nuevo su cara más amable haciendo que lo siguiera río arriba. Escuché aullidos de nuevo...¿Estaban cerca? Bueno... seguiría por el camino marcado para alejarme y a la vez saber que era lo que tramaba.

En mi interior mis pensamientos caóticos colisionaban... Yo, cazadora de licántropos... siendo guiada casi a ciegas por uno de ellos... dejándome lamer las heridas sin apuntarle más con mis mortíferas armas... ¿Por qué? Pues porque a pesar de mi condición y de la suya sabía que él no era mi objetivo de aquella noche y no me gustaba malgastar tiempo, balas ni vidas ajenas.

Seguramente si mis compañeros me vieran ya hubieran matado al lobo y luego a mí...

-¿A dónde me llevas?-intentaba seguirlo de cerca entre las húmedas y resbaladizas rocas del río. Casi tropiezo un par de veces pero logre aguantar el ritmo buscando aire...