Noche de lobos…Noche especial [Tyler]

Se alegraba, eso significaba que le gustaba. Sonreí y me acosté de lado junto a ella, mirandola. ¿Le daba miedo?

- ¿Miedo? Vaya, no pensaba que llegara a ser tan temido... -Bromeé, ahora venía la pregunta más seria-¿Por qué te doy miedo Jacqueline?

Había puesto mucho interes en la pregunta por que sabía que su confesión no había sido una broma. Se podía notar que lo había dicho con sinceridad. En cierto modo me sentí incomodo con su confesión pero no lo demostré de ninguna forma, simplemente me limité a escuchar que era lo que realmente le daba miedo.

Yo de lo único que tenía miedo era de hacerle daño de alguna forma y de hacerme ilusiones falsas sobre algo que seguramente nunca llegaría a ocurrir. Pero quería pensar que entre nosotros había algo especial, por lo menos era un consuelo, quería pensar que pasaba algo interesante en mi vida policia por una vez.

Me quede sin respiración durante una fracción de segundo. Una fracción de segundo que me pareció eterna. Lo había escuchado bien y empezaba a sentir que el pulso se me aceleraba aun más. Cerré los ojos un instante.

- Te comprendo... Yo también tengo miedo. Por que también siento algo bastante fuerte hacia ti. -Confesé.

Ya lo había dicho. Lo había confesado por fin. Sentía un gran alivio tras aquellas palabras, pero también sentía un gran peso pues no sabía donde acabaría aquello. Alomejor Jacque acababa diciendome que no quería nada, que no querría volver a saber más de mi...

Era algo que no quería que sucediera, pero no lo descartaba. Uno aprende a acostumbrarse a las desilusiones después de tanto tiempo y eso me había hecho aprender. Por eso si acababamos por dejarnos de ver lo aceptaría, aunque me doliera, lo aceptaría. Pero aceptaría de igual forma cualquier cosa que ella dijera, por que me gustaba, por que me sentía atraido por ella.

¿Y ahora qué? Eso me preguntaba yo mismo. Jacqueline no parecía demasiado comoda, supuse que algo le estaba comiendo por dentro y eso me hizo sentir mal. Me incorporé y me senté inclinandome hacia delante con las rodillas recogidas.

- Jacqueline... Yo no quiero ser un estorbo en tu vida. Sé que todo esto es muy extraño y ni yo llego a comprender como he podido llegar a sentir algo tan fuerte. Pero si no quieres saber nada de mi lo comprenderé, estoy seguro de que piensas que no soy de lo mejor que hay. -Dije sin mirarla.

Yo no quería hacerle ningun daño, nunca lo hubiera pensado. Yo no era como Gabriel, si ella y yo fueramos a tener algo podría contar con mi eterna fidelidad, sobre todo por que en ese aspecto pensaba como los verdaderos lobos, una pareja estable para toda la vida. No me encontraba en condiciones de perder a la mujer que llegara a entrar en mi vida y tampoco lo quería por que ya tenia planes de futuro.

No quería que se marchara, pero si lo decidia no iba a impedirselo por que no tenía ningun derecho.

Cogí su mano entre las mias mientras me giraba hacia ella y me quedaba de rodillas pegando mi frente a la suya, mientras miraba su mano pues la verguenza de estar tan cerca me impedia mirarla a los ojos.

- Nunca, nunca voy a hacerte daño... No lo voy a hacer por que me sería imposible, por que tu para mi eres algo especial, eres el sentimiento que nunca había tenido, la persona que quiero con la que no había estado nunca. -Susurré acariciando su mano de forma algo nerviosa.

Levanté la mirada despacio para buscar sus ojos azules. El acercamiento había sido muy atrevido, quizás más de lo que nuestra confianza permitia. Miré sus ojos y me perdí en ellos, me encantaban, me gustaba todo su ser, toda ella para mi se había vuelto perfecta a mis ojos.

- No quiero que vuelvas a sufrir... -Susurré haciendole entender que no iba a hacer que volviera a pasar por lo que la hizo pasar Gabriel.

Tyler... Era estupido pensar eso y decir cosas cuando ya no sabía lo que eramos... Ella tendría que decirmelo.

Levantó un poco la cabeza y su nariz y la mia quedaron unidas, tal y como cuando estabamos en nuestra forma lobuna. Sus palabras hicieron que una sonrisa se dibujara en mis rostro, una sonrisa de felicidad... Confiaba en mi. No me moví, estaba demasiado bien así disfrutando de su cercanía aunque pronto sentí que el corazón empezaba a latirme rápidamente. Su olor inundó mis pulmones y pronto deje de pensar en todo lo malo, solo pensaba en el presente, en aquel momento.

Bajé un segundo la mirada hacia sus labios. Peligro remarcado con color carmín... Tenía la impresión de que se acercaban, pero solo era una impresión, una alucinación que mi mente producía debido al momento. Sentí como me sonrojaba mientras intentaba volver a mirarla a los ojos.

- Ya que estamos siendo sinceros, quiero que sepas que me encantan tus ojos. -Murmuré sin querer apartarme aun de ella.

Aquellas palabras nunca se me olvidarian, las guardaria en mi corazón. Ladeó la cabeza y me quede pensativo un momento, tenía ganas de decirle todo lo que opinaba de ella, ahora que solo existia ella y había sinceridad.

- Tu también me encantas, más de lo que puedas imaginar. -Dije con total sinceridad, sonriendo nuevamente. Aun seguiamos muy cerca y no me importaba ya, me daba verguenza pero podía soportarlo por que me encantaba sentirla cerca.

Besé el dorso de su mano que aun continuaba entre las mias. ¿Qué podía decirle?

- Tambén me gustan tus labios, tan perfectos y atrayentes. -Dije haciendo acopio de valor. Alomejor lo interpretaba como una indirecta, pero no me imortaba.

Claro, como querá un beso de ella desde hacia tiempo no me importaba si era una indirecta o no... Despacio Tyler. No, esta vez podía permitime el lujo de decir todo aquello que pensaba fueran suños o no, me gustaba, me sentía bien y quería hacerlo.

Si empezaba a ponerse nerviosa la cosa quedaba más interesante, ¿no? Aunque su tono había sonado bastante pícaro. Sus labios se entreabrieron despacio y sentí la necesidad de lanzarme a besarlos, pero me contuve, aunque no sabía cuanto tiempo iba a estar aguantando.

- ¿Y qué pasa si reto a la loba eh? ¿Va a hacerme algo la loba? - Preguntñe alzando una ceja mientras le devolvía la mirada con cierta pícardia, si quería jugar conmigo iba a jugar entonces.

Me acerqué un poco más a ella, dejando nuestros labios a pocos centimetros de ser tocados los unos con los otros. Había perdido toda verguenza y ahora me invadia la curiosidad por saber que haría Jacqueline si ''retaba a la loba'' quería ver de que era capaz la loba.

Me quedé completamente quieto, entrelazando una de mis manos con la de Jacqueline en un gesto demasiado cariñoso para la confianza de la que disponiamos. Su olor volvía a ser intenso y esta vez era el perfume el que quedaba bajo su olor natural. Me sentí hipnotizado por la belleza de su rostro, pero esperé.

Jacqueline buscó mi otra mano y la entrelazó junto a la suya, pocos después me deje llevar quedandome recostado. Miré a los ojos de Jacque cuando esta hizo la pregunta.

- La inmovilizan... -Dije mirandola. Si, estabamos muy cerca y no no habiamos ni rozado.

No estaba muy seguro de si había acertado o no con la pregunta. Yo cuando cazaba por lo menos me aseguraba de que mi presa se quedara quita. Me pasé la lengua por los labios en un gesto por humedecerlos pues se me había quedado la boca seca al ver lo que había hecho Jaque. Estaba deseando por ver cual era su siguiente paso...

Me quede quieto como buena ''presa'' que era. Estaba completamente a merced de Jacqueline y no me importaba, me gustaba su posición de hembra alfa. Alfin y al cabo yo solo era uno más en la manada, tendria que sucumbir a ella. Y me gustaba.

- Se comen a su presa... -Dije intentando no moverme.

Había tenido relación con algunas lobas y a estas les gustaba que me mostrara docil, pero Jacqueline parecía querer que fuera al tipo de macho dominante. Sentí su aliento acariciar mis labios y mi cuello. ¿Presa docil? Hasta ahora sin duda. Forcejeé lo suficiente como para soltar el agarre de Jacque y agarrandola a ella de las manos giré sobre mi mismo haciendo que quedara abajo y yo sobre ella tal y como había sido mientras eramos lobos.

- Creo que has pasado a ser mi presa.. -Dije susurrandole al oido, acercando mis labios al lobulo de su oreja, rozando este y luego apartandome para mirarla a los ojos directamente.

¿Se comportaría como cuando eramos lobos? Por que la verdad es que había parecido bastante docil cuando le mordí el cuello mientras jugabamos, aunque esa había sido mi manera de inmovilizarla.

Jacqueline levantó la cabeza subitamente y atajó la distancia que nos separaba hasta rozar sus labios con los mios. Tanto mi respiración como mi pulso se aceleraron, pero no estaba dispuesto a echarme atras. De eso nada. Había esperado mucho ese tiempo como para impedirmelo a mi mismo ahora. Despacio y poco a poco fui uniendo mis labios con los suyos notando la calidez de estos y un suave cosquilleo en el estomago. El tiempo se detuvo y todo había dejado de tener sentido escepto ella y yo.

Ella y yo eramos los unicos importantes en ese momento. Estaba haciendo bien, ¿verdad? Es decir, ella se había acercado y yo... Yo la había besado. Miles de pensamientos se me vinieron a la cabeza mientras nuestros labios recorrian los del otro sin dejar hueco alguno por explorar. Cuanta calidez había en ellos.

Nunca me hubiera imaginado que Jacqueline hubiera sido capaz de retarme a besarla de aquella forma, casi se había abalanzado sobre mi deteniendose en el último instante para luego dejarme el resto a mi. Alomejor tenía que haber esperado pero, no podía hacerlo pues mi ganas y su tentación ya podian con la poca fuerza de voluntad que me quedaba en el cuerpo y había acabado sucumbiendo a mis sentimientos. Sentimientos que dedicaba a ella.

Cerré los ojos y me deje llevar por aquel apasionado beso que llenaba mi estomago con un hormigueo que no cesaba. Mi corazón latía rápido, muy rápido. Era un momento maravilloso y no deseaba que acabara nunca. Sentí como las manos de Jacqueline apretaban un poco más las mias y correspondí al gesto de la misma forma al tiempo que escuchaba su agitada respiración. No me importaba si aquello que haciamos estaba bien o mal, pero, ¿como podía estar mal algo que deseabamos los dos?

Sus labios eran calidos y la sensación que me producian era inexplicable, por eso me centré en demostrarle todo mi cariño, todo lo que la queria y más. No había nadie allí y los unicos testigos de aquel beso eran la luna y las estrellas que dejaban caer su luz sobre nosotros. La escena se me pareció sacada de uan novela. Ya no sentía tanta verguenza y no estaba tan nervioso como hacia unos segundos.

Jacqueline había conseguido transmitirme calma y tranquilidad aunque ella parecía algo nerviosa pues la podía escuchar respirar por la nariz de forma un tanto agitada. Me separé despacio un segundo, depositando un corto beso en sus labios, mirandola a los ojos.

- Te quiero... - Murmuré antes de volver a besarla.

Tras volver a besarla Jacqueline susrró aquellas palabras que nunca me habian dicho. Aquellas palabras que demostraban que ella también me quería. Empecé a notar como el besocambiaba poco a poco, era más profundo e intimo, más apasionado. Por primera vez mi mente comenzaba a pensar en algo que no era mi trabajo, comenzaba a pensar en una posible vida en pareja, una posible vida junto a aquella mujer de la que me había enamorado. Jacqueline...

Pero como todo buen momento una duda consiguió asaltar mi cabeza. ¿Qué eramos? Me pregunté a mi mismo que nuestras bocas se separaron y el aire recogió nuestra respiración ligeramente jadeante por aquel apasionado momento. No me importaba que fueraos pareja pero, ¿querría ella? No tenía ni idea.

Me quede mirando sus ojos durante un buen rato, buscando las respuesta a una pregunta que no había hecho. Una pregunta vital para mi en aquel momento. Era importante que la hiciera. Solté una de sus manos y con cariño acaricié su delicado rostro. Que encantador poder acariciarla por fin sin verguenza alguna.

- Jacqueline... ¿Qué somos ahora? -Pregunté en un murmullo sin dejar de acariciarla, sin separarme de ella.

Besó mi mano cuando acaricié su rostro y cuando hice la pregunta pareció sorprenderse. Escuché con atención lo que iba a decirme, yo pensaba como ella pues también me parecía extraño. Asentí en el momento de su pregunta, entendia su situación y por eso sabía que podria estar algo confundida, por eso no queria presionarla, pero hubo una pregunta más. Una pregunta que me hizo sentir comodo, aunque mi temor era que ella no quisiera.

Incliné mi cabeza hasta rozar sus labios nuevamente con los mios. Miré a sus ojos durante un instante para luego cerrarlos ligeramente. Lo que iba a decir podría ser lo que me uniera para siempre a ella o me separara si no era lo que ella quería, pero iba a arriesgarme.

- Yo solo quiero ser tuyo, para siempre. - Aquellas eran palabras que jamás había dicho a nadie y que seguramente no volvería a repetir a otra persona que no fuera ella- ¿Y tu?

Ahora tocaba ver que decía ella. Mi mente se estaba preparando para un posible rechazo pero también para una gran alegría. No podía confiarme por que alomejor aquel amor idilico ella no le veia tan bien como yo. Pero no importaba, la sola idea de pensar que podíamos estar juntos y tenerla siempre cerca de mi me alegraba, aunque solo fuera un pensamiento.