Te retrasas... ¿Me importa? (Gabriel)

Mi pecho se hinchó para lentamente dejar escapar el aire por la nariz en un profundo y pausado suspiro, mis parpados cayeron, lamentándome de ello pues perdía la visión de aquellos ojos que de manera tan súbita me atrapaban, pero realmente merecía la pena, pues ahora eran sus labios los que querían mi atención y los míos la suya. Podía escuchar el acelerado latir de mi corazón en aquel silencio tan habitual entre ambos, ahora sustituyendo nuestro duelo de miradas por aquel tímido beso.

Su mano se alzó hasta mi hombro y aquella presión sobre los labios, prestándole más atención a esta última. Sin dejar de acariciar su rostro sin hacer un movimiento más rápido, parecía moverme a cámara lenta, como si temiese el partirla, dañarla…Notaba el vórtice de sensaciones que atacaban mi estomago; presión, hormigueo, sensación de vacío… No sabría determinar cuál era más notable, eran todas a la vez y ninguna al mismo tiempo.

Moví mis labios para corresponder a aquella caricia con la misma delicadeza que había mostrado hasta ahora, no queriendo dar un paso más rápido que el otro, así que simplemente me dejé llevar a aquel ritmo por detrás de ella, dejando que ella fuese la que me indicara el movimiento a seguir. El miedo a la precipitación estaba vigente y debía, quería, asegurarme de que todo estaba bien, de que todo iba bien.

Mi mano sostenía la de ella, la cual alcé con lentitud para no perturbar aquel encuentro entre nuestros labios, posé sobre el otro hombro aquella mano soltándola, siguiendo el camino de su antebrazo en una caricia pausada, ascendiendo hacia su bíceps llegando hasta su hombro para luego descender a la altura de la media espalda abarcándola en aquel medio abrazo, acercando mas en lo posible nuestros cuerpos, aunque no estrechándolos, tan sólo minimizando la distancia de estos.

Aquella era la respuesta que buscaba ¿Qué me pasaba? Ahora lo veía fácilmente, Eith había entrado no solo en mi local, no solo en mi casa, se había hecho un hueco en el corazón de este viejo lobo, haciéndole evadirse de su soledad, más bien haciéndosela a un lado, para ayudarle a retirarse aquel manto que cubría sus ojos y no le dejaba ver, haciéndole revelar cosas que jamás habría contado a nadie. Sin darse cuenta se había evadido de las mil mascaras para poder ver mi verdadero yo, el que pocos –mejor dicho solo dos personas ahora- conocían.

Mi corazón latía rápido, pero mi cuerpo se relajaba a cada movimiento que hacíamos, me transmitía aquello, tranquilidad, me ayudaba a apartar aquellas preguntas que se marchaban ante aquella respuesta silenciosa. Los pelos de mi nuca se erizan notablemente ante el contacto de sus manos por aquella zona tan sensible por culpa de aquella cicatriz.

Sus labios se entreabrieron buscando algo de mas intimidad en aquel beso, yo , sin pensarlo tan solo reaccionando, imité sus movimientos correspondiendo de manera grata, coordinada y de rápida reacción. La mano que acariciaba su rostro no se detenía y la otra a su espalda se entretenía en enredarse con los rojizos cabellos de aquella melena que cubría su espalda.

El tiempo se había parado para ambos y era algo que deseaba siguiese así, por un tiempo al menos. De manera lenta y ayudándome de la mano que estaba a su espalda, giré sobre nosotros mismos para poder apoyarme sobre la encimera, no sentándome, tan solo descansando la cadera en el borde, para que ella dejase caer su peso sobre mi. Ahora el brazo que estaba a su espalda se perdía entre sus cabellos rozando aquella zona de la espalda con los movimientos de la mano.

Mis labios se movían al son de los de ella, pero no pude evitar aventurarme a hacer mas profundo, mas intimo, mas nuestro, aquel beso, dejando que mi sin hueso explorara el comienzo de sus labios buscando de manera tímida a su igual, con temor a ser rechazada. En mi mente, solo nosotros, lo demás estaba fuera de lugar en este mismo momento, incluido Jeremmy.

Ahora sabía que era aquel vórtice de sensaciones en el estomago, era el nerviosismo que ella me provocaba...Pero ahora todo eso se había esfumado, ahora tan solo quedaba el vibrar de los latidos de mi corazón y los de el de ella. Mi pecho se hinchó una vez mas, dejando que aquel aire escapara en un profundo suspiro.

Me incliné más hacia ella ladeando el rostro hacia el lado contrario al que estaba mi mano en su mejilla, mis labios acarician los suyos acogidos en aquel silencio irrumpido únicamente por los latidos de ambos corazones, desbocados. Mi caricia en su mejilla no cesaba, se hacía más notable al pasar de los segundos llegando a descender hasta su cuello por unos instantes para luego regresar a su mejilla retrocediendo hasta llegas a su nuca, como si con aquello quisiera decir que no se apartara, que aun continuase ahí.

Mi atrevimiento obtuvo una respuesta positiva y una grata acogida, con una delicadeza extrema, ésta se coló por entre sus labios llegando a encontrarse con la de ella explorando con timidez aquel nuevo lugar. Nada podía turbarnos ahora en aquel que se había convertido en nuestro momento, el encuentro de dos almas perdidas que se dieron en un día consuelo la una a la otra.

Otro lento suspiro se escapó por mi nariz, mientras exploraba de aquella manera lo que había tras sus labios m La mano que estaba a la espalda se atrevió a descender hasta la cintura rodeándola por aquella zona en lo posible en un gesto de “no voy a dejarte ir”.

Aquella sensación…no era comparable a nada experimentado desde hace muchos años. En ese instante me sentía… ¿Completo? ¿Vivo? aquellas pueden ser dos de las miles de palaras que podían definir aquello, pero no me iba a poner a pensar en ello en este mismo instante, cuando volviera a quedarme solo tendría tiempo de recordar todo esto pensar en cómo me siento a pensar que hacer…

Mi mente se quedó en blanco siendo únicamente en Eith en quien pensaba ahora y en quien me volcaba, ella captaba toda mi atención y, a pesar de lo que ella dijera o pensara, se merecía. Estreché aquel abrazo por un instante quedando camuflado un leve estremecimiento, notando sus manos presionando a mi espalda reclamando más cercanía.

Mis labios seguían unidos a los de ella en aquella silenciosa danza, ahora mas intensa pero no por ello mas rauda, no podía, no debía, no quería apresurar el momento, quería disfrutarlo aun sin poder asimilar por completo todo aquello. Nuestras lenguas se encontraron, de aquella manera tan sutil tan lenta, tan...nuestra, ladeé un poco mas el rostro aceptando aquella invitación muda a la cual correspondía ofreciéndole lo mismo. Ya había conseguido arrebatarme las mil mascaras que ocultaban mi rostro y en general mi vida, solo ella había sido capaz después de todo el evadirse de todas mis barreras impuestas para esconderme de otros...

Mi cuerpo tiembla, notando aquel agarre, aquel estrechar de sus manos sobre la tela de mi camiseta, la cual se arruga entre sus dedos. Aquel semi abrazo la mantuvo en pie evitando cualquier caída, aunque apenas me percaté de ello pues nuestros cuerpos estaban todo lo posiblemente pegados gracias a ese mismo brazo que la sostenía.

Una vez mas reclama una cercanía que ya no podía darle, pues nuestros cuerpos rostros y almas estaban totalmente unidos sin posibilidad de que nada lo rompiera. Perdido en lo carnoso de sus labios, continuaba moviendo los míos en aquella cariñosa caricia, mientras nuestras lenguas se enfrascaban en una curiosa manera de conocerse. La mano que descansaba sobre la piel de su rostro, se deslizó nuevamente por su cuello rozando el perfil de su mandíbula hasta llegar a su mentón, sosteniéndolo de manera delicada, tratándola como si de una muñeca de porcelana se tratara, con miedo a romperla, con miedo a que todo aquello fuera una alucinación o un sueño y a que despertaría sobre la barra una mañana mas, como otras tantas de no hace tanto tiempo, lamentándome de lo miserable que era.

Pero no...podía tocarla, podía olerla podía escucharla...aquello era real, tan real como lo que parecía estar sintiendo, regresando en aquel momento aquel torbellino de sensaciones al estomago, reavivándose mi corazón y respiración como si acabara de comenzar todo aquello, manteniendo vivo aquel sentimiento, o mejor dicho, sentimientos.

Mi corazón parecía un potro desbocado corriendo por el monte que quiere ir más deprisa, mi estomago seguía lleno de aquellas sensaciones e incluso de nervios ¿Nervios? ¿Por qué? si no había nada a que tenerle miedo. Aquellos nervios no eran por temor, al menos no completamente, aquellos nervios eran producto de aquellas caricias, de aquellas atenciones que nos dábamos mutuamente y sin barreras de por medio de ningún tipo.

Con el pulgar de la mano que sostenía su mentón acariciaba aquella zona que alcanzaba con el, queriendo mantener en todo momento el tacto de su piel, cosa que ahora necesitaba constantemente. Sus ojos habían sido sustituidos -por el momento- por aquellas caricias que hacía eternas. Sus manos se arrugaron con más fuerza a mi camiseta. Los segundos pasan, los minutos e incluso a mi parecer las horas mientras que aquella nuestra unión continuaba sin pausa alguna y sin dar ánimo de detenerse. Recorría con mi lengua cada rincón de la suya de forma pausada.

El beso lamentablemente fue disminuyendo de una manera poco apreciable hasta que ella no se retrae, pero mis labios insaciables de aquel la droga los buscó nuevamente siguiendo su “huida” quedando mi labio inferior atrapado entre los de ella. Aun así acaricié de manera lenta aquellos labios que se alejaban, para perder se junto con su rostro en mi hombro. La mano que estaba en su mentón se retiró para acompañar a su gemela a la altura de la cintura, mi cuerpo se curvó sobre ella acogiéndola ahora en aquel abrazo completo, un abrazo que la sostenía y no solo de manera literal, representaba la protección, el cariño, la devoción…

Aun con los ojos cerrados escuché sus palabras pegando mi mejilla a la altura de su sien –Nunca…- Susurré únicamente, no veía propio el hablar de más, con solo aquella palabra la daba a entender que la sujetaría, no la dejaría caer, ahora no estaba sola, ninguno lo estábamos.

En aquel momento, habíamos dejado de ser dos almas en pena, para ser dos almas plenas.

La oscuridad cubría aun mis ojos controlando mi respiración consiguiendo que esta recuperara la normalidad, cosa que mi corazón ignoraba y seguía bombeando de manera rápida. Mis ojos se entreabrieron notando su mano en mi mejilla y ella se separa alzando su rostro, mis ojos buscaron de nuevo los suyos. En esta ocasión mis manos continuaron rodeando su cintura en aquel abrazo impidiendo que se retirara del todo.

Mis ojos tranquilos observaban los suyos perdiéndose una vez más en ellos escuchando sus palabras -Quédate…- Fue mi respuesta, rápida y concreta, no era una imposición solo una petición, ella era libre de rechazar aquella petición, aunque no deseaba aquello. Deseaba que se quedara, no quería que se fuera. Mi rostro descendió acabando por posar mi frente sobre la de ella entrecerrando los ojos apreciando de aquella manera las caricias que daba sobre mi mejilla y pelo -No quiero que te vayas…- Susurré tras unos minutos de silencio, dejando fluir mis pensamientos a través de mis palabras, aunque aquella afirmación seguramente era obvia, mis labios decidieron decir aquello.

De nuevo estreché su cuerpo contra el mío en otro gesto de cariño atención necesidad. ¿Y ahora? Ahora nada, ahora simplemente seriamos nosotros y nadie más. Pero ¿Y luego? Luego… más tarde cuando aquel encuentro acabase, pensaría en todo intentando descifrar el qué haríamos con esta situación, aunque sinceramente, ahora mismo, poco me importa