Buscando a un criminal (Narvla)

Sin ratro aparente. Seguía una pista falsa, una ilusión de mi mente que me aseguraba que ella podría estar en el bosque. Demasiados delitos, demasiados asesinatos, muchos... Demasiados. Miré a un lado y a otro, estaba en medio del bosque, sin saber que hacer o donde ir. Me sentía apresado bajo aquel manto de ramas y hojas, me enfurecía no poder encontrarla tal y como deseaba.

Calmate... Me dije a mi mismo intentando serenarme. Funcionó. Ahora todo estaba más claro, olfateé el aire. Había un rastro, poco reciente, pero sin duda era un buen rastro. Me adentré un poco más en el bosque, observando a cada paso que daba, la maleza, árboles cercanos... Intentaba ver alguna pista que me asegurara minimamente que me estaba acercando. La vi.

Allí estaba, era una gota de sangre. ¿Sería de ella? Estaba en buen camino y eso aumentaba mis ganas de atraparla. Se había escondido de mi durante mucho tiempo, pero ahora Paine, caería. Anduve con paso ligero a medida que el olor se iba haciendo cada vez más intenso. Ya podía sentir el cosquilleo en la punta de mis dedos, era bastante agradable pensar que seguramente tendría que enfrentarme a ella, por que lo más seguro era que no se dejara coger así por las buenas.

Sentí un movimiento a mi espalda y me giré rápidamente. Solo era un raton. Me volví para seguir mi camino y esta vez el movimiento lo vi frente a mi, bastante lejos pero lo vi perfectamente. Seguramente ya se había dado cuenta de que la perseguia.

Todo ocurrio muy rápido, en un momento había parpadeado y al otro tenía el frio acero de una katana en el cuello. Estupendo... Había sido cazado por mis propia presa. Ella sabía que yo la seguia y había estado jugando conmigo. Era astuta.

Me mantuve quieto, de ninguna forma quería provocar que me cortara la cabeza. No podía hacer nada por muchas vueltas que le diera, me tenía entre el filo de su katana y su cuerpo de asesina. Su voz era aniñada, pero sentía el frio en ella a pesar del tono. No me gustaba nada. Odiaba ser yo quien estuviera en desventaja.

- ¿No eres un poco joven para ser tan buscada? Creo que quien ha cazado a quien soy yo, por que realmente te estaba buscando. Si hubiera venido a detenerte vendría con un equipo, algo más preparado y digno de ti. - Tragué despacio y volví a sentir el afilado acero acariciar mi piel descubierta- Ya sé por que eres tan buena asesina, eres buena en el espionaje, el sigilo y confundir a tu enemigo, pero atacas por la espalda. En eso no hay honor alguno, no das ventaja, solo acabas el trabajo rápido.

Apreté los puños, no era una situación para cambiar, por lo menos por ahora. Tendría que controlarme.

A mi iban a darme clases de honor, siendo un lobo. Fruncí ligeramente el ceño cuando sentí el corte en la piel de mi cuello, no me hacía ninguna gracia. No me gustaba nada su actitud, su manera tan prepotente de ver la vida. ¿Quien se creia que era?

- A decirte que acabes de una vez con tu puta caceria. No tienes derecho alguno sobre la vida de nadie, no eres juez ni eres dios. Así que lo mejor es que acabes pronto con esto, por que aquel que siembra vientos recoge tempestades y si los lobos se hartan de ti, acabaras muerta y no te valdra de nada. - mi voz se volvío fria.

Ya era suficiente no aguantar a humanos y lobos como para también encontrarme con una ''niña'' que creia tener poder y derecho sobre las vidas de los otros. Aun si era por encargo o voluntad propia, en su actos no había coherencia alguna. ¿Ley del más fuerte? ¿Donde vivia en a jungla? Pues ojala saliera pronto de sus ensoñaciones infantiles por que esto era el mundo y lo que nos diferencia de los animales es que nosotros podemos controlar nuestros instintos y ser minimamente civilizados.

- Los tenemos, pero sinceramente sabemos apañarnoslas. No me gusta la idea de tenerte por aqui matando a nadie. Así que ya sea por contrato o no, dejalo. - La presión fue disminuyendo hasta que sentí mi cuello libre. Al girarme allí estaba ella, apoyada contra un árbol, sacandose un cigarro. Torcí el gesto ante sus palabras- ¿Charla? ¡Já! Lo siento, pero lo que hagas tu con tu vida no me interesa, como si quieres hacerte el harakiri ahora mismo, lo único que me importa es que dejes de asesinar a la gente. Y fijate, vengo de buenas a decirtelo, ofreciendote la libertad a cambio... Apuesto a que nadie lo ha hecho nunca.

Si me libraba de tener que sacar los colmillos y darme de ostias con ella mejor que mejor. No tenía el cuerpo para peleas aunque las buscara. Yo prefería más la tranquilidad y solucionar las cosas con la palabra antes que con los golpes. Pero no siempre todo se solucionaba hablando. Esperé de brazos cruzados, no quería fumar, no quería nada, quería una respuesta por su parte. Quería que dejara los asesinatos.

Así que ya conocía a Gabriel. Estupendo, eso me ahorraba una gran cantidad de trabajo. No parecía tan mala después de todo, pero no me fiaba ni un pelo. Se le notaba que era un poco antisocial, bueno, mejor.

- Un bonito nombre, aunque la verdad es que no pega para nada con tu forma de ser. Quizás con tu aspecto, pero tu carácter... - Negué con la cabeza- Tyler Hawk, encantado... - O no.

Me apoyé en un árbol, mirandola. Era una cria, solo una cria. ¿Como podía haber causado tantas muertes? Y encima ella sola y sin ayuda, sin duda no era una mujer con la que un tio normal quisiera acostarse, un loco quizás, pero otro... Definitivamente tenía claro que no me fiaba de ella, pero si conocía a Gabriel y pertenecía a la manada tendría que aceptarlo por mucho que me costara adaptarme a ello. Miré sus dedos, parecía nerviosa. ¿Lo estaba de verdad?

- ¿Y qué te dedicas a hacer ahora? ¿Solo a burlarte de mi? ¿O me has traido a este bosque para darte un revolcon conmigo? - Pregunté en tono ironico.

Sus primeras palabras sobre sus padres me hicieron ver que añoraba algo. Quería hacerse la dura ante mi y no le había salido nada bien, su cascaron de frialdad estaba algo roto. Lo siguiente consiguió arrancarme una carcajada. ¿Yo intenciones lujuriosas? Como no tenía otras cosas a las que dedicarme pues la buscaba para un buen polvo en el bosque... Si es que. Vaya ideas tenía la asesina.

- ¿Tengo esa pinta? Pues no te creas, soy poli y estoy acostumbrado a todo rtipo de mujeres. Creo que has fallado con tus creencias. -Dije mostrando una sonrisa muy poco inocente.

A ver... No pretendía nada con ella, por su parte no se. Pero yo tenía muy claro que no me gustaba que hicieran afirmaciones falsas de mi. Empezaba a gustarme su carácter rebelde y luchador, no era la clase de mujr con la que uno se encontraba todos los dias. Saqué un paquete de tabaco de mi bolsillo y me encendí un cigarro, luego le ofreci la caja por si quería ella también.

- Esposas no me faltan para hacerlo si así lo quieres. - Dije de forma ironica mostrandole las esposas que llevaba bajo la gabardina.

¿Qué coño hacia? Yo jamás tiraba las indirectas de esa forma, aunque lo cierto era que ya llevaba un tiempo sin tener nada con una mujer. Pero me faltaba demasiado tiempo y mi piso no era el lugar más recomendado para ello, demasiado desorden, aunque apostaba que a la chica del traje de cuero y el látigo no le importaría lo más minimo. Me llevé el cigarrillo a los labios y día una calada profunda antes de contestar a su pregunta.

- A nada más... Bueno, si. Me encargo de encubrir con mentiras las cacerias de la manada para que los humanos no sospechen. Lejos de eso no hago nada más. Podría decirse que soy un tipo comprometido con mi deber. -Comenté tranquilamente disfrutando de la calada.

Era lo único, por que por lo demás no tenía ningun otro compromiso más que con la manada y mi gran amistad con Nat, pero esas eran cosas aparte. Nada que incumbiera a la asesina.

Me había quitado las esposas. Eso fue lo primero. Lo segundo fueron sus palabras. ¿Quería ser yo esposado? Ni de broma y menos allí en el bosque. Lo tercero... ¿Me estaba lamiendo la sangre? Sonréi y la aparté despacio tras dejar que su lengua acariciara mi herida lo justo y necesario.

- Creo que te estas llendo demasiado rápido. No tengo miedo al diablo y sus tentaciones. -A pesar de haber apartado aun seguiamos bastante cerca, por lo que pude mirar en sus ojos ese sentimiento lobuno que estaba despertando- Eres una cachorrita un tanto extraña de veras. No pienses que estoy confraternizando con el enemigo, pero si lo eres y yo lo hago. Eso hace las cosas mucho más interesantes.

Aproveché la cercanía para arrebatarle la esposas. quie aseguraba que era yo y no ella la que acabaría esposada? No me iba a dejar engañar por un asesina que intentaba seducirme.

Me encogí de hombros. ¿Me estaba retando? Vi como se despojaba de sus armas, tampoco hacia falta que lo hiciera, miedo no le tenía eso estaba muy claro. La sujete de las muñecas y la traje hacia mi, acercando mi boca a su oreja para susurrarle.

- Demasiado dispuesta te veo a entregarte a mi. - Dije sonriendo de forma pícara- No te tengo miedo.. Pero si que puedo aguantarme a tus caprichos de loba en celo. No te será tan fácil conseguir lo que quieres de mi.

La mantuve cerca de mi. Podía oler la sangre en ella, la marca del lobo en su ser. Podía oler también su deseo y rabia. Eso dejaba muy claro que no era de las tranquilitas en la cama. ¿Me estaría buscando de verdad? Que interesante resultaba... Era raro que una delincuente como ella se ganara mi confianza al momento, aunque no, mi plena confianza.

Me quede cerca, mirandola a los ojos de forma seria y fria. Intentando descifrar que pensaba o cual seria su proximo movimiento.

Mi cuerpo dio con el árbol en un gesto algo brusco. Había sido Narvla que me acorralaba ahora contra este y se pegaba a mi de forma peligrosa. ¿Yo jugaba con fuego y me había quemado? Sus manos agarraron mi pelo y sus labios atraparon los mios en un beso posesivo. Me estremecí. No me lo esperaba.

Al principio no supe que hacer, luego le respondí, dejandome llevar por el instinto animal que su beso había despertado en mi, obteniendo de sus labios una pizca de lujuría que buscaba desde hacía tiempo. Fue corto. Unos segundos y no más. Luego sus labios abandonaron mi boca para empezar a bajar por mi cuello con pequeños mordiscos. Si, me había quemado como había dicho ella.

- ¿Qué quieres de mi? -Pregunté al principio dejandome hacer. No podía ser yo la presa, no podía caer. Por mucho que me gustara yo estaba acostumbrado a reprimir mis emociones, lo que sentía, busqué sus ojos. Ella era demasiado joven y pasional y yo ya tenía mi experiencia.

Me aparté un poco. El beso había sido suficiente para mi. Quería más, pero no debía. Yo no iba por ahi depositando mi confianza en una desconocida y asesina, no a la primera de cambio, no por un beso lascivo. No.

A mi no me ataba ninguna norma humana. Las unicas normas que yo seguía era las que me imponía a mi mismo. Cedí, dejando que hiciera, no era demasiado. Sentí sus manos en mi espalda su beso cálido en el cuello. ¿Realmente quería un secreto en la noche? Tierra e impuslo. ¿Negarme a lo que soy? Jamás me he negado, pero por muy lobo que fuera podía controlarme, no era un simple animal.

Nuestro secreto...

No quería más secretos. Por mucho que añorara el cuepor de una mujer y buscara sus caricias intimas en la noche no iba a dejarme vencer por sus palabras y gestos. Me aparté un poco tras su último beso en mi cuello.

- ¿Secretos eh? ¿Más? Confraternizo con un enemigo casi mundial ¿y luego tengo que guardar el secreto de que me lo he montado con ella en un bosque como si de animales se tratara? -Estaba casi furioso, pero sabía que ponerme así no arreglaba nada, es más. A ella parecía gustarle mi forma de actuar.

Escuché sus palabras. Las palabras de una asesina desesperada que no había sido correspondida. Vi en sus ojos verdes la furia que sentía en ese momento hacia mi, suspiré. Mi rostro volvió a relajarse yo me calmé. Recuperé la compostura y la frialdad. Miré el mango del arma y luego a ella.

- Yo no soy tu juez. Y como ya dije antes nadie toma decisiones sobre la vida de otra persona, por lo que no, no voy a matarte por lo que has hecho. -Me giré despacio dandole la espalda y encendiendome otro cigarrillo, dandole una larga calada a este- Solo venía a decirte que dejaras los asesinatos. Puedo ayudar a que dejes de ser buscada y si te he ofrecido mi mano es para ayudarte. Los juegos son otras cosas, no tienen nada que ver. Mi intención era que esto acabara.

Metí las manos en los bolsillos de mi gabardiana y deje escapar el humo en un soplido. Se hizo el silencio en el bosque, tan solo este se rompía de vez en cuando por los cantos de los pajaros. ¿Ella era una asesina de verdad? No, tan solo era una niña jugando a ser la princesa de hielo, sin sentimientos.

- Pues yo te estoy ofreciendo una vida tranquila a cambio de que lo dejes todo. Hablaré con Gabriel y el me ayudara a que todo tu historial de asesinatos desaparezca. Y como nadie te conoce y pocos te han visto será más facil aun. No te pido nada más, por que yo no soy quien para poner precio a lal ibertad. - Dije volviendome para mirarla.

Parecía algo perdida. Se notaba que no estaba acostumbrada al mundo ''real'' de alguna forma era como una niña pequeña perdida en un mundo tras salir de su cuento de hadas. Era el rostro de la princesa de hielo. El hielo que la cubría se había deshecho para dejar paso a la verdad.

Sentirse confundida la hacia parecer debil y podía ver que eso no le gustaba. Pero no iba a aprovecharme de ello. ¿Para qué? Tan solo era una cachorrilla algo perdida en un mundo nuevo para ella. Y yo, solo quería ayudarla.