Dos o tres tropiezos {Tyler}

Llevaba fuera todo el día. De aqui para allá, deteniendo atracadores, haciendo interrogatorios, etc, etc, etc... Cuanto estres. Ahora me habian informado de que cerca del rio habian visto a alguien traficando con droga. ¡Estupendo! Más trabajo, si continuaba así alfinal acabaría hecho una mierda a la hora del medio día. Me subí al coche y tomé las calles que iban a dar al rio. Al llegar aparqué rápidamente y salí todo lo deprisa que pude. No tenía ganas de que se me escapara el camello (si es que había alguno). Como iba vestido con ropa de calle seguramente no se daría cuenta de quien era o cuales eran mis intenciones.

Anduve un rato por los alrededore... Nada más que agua. Un movimiento cercano atrajo mi atención justo cuando estaba apunto de irme. Estaba de espaldas a mi, sentada y frente al rio, era una joven de cabello castaño algo alborotado. Me acerqué despacio pues no había nadie más por los alrededores. Mi clara intención era preguntarle si había visto algo, pero pronto me di cuenta de que era ella la que parecía necesitar ayuda.

- Disculpe señorita. ¿Esta usted bien? -Pregunté acercandome un poco sin llegar a verle el rostro.

Parecía que llevara ahi poco tiempo, aunque por el estado de sus ropas y su cabello, se había pasado la noche entera pillandose alguna gran juerga.

Sufrí un ligero lapsus en el momento que Natasha se abalanzó sobre mi. ¿Era ella de verdad? Dios, estaba perdiendo la memoria por que ni siquiera la había reconocido de espaldas. Y eso que era mi mejor amiga. Y mi mejor amiga apestaba a alcohol, yo había tenido razón, se había pasado la noche de juerga aunque eso no era nada raro en mi mejor amiga. Le dí un beso en la mejilla a modo de saludo, me alegraba de verla pues hacia un tiempo que no sabiamos nada del otro. Si, eran solo unos dias, pero ya la echaba de menos. Me quede mirandola, examinandola a ver si todo estaba en orden.

- Trabajando... Y tu por lo que veo bebiendo. - Fruncí el ceño, no quería regañarla, pero ella ya sabía que opinaba yo sobre beber toda la noche- ¿Estas bien? ¿Por qué no me has llamado estos dias? Me has tenido preocupado, por lo menos espero que aparte de beber no te hayas acostado con el primero que te haya dicho guapa. -Sonreí.

Realmente me preocupaba por ella. No me gustaba ni que estuviera deprimida ni que saliera por ahi a emborracharse hasta tan tarde. Además, conociendola como la conocía sabía perfectamente que cuando empezaba a beber no había quien la parase. Eso y su estado de animo eran mis mayores preocupaciones.

Me creí lo que había dicho Natasha, ella nunca me había mentido. Cuando me indico que me sentara a su lado lo hice sin pensarmelo dos veces. Sabía que fisicamente estaba mal, pero no sabía si psiquicamente también lo estaba. Natasha era mi pequeña caja de sorpresa, siempre solía sorprenderme con algo nuevo aunque yo no quisiera admitirlo.

- ¿No crees que deberias irte a tu casa? No, dejarte sola no sería buena idea. Venga, descansa un poco y cuando sientas que no estas muy mareada me lo dices y te llevaré yo. - Dije seriamente con cierto tono de reproche.

¿Estaba enfadado? Bastante. Se lo había advertido varias veces. Pero nunca me hacia caso y siempre acababa pasandose de la raya, esta vez sin duda alguna había sido una de esas veces. Me giré hacia ella y le peiné un poco su cabello castaño, apartando varios mechones de pelo de su cara. Si alguna vez yo me veia en una situación como en la que estaba mi amiga en ese momento esperaba que ella no estuviera delante, por que de los bofetones no me libraba nadie.

Acabé de apartar mechones de pelo de su rostro y le coloqué un poco la ropa por lso hombros, por lo menos para adecentarla un poco.

- Debería de matarte, por esto, pero hoy me coges de buenas. Así que tendras que conformarte. -Volví a mirarla a los ojos, intentando que me mirara a la cara.

Sus palabras arrancaron una sonrisa. Era cierto, me alegraba de verla, siempre lo hacia, hubiera pasado mucho o poco tiempo. Pasé un brazo por sus hombros de forma amistosa apretandola un poco contra mi cuando se acurrucó. Lo más seguro era que se hubiera puesto ciega de alcohol y alguna que otra sustancia poco beneficiosa para el organismo - Yo también me odio por eso. Pero sabes de sobra que estoy hasta las cejas de trabajo y no tengo tiempo para nadie, ni siquiera para mi. -Dije con un tono tranquilo.

Giré la cabeza ligeramente para mirarla. Era como una niña pequeña de la que siempre tendría que estar atento y en cierto modo lo era, pues ella era más joven que yo.

- Nat, no puedo dejarte aqui por mucho que tu quieras. Tengo que llevarte a tu casa. ¿Prefieres eso o la comisaria? Y esta vez no puedes reprocharme nada por que se que has estado consumiendo drogas, a mi no vas a engañarme. - Eso si que lo había dicho con aparente molestia.

Le acaricié el pelo despacio. No queria tener que llevarmela detenida, aunque tampoco iba a hacerlo. Quisiera o no me la iba a llevar a su casa, tenía que descansar y por lo menos darse una buena ducha. El olor a alcohol que desprendía mi buena amiga lo podría haber olfateado desde kilometros si ponía algo de empeño.

- Me gusta mi trabajo. - Confesé ante su propuesta. Por nada del mundo iba a trabajar de camarero en un bar.

Sus palabras me hicieron sentir mal. Era cierto, ella misma habñia consumido drogas delante de mis narices y yo no había hecho nada por impedirselo, pero también era cierto que se lo habian consentido en contadas ocasiones, no para que estuviera todo el día pegada a la cocaina, el extasis, la marihuana, etc... Además, ya con el alcohol iba sobrada.

- Tus antidepresivos van a acabar contigo un día de estos. Hacemos algo, tu te vienes conmigo y te llevo a tu casa y yo a cambio me quedo contigo. Al fin y al cabo puedo decirle a mi jefe que me de el día para decansar, llevo una semana en la que no he parado. ¿T parece una buena propuesta o necesita algo más la encantadora señorita? - Pregunté con una sonrisa.

Si alguien me conocía mejor que nadie era Natasha. Ella lo sabía todo sobre mi y yo lo sabía todo sobre ella y sabía que no era una chica mala, simplemente tenía sus momentos de ''lucidez'' y se pegaba de las drogas como si agua fueran. Tenía que hacer algo con eso, solo me preocupaba por su bien y si eso implicaba que se enfadara, pues doble trabajo que tenía.

- Yo también te extrañaba y tranquila que no voy a irme hasta que tu me eches. -Dije levantandome cuando comenzó a jalarme. No me importaba soportarla, es más, ¿cuando la había soportado yo? Si adoraba estar con ella aunque no lo expresara abiertamente. Ví su sonrisa, no me gustaba, no me gustaba su estado.

La cogí de la mano y tiré un poco de ella señalandole con la cabeza el coche que no estaba aparcado demasiado lejos.

- Por nada del mundo voy a dejar que vayas por la calle descalza y menos con la borrachera que llevas encima. - A veces me pasaba siendo tan protector, pero creía que era lo mejor para ella.

Al llegar al coche le abrí la puerta y la ayude a subir. Si, estaba en esos momentos en los que no podía cordinar y necesitaba ayuda. Me aseguré de ponerle el cinturon y echarle una mirada de advertencia para que no se lo quitara por nada del mundo. Me conocía a mi mismo conduciendo y conocía sus manias para hacerme rabiar. Era como una niña pequeña, aunque a veces tenía sus momentos de lucidez en los que me sorprendia enormemente. Tras colocarme el cinturon cerré la puerta y puse el motor en marcha.

No aparté la vista de la carretera ni un momento. ¿Qué había cosas que no me había contado? Pues si que era grave eso de no vernos, pero bueno... No sabía como sentirme pues no tenía ni idea de si eran cosas buenas o malas, por lo que me mantuve tranquilo, llevando una velocidad normal para que Nat no se mareara demasiado.

- No se por que no me sorprende. Siempre me ocultas algo cuando llevamos tiempo sin vernos, pero bueno... Este es el momento, como siempre aqui me tienes dispuesto a escucharte. - Era la verdad. Fueran cosas buenas o malas yo siempre intentaba ayudar lo mejor posible a Natasha. Cierto era que mi trabajo no me permitía estar mucho tiempo con ella, pero tenía que aguantarme.

Si dependiera de mi, me pasaría el día con ella, por que nuestra relación era perfecta. Sabiamos todo el uno del otro, discutiamos pero siempre acababamos solucionandolo y mejorando aun más nuestra relación. Cualquiera ajeno a ella se podría pensar facilmente que eramos una pareja, pero no era así. Nunca me había parado a pensar en Nat como algo más.

- Esta bien. Escucharé todo aquello que tengas que contarme. -Dije desviando la vista un momento de la carretera para mirarla a ella.

A veces me preguntaba por que Nat me parecía tan guapa. Quizás era por el cariño que le tenía, aunque la primera vez que la había visto también había pensado que era muy guapa. Tenía una bonita figura, pero, por mucho que me esmerase a veces, jamás veia en ella algo más que una amiga. Era así y punto.

Estuve observandola de vez en cuando hasta que paré frente a su casa. En algunas ocasione se quedaba como en ''trance'' y a veces hacia cosas extrañas, por eso cuando estaba borracha siempre la vigilaba de cerca por si alguna de esas locuras la llevaban a hacerse daño o algo peor. Me bajé y la desperté con un beso suave en la mejilla, sabía como se ponía si la despertaban bruscamente. Era de esa chicas, ''dulces'' pero que lo ocultaba.

- Hey canija, ya hemos llegado, despierta anda. - Me daba pena hacerla levantarse para que caminara por lo que la cogí en brazos y luego cogí sus tacones. Cerré el coche y fui directo hasta donde vivia.

La puerta del portal del edificio de Nat estaba abierta por lo que con un simple empujon la pude abrir. No quise tomar el ascensor, era lento y a mi, no me gustaba mucho esperar. Subí las escaleras con paso normal, Nat apenas pesaba y gracias a la energía y vitalidad de ser un lobo eso se hacia más fácil. Al llegar al cuarto piso me planté frente a su puerta.

- Nat... Hey pequeña. Necesito las llaves para abrir tu puerta, no tengo poderes mágicos. -Dije en un susurro divertido para no despertarla demasiado.

Me quedé mirandola medio atontado. Con el carácter que tenía y lo buena que parecía cuando dormia. Realmente me daba pena que tuviera que quedarse sola muchas veces y recurrir al alcohol y las drogas para sentirse bien, esperaba que algun día se olvidara de eso y fuera feliz y si hacia falta yo estaba dispuesto a ayudarla. Bueno, siempre lo hacia por que a pesar de consentirla también la reprendía a veces por pasarse.

El único secreto que mi mejor amiga no sabía de mi era lo que yo era realmente. Mi confianza era plena en ella, pero en esta gran amistad tenía que mantener ese secreto por mi bien y por el suyo. Poco me preocupaba la manada salvo algunos miembros, lo que realmente me preocupaba más que todo era la seguridad de mi amiga, así que todo estaba bien por el momento.

Cogí las llaves y abría la puerta. El apartamento de Nat, el cual hacia semanas que no veía. Me adentré en el cerrando la puerta con la pierna. Antes que nada me acerqué el sillón y deje a mi amiga acostada en este, parecía estarse recuperando. Olfateé la casa mirando a todas partes. El olor no me gustaba, me daba a pensar que Natasha había vuelto a sus andadas de borracheras diarias. Me senté a su lado y le acaricié el pelo despacio. Ahora que estaba mejor era momento de hablar las cosas.

- Nat, quiero que me des todas las drogas que tengas. Y que no te dejes ni una, quiero que dejes de beber todos los dias y de pillarte grandes borracheras y quiero que me cuentes eso que aun no se. -Dije seriamente.

Me tenía que poner en ese plan para que hiciera caso. Era consciente del estado en el que estaba, pero sabía que me entendía y que era capaz de razonar perfectamente. Eso la amargaría un poco, pero erap or su propio bien. ¿De qué me servía protegerla de todo si no podía protegerla de si misma? La miré a los ojos, a esos bonitos ojos grises que tenía, ahora rojos por la falta de sueño y una noche de locuras. ¿Qué podía hacer para que su vida cambiara?

Negué con la cabeza ante su contestación. Vi como intentaba levantarse y luego se caia. Penoso. Me puse en pie, si iba a ponerse en ese plan de cabezota no podía hacer nada. Cuantos disgustos tenía con ella.

- Esta bien Nat. No lo hagas, haz lo que te da la gana. Como siempre haces. Alcohol, cigarros, drogas... Llevas una vida perfecta, por que no te preocupas de nadie más que te ti misma. - Dije seriamente.

Me llevé una manos a las sienes frotandome estas con intensidad. ¿Por qué no había un puto día tranquilo? Me alegraba de verla, pero casi siempre acababa muy jodido por lo que sabía que hacia mi amiga. Lo pero de todo es qe yo aun siendo policia se lo permitia, nunca la había detenido y tampoco pensaba hacerlo. Para eso era su amigo, ¿no?

- Ya me diras tu que coño hago el día que caigas en un coma o te de una sobredosis. ¿Qué hago Nat? ¿Culparme toda la puta vida por que no pude hacer nada para evitarlo? Me prometistes una vez que lo dejarias y has seguido.

Quizás lo que más molesto me tenía era eso... Que no lo entendía. Tendría que ser un poco más tolerante con ella. Me coloqué a su lado y la abracé. No quería perder a mi mejor amiga por culpas de unas estupidas drogas.

- Natasha... Sé como te sientes por haber perdido todo. Pero no puedes hundirte ni destrozar tu vida. Yo apuesto a que tus padres desearian que fueras feliz y sacrificarian vuestros pequeños momentos tras las pastillas para que tu tuvieras una vida feliz. - Susurré aun abrazandola - Sé perfectamente que lo que quieres es estar junto a ellos y te gusta estar así, pero piensalo. Alomejor hay otras cosas que te haran feliz, quizás tener un hijo y formar una familia. A mi por ejemplo me hace feliz el simple hecho de tenerte cerca y si te perdiera no se que conseguiria hacerme feliz.

Era toda la verdad. A veces ella era la única que podía entenderme y ella lo hacia mejor que nadie. Ella conseguía animarme cuando estaba decaido y me ayudaba en todos los malos momentos. Los dias malos ella siempre conseguía animarlos, por que en el fondo y muy lejos del aqui y ahora cuando Natasha iba normal sin consumir era una persona estupenda. Y yo no quería perderla por nada del mundo.