Un paseo en pareja [Jacqueline] [+18]

Salí de la comisaria a las cinco en punto corriendo como si algo me persiguiera. Había quedado con Jacqueline en el parque en media hora y no quería llegar tarde ni hacerla esperar. Estaban siendo dias duros de trabajo, por que estaban apareciendo cadaveres en la ciudad, temía que fueran lobos ,pero siempre tenía tiempo para ella. Sobretodo por las tardes y noches que era cuando podiamos vernos ya que yo trabajaba ultimamente de mañana para poder verla más. Habian pasado ya unos dias... O semanas desde que estabamos juntos y todo iba estupendamente. A veces cuando solo tenía trabajo de oficina se pasaba a verme por las mañanas lo cual creaba un revuelo allí pues la gente se sorprendía de que me hubiera buscado pareja. De todas formas todos mis compañeros me habian felicitado por mi relación.

No habia un día que pasara sin verla y muchas veces se quedaba a dormir en mi piso y cuando no podía era por que el hijo estaba en casa y no quería dejarlo solo. Entendía su preocupación. Aun así no me quejaba, la mayoría de las noches las pasabamos juntos y siempre sentaba bien tener compañia, aunque tuviera que salir corriendo por las mañanas por que tenía trabajo. Ya me había asegurado de hacerle una copia de mis llaves.

Jacqueline ya había ocupado la mitad de mi armario con su ropa. A decir verdad yo le había cedido el espacio que no ocupaba y ella había quedado encantada. No había pasado nada más entre nosotros aun que fuera más lejos de besos y caricias, pero yo estaba bien así, no me quejaba y el verla todo los dias me era más que suficiente.

Llegué al parque caminando, faltaban tres minutos para y media y ella no había llegado, por lo que sabía que yo había sido puntual. Jacqueline siempre aparecía justo a la hora exacta y era algo que me gustaba, puntual para todo. Esa mañana había estado leyendo uno de los libros que se había dejado en mi casa, simplemente por que no había mucho trabajo en la oficina y la verdad, el libro logró engancharme de buena manera.

Me senté en un banco y esperé a que apareciera, no iba a tardar demasiado, pero yo ya estaba nervioso como un crio.

Justo como había pensado. Jacqueline apareció en el momento justo. Se acercó a mi con una sonrisa y me dio un corto beso en los labios... Correspondí a aquel beso encantador sintiendo como me elevaba hasta las nubes y volvía a bajar ante la mirada de Jacque. Sus besos eran droga para mi al igual que aquellos momentos en los que dromia abrazado a mi o yo me quedaba dormido en su regazo. Sus palabras me arrancaron una sonrisa.

- Pues estaba esperando a una guapisima mujer pelirroja que me ha robado el corazón y ya ha llegado. -Dije sonriendole y poniendome en pie para tenderle una pequeña caja de bombones.

Era la primera vez que regalaba bombones a alguien, pero tenía que estrenarme en ese tema, ¿no? No sabía si a Jacqueline le gustaban aunque varias veces me había mencionado que le gustaba el dulce y otras muchas habiamos comido fresas con nata mientras veiamos la tele, le encantaban.

Además, desde la cena aquella que le había regalado la rosa no había vuelto a comprarle nada más y a decir verdad me sentía mal por no haberlo hecho anteriormente. Era la primera vez que tenía una relación así y ella ya sabía como iba aquello y yo andaba aun algo perdido. Así que seguramente acabaría metiendo la pata con ella como siempre. Aunque esperaba que no.

Negué cuando me dio las gracias. No era necesario que me las diera a decir verdad, lo hacia por que quería y si cada vez que hiciera algo así me regalar una sonrisa de las suyas seguramente lo haría varias veces.

- A decir verdad he estado algo aburrido, pero me he llevado al trabajo uno de los libros que te has dejado en mi casa y me he puesto a leerlo. Espero que no te importe. -Dije mirandola con una sonrisa en el rostro- Y bueno eso nada más. Una compañera me ha dicho que te manda saludos. ¿Y tu, qué has hecho?

Me interesaba lo que hubiera hecho, pero no iba a obligarla a contarmelo todo si no queria. Por mi parte podría contar que cuando me preguntara yo le contaría todo, no queria tener secretos para ella ahora que estabamos juntos.

Mientras caminabamos mi mano rozo la suya y sentí la necesidad de entrelazar nuestros dedos, así que tome su mano despacio entrelazandola con la mia y sonriendole cuando me dedico una de esas miradas que tanto me podian.

Sonreí levemente mientras caminaba con ella. Lo cierto es que Jacqueline me decía que nunca hacia nada interesante, pero yo consideraba interesante todo aquello que ella hiciera. Tenía ganas de compartir cualquier cosa con ella, aunque la verdad es ya habiamos hecho varias cosas, aunque todas consistieran en estar en casa e inventarnos algo, pero aun así los momentos con ella me parecian magicos. A mi mente vienieron ahora todos los pensamientos que tenía sobre una relación perfecta.

Quería tener hijos, pero... Eso no me atrevia a decirselo a ella, por el momento era lo mejor. Aunque la idea de vivir lejos de Bucarest y de la ciudad alomejor si le gustaba.

- Bueno, por lo menos has hecho algo. -Me volví a mirarla- Jacqueline... No he querido decirtelo antes por que pensé que te reirias de mi, pero, ¿qué te parecería ir a vivir lejos de la ciudad? No es algo que quiera hacer ya pero, si que es algo que me gustaría hacer en un tiempo.

Ella alomejor no quería irse por que tenía allí a su hijo pero como me gustaba contarle todo lo que pensaba.

Las caricias de Jacqueline en mi mano no consiguieron aliviar el sentimiento que se apoderó de mi cuando escuché sus palabras que al parecer eran completamente sinceras. ''Un suicidio''. Me quede en silencio mientras paseabamos, con la vista al frente y sin decir nada, no la culpaba por no querer abandonar su hogar de toda la vida y también comprendía que entre lobos todos estuvieramos protegidos pero... Su tremenda sinceridad me había dolido, el hecho de que mis palabras le sonaran a suicidio, de que pensara que era una locura vivir lejos de allí. Cerré los ojos un segundo. Me gustaba su sinceridad y aunque me sintiera completamente estupido en ese momento no dije nada.

- Tienes razón Jacqueline, es un suicidio. -Dije intentando disimular una sonrisa agradable, aunque no supe realmente que tipo de sonrisa me había salido.

Quizás habian sido imaginaciones mias pero, sus palabras no me habian gustado, por lo menos de la forma en la que las expresó, me sentía como si me hubiera tratado de loco. Que realmente así era. M sentí un completo estupido por pensar que a ella quizás le hubiera gustado vivir en algun otro lugar. Tenía que aprender a pensar que no podía pensar como uno solo ahora que estaba en pareja con ella. Tenía que pensar por los dos y pensar en nuestro bien. Y nuestro bien era Bucarest, aunque eso no quitaba que me siguiera sintiendo mal por haber quedado como un imbecil.

Sus nuevas palabras consiguieron arrancarme una buena sonrisa. La verdad es que ella tenía razón, que importaba quedarse en Bucarest si allí también podiamos estar bien y formas una..Familia.

- Es fácil cariño... -Era la primera vez que usaba ese apelativo con ella- Quiero ir donde tu vayas, por que allá donde tu vayas o decidas ir, el lugar será perfecto y encantador, no tanto como tu, pero a tu lado podre verlo bien.

Me pegué a ella repentinamente besando sus labios mientras continuabamos caminando. No podía haber interpretado mal sus palabras, ella solo quería nuestro bien y a decir verdad yo quería el suyo. Sonreí en un repentino ataque de alegría, que podía pedir si la tenía todo lo que quería y podía desear.

Tenía a mi lado a la persona que más quería en el mundo, por fian había algo nuevo que me separaba de la rutina del trabajo. Todo se veia con más animo ahora que tenía que pensar en compartir una vida junto a ella.

- Para hoy tenia pensado dar una vuelta por el parque y luego invitarte a cenar a mi casa. Si quieres claro. Esta vez cocinaré yo por lo que preparate por que será la primera vez que cocine para alguien yo no se como va a salirme la comida. - Era la verdad, nunca había cocinado para nadie.

Verdaderamente no me importaba quedarme en Bucarest si me tenía que quedar con Jacqueline. Si a ella le gustaba la vida allí no veia motivo alguno para arrebatarsela. Estreché su mano un poco más entre la mia y la miré a los ojos. Lo pensado era dar un paseo por el parque, por que nuestras anteriores citas ya incluian cenas, almuerzos, algun que otro cine.

Como cualquier otra pareja normal. Solo que nosotros ya eramos algo más adultos. Hacia poco que sabía que Jacqueline era mayor que yo, pero no me importaba y se lo había dicho, para mi parecía más joven y yo la iba a querer siempre.

Era cierto, sabía cocinar para mantenerme vivo pero no sabía si con mi comida podría aplacar el hambre de Jacqueline. Había una pregunta en concreto que quería hacerle y que había pensado hasta hacia unos minitos, pero quería hacerla por muy arriesgada que fuera.

- Bueno si quieres ayudarme con la comida no voy a negarme. Siempre es bueno tener unas bonitas y dulces manos dispuestas a prestar ayuda. -Seguí el caminito que hbiamos tomado mientras pensaba como soltarle la pregunta- Oye Jacqueline... Seguro que esto te incomoda un poco pero, ¿u quieres tener hijos? Es decir... ¿Quieres tener más? -Pregunté con cierta verguenza apartando luego la mirada bastante sonrojado.

Seguramente pensaría que era otro suicidio o la pregunta volvía a molestarle como lo había hecho la anterior. Confiaba en que por lo menos eso no le disgustara al fin y al cabo, cierto que acavaban de empezar y aun no habian tenido nada muy intimo, pero ya eran bastante adultos como para saber que era una relación sería y lo que querian cada uno.

¿Vieja ella? Por favor... Ni pensarlo. Yo no la veia vieja, parecía mucho más joven que yo. Me pegué a ella y estreché su mano un poco más pensando en su pregunta si yo había hecho esa era por que si los quria.

- Me encantaría tener hijos contigo. -La miré a los ojos- Jacqueline, tu no estas vieja y tu tiempo aun no ha pasado cariño.

No me gustaba que dijera esas cosas de si misma. Jacqueline era una mujer perfecta y estupenda y seguramente muy capaz de tener hijos. Yo no consideraba que se hubiera hecho vieja. Aun había mucha vitalidad en ella, ademas, era una loba, de las que mandaban era imposible que pudiera habla así sobre si misma.

Me detuve e hice parar a Jacqueline junto a mi. Sonreí mirandola a los ojos y pasando un mano por su cintura la besé en los labios de forma cariñosa, pegandola a mi todo lo que podía.

Sonreí cuando Jacque ofreció ir a mi casa. Aceptaba la idea de buena gana por lo que tomé su mano y di junto a ella la vuelta por donde habiamos venido. No habiamos pasado tanto tiempo en el parque como había esperado, pero la verdad, no me importaba. A esa carita de niña buena y esos ojos no podía negarme, pero sentía curiosidad de saber por que había cambiado tan repentinamente de idea.

Abandonamos el parque caminando. Mi piso no quedaba demasiado lejos así que el mejor camino era hacerlo caminando. No tardamos demasiado en llegar, subimos juntos las escaleras bromeando como siempre y al llegar a la puerta cogí las llaves para abrir. Sabía que Jacqueline iba a quedarse también ese día así que había limpiado un poco, aunque ya estaba limpio. Como nunca estaba por allí.

Cerré la puerta cuando Jacqueline entró y me giré hacia ella para mirarla.

- Tengo una pregunta. ¿Por qué has decidido venir aqui tan pronto? -Pregunté con extrema curiosidad.

El beso me hizo sonreir al igual que sus palabras. Si, era cierto que había que cocinar, pero bueno, aun quedaba un rato así que podian aprovechar para hacer algo juntos aunque no fuera cocinar. Tras el beso la cogí de la cintura con una mano y la pegué a mi sonriendole.

- Bueno a decir verdad a mi también me apetecía estar en un sitio calido contigo. -Dije mirandola para luego besar despacio su mejilla. Me aparté un poco y me quite la cazadora. En el piso hacia algo de frio, pero la verdad es que uno se acostumbraba rápido a la temperatura.

Retiré el abrigo a Jacqueline y lo coloqué junto al mio. Me quede mirandola durante un segundo a los ojos, estaba bastante juguetona desde hacia un rato y eso me lo había demostrado en las escaleras, normalmente soliamos jugar mientras subiamos, como dos crios, pero a decir verdad esta vez su juegos eran algo más cariñosos, aparte la notaba un poco más apegada a mi.

Pero alomejor eran cosas mias, además, cuanto más cariñosa estuviera, mejor. Me gustaba que no se separara de mi, me encantaba tenerla a mi lado, poder disfrutar de sus besos y caricias. Fui hacia el sillón y me deje caer en este haciendole un gesto a ella para que se acercara.

Jacqueline se sentó a mi lado y pronto sus labios estuvieron nuevamente pegados a los mios. Esta vez correspondí de forma un tanto más pasional que ella, dejandome caer hacia un lado y sujetandola para que se quedara tumbada sobre mi. El contacto de su piel me hizo estremecer de forma agradable, me encantaba sentir su cuerpo pegado al mio.

Hice el beso algo más profundo colando mi lengua en su boca para encontrarme con la de ella iniciando un juego que empezó siendo cariñoso y encantador y luego acabó por ser más pasional y lujurioso de lo que yo esperaba. Llevé una de mis manos a su pelo enredandola en este y atrayendola más hacia mi, luego me separé despacio y lamí sus labios.

- Vaya, ese beso me ha gustado... -Dije mirandola a los ojos fijamente. Notaba que Jacque estaba algo extraña, como si quisiera algo más, aunque podrian ser suposiciones mias.

Cierto, acababamos de empezar. Deje que besara mi cuello sin oponer resistencia alguna suspirando pues aquello me encantaba de una manera impresionante. Mis manos se deslizaron por su espalda y pasaron a acariciar sus cintura de forma sensual levantando así un poco su ropa. Mi cuerpo estaba pidiendo más y Jacqueline parecía estimular poco a poco ese deseo, esa pasión desenfrenada. Su tono de voz también había acompañado a mis ganas de querer todo lo que ella estuviera dispuesta a darme.

Inspiré profundamente quedando el dulce olor de su cuerpo en mis pulmones, una fragancia que nunca olvidaría y de la que nunca me cansaría. Busqué sus labios una vez más y cuando los tuve cerca me limité a dar cortos besos sobre estos pasando luego a su mejilla y por último a su cuello, apartando su pelo despacio. Recorrí su hombro con mi lengua hasta el filo de su ropa, tirandose de este con los dientes un poco.

No quería meterle prisa, no quería hacer nada que ella no quisiera por eso volví para buscar en ella una respuesta. Pero mientras tanto su garganta fue mi presa durante un rato donde lamí despacio cada centimetro de aquella piel tan suave y delicada.